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En mi último escrito me refería a la figura de los ‘ergastidarius’ (oficiales u oficiosos), es decir, a los esclavos romanos ‘de confianza’ de los amos, y que vigilaban a los esclavos ‘disidentes’, ese papel ha sido observado siempre, como, por ejemplo, los ‘capos’ de los campos de concentración, que llegaban a ser peores que los propios amos, o los delegados del gobierno del reino español, como Enrique Millo, que inventó (mintiendo en sede judicial sin ser reprobado) el uso del detergente Fairy, por parte de los que queríamos votar el 1 de octubre del 2017, para hacer patinar a los policías, etc.
En el presente escrito no quiero profundizar en el tema del liderazgo, pues pretendo centrarme en las bases, en los ciudadanos que desde hace años gritamos que ‘las calles serán siempre nuestras’ o que ‘el pueblo decide, el gobierno obedece’, etc.
Es evidente que en todo movimiento popular asambleario se requiere una notable coordinación, y, cualitativamente, deben superarse determinados aspectos, para superar la condición de formar un mero grupo, para pasar a ser verdaderos equipos.
La diferencia entre un grupo y un equipo es que el primero está formado por personas, puntualmente unidas, que comparten determinadas características; mientras que, en un equipo, esas personas están organizadas para conseguir un objetivo común.
En los grupos, la actitud es pasiva, ya que los miembros siguen las directrices establecidas, mientras que en los equipos, la actitud es proactiva, ya que los miembros aportan ideas y colaboran en su puesta en práctica. Es decir, en los grupos (formales o informales), los miembros son más autónomos, mientras que, en los equipos, existe un notable compromiso, ya que, precisamente ese compromiso es una de las 5 C de un trabajo en equipo, es decir: comunicación, coordinación, complementariedad, confianza y el citado compromiso.
En el diario Ara de ayer (11 de junio), Juanjo Fernández (consultor pedagógico), publicó un artículo titulado: ‘7 normas para el rafting … y para la vida’. Esas normas, según el autor, son las siguientes: apasiónate, atrévete, espera los golpes, no te gires de espaldas al río, mira más allá, rema más deprisa que el río y hazlo todo en equipo.
Pues bien, si los independentistas catalanes que nos movilizamos en diferentes formas y modalidades queremos conseguir, realmente, el objetivo deseado, que no es otro que la independencia de Catalunya, deberíamos actuar como verdaderos equipos, respetando cuidadosamente la aplicación de las 5 C mencionadas, y, a la vez, seguir las 7 normas mencionadas para el rafting, pues:
- Debemos apasionarnos con el objetivo, deseado.
- Debemos atrevernos a actuar, según lo acordado para el objetivo.
- Debemos esperar los golpes del estado español y de los catalanes unionistas, para prever sus malas praxis, y responderlas racional y democráticamente.
- No debemos girarnos de espaldas al río, quedándonos al sofá de casa, debemos mirar hacia adelante, para actuar proactivamente.
- Debemos mirar más allá, al objetivo final, no dejándonos perder por meras metas flotantes.
- Debemos remar más deprisa que el río, es decir, debemos actuar de forma más contundente que la oposición que nos presentan los obstáculos que nos pone el estado central y sus diferentes tentáculos.
- Y debemos actuar siempre en equipo, actuando en conciencia tanto si nos toca llevar el timón, como actuar de contrapeso; todas las actividades son importantes e imprescindibles.
Sólo así, podremos ir avanzando, y, al vernos determinados, los partidos políticos y el propio gobierno de la Generalitat, se sumarán al carro, como hicieron en los meses previos al referéndum del 2017. Y, así, todos juntos, podremos volver a sentirnos un colectivo ilusionado, con renovadas fuerzas para seguir en el punto donde lo dejamos el 27 de octubre del 2017, y, habiendo aprendido en estos cinco últimos años, actuar democrática y contundentemente, para conseguir el objetivo deseado. Y eso mediante pequeños gestos, como ya apunté en un escrito anterior, que no comportarían ningún tipo de riesgo, pues se trataría de actuaciones ‘legales’ pero, a la vez, eficaces, para hacer caer a los ‘ergastidarius’ y a sus amos.