La cólera humana

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Hoy hemos visto la película de Woody Allen ‘Golpe de suerte’ (Coup de chance), la película número 50 de este director (seguramente, la última), una comedia romántica, al estilo de su película ‘Match Point’ (2005). En esta película, fue memorable la jugada de tenis, con el azaroso resultado.

De esta ¿última? película de Allen, lo más memorable, a mi modo de ver, es la fotografía e iluminación, de Vittorio Storaro, el ‘mago de la luz’, como le llaman los críticos, tras una larga filmografía: ‘El último tango en París’(1972), Novecento’(1976) y ‘El último emperador’ (1989), las tres de Bernado Bertolucci;  ‘Apocalypse Now’, (1978) de Francis Ford Coppola; ‘Rojos’ (1981) de Warren Beatty; etc.

Esta pareja de maestros octogenarios (Allen y Storaro), trabajando juntos, como ya habían hecho en ‘Café Society’ (2016), con toda seguridad debió aportar conversaciones y discusiones muy enriquecedoras, mucho más que el resultado final en esta ocasión; no en vano, Allen, en una rueda de prensa reciente, para presentar su última película, dijo: ‘mis gafas me hacen parecer un tipo intelectual, pero no lo soy para nada’. Yo creo que es la edad, la que no perdona, y más, tras una tan larga trayectoria, en la que ya nos ha explicado todo lo que nos tenía que explicar.

En esta película, uno de los protagonistas, el que representa el papel de Jean, el marido (interpretado por el actor Melvil Poupaud), un machista, clasista, …, dice, aproximadamente, que él ‘no cree en la suerte, que la suerte la fuerza y la consigue’.

Todos sabemos que el azar es una casualidad, un caso fortuito. Y lo que se consigue con estudio y esfuerzo, no tiene nada que ver con el azar.

Etimológicamente, azar, en árabe significaba ‘flor’, que era la señal que se marcaba en el juego de la taba (hueso astrágalo de una oveja o cabra).

Me parece que llamamos azar a situaciones de las que desconocemos su causa; por ejemplo, consideramos que algunas mutaciones genéticas son generadas por el azar, pero, con toda seguridad, dentro de unos años se encontrarán las explicaciones pertinentes.

Y, por ejemplo, se considera que el ‘azar como un encuentro accidental’, en el que los procesos coincidentes son independientes, sin relación causal entre ellos, aunque cada uno tenga una causa que actúe de modo necesario.

Otro ejemplo, un macetero cae por una causa necesaria – la gravedad -, pero es azaroso que en su trayectoria coincida con un peatón.

(Fuente: Wikipedia)

En el pensamiento zen no contemplan el azar, si bien consideran que ‘si tus pensamientos son desordenados y van y vienen al azar, tu vida será una vida al azar’    

(https://muellezen.wordpress)

También es importante recordar que, en el V Congreso Solvay (1927), sobre ‘Electrones y fotones’, Albert Einstein (1879 – 1955) dijo: ‘Dios no juega a los dados’, y Niels Bohr (1885 – 1962), premio Nobel de física en 1922, le respondió: ‘deja de decirle a Dios lo que tiene que hacer’.

Evidentemente, todos hemos tenido encuentros fortuitos, momentos que nos han podido cambiar la vida, en un sentido u otro, y, en función del orden o desorden mental que hemos tenido en ese momento, hemos asumido o rechazado, más o menos conscientemente, lo que nos ha planteado ese azar (si es que ha habido posibilidad de elección).

Ahora bien, en muchas ocasiones, en lugar del azar, estamos determinados, pautados, y, así, somos más fácilmente manipulables.

Por ejemplo, como habitual seguidor de la tertulia ‘el món a RAC1’, de Jordi Basté (RAC 1), veo que, efectivamente, ese ególatra y limitado presentador, intenta configurar y determinar el pensamiento de los oyentes. Y, tristemente, esta semana, ha tenido ‘su filón’ con entrevistas al excomisario José Manuel Villarejo, un personaje manipulador de las cloacas del estado, como el que más.

Así, ayer, el ‘bombazo’ de Basté fue confrontar a Villarejo con Artur Mas (expresident de la Generalitat), hoy, con Pablo Iglesias (fundador de Podemos y ex vicepresidente del gobierno español), y mañana…, así, Basté va estirando el chicle de su negocio, olvidando los temas de la actualidad, y, por lo tanto, restando información a los seguidores.

Pero eso no es azar, todo está estudiado y calculado por parte del propietario y presidente del Grupo Godó (La Vanguardia, RAC1, etc.), Xavier de Godó i Muntanyola: en primer lugar, a mi modo de ver, quitar importancia al protagonismo de Carles Puigdemont en la posibilitación del futuro gobierno español, y, en segundo lugar, sacar de nuevo la basura que hemos sufrido estos años.

Es cierto que intentar aclarar la actuación mafiosa del estado español durante estos años, es sumamente interesante e importante. Pero tengo claro que NUNCA, y nunca es nunca, sacaremos nada de personajes que han estado dirigiendo esas cloacas, y que están inmersos en juicios ‘farsa’, así que, en ningún caso se responsabilizan de nada ilegal, como es evidente.

Así que, dar tiempo, publicidad y pagar a personajes así, para que nos lance más mierda encima, es un ejercicio inmoral, falto de toda ética; como lo sería, a mi modo de ver, entrevistar a un asesino, o un violador.

