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Irresponsables o superados por la pandemia

Estos días nos están bombardeando con todo tipo de mensajes sobre las medidas sanitarias que debemos seguir y que se aplicarán en las diferentes fases de abertura (ahora no quieren llamarle desescalamiento); y políticos y responsables sanitarios nos ‘informan’ de las acciones que podemos hacer.

Y eso sí, todos los políticos, como Pedro Sánchez y Salvador Illa (ministro de sanidad), siempre nos dicen que las medidas son las recomendadas y avaladas por los científicos, los epidemiólogos, etc. Aquí, en Catalunya, pasa lo mismo, exactamente.

Sabemos que es una pandemia nueva, y que ni los científicos sanitarios, saben el comportamiento del virus, a pesar de que estudien modelos matemáticos de epidemias anteriores, y de infecciones de la actual, que permitan efectuar cierta prospectiva, basada, fundamentalmente, en cálculos estadísticos en igualdad de condiciones.

‘La prospectiva concibe el futuro como un vasto océano de posibilidades que dependen de conjunciones de factores que arrancan del pasado y se entremezclan en el presente. Explica que de todo lo que podemos llegar a saber, lo menos interesante es el qué pasará, lo realmente relevante es el cómo y sobre todo el porqué.

La prospectiva busca entender cuáles son los mecanismos causales y la secuencia de hechos que puede llevar a que sea uno, de entre todas las posibilidades, el futurible que acaba sucediendo.

Es para comprender el porqué y el cómo se desencadenará más que no en el que pueda pasar, ya que sólo si entendemos cual es la secuencia de factores que intervienen en la ocurrencia de un futuro y podremos hacer algo al respecto, tomas las decisiones en el presente para influir en el futuro.

La planificación de la acción a largo plazo para conseguir un objetivo particular.

La estrategia designa la vinculación de una agenda cronológica a unos objetivos definidos de tal modo que se obtenga las máximas posibilidades de conseguir o alcanzar dichos objetivos.

(…)

La decisión es una elección entre cursos de acción alternativas con un grado variable de incertidumbre asociado a sus consecuencias.

La prospectiva se basa en supuestos, se transforma en una herramienta para la gestión de la incertidumbre.

(…)

Lo que no es prospectiva son las proyecciones, las supersticiones, las predicciones y los pronósticos. La prospectiva son las posibles soluciones a un problema con sus causas y consecuencias’

(Jordi Serra Del Pino mceuazrogar.blogspot.com)

También me parece interesante extraer algunos fragmentos del siguiente artículo, a pesar de estar en revisión (como señalan sus autores) pues, lo que me parece relevante para este escrito, es describir su método:

‘Los modelos matemáticos para enfermedades infecciosas:

Objetivo: describir la importancia de los modelos matemáticos en la comprensión de la dinámica de transmisión de las enfermedades infecciosas, así como en el diseño de medidas eficaces de control.

Material y métodos: revisar las publicaciones internacionales sobre el tema (…)

Resultados: explicar de manera sinóptica los antecedentes, importancia y clasificación de los modelos matemáticos en padecimientos infecciosos. De modo adicional se describen con detalle algunos modelos comunes de transmisión de enfermedades y otros de uso más reciente que se utilizan en la modelación de trastornos infecciosos.

Conclusiones: el empleo de modelos matemáticos ha crecido en grado significativo en los últimos años y son de gran ayuda para idear medidas eficaces de control y erradicación de las enfermedades infecciosas’

(Osval Montesino Montesinos-López y Carlos Moisés Hernández-Suárez. Universidad de Colima, Colima, México. www.scielosp.org)

Una vez efectuada esta introducción, me parece que los científicos de cada estado, de cada país, deberían llegar a conclusiones similares, ajustadas a las variables específicas de cada zona. Pero a menudo vemos que no es así, pues en sus conclusiones hay sensibles diferencias.

Un ejemplo claro lo tenemos comparando las comunidades autónomas de Madrid y de Catalunya, pues, aplicando estrategias diferentes (en Madrid apertura de bares y restaurantes, mientras que, en Catalunya, cerrados hasta ayer), ofrecen resultados notablemente distintos, si bien las cifras y ratios ‘parece’ que no son suficientemente contrastables (en Madrid hay más mortalidad, eso si, pero nadie ‘parece’ atribuirlo a esa diferente estrategia, pues todo son intereses: políticos y económicos).

El Dr. Josep María Argimón, secretario de Salud Pública de Catalunya, en una entrevista a TV3 señaló:

‘Si hacemos lo que sabemos que hemos de hacer, podemos llegar bien a Navidad. Es preciso mirar más allá, para que los Reyes Magos no nos traigan la tercera ola de regalo.

