Cada día tenemos muestras del narcisismo de los españoles castellanizados, cuyo único objetivo es el de seguir favoreciendo y potenciando el efecto centrípeto, en temas económicos, culturales y simbólicos, como explico en este escrito.
El pasado mes de mayo, en una entrevista, el actor Joel Joan dijo: estoy cansado de ser catalán, desde el puto primer día que nací. Es horroroso ser catalán. A mi me encantaría ser de Cáceres. ¿tú sabes la tranquilidad que ha de ser levantarse sin tener que defender la lengua, no sufrir por manifestarte y te pongan a la cárcel tres años y medio, en un ‘país libre’, no tener que luchar por las cosas más básicas, y puso un ejemplo: ‘una barra de quart … ‘No te entiendo’ …i li assenyales. Y ella: ‘No te entiendo’. I jo: ‘hòstia puta, per què, per què no vaig néixer a Varsòvia. Tia, en sèrio no pots fer l’esforç d’entendre’m? O de dir ‘Bon dia’ i em diuen ‘buenos días’. Y es pregunta Per què canviem l’idioma? Perquè el conflicte és cansadíssim. El que passa és que com deia el Flotats, s`ha de lluitar fins el final’ (…)
(Darío Porras, elnacional.cat, 18 de marzo del 2024)
Y este fenómeno tiene un claro origen en la arrogante mentalidad castellana que, desde hace tres siglos, configuró el simbolismo español; y, el rancio señorío castellano, centrípeto y narcisista, se sustenta en el mantenimiento de un enemigo interior, el diferente a ellos.
Y esa arrogancia, es ‘vanidad de vanidades, todo es vanidad’ como ya dijo Salomón (990 a.C. – 931 a.C.), (Eclesiastés,1); ese orgullo hidalgo venido a menos, que, aún así, quiere imponer su carácter ‘conquistador e imperial’, un orgullo y prejuicio (opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal), en línea con la novela ‘Orgullo y prejuicio’ (1813), de Jane Austen (1775 – 1817).
Y claro, como dijo Joel Joan, es muy cansado tener que seguir soportando esa arrogancia, pues diariamente tenemos muchos ejemplos, como los que explica ese actor, ya que gran parte de los catalanes unionistas, así como la mayor parte de la inmigración, nos imponen su lengua, la castellana, que, erróneamente, denominan española.
Asimismo, tenemos otros muchos ejemplos de esa mentalidad colonizadora que, conjuntada por una mediocridad y servilismo, propios de los mejores vasallos borbónicos, nos recuerdan su deseo de ningunearnos a los catalanes independentistas.
En mi escrito de ayer señalé la desconsideración e insulto del represor Salvador Illa, prescindiendo de la senyera (bandera catalana), en su intervención en un acto del Fórum Regional de la Unió pel Mediterrani, incumpliendo, por lo tanto, con el artículo 4.2 de su constitución, como expliqué.
Pues bien, Silvia Paneque, consellera de ‘territorio, transición ecológica y vivienda’, así como gris y tristona portavoz de la Generalitat, al ser preguntada, respondió:
‘(…) el respeto a las instituciones y en la normalización es el sello del gobierno Illa, y los diferentes símbolos y banderas que acompañan a los organizadores de los diferentes actos los vivimos desde el respeto institucional, como no puede ser de otra manera, y desde esta normalidad de relación entre instituciones actuaron, ya que el acto en cuestión, en Barcelona, los organizadores fueron España y la UpM y por eso era la simbología que acompañaba el acto y la bandera que acompañaba el acto’
(Marta Lasalas, elnacional, 29 octubre 2024)
Está claro ese interés de desnacionalizar a Catalunya, y que vergüenza de explicación, pues no deja de ser una manera obtusa de explicar lo que quieren ocultar, que es su odio a todo lo que representa la catalanidad.
Pues excusarse pasando la pelota a España y a los organizadores del Fórum, es un argumento infantil, ya que todos sabemos que los responsables de protocolo de los gobiernos estudian todos los detalles; y si pasan por alto un aspecto tan importante, no es por error.
Todos recordamos que el 20 de diciembre del 2018, en una reunión bilateral en el palacio de Pedralbes (Barcelona), entre Pedro Sánchez y el president de la Generalitat, Quim Torra, el protocolo de Sánchez impuso, previamente, la colocación de flores rojas (una maceta de flores de Pascua), en medio de las amarillas que había colocado la Generalitat; pues, el objetivo, era romper la simbología que representa el amarillo, reivindicando la libertad de los presos políticos.
Así que no valen las tontas excusas del represor Illa; a estos niveles, nada está improvisado, y si lo parece, es que algún funcionario no ha hecho bien su trabajo o que se ha querido dar la imagen azarosa, para ‘conseguir el efecto, sin que se note el cuidado’, como el primer Borbón (Felipe V) señaló en su decreto de nueva planta (1716); pero hace tiempo que al estado le importa poco o nada que se note el ‘cuidado’, incluso buscan que se note, para mayor escarnio.
