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Independentistas catalanes: conformistas o resilientes

Entre los independentistas catalanes conocemos ‘compañeros de viaje’ que se comportan como la mujer del siguiente cuento:

‘Bailando bajo la lluvia

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Una mujer muy sabia despertó una mañana, se miró al espejo y notó que solamente tenía tres cabellos en su cabeza.

‘Pensó: creo que hoy me voy a hacer una trenza’

Así lo hizo y pasó un día maravilloso.

El siguiente día se despertó, se miró al espejo y vio que tenía solamente dos cabellos en su cabeza.

‘Dijo: creo que hoy me peinaré con la raya en medio’.

Así lo hizo, y pasó un día grandioso.

El siguiente día, cuando se despertó, se miró al espejo y notó que solamente le quedaba un cabello en su cabeza.

‘Bueno, dijo ella, ahora me voy a hacer una cola de caballo’.

Así lo hizo, y tuvo un día muy divertido.

A la mañana siguiente, cuando despertó, corrió al espejo y enseguida notó que no le quedaba un solo cabello en la cabeza.

‘Qué bien, exclamó, hoy no voy a tener que peinarme’

(htpps://www.minigranada.com)

Es decir, independentistas que se conforman con el autonomismo, que se adaptan, plácidamente, con lo poco que concede el estado español.

Mientras que otros, más resilientes, actúan como el siguiente prisionero:

‘Parábola del prisionero del campo de concentración

En un campo de concentración vivía un prisionero que, pese a estar sentenciado a muerte, estaba alegre.

Un día apareció en la explanada tocando su guitarra, y una gran multitud se arremolinó en torno a él para escuchar, porque, bajo el hechizo de su música, los que le oían se veían, como él, libres de miedo.

Cuando las autoridades de la prisión lo vieron, le prohibieron volver a tocar.

Pero, al día siguiente, allí estaba de nuevo, cantando y tocando su guitarra, rodeado de una multitud.

Los guardianes le cortaron los dedos, pero él, una vez más, se puso a cantar su música, con las manos cortadas.

Esta vez la gente aplaudía entusiasmada.

Los guardianes volvieron a llevárselo a rastras y destrozaron su guitarra.

Sin embargo, al otro día, de nuevo estaba cantando con toda su alma.

¡Y qué forma tan pura e inspirada de cantar!

Toda la gente se puso a corearle y, mientras duró el cántico, sus corazones se hicieron tan puros como el suyo, y sus espíritus, igualmente invencibles.

Los guardianes estaban tan enojados, que le arrancaron la lengua.

Sobre el campo de concentración cayó un espeso silencio, algo indefinible.

Pero, por fin, para asombro de todos, al día siguiente estaba allí de nuevo el cantor, lleno de alegría, balanceándose y danzando a los sones de una silenciosa música que sólo él podía oír.

Y, al poco tiempo, todo el mundo estaba alzando sus manos y danzando en torno a su sangrante y destrozada figura, mientras los guardianes se habían quedado inmovilizados y no salían de su estupor’

(http://parabolas-cuentos.blogspot.com)

Es decir, otros, como este prisionero, consideramos que, por pequeñas que sean nuestras acciones, como pueden ser las manifestaciones callejeras en la avenida Meridiana de Barcelona, y en otros muchos puntos de Catalunya, en sus diferentes formatos, no dejan de ser actos de resiliencia, de capacidad de adaptación frente a la perturbación externa y, de ese modo, recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación, como la pelota de tenis, que al tocar el suelo, se deforma, pero, inmediatamente, recupera su forma original.

Esa es una forma de mostrar nuestra autoestima y, aunque, no tenga el inmediato éxito deseado, habremos mostrado nuestra confianza en nosotros mismos, nuestra constancia y perseverancia, nuestro pensamiento constructivo, nuestra red emocional sólida, nuestra introspección y optimismo; y esos elementos son básicos para garantizar el éxito, aunque sea a largo plazo, ya que la resiliencia, (resistencia y elasticidad, como el junco) es la capacidad de resistir y salir adelante, usando las experiencias negativas para ello.

En definitiva, que hacer como la ‘mosca cojonera’, al final, tendrá éxito.