‘La presidenta de la Comunidad de Madrid, del PP, se sintió fortalecida por el fin de la huelga de médicos y pediatras de atención primaria, por el anuncio de nuevas indemnizaciones para los afectados por las obras de la Línea 7B de Metro, el archivo de la causa de las comisiones cobradas por Tomás Díaz Ayuso en la compra de mascarillas, y se vino tan arriba que ordenó al Grupo Parlamentario Popular que ‘mataran’ a la izquierda. Sólo le faltó concluir su mensaje con un ‘sujétame el cubata’.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua define el verbo ‘matar’ como ‘quitar la vida a un ser vivo’. Por otro lado, el modo imperativo expresa mandatos, solicitudes, ruegos o deseos. Es frecuente en todas las lenguas del mundo, entre ellas las lenguas indoeuropeas donde suele realizarse mediante la raíz verbal desnuda sin morfemas de tiempo. En castellano, por su propia naturaleza, el imperativo es normalmente un modo defectivo, es decir, no presenta formas para todas las personas y números.
El imperativo de matar es ‘matad’ y, cuando se refiere a un grupo de personas, es ‘matadlas’. Ese fue el verbo que utilizó ayer Isabel Díaz Ayuso para ordenar el comportamiento que el Grupo Parlamentario Popular de la Asamblea de Madrid debía tener durante el pleno.
Según ha publicado El País, la presidenta de la Comunidad de Madrid mandó un mensaje al chat del Grupo en el que decía: ‘La izquierda está acabada … matadlos’. Una orden que, por más que se entienda en sentido metafórico, es muy fuerte para que sea dictada por la lideresa de un partido político.
El uso del lenguaje muestra mucho de cómo es una persona y, mucho más, un político. Isabel Díaz Ayuso ha demostrado a lo largo de estos cuatro años que tiene un odio especial a todo lo que suena a progresismo o izquierda. Sólo entiende la acción de gobierno desde el sectarismo neoliberal y, por eso, sus políticas han estado orientadas a destruir lo público y dar beneficios a las clases privilegiadas con la excusa de atraer activos e inversiones.
(…) El mensaje desvelado por El País demuestra soberbia y un complejo de superioridad derivado, supuestamente, de que ayer fue un buen día para la presidenta de la Comunidad de Madrid. En los últimos meses había temor porque el ‘fenómeno Ayuso’ se estaba desinflando por los graves problemas de gestión que afectaban a necesidades básicas de la ciudadanía.
(…) Los miembros del Grupo Parlamentario Popular fueron obedientes con su lideresa. Cualquiera se opone cuando ya se ha visto cómo ha purgado a quienes se opusieron a ella. El mensaje lanzado por los diputados fue un calco de las órdenes de Ayuso. Ese fue su argumentario.
(…) Ayuso debería aprender de quienes, desde su espacio ideológico, entendieron a la perfección que en política no hay enemigos, sino adversarios, y que ordenar a un grupo parlamentario que ‘maten’ a quienes no piensan como ella, no es más que incitar a la violencia, al odio y, sobre todo, a incrementar la crispación, escenarios en los que Ayuso se siente más cómoda’.
(José Antonio Gómez, 17 de marzo del 2023, Diario 16)
‘¡Matadlos a todos! ¡Díaz Ayuso reconocerá a los suyos!
Díaz Ayuso exigió esta semana a sus diputados que se apliquen con la máxima violencia contra sus enemigos (‘matadlos’) con la idea que mejor define su forma de entender la política.
Ayuso alienta a sus diputados con este mensaje a sus teléfonos: ‘Hoy la izquierda está acabada. Matadlos’.
La política es un deporte que exige un fuerte contacto físico. No es para los pusilánimes ni los débiles de corazón. A veces esa confrontación adquiere niveles implacables sin necesidad de penetrar en los límites del Código Penal. O quedándose muy cerca de ellos. A nada que el oponente da muestras de debilidad, algunos empiezan a notar el sabor de la sangre en la boca. Y les excita.
Isabel Díaz Ayuso se levantó el jueves con ganas de matar. Habrá quien piense que era un día normal para ella. Sería exagerado. Hasta los guerreros sedientos de sangre se toman algunos momentos de descanso. Ese día, la presidenta de Madrid pensó que las cartas le sonreían. Sólo era necesario ir hasta el final.
(…) El aviso concluía con una palabra, una orden inapelable: ‘Matadlos’.
Se ahorró los signos de exclamación. La instrucción era clara y concisa. Tocaba un baño de sangre.
Esa fue también la orden que se atribuye al abad cistercense Arnaldo Amalric que recibió del Papa Inocencio III la dirección religiosa de la cruzada albigense contra la herejía de los cátaros en Francia en el siglo XIII. ¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!, es la frase que le atribuye una crónica de esa guerra escrita medio siglo después, probablemente de forma apócrifa.
