“Es cierto, Richelieu, Mazarino y Talleyrand se apoderaron del botín. Pero, hoy en día, ¿quién se acuerda de ello?”
François Mitterrand, (1916-1996) ex jefe de estado francés.
“La corrupta antigüedad ¿Cuál fue el primer caso documentado de corrupción? Difícil saberlo. Algunos historiadores se remontan hasta el reinado de Ramsés IX, 1100 a. C., en Egipto. Un tal Peser, antiguo funcionario del faraón denunció en un documento los negocios sucios de otro funcionario que se había asociado con una banda de profanadores de tumbas (…)
Los griegos tampoco tenían un comportamiento ejemplar. En el año 324 a. C., Demóstenes, acusado de haberse apoderado de las sumas depositadas en la Acrópolis por el tesorero de Alejandro, fue condenado y obligado a huir. Y Pericles, conocido como el incorruptible, fue acusado de haber especulado sobre los trabajos de construcción del Partenón.
Pero la corrupción existía ya mucho antes de estos episodios. De hecho, en la época del mundo clásico, las prácticas que hoy consideramos ilegales eran manera corriente. ‘En la antigüedad, engrasar las ruedas era una costumbre tan difundida como hoy y considerada en algún caso incluso lícita’, escribe Carlo Alberto Brioschi, autor de Breve historia de la corrupción (Taurus). ‘Por ejemplo, en la antigua Mesopotamia, en el año 1500 a.C., establecer un trato económico con un poderoso no era distinto de otras transacciones sociales y comerciales y era una vía reconocida para establecer relaciones pacíficas”, señala Brioschi”
(Piergiorgio M. Sandri, “Historia de la corrupción”, La Vanguardia, 3 agosto 2012)
Hárpalo (Hàrpalus) (n. siglo IV a.C.- muerto 323 a.C.)
“Fue un noble macedonio, hijo de Macates (Machatas) de la familia real de Elimiotis y sobrino del rey Filipo II de Macedonia, que estaba casado con Fila, hermana de Macates. A pesar de este enlace matrimonial, la casa real de Elimiotis era generalmente contraria a la casa real de Macedonia y Filipo II anexionó ese reino y abolió su monarquía.
Hárpalo residió en la corte del rey de Macedonia y le fue confiada alguna misión de importancia, pero, en general no parece que fuese de los más cercanos al rey, y a esta circunstancia se atribuye la proximidad de Hárpalo con Alejandro y su participación en las intrigas por el enlace del príncipe con la hija de Pixódaro de Cária, cosa que molestó a Filipo, que lo desterró, como a todos los que participaron en el asunto. Esta aparente desgracia temporal le favoreció a la muerte de Filipo. Alejandro lo llamó y lo promocionó a importantes cargos. Hárpalo fue nombrado pronto superitendente del tesoro y acompañó al rey a Asia.
Probablemente se apoderó de dinero del tesoro y por miedo a ser descubierto y castigado, poco después de la batalla de Issos, huyó a Grecia y se estableció en Megara. Alejandro le escribió y le pidió que volvieses, prometiéndole olvidar el pasado. Hárpalo se reunió con el rey en Tiro cuando Alejandro volvía de Egipto (331 a.C.) y obtuvo el perdón y fue restablecido en su anterior posición.
Cuando Alejandro, después de conquistar Media, inició su expedición hacia oriente en persecución de Darío III de Persia, Hárpalo se quedó en Ecbatana con seis mil soldados macedonios como encargado del tesoro real. De la ciudad de Ecbatana se trasladó a Babilonia, y gobernó la satrapía sin perder la administración del tesoro.
Durante la ausencia de Alejandro que estaba en la India, se comportó con el más extravagante lujo y gastó una parte del tesoro que le había estado confiado, al mismo tiempo que perdía el soporte del pueblo por sus excesos y la extorsión que practicaba. Las mujeres nativas eran obligadas a servir a sus placeres y los de sus amigos, pero, además, hizo venir de Atenas a una famosa prostituta de nombre Pitionice a la que recibió con los más sorprendentes honores, y cuando murió le erigió dos costosos monumentos, uno en Babilonia y otro en Atenas (este último fue citado por Pausanias como uno de los más espléndidos de Grecia). A Pitionice la sustituyó Glicera, a la que los habitantes de la satrapía habían de rendir honores del tipo de los reservados generalmente a las reinas. Todo esto provocó las quejas de los oficiales y funcionarios macedonios y entre ellos el historiador Teopomp de Quios, que escribió una carta a Alejandro exponiendo sus quejas.