Admitió, asimismo, que estamos delante de una emergencia no sólo sanitaria, sino también económica y social, y que no nos podemos permitir cerrar la economía y muchos trabajadores mantener las cuarentenas, como hacen otros países. Si pudiésemos pagar estas ayudas, como en Francia, no estaríamos reabriendo ni ahora, ni en algunas ocasiones anteriores habríamos hecho otras aperturas. Claro que no.

De momento, Argimón ha explicado que prevén hacer una Navidad en la que se puedan reunir 10 personas y se está estudiando la flexibilización de otras medidas como el toque de queda’

(ccma.cat, 26 nov)

Visto todo esto, creo que las decisiones que adopta el equipo de Argimón, pueden ser las correctas, pues intenta buscar el difícil equilibrio entre salud y economía. Y Alba Vergés, la consejera de Salud de la Generalitat de Catalunya, no para de reclamar más transferencias económicas; como también hacen los diferentes miembros del gobierno, pues, no olvidemos que, en Catalunya, padecemos un déficit fiscal de 16.000 millones anuales, y que el gobierno central no reconoce.

Por eso me ha parecido muy interesante la citada explicación del Dr. Argimón, es decir: ‘Si pudiésemos pagar estas ayudas, como en Francia, no estaríamos reabriendo ni ahora, ni en algunas ocasiones anteriores habríamos hecho otras aperturas. Claro que no’. Pues es la primera vez que nos han trasladado una información clara.

Pero, en esa línea, es incongruente que la consejera, y el propio vicepresidente económico y presidente en funciones, Aragonés, nos sigan diciendo que siempre prevalece la salud.

Es evidente que los políticos tienen que tomar decisiones, que a veces son complejas, pero lo que es incomprensible es que se escondan, pues: Pedro Sánchez y su gobierno nos dicen y repiten, hasta la saciedad, que todas las medidas adoptadas son las recomendadas por el gabinete científico-sanitario. Pero, en realidad, este gabinete técnico debería aconsejar científicamente, pero las medidas adoptadas finalmente, deben ser responsabilidad del presidente del gobierno. Es decir, nos debe decir los técnicos dicen tales medidas, y que el gobierno las matiza.

La decisión de los científicos-sanitarios, a mi modo de entender, debería ser, por ejemplo, cerrar los bares y restaurantes, pues esa es una decisión higiénica; y la decisión de abrirlos, ha de ser del jefe de gobierno; y, tomada esa decisión, el gabinete técnico sanitario debe prescribir los ratios de ocupación, las distancias de seguridad, etc. Pero la decisión de abrirlos no puede recaer en el equipo sanitario.

Del mismo modo, el gabinete técnico sanitario puede aconsejar el número de miembros y la composición de las burbujas sociales para las reuniones y, como no, para las celebraciones navideñas. Y para ello, deben basarse en los modelos matemáticos y la prospectiva mencionada. Y siendo así, las conclusiones deberían ser bastante homogéneas; pero vemos que no es así, pues el gobierno de Pedro Sánchez aboga por unas burbujas de 6 miembros como máximo, y aquí, en Catalunya, nuestro gobierno dice que pueden ser de hasta 10 miembros.

Si realmente hay unas conclusiones matemáticas, los gabinetes técnicos deberían coincidir. Y si las decisiones finales son de los gobiernos, deberían decírnoslo. No es ético que los gobiernos modulen las decisiones de los respectivos equipos técnicos y, a pesar de eso, sigan diciéndonos que obedecen ciegamente sus directrices.

Otro ejemplo de disparidad, lo tenemos, ahora, con la consideración de los niños en esos topes; y todo ello, según se nos ha informado, es debido a un estudio efectuado en el hospital del Valle Hebrón (Barcelona), en el que se ha concluido que los niños no son los causantes de las infecciones, apenas sólo de un 8%, aproximadamente.

Y, de súbito, las diferentes comunidades autonómicas empiezan a regular sus respectivos topes, y empiezan las discusiones sobre la franja de edad de los niños, etc.

Y vemos, ahora, que, en Alemania, por ejemplo, el tope de las burbujas (5 miembros) no incluye a los niños menores de 10 años. Y seguro que, en este país, como en otros, habrán efectuado sus respectivos estudios, que así lo avalan. Y siendo así, es de suponer que estos estudios eran conocidos por nuestros especialistas, y deberían haberlos sopesado en sus respectivos estudios; pero parece que, como siempre, vamos a remolque.