En cualquier caso, la orden se cumplió en el asedio de la ciudad de Béziers en 1209. Las tropas aniquilaron a miles de personas sin hacer distinciones teológicas. Cayeron los herejes, los católicos y los indiferentes, muchos de ellos en la iglesia de la Madeleine, dónde habían intentado buscar un refugio sin que les sirviera de mucho.
Fuera una matanza deliberada o productos de las circunstancias -las crónicas no se ponen de acuerdo., obtuvo el resultado perfecto. El terror hizo que otras poblaciones se rindieran en los meses posteriores. Inocencio III había expresado antes sus deseos con claridad: ‘Poned todo vuestro empeño en destruir la herejía por todos los medios que Dios os inspirará’.
Para Díaz Ayuso, las ideologías de los otros partidos son herejías que ponen en peligro las libertades y la Constitución. Sólo ella puede poner freno a tales afrentas, y no algunos paniaguados de su partido, y salvar la democracia. La moderación en la defensa de la libertad es un defecto.
(…) Si le reprochan su estilo despiadado, responde tratando a sus críticos de lloricas. ‘A la política se viene llorado de casa’, dijo en mayo del 2022.
(…) En 2021, con el disfraz esporádico de la moderación, dijo: ‘No podemos caer en el error de dividir a la sociedad española’. Ella no divide a la sociedad. La expurga de los virus que deben ser eliminados. Se ve a sí misma como una exterminadora de plagas.
(…) Díaz Ayuso volverá a encarnar el personaje que más le atrae. La ‘Freedom Dominatrix’ volverá a reclamar a los suyos la máxima violencia para someter a sus enemigos. Con la misma intensidad con la que Inocencio III anunció los peligros que se cernían sobre la cristiandad: ‘La fe ha desaparecido, la paz ha muerto, la peste herética y la cólera guerrera han cobrado nuevo aliento’. Sólo que donde antes aparecía la herejía, ahora amenaza el comunismo, los impuestos y el salario mínimo.
Matar, matar, matar. Y después retirar los cadáveres, limpiar las manchas de sangre y suplicar con la mirada melancólica que hay que huir de la polarización’.
(Íñigo Sáenz de Ugarte, 17 de marzo del 2023, Eldiario.es)
Ver ese mensaje de Isabel Díaz Ayuso, y observar que la fiscalía no actué de oficio contra ella, deja a Pedro Sánchez como un cobarde, pues el fiscal general depende de él.
Vaya diferencia, si lo comparamos con la celeridad con la que se abren querellas contra los independentistas catalanes. Y, obviamente, si algún descerebrado nuestro (que también los hay) dijese que ‘los españolistas están acabados … matadlos’, veríamos que inmediatamente lo llevarían al paredón judicial y penitenciario.
Pero claro, Díaz Ayuso no pone en peligro la unidad de SU corrupto reino. Eso es lo que erróneamente creen, dentro de su limitado criterio.
Obviamente, a Díaz Ayuso no le falta su cohorte de fans, como veremos:
‘El País’ embiste desquiciado contra Ayuso: es una ‘genocida’ que ‘ordena matar’
A Berna González Habour se le va totalmente la olla y sube un escalón en la nueva campaña de agresiones a Ayuso en este medio de comunicación gubernamental. ‘Si Ayuso ordena a sus diputados liquidar a la izquierda –‘matadlos’, decreta por WhatsApp – parecemos legitimados para llamarla genocida. Lo cual es mentira, claro’, aclara, no vaya a ser que a Ayuso se le hinchen las narices y les ponga una muy merecida querella. ‘Pero hemos llegado a tales niveles de hipérbole en la política que, si alguien ajeno a nuestra deriva nos escucha y se lo toma en serio, cualquier día nos abren una causa en La Haya’. ‘Estamos en una democracia donde la oposición llama a matar. Tristísimo’. Y esta tiparraca habla de hipérbole. Ayuso no ha ordenado matar a nadie y Berna lo sabe perfectamente. Sin embargo, a ella sí que le han llamado asesina sin que en este periódico se viera un solo reproche. Tampoco llamaron asesina a Mónica García cuando hizo el gesto de disparar contra Lasquetty. Es el Periódico de las Mil Colinas español’.
(Pilar Díez, 18 de marzo del 2023, LibertadDigital)
Efectivamente, estamos en una democracia de pandereta, que no hay por dónde cogerla. Y así nos va. Y nos irá, si no nos independizamos rápido.