Un claro ejemplo de esa arrogancia castellana y castellanizadora, lo hemos tenido estos días con el Real Madrid CF, pues su presidente, Florentino Pérez, al no tener garantizada la entrega del balón de oro a su jugador Vinicius Jr., decidió boicotear la gala, no asistiendo a la misma, pues el RM comentó: ‘France Football y la Pelota de Oro no han respetado al Madrid’
Y esa arrogancia, en este caso centrada, incomprensiblemente, en la defensa del mencionado, e impresentable, Vinicius, comportó que no asistieran a recoger otros premios no menos importantes para el club, el entrenador, etc.; y que la imagen del club, quedase a la altura del betún.
Y eso es un claro ejemplo, del hidalguismo castellano: ganan o rompen la baraja; no saben ni quieren perder (y esta semana, tras ser derrotados por el F.C. Barça, por 0-4, pensaban limpiar su imagen con el balón de oro, pero …)
Los catalanes, tradicionalmente, nos conformamos con poco, muchas veces con meras promesas, aún sabiendo que no se cumplirán; pero en esa gala futbolística, tuvimos una excelente representación, y la jugadora Aitana Bonmatí, ganadora del balón de oro, nos dio un nuevo ejemplo de coherencia, pues buena parte de su discurso de agradecimiento lo hizo en catalán, añadiendo fragmentos en castellano e inglés; y agradeció a todos los que le habían mostrado su confianza, e incluso felicitó a las que quedaron en segundo lugar, por su altísimo nivel deportivo. Eso es deportividad, y esa deportividad comporta aceptar, también las derrotas. Pierre de Coubertin, presidente del COI, en la clausura de los juegos de 1908, sentenció: ‘lo importante no es ganar, sino participar’; y ese debería ser el espíritu de todo deportista, pero, claro, cuando mueve y genera tantísimo dinero…
Aitana Bonmatí, representó un papel muy diferente, diametralmente diferente, respecto a Joan Manuel Serrat, que en el discurso de agradecimiento por el premio princesa de Asturias, básicamente, su discurso fue en castellano, con breves fragmentos en catalán, para no molestar, claro. Y, encima, justificando que está a favor de la democracia, que prefiere los caminos a las fronteras; y ese discurso, en el contexto específico, fue una muestra de vasallaje agradecido, olvidando la actitud de Felipe VI en 2017, y la represión desde entonces (en realidad, desde su antepasado Felipe V, hace tres siglos)
Y otra muestra de arrogancia, la tuvimos anteayer, con Yolanda Díaz, vicepresidenta del gobierno y líder de Sumar, que, para evitar reconocer su error personal nombrando a Iñigo Errejón como portavoz de su coalición en el congreso de diputados, leyó un discurso tan fuera de lugar, como el que hizo días atrás el abusador y acosador Errejón, pues Yolanda Díaz, centró su defensa diciendo que el año pasado se cerró el caso, pues la denunciante retiró su denuncia.
Y eso es demagogia barata, una mala lectura de la propia ley del ‘sólo sí es sí’, y una incultura legal, psicológica y … en definitiva humana y humanística, pues no tuvo la menor empatía con la víctima, ya que éstas tienen unos derechos, independientemente de que efectúen la denuncia; denuncia que muchas veces no es fácil y comporta más riesgos añadidos. Y eso, Yolanda Díaz lo sabe o debería saberlo, pues, teóricamente, no es una desinformada; por lo que sólo me cabe entender su arrogante defensa y orgullo por sus decisiones. Penoso todo.
Los independentistas catalanes estamos hartos del ‘mantenella (sostenella y no enmendalla’; y de lo que representó la canción de Jarcha, ‘libertad sin ira’, que sirvió de banda sonora de la transición / traición, pues en esa canción se decía que ‘hay gente muy obediente hasta en la cama, gente que tan solo pide vivir en paz, sin más mentiras y en paz’.
Y ese cóctel de arrogantes orgullosos, abusando de los obedientes de siempre, nos ha llevado a la situación actual, que ya es irrespirable.
Por eso, queremos romper ese círculo vicioso, e independizarnos; y que sigan ellos con sus monjas alférez, sus conquistadores y sus otras monsergas por el estilo, propias de personas de un desviado nivel cognitivo (como se describe en el efecto Dunning-Kruger, que ya expliqué hace unos días). Y, claro, que dejen de expropiarnos (que es la manera políticamente correcta para decir que dejen ‘de robarnos’); en definitiva, queremos librarnos de su hubris o hybris, que, en griego, significa orgullo, arrogancia, egoísmo, narcisismo, egocentrismo, soberbia, etc.