Hárpalo esperaba que Alejandro no volviese de su expedición, pero, cuándo se enteró que el rey estaba volviendo hacia Susa y que estaba castigando con inusual rigor a todos los oficiales que eran culpables de excesos, decidió huir con el tesoro, que estaba formado por unos 5000 talentos. Con un cuerpo de mercenarios de 6000 hombres siguió por la costa de Asia y llegó a Ática; ya había enviado a Atenas un gran presente de grano a cambio del cual, recibió la ciudadanía ateniense y parece que fue recibido amistosamente en la ciudad, pero no quisieron darle tierras, y entonces marchó a Tenazos, donde dejó a los mercenarios y volvió a Atenas, siendo admitido de nuevo en la ciudad; utilizó el tesoro real a su conveniencia, sobornando a los que le apoyaban y consiguiendo el soporte del pueblo contra Alejandro y su regente en Macedonia, Antípater; entre los que se dice que sobornó estaban Demades, Cáricles de Atenas (yerno de Foció) y se sospecha que hasta al mismo Demóstenes.
Antípater exigió su entrega. Los atenienses lo pusieron bajo custodia a la espera que Antípater enviase a buscarlo. Pero Hárpalo se pudo escapar de la prisión y se reunió con sus mercenarios en Tenaros, desde donde transportó los soldados y lo que le quedaba del tesoro, hacia Creta.
Sólo llegar a la isla fue asesinado, según unos, por Timbrón, uno de sus oficiales, y según otros, por un macedonio de nombre Pausánias”.
(Wikipedia)
Cualquier parecido entre nuestro rey emérito y Hárpalo, es pura coincidencia ¿o no?
“Los Borbones, humillaciones familiares para salvar el trono.
Juan Carlos de Borbón, que apartó del trono a su padre por ser el heredero de Franco, ve, ahora, como su hijo marca distancias con él para proteger la monarquía.
La historia de la dinastía borbónica en España es un continuo de luchas intestinas y conspiraciones. Es así desde los conflictos entre Carlos IV y su hijo, Fernando VII, a inicios del siglo XIX, hasta las guerras carlistas, que fueron una lucha entre dos facciones de la familia, la dirigida por Isabel II, teóricamente liberal, y la que encabezaba su tío, Carlos de Borbón, defensor del absolutismo. Las guerras entre los Borbones ensangrentaron el país.
La actual crisis en la Casa Real, después de una suma de escándalos de corrupción, tiene un aire más civil, pero es una de las fracturas más graves que vive la dinastía, asediada, ahora, por la Fiscalía.
Los escándalos que manchan la trayectoria del rey emérito han provocado la ruptura entre padre e hijo. Juan Carlos de Borbón, conde de Barcelona, cuando su hijo decidió aceptar el regalo envenenado que le ofrecía el general Franco: ser su sucesor. Eso sí, saltándose al padre, ‘destronándolo’, de hecho, desde el punto de vista monárquico, y habiendo de esperar a la muerte del dictador. Ese hecho convertía a Juan Carlos en un cómplice.
Es posible que Juan de Borbón, de hecho, perdiese la autoridad sobre su hijo desde que el año 1950, por acuerdo de Franco, permitiese que se instalase en España para hacer sus estudios. El distanciamiento entre los dos, fue lento, pero evidente. Y Franco demostró su capacidad para dividirlos en beneficio suyo y de la dictadura.
(…)
Poco antes que el dictador le comunicase que le proponía ser su heredero, Juan Carlos visitó a su padre en Estoril, Portugal, donde había ido para celebrar el santo de Juan de Borbón. Franco esperó que volviese para comunicárselo. Pero el conde de Barcelona siempre creyó que su hijo ya lo sabía y que le había enredado.
(…)
Las peleas entre Borbones aún darían más dolores de cabeza. El hermano mayor de Juan, Jaime de Borbón, había sido apartado de la sucesión por Alfonso XIII por ser sordo, pero a partir de 1949 cuestionó a su hermano, reclamando ser él el heredero de la corona. Su hijo, Alfonso, se casó en 1972 con Carmen Martínez Bordiu, nieta de Franco. Un hecho que hizo temer a Juan Carlos de ser, un día, desplazado por su primo. Franco controlaba la situación.