Los catalanes, especialmente los independentistas, tenemos una concepción de la política y del país, totalmente contrapuesta a la de ‘los españoles y muy españoles’, como dijo Mariano Rajoy. Joan Fuster (1922 – 1992) lo dejó muy claro en una disputa en diferentes escritos, contra Miguel de Unamuno (1864 – 1936), como transcribo seguidamente:
‘Fuster y Unamuno representan identidades y proyectos nacionales radicalmente antagónicos. A Fuster no le gustaba nada Unamuno, a quién llegó a describir irreverentemente como ‘la Niña de los Peines y Conchita Piquer en una sola pieza, un fenómeno marginal y aberrante’. Fuster afirmaba que ‘personalmente, a mí, Unamuno me da grima’, pero escribió sobre la personalidad excéntrica del intelectual vasco de vocación españolista y sobre la obra que produjo, que calificó de ‘pólvora de traca’.
(…) Corría el año 1982, concretamente el 24 de mayo, el año en qué -cito Fuster- ‘el contubernio de UCD y PSOE’ votó el Estatuto valenciano que, no queda nada claro que sea de autonomía’. Pero esto no tiene importancia. La España de las Autonomías, la Loapa, y toda esta mierdecita pactada, nos sitúa dónde estábamos: dónde dejó la cosa don Javier de Burgos (Motril 1778 – Madrid 1849), cuando dividió el territorio de la Monarquía en provincias’. Joan Fuster, contrario a aquel contubernio que frustraba las esperanzas depositadas en ‘las posibilidades abiertas al día de mañana’, aquello que le motivó a escribir ‘Nosaltres, els valencians’, no se está de criticar la forma y el fondo de aquel pacto, que lleva como consecuencia la burla de la Comunidad. Todo junto -reafirma Fuster- ‘pura imbecilidad taxonómica’.
(…) ‘Continuaremos diciendo ‘País Valencià’, porque es una denominación clara, real y efectiva: designa país, paisaje y paisanaje. O sea: historia, tierra y gente. La Comunidad -ni ‘Comunitat, se han atrevido a decir- será cosa de papeles ¿O no?
(…) Citando a Unamuno (País, paisaje y paisanaje, 22 de agosto de 1933), título de un artículo españolísimo, en el sentido más carpetovetónico, de Miguel de Unamuno, Fuster, en defensa del ‘país’ que los ‘contubernistas’ de UCD y PSOE y los ‘fulanos de Madrid’ negaban a los valencianos. De país viene paisaje y viene paisanaje. ¿Por qué el miedo, la rabiosa oposición, al término ‘país’, referido a la tierra de los valencianos?
(…) Fuster reprodujo el título de un texto de Unamuno, no, precisamente, benévolo con los países periféricos vecinos de la Castilla forjadora de España, que tanto vindicaba la llamada Generación literaria del 98. Resulta insólito, que la pluma de Fuster recurriera a Unamuno, el intelectual vasco de alma españolísima que Fuster definía como una Conchita Bautista, o una Carmen Sevilla, conocidas vedets, de la cultura (El caso de don Miguel’ en ‘Contra Unamuno y los demás’, 1975). Unamuno, un irracionalista, así lo veía Fuster, nacionalísimo -nacionalísimo español-, ‘proferidor’ de ‘diversos y amenos exabruptos’ (‘Siguen inventando ellos’, 1982) (…) ‘y algunos de estos pobres hombres pobres no son capaces de imaginar la geografía y la geología, la biografía y la biología de la mano española. Y se les ha atiborrado el magín, que no la imaginación, con una sociología sin alma ni espíritu, sin fe, sin razón y sin arte. ¡Hay que ver la antropología, la etnografía, la filología que se les empapiza a esas frívolas juventudes de los nacionalismos regionales! ¡Cómo las están poniendo con los deportes folklóricos, los bailes dialectales y las liturgias orfeónicas! Y concluye: ¡Qué paisanaje están haciendo al paisaje’!
Unamuno no creía en la patria vasca ni en la lengua de los vascos, que consideraba prescindible. Esto podía sorprender en un hombre vascoparlante y que había disputado en 1888 en Resurrección María de Azkue y a Sabino Arana la plaza de profesor de lengua vasca en el Instituto de Bilbao, costeada por la Diputación de Vizcaya. Desde 1891 se establece en Salamanca, como catedrático de griego de su Universidad y, lejos del País Vasco, se reafirma en su ideario españolista, que él concibe como regenerador. Unamuno concebía el nacionalismo vasco emergente, así como el catalanismo y el galleguismo, como producto de ‘la fantasía literaria de los grandes centros urbanos’, si no era producto impuesto a la larga por la cultura coercitiva de los grandes terratenientes’ (La crisis del patriotismo, 1896)
Unamuno adopta Castilla (España) como patria y reniega de las veleidades vascas de su juventud (…) que me fueron dictadas por la honda disparidad que sentía entre mi espíritu y el espíritu castellano. Y esta disparidad es la que media entre el espíritu del pueblo vasco, del que nací y en el que me crie, y el espíritu del pueblo castellano, en el que, a partir de mis veintiséis años, ha madurado mi espíritu. Entonces creía, como creen hoy no pocos paisanos míos y muchos catalanes, que tales disparidades son irreconciliables e irreductibles; hoy no creo lo mismo’ (La crisis actual del patriotismo español, 1905)
¿Conciliar España con Euskal Herria, con els Països Catalans, con Galicia? No exactamente así, pues Unamuno creía en una España -regenerada- que no incluía la diversidad lingüística.