Sé que la culpa de seguir esa tertulia es una muestra de mi absurda rutina, más que del morbo que suscita.

Siempre es más interesante tratar temas como los movimientos absurdos de ‘la izquierda Barbie’ (como generalmente se denomina al partido de Sumar, de Yolanda Díaz), pues, como señala Vicent Partal en su editorial de ayer (2 de octubre), ya se están repartiendo cargos de ministras y disfrutando, de antemano, de las canonjías del poder.

Así, vemos que Yolanda Díaz propondrá como ministra de la vivienda a la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau,

‘a pesar de su monumental fracaso en la política de vivienda durante los ocho años que ha sido alcaldesa de Barcelona, y representará el progresismo anti-PP, a pesar de haber sido alcaldesa en una elección gracias a los votos de la extrema derecha racista y de haber unido sus votos a los del PP para impedir la alcaldía de Xavier Trías. Es putrefacto, para decirlo con el adjetivo más suave que me viene a la boca (…) la canonjía es impagable. Que ella dijera durante la campaña que no sería ministra ¿Y quien cree en la palabra de esta señora, después de todo lo que hemos visto? Pocos políticos debe haber como ella, con tantas contradicciones entre lo que ha dicho y lo que ha acabado haciendo (…) Pero la paradoja, si llega, es que Colau será ministra gracias a los independentistas que tanto ha combatido en su vida política (…) Pero ellas, mientras tanto, ya se preparan para la fiesta y se reparten los cargos, convencidas de la inevitabilidad de su triunfo personal. A ver si por una vez la sonrisa se les queda helada, porque es de esto que vienen ganas.

(…) En los diarios de Indro Montanelli hay una anotación del 28 de octubre de 1977. Se reúnen en Roma unos cuantos políticos y periodistas italianos con el tenebroso secretario de estado norte americano, Henry Kissinger, hablando privadamente del eurocomunismo y de la transformación de la izquierda europea. Había la sensación, todavía, que la izquierda era un peligro y alguno propuso la solución: corromperlos, que se vuelvan como nosotros. Kissinger sonrió con gratitud, y dijo ’finalmente, una idea clara y buena’.

(Vicent Partal, Vilaweb, 2 de octubre)

Estoy hasta el moño de toda esa gentuza política que ha olvidado el servicio público, para buscar su lucro personal. Y, claro, la ‘izquierda Barbie’ pasó de querer ‘asaltar el cielo’ a moverse en el barro, siguiendo el consejo que tanto gustó a Kissinger.

Prefiero a los personajes nefastos como José M. Aznar, Mariano Rajoy, etc., ya que al menos no pretenden engañarnos. Estos también actuaron de forma mafiosa, pues, hace unos días, Mariano Rajoy reconoció que ‘consiguieron que ningún país del mundo diera soporte al disparate de la declaración de independencia’.

Pero, más triste todavía, desde ese momento, los masoquistas independentistas, hemos aceptado que ningún país nos reconoció, por nuestra escasa influencia e ineptitud. Somos muy simples. Tenemos el síndrome de Estocolmo respecto al poder español. No es cuestión de azar, es cuestión del poder mafioso. Y, claro, como todo se compra y se vende, los diferentes mercaderes de la UE se sometieron, cobrando sus beneficios, claro.

No es nada extraño, pues el primer texto de la cultura occidental, la Ilíada, de Homero (siglo VIII a.C.), empieza, precisamente, haciendo referencia a la cólera:

‘Canta, oh diosa, la cólera del Pélida Aquiles: cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves (…)

Por todo esto, necesitamos hacer un esfuerzo adicional, si queremos salir de la actual tela de araña en la que estamos aprisionados, esperando ser devorados. Sólo haciendo un esfuerzo especial, podremos trascender la cólera que hay generalizada.

Los japoneses tienen el término ‘ensö’ que significa círculo, que simboliza la iluminación, la fuerza, la elegancia, el universo, el vacío, el momento, etc.; es una forma minimalista. Algunos artistas reflejan el círculo cerrado, otros abierto. Estos últimos consideran que el ‘ensö’ no es una figura separada, sino que forma parte del todo, o que la imperfección es un aspecto esencial e inherente a la existencia humana.

Y, a mi modo de ver, el president Carles Puigdemont, en su discurso de este domingo 1 de octubre, expresando que ya nos hemos auto flagelado demasiado, que hemos perdido excesivo tiempo discutiendo sobre la búsqueda de la perfección, que debemos asumir nuestros errores, y unirnos para avanzar.

Por eso me parece que ese mensaje encaja perfectamente con el citado ‘ensö’ abierto; sólo así superaremos el actual trance. Y por ello sigo pensando que el president Carles Puigdemont es nuestro único baluarte.

Debemos olvidarnos de los otros falsos gurús, de los líderes ya quemados, y de los periodistas interesados, y confiar que volvamos a movilizarnos, pues así, seguramente aparecerán nuevos líderes que respeten el sentir del pensamiento de las bases independentistas.

No podemos quedarnos en el sofá de casa, con la mente totalmente desordenada y repleta de ‘bullicio’, esperando que el ‘azar’ nos decante el futuro, en un sentido u otro, y, claro, después, quejarnos de nuestra mala suerte.

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