(…)
La contraposición con la figura de su padre, a quién nunca se le vinculó con la corrupción, no puede ser más evidente. Al final, el conde de Barcelona fue apartado por una alianza entre su hijo y un dictador. A Juan Carlos le humilla su hijo y el Estado que él simbolizó, después de un cúmulo de escándalos.
El diablo siempre se cobra la factura”
(Pep Martí, La Vanguardia, 19 de julio 2020)
Es preciso puntualizar que el conde de Barcelona, Juan de Borbón, tampoco estaba limpio, como lo muestran los papeles de Panamá, y la fortuna en Suiza, valorada en 1100 millones de pesetas, a su muerte el 1 de abril de 1993, que legó a sus hijos; además legó a su hijo Juan Carlos 375 millones de pesetas en una cuenta en Suiza.
La fortuna de Juan estaba en tres cuentas en Suiza, dos en Lausanne y una en Ginebra; en ellas había fondos depositados por un valor de 728,75 millones de pesetas (7,85 millones de €), además de 350 millones de pesetas en patrimonio inmobiliario (el chalet familiar de Puerta de Hierro en Madrid, un edificio en la Gran Vía de la capital y un apartamento en Estoril.
(…) El grueso de las cantidades de las cuentas suizas de Juan de Borbón, acabó en manos del rey. En concreto, unos 375 millones de pesetas. Juan Carlos de Borbón los recibió a través de tres cheques que fueron ingresados el 21 de octubre de 1993, momento en el que se procedió al repaerto de la herencia, en la cuenta 10.031 de Sogenal – Société Générale Alsacienne de Banque -, de Ginebra.
(…) Los albaceas recomendaron al rey y sus hermanas, que recibieran 172 y 131 millones cada una, que no repatriaran la fortuna para no levantar sospechas sobre el patrimonio del conde de Barcelona, de quién siempre se dijo que no contaba con importantes bienes (…).
(ElDiario.es)
El presente artículo realiza un detallado análisis de las finanzas de los Borbones, señalando que tres generaciones de Borbones han tenido y tienen cuentas en Suiza, ampliando el enfoque a la familia de Alfonso de Borbón (uno de los catorce nietos legítimos de Alfonso XII), tío de Juan Carlos; pues la familia Borbón-Parma y los Borbón-Dos Sicilias, presentan entramados muy complejos. Por ejemplo, estos últimos estuvieron involucrados con el empresario chino Gao Ping.
Al iniciarse la Segunda República, el escritor Ramón María Valle-Inclán, refiriéndose a Alfonso XIII: ‘Los españoles han echado al último Borbón no por rey, sino por ladrón’, y esa tradición no ha parado, va en su ADN.
Por todo eso, deberíamos ser adultos y quitarnos de encima a toda esa casta, e instaurar la Tercera República; quizás, con ella, sería más fácil dialogar sobre nuestra independencia, si bien, los antecedentes de la Segunda tampoco fueron muy positivos en este tema concreto.
Efectivamente, la corrupción es muy transversal, desgraciadamente, pues el negocio de armas que hace el gobierno español con Arabia Saudita, ya que “el nuevo gobierno de Pedro Sánchez continúa colaborando en esa infamia. Se continúa apostando fuerte por la industria militar -lo que ha permitido que el PSOE comparta posiciones políticas con Vox –“ (Ara); armas para machacar al pueble yemení, con multitud de niños fallecidos. Y eso lo autoriza el gobierno de Sánchez e Iglesias.
Otro tipo de corrupción lo podemos encontrar en el tráfico de minerales y tierras raras, necesarios para la fabricación de móviles, ordenadores, etc.; y que son mucho más contaminantes Y por eso, el primer mundo ‘delega’ su obtención y manipulación al tercer mundo.
Todo eso no deja de ser corrupción, obviamente, Y no deja de ser una muestra más de nuestra falta de ética.
En un posterior escrito seguiré tratando sobre la corrupción y me centraré, especialmente, en esos dos casos de corrupción, pues son del máximo interés y trascendencia.
Amadeo Palliser Cifuentes