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Junqueras y Aragonès y el síndrome del Napoleón

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Sinceramente, hace tiempo que estoy descolocado, desilusionado y decepcionado, pues no hay día que ERC no me irrite más, ya que cuanto más hablan sus dirigentes, más insultan mi escasa y limitada inteligencia, y la de algunos más.

Ayer, por ejemplo, en la presentación de Gabriel Rufián como candidato a la alcaldía de Santa Coloma de Gramenet, localidad próxima a Barcelona, con 120.000 habitantes, dejaron las siguientes perlas:

Rufián (diputado, portavoz en el congreso y alcaldable de ERC): ‘Tan catalán es un independentista, como un autonomista, como un federalista’, ‘hay gente que no se emociona con la estelada, que no se sabe Els Segadors o que no habla en catalán, pero son tan nuestros como nosotros’. ‘soy independentista y republicano, pero con la misma rotundidad digo que ser independentista no nos hace más buenos catalanes, y que tan catalán es el independentista, como el autonomista, como el federalista’, ‘es de los nuestros quien comparte valores como la justicia, la democracia y la libertad y es igual la lengua y el apellido’, ‘Si eres de Santa Coloma y del PSC, Junts o Podemos puedes votar ERC porque somos tan socialistas, independentistas y útiles como nadie’, ‘Santa Coloma no es de Ferraz, ni de Parlón, es del PSOE. Es de su gente’.

Junqueras (presidente de ERC): ‘de la misma manera que en el pasado otros partidos representaron el sentir general y mayoritario de la sociedad catalana, ahora ha llegado la hora de ERC’, ‘cuando decimos que ERC quiere ser el lugar de encuentro de todos aquellos que aman la justicia, la libertad, la democracia y la república, no tenemos la pretensión de que os parezcáis a nosotros, sino que queremos parecernos a vosotros, la sociedad a la que queremos representar’.

Tardà (exdiputado y portavoz en el congreso, de ERC): ‘el independentismo solo ganará si suma diversos soportes, motivo por el cual ERC ha querido enterrar el sectarismo y dogmatismo’, ‘de la misma manera que el pujolismo fue el ‘pal de paller’ (el poste del pajar) de la construcción autonómica bajo el régimen borbónico, ERC se ha convertido en el’ pal de paller’ de la construcción de la república’.

Pues bien, toda esa sarta de frases y eslóganes simplones, a mi modo de ver, son un insulto a la inteligencia, no sólo de los apenas 500 asistentes de ‘colomenses’ a dicho acto, si no al de todos los catalanes, y, en especial, a los independentistas.

Evidentemente, nadie niega la catalanidad a los autonomistas dependientes, sólo faltaría. Eso es de Perogrullo, es decir, son manifestaciones tan sabidas, que es tonto expresarlas, pues sería como decir que todos somos ‘personas humanas’. (El nombre propio compuesto de Pero, forma antigua de Pedro, y el adjetivo grullo, cateto, palurdo; designa a un personaje inventado, caracterizado tradicionalmente como simple por expresar lo evidente o comúnmente sabido: ‘para el guisado de liebre, hay que tener, primero, la liebre, decía Perogrullo’.

Pero, a mi modo de ver, no es ético engañar a nadie: los sentimientos de pertenencia a Catalunya como país, por conocer su historia centenariamente reprimida, y sus valores culturales, especialmente la lengua y costumbres; tienen un valor específico. Mientras que los que desvalorizan esos valores, para realzar única y exclusivamente los españoles, negando los nuestros, cuanto menos, muestra cierta simpleza y cortedad de miras interesada.

Evidentemente, hay muchos emigrantes que no hablan el catalán, y eso, en parte, es un déficit del sistema educativo de inmersión, así como un complejo de excesiva condescendencia por parte nuestra; ahora bien, las personas que, al pasar los años, y décadas, se niegan a hablar el catalán, a ver TV3 (televisión catalana), a leer los diarios y escuchar las emisoras de radio catalanas; y, aún más, critican a los que lo hablamos, es una clara muestra de su desprecio a Catalunya, su tierra de acogida. Tierra que no les ha regalado ni regala nada, tienen que trabajárselo y ganárselo, como todos. Pero, vivir en un país, y desconocer y despreciar voluntariamente su historia y costumbres, no tiene perdón.

El ex president de la Generalitat, Jordi Pujol, dijo, que ‘catalán es quien vive y trabaja en Catalunya y quiere serlo’. Y ese querer serlo, es tener la voluntad de integrarse plenamente, no de vivir de forma marginada.

Por eso, querer ampliar las bases, con gente que no es independentista, como hace ERC, queriendo aglutinar a todo el mundo, de forma transversal, no es más que bajar el listón reivindicativo, hasta dejarlo a la altura del suelo. De pena.

Y pretender que ERC es el único partido que representa la democracia, la justicia y la república, es decir, ser el ‘pal de paller’, lo único que hace es mostrar el complejo de inferioridad respecto a su tradicional contrincante, la Convergència de Jordi Pujol. Y no deja de ser una clara muestra de una visión etnocéntrica, negando todo valor (democrático, justo y republicano) al que no sea como ellos.

Asimismo, la expresión de que: ’no tenemos la pretensión de que os parezcáis a nosotros, sino que queremos parecernos a vosotros, la sociedad a la que queremos representar’, refleja, a mi modo de ver, el mayor acto de cinismo.

Yo no quiero parecerme a los unionistas, sería ir contra mis propias convicciones. Y, que no queremos que se nos parezcan, es otra de las mentiras, pues todos los independentistas querríamos que los unionistas se nos parecieran y respetaran nuestros valores; igual que los unionistas quieren de nosotros, imponiéndonos sus leyes sobre el castellano y con sus actos represivos.

