El recuento de las elecciones nos ha mostrado la radiografía de nuestra sociedad, y ha comportado unos resultados difícilmente digeribles, especialmente para los independentistas, que hemos fracasado totalmente, como explico a continuación.
En primer lugar, es preciso destacar que la participación fue del 57,95 %, que, con la excepción de las elecciones en plena pandemia, nos sitúa en un nivel pre-procés independentista. Y sobre el particular podemos encontrar diferentes excusas:
- desde el paro total de la red ferroviaria gestionada por el estado español y, que incluso el ministro de transporte apuntó la posibilidad de que se tratase de un boicot a las elecciones; boicot que la fiscalía no investigará, está claro, por lo que se confirma la necesidad de analizar el ‘cui prodest’ o ‘cui bono’, es decir, a quién beneficia. Y no hace falta ser un Sherlock Holmes, para ver que el beneficiario es el eje unionista español.
- hasta la cainita división del mundo independentista, que ya es un clásico, a pesar de que los independentistas de base, en repetidas ocasiones, han pedido unidad, pero los personalismos, los egos de los diferentes líderes, no lo han permitido, pues han primado el beneficio propio y del partido.
En cuanto a la clara victoria del PSC/PSOE, en votos (28 %) y en escaños (42), es evidente que es debida a la españolización de la campaña, producida por Pedro Sánchez, con su retiro espiritual farsa, y con la consecuente campaña de ‘el PSOE o el caos’, el PSOE como único validador de la democracia.
De todos modos, Salvador ISLA (Illa), (PSC/PSOE) no tiene fácil poder llegar a gobernar, salvo que ERC se preste a participar en un gobierno tripartito; posibilidad que a mi me parece que sería un suicidio político de este partido.
Respecto al president de Carles Puigdemont, que ha quedado en segundo lugar (21,6% de los votos y 35 escaños), ha obtenido un éxito relativo pero pobre, ya que no podrá conseguir la mayoría absoluta, pues ERC ha efectuado una gran pérdida, pasando a ser la tercera fuerza del parlamento (13,7 % de votos y 20 escaños), y la Cup, con cuatro escaños, pasa a ser más irrelevante.
Otro aspecto a destacar, es la desaparición del partido de Ciudadanos, un partido anticatalán, que en las elecciones del 2017 ganó, pues obtuvo un 25,35 % de los votos y 36 escaños (pero que no pudo gobernar); ahora tenían 6, y en las elecciones de ayer, desaparecieron del mapa.
Y esos votos, lógicamente, ha pasado al PP (de 3 a 15 escaños) y a Vox (que ha mantenido sus 11 escaños) y la incorporación de Aliança Catalana, con 2 escaños. Es decir, ahora tenemos un parlamento con 28 escaños de derecha, en total, un 20,7 % de extrema y extrema derecha, y eso es grave, obviamente.
Ese progresivo avance de la derecha, como sabemos, es observable en muchos países del primer mundo, por llamarle de algún modo. Y, claro, aquí en Catalunya no somos unos alienígenas, no somos inmunes a esa pandemia derechista.
Por eso, y a expensas de más sosegados análisis, ayer me acordé de la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer (1836 – 1870):
‘Volverán las oscuras golondrinas
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres …
¡esas … no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día …
¡esas … no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido …; desengáñate,
¡así … no te querrán!
Mucho me temo que las oscuras golondrinas sean un primer paso, y el segundo será la ‘vuelta de las banderas victoriosas’ que proclama el himno de la falange.
Y otro aspecto que será de interés estudiar, es la progresiva división en Catalunya, con el predominio de la Tabàrnia (franja – costera que une Tarragona y Barcelona, de donde toma el nombre) frente a la Tractòria, que es la Catalunya interior.
Y, como explica muy bien Francesc Canosa en su libro ‘Catalunya no acaba a la Panadella’ (Destino, febrero 2024), la Tabàrnia se está independizando del resto de Catalunya, pues es donde ha ganado el PSC /PSOE, y tradicionalmente viene siendo así.
Pero, como digo, será tema de un escrito más sosegado.
Yo, personalmente, también me replantearé muchas cosas, hasta la participación en la manifestación de Meridiana Resisteix, pues me parece que, en este momento, ha quedado fuera de juego, pero, claro, todo requiere una pausada reflexión.