Sale una información y, de modo interesado, es utilizado por los diferentes gobiernos, que actúan con una total falta de transparencia, pues, obviamente, lo lógico, ético y moral, sería tratarnos como una sociedad adulta, es decir, explicarnos los estudios disponibles en otros países, y razonar las decisiones que consideren adoptar aquí. Sólo así se evitaría el mercadeo de decisiones y de cifras.

Igualmente, desde hace días el gobierno de Pedro Sánchez nos está vendiendo su programa de vacunación, los grupos poblacionales prioritarios, el calendario, etc.; y después, dice que lo pactará con los responsables de las comunidades autonómicas. Siempre ha actuado así, esa es su infantil forma de entender el diálogo, la negociación y la cobobernanza. Eso sí, ahora intenta ponerse todas las medallas, pero la aplicación de las vacunas dependerá de las 13.000 dependencias sanitarias, sobre las que el gobierno central no tiene responsabilidad, pues están transferidas.

Sobre este tema, es preciso señalar que, si el criterio seguido para establecer los grupos prioritarios realmente obedece a criterios científico-sanitarios, como nos dicen, ¿a qué se debe que en España el grupo prioritario preferente serán los ancianos de las residencias de la tercera edad, y en el Reino Unido el grupo prioritario sea el personal sanitario?

Todos podríamos entender las decisiones, pero bien explicadas y coherentemente razonadas.

Es comprensible y ético que las personas mayores deban tener preferencia, ya que es donde ha habido más mortalidad. ¿Pero, será voluntaria también en los centros? ¿Se ha previsto el plan de contingencia para respetar esa voluntariedad? También es comprensible y ético que los prioritarios sean la totalidad de los equipos y personal sanitario, con idénticos interrogantes.

Ahora bien, deberían explicarnos las razones de esas decisiones tan relevantes.

En el Reino Unido, la explicación es que la vacuna Pfizer, que será la primera a inyectar, debe ser conservada a 80º bajo cero, y sólo los hospitales tienen medios para garantizar esa temperatura. Asimismo, han informado que el personal sanitario es esencial para garantizar el sistema de salud. Y todo esto me parece razonable.

Lo que no me parece razonable es que en España no nos digan cómo se mantendrá la cadena de frío. El ministro de sanidad, Salvador Illa sólo dice que la empresa de la vacuna ya facilitará los medios. Pero no nos explica los costes. Nadie sabe nada, pero, eso sí, la aplicación de las vacunas la tendrán las diferentes comunidades autónomas. ES DECIR, TODO ES DE UNA INCOHERENCIA ABSOLUTA.

Eso sí, la responsabilidad siempre es de la ciudadanía, que ha de mantener la vigilancia, la mascarilla, la distancia, la higiene, etc.

Pero el gobierno de Pedro Sánchez no asume las suyas, por ejemplo, por la escasa incidencia del teletrabajo. Y, el ayuntamiento de Barcelona, (Ada Colau) no asume las suyas por no incrementar los medios de transporte urbanos, ella sólo está obsesionada en reducir la circulación de los coches privados, pero sin poner alternativas viables.

Ante este panorama no es de extrañar que la ciudadanía presente, o presentará en el futuro más o menos inmediato, síntomas de: insomnio, ansiedad, irritabilidad, nerviosismo, miedo, confusión, tristeza, inseguridad

‘The Lancet el 26 de febrero, publicó un estudio sobre el impacto psicológico de la cuarentena en distintas crisis sanitarias, como la SARS, la gripe A (H1N1) o el Ébola, y sus conclusiones fueron que el asilamiento provoca en los ciudadanos sentimientos de confusión e ira, así como síntomas de estrés postraumático. Ese efecto puede manifestarse meses o años más tarde’.

Por todo esto, no me ha extrañado en absoluto que hoy, primer día con las terrazas y restaurantes abiertos en Catalunya (ayer no cuenta, ya que llovió, y no se pudieron utilizar), pues bien, hoy las terrazas estaban a tope, y con colas, y, como han ampliado los espacios en las calles, los peatones hemos visto reducido el espacio de paso, que tiene s que hacer a dos palmos de las mesas, cuyos comensales están sin mascarillas y fumando.

Eso sí, está claro que prima la economía, no la salud.

Es comprensible que la ciudadanía, en una gran parte, se haya tirado a ocupar las terrazas, y no por irresponsabilidad, sino por estar superados, por estar cansados de esta situación que dura tanto. Y, si eso está pasando ahora, ¿qué nos pasará en la tercera ola de la epidemia? Pues, como se dice en The Lancet: MÁS CONFUSIÓN Y MÁS IRA.

Y todo esto sería evitable, con una información transparente, clara, y para ciudadanos, no para súbditos.

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com