Ahora bien, todos sabemos que, en los actos de campaña, todo son mentiras utilitaristas, quieren su voto, y después, harán lo que les convenga con él.

Me parece que ERC con estas declaraciones, así como con sus actuaciones de estos últimos años (desde el 2017), lo que muestran es su complejo o síndrome de Napoleón; que es el término que se utiliza para describir el complejo de inferioridad, de insuficiencia.

Esta expresión se utilizaba despectivamente, por parte de los enemigos ingleses de Napoleón Bonaparte (1769-1821), atribuyéndolo a su escasa estatura física. Sin embargo, esa expresión es falsa del todo, ya que Napoleón media aproximadamente 1,70 metros de altura y la estatura media en la Francia de su época, era de 1,69 metros. La errónea percepción de su baja estatura era que siempre iba acompañado de su guardia imperial, formada por soldados con una estatura superior a la media.

Efectivamente, el síndrome de Napoleón se caracteriza por tener unos sentimientos y pensamientos negativos, de inadaptación, tanto hacia los demás como autorreferenciales, que actúan a la defensiva, por lo que se muestran agresivas.

El psiquiatra Alfred Adler (1870-1937) llamaba complejo de inferioridad al pensamiento o idea distorsionada que tenemos de nosotros mismos; creyendo que somos inferiores al resto y, por lo tanto, no somos merecedores de que nos pasen cosas buenas. Esto es característico de la personalidad narcisista, pues quien lo sufre, busca constantemente aumentar su autoestima, reafirmando sus cualidades. Y de ahí su agresividad, su aparente prepotencia, ejerciendo su poder de forma abusiva y pedante.

Y esa forma de proceder narcisista, para ‘compensar y superar’ su complejo de inferioridad, la he comentado repetidamente refiriéndome a Pedro Sánchez, el prototipo máximo de ese estilo de personalidad; pero que ahora hago extensivo a los citados líderes de ERC.  

Cuando, contrariamente, un verdadero líder ha de tener unas características especiales, que me parecen muy similares a las del conductor de un camión cisterna, por lo que seguidamente reproduzco la siguiente fábula contemporánea:

‘¿Cómo conducir un camión cisterna?

He aquí una pregunta que lanzo a quienes siempre habéis querido conducir un camión de dieciséis ruedas, y que podría pertenecer al examen para el permiso de conducir de la clase E:

Usted conduce un camión cisterna y las ruedas delanteras empiezan a derrapar: ¿Cuál de las opciones siguientes es más probable que ocurra?:

1 – Girará usted el volante en sentido contrario lo necesario para mantener el control.

2 – El oleaje de la carga enderezará el remolque.

3 – El oleaje de la carga enderezará el camión tractor.

4 – Usted continuará en línea recta y seguirá adelante, independientemente de cómo haga girar el volante.

Quien pilota uno de estos monstruos sabe que si la cisterna contiene una carga tóxica, hay que tener cuidado con el calor, las filtraciones y los cambios repentinos de velocidad.

En relación con el transporte de líquidos, hay que tener en cuenta la merma, que es el espacio entre la carga y el techo del tanque, de modo que este no explote por dilatación. Hay que atender al peligroso oleaje producido por la inercia, que puede provocar que el vehículo vuelque si se toma una curva con brusquedad. El oleaje hacia delante impulsará el camión poderosamente en caso de frenada.

(…)

Conducir un camión cisterna no es fácil, pero no lo es menos el intento de conducir una organización (…) es fácil que la carga humana se vuelva tóxica, que se recaliente, que amenace con explotar, que un simple movimiento brusco provoque un vuelco o que nos pasemos de frenada.

El líder de una organización necesita creer que él puede hacer algo. Necesita creer que puede domar las complejas fuerzas físicas y químicas sobre las que cabalga, mediante algunos ligeros giros de volante. (…) No es tan ingenuo como para creer que lo puede saber todo: la inmensa mayoría de la información fluye al margen de él. Pero confía en los indicadores (…)’

(https://eadminblog.net/2008)

Pero vemos que, precisamente, la actitud prepotente de ERC está muy alejada a la del diestro conductor de un camión cisterna, ya que lo que hacen, son numeritos alucinantes, para deslumbrar al público al que quieren engañar. Sí, engañar, ya que únicamente buscan perpetuarse en todos los ámbitos de poder.

Por eso, su actuación, personalmente, explica que la dialéctica ‘amor / odio’, se haga efectiva, ya que antaño yo les había votado; y ahora veo a ERC, afortunadamente, en mis antípodas racionales y sentimentales.

Una antigua frase hecha dice que ‘del amor al odio solo hay un pequeño trecho’; y es que mientras que el amor inhibe una parte del córtex cerebral donde se procesan las ideas racionales; el odio no inhibe esa zona de la razón, al contrario, hiperactiva otras regiones del córtex, para seleccionar acciones que dañen más a la persona odiada.

Y, efectivamente, las declaraciones y conductas de ERC deben potenciar esa zona de mi córtex, que hace que difícilmente vea ya nada bueno de su quehacer; y de ahí mis críticas directas hacia ellos. Por eso asumo que no soy ni puedo ser objetivo.

Así que espero que la población, en su conjunto, en el momento de votar, determine sus preferencias, sin estar engañados. Pues, estadísticamente, los fallos y excesos de unos compensarán las carencias de los otros. Y, en definitiva, podamos arrinconar a ERC al ‘rincón de pensar’ por unas décadas.