El 26 de agosto de 1901 pronunció un sonoro y polémico discurso en los Juegos Florales celebrados en el Nuevo Teatro de Bilbao, en el cual pedía públicamente a los vascos que renunciasen a su lengua: ‘Nuestra alma es más grande ya que su vestido secular; el vascuence nos viene ya estrecho; y como su material y tejido no se prestan a ensanche, rompámosle. Hay, además, una ley de economía, y es que nos cuesta menos esfuerzo aprender el castellano que transformar el vascuence, que es un instrumento sobrado complicado y muy lejos de la sencillez y sobriedad de medios de los idiomas analíticos’. Así, entonces, ¿qué hacer con la lengua vasca? Pues, ‘enterrémosla santamente, con dignos funerales, embalsamando en ciencia; leguemos a los estudiosos tan interesante reliquia’
(…) Y adelantándose un siglo al discurso de Juan Carlos I del 2001 (‘nunca fue la nuestra, lengua de imposición, sino de encuentro; a nadie se le obligó nunca a hablar en castellano: fueron los pueblos más diversos quienes hicieron suya, por voluntad libérrima, la lengua de Cervantes’), en 1901, en aquellos juegos florales de Bilbao, Unamuno proclamó: ¿del castellano pronunciado y construido por distintos pueblos que habitan en ambos mundos dilatados dominios, surgirán, no distintas lenguas, que no lo consiente la vida social de hoy y el rápido intercambio, sino el sobre-castellano, la lengua española o hispano-americana, una y varia, flexible y rica, dilatada como sus dominios’
Para Unamuno, ‘el alma vasca, la catalana, la gallega, sobran del paisanaje español, de la ‘mano tendida al mar poniente que es la tierra de España. Estos no castellanos (no españoles) no serán nunca paisanos (…) son señoritos rabaleros de gran urbe, rabaleros, aunque vivan en el centro de la populosa aldea. Son los que han inventado lo del meteco, el maqueto, el forastero o sea el marrano. Ellos se creen, a su manera, arios. No verdaderos aldeanos, paisanos, hombres del país- y del paisaje – no cabreros o Sanchos si no bachilleres Carrascos. En el fondo resentidos; resentidos por fracaso nativo, pobres diablos. Les conozco a esos pobres diablos; les tuve que sufrir antaño. Querían convencerse de que eran una especie de arios, de una raza superior y aristocrática. Conocí más de uno que en su falta de conocimiento de la lengua diferencial del país nativo estropeaban adrede la lengua integral del país histórico, de la patria común, de esta mano que nos sustenta, entre Mediterráneo, Atlántico y Cantábrico a todos los españoles. Su modo de querer afirmarse, más aún, de querer distinguirse era chapurrar la lengua que les había hecho el espíritu’.
Está claro, como el citado Papa Inocencio III, Miguel de Unamuno e Isabel Díaz Ayuso ( y todos los españolistas), a los que no pensamos como ellos nos consideran herejes, pobres diablos, a los que hay que eliminar, matar; y el estado español lo encuentra bien, pues, como he dicho, no denuncia a Díaz.
Fuster señalaba el contubernio de la derecha e izquierda española, UCD (ahora PP) y PSOE, un contubernio que, como se describe en el diccionario de la RAE, es un ‘acuerdo o alianza para fines censurables; cohabitación ilegal de dos personas’; y esa confabulación sigue plenamente vigente, para defender su régimen, su país, su corona, su lengua, su economía, en definitiva, todo lo que consideran suyo, y todo es todo lo que hay en su corrupto reino.
Y esa concepción, como hemos visto, es irreductible, inmodificable, pues forma parte de su esencia.
Por eso los catalanes no cabemos en esa idea, si queremos mantener nuestra cultura y nuestra identidad. Nos quieren esclavos sumisos y sin alma, cuando los ‘desalmados’ que cometen acciones crueles sin mostrar pena o compasión, son ellos.
En definitiva, solo nos queda independizarnos.
Y los catalanes que no lo ven así, son quintacolumnistas del reino opresor.