La desmemoria del estado español

Amadeo Palliser Cifuentes    amadeopalliser@gmail.com

Clínicamente, la desmemoria, el olvido, etc, son patologías, ya sean físicas o psicológicas, como las originadas por los mecanismos de defensa inconscientes.

Ahora bien, cuando el olvido se aplica de forma sistemática, tendenciosa, deliberada e interesadamente, es una clara muestra de censura, propia de las dictaduras y de las personas poseídas por ideología basada en la más pura maldad.

En estos casos ya no se actúa de forma racional, sino irracionalmente, pues en una democracia no se puede justificar una conducta así, salvo que sea la ‘democracia plena española’, claro.

En esta ‘su’ democracia plena, que todavía tiene miles de cadáveres en las cunetas, y que no demuestra ningún interés en efectuar una honesta, moral y ética memoria histórica; que tiene secuestrada la documentación de la guerra INcivil, así como miles de documentos ‘considerados secretos’, mediante una ley predemocrática; que mantiene ‘inviolable’ a los reyes, tanto al ‘emérito’ como al ‘actual demérito’, por todos sus actos, no sólo los legales y debidos constitucionalmente; etc., muestra que hace un uso fraudulento y forzado del olvido.

Obviamente, no podríamos vivir, si no olvidásemos selectivamente, pues no tendríamos la capacidad precisa para soportar tanto sufrimiento, mientras que los hechos ‘felices’, los recordamos más fácilmente.

Ahora bien, deberíamos mantener el recuerdo, de hechos vividos, explicados o documentados, que sería injustificable olvidar, como pretenden los oficialistas.

Pero, tristemente, muchos también olvidan, de forma acrítica, como señalé ayer, pues, mayoritariamente, la población ya no se acuerda del asesinato de Salvador Puig Antich (30 de mayo de 1948 – 2 de marzo de 1974); si bien, a pesar de la capa de desmemoria oficial, una gran cantidad de ciudadanos intentamos mantener vivo el recuerdo, ya que sabemos que, según el proverbio, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra; y así no aprendemos.

Un ejemplo, que ya expliqué en un escrito del año pasado, pero que considero que hoy, 3 de marzo, es preciso recordar, precisamente, para reflejar en qué tipo de ‘democracia plena’ nos encontramos, es el siguiente:

El 3 de marzo de 1976, hoy hace 45 años, en el País Vasco la policía española, al mando del infame ministro de gobernación, Manuel Fraga Iribarne (1922-2012), que Satanás tenga en su órbita, se produjo una ‘fechoría’, con cinco manifestantes muertos y centenares de heridos, cuando la policía disolvió una manifestación de estudiantes y trabajadores que se realizaba en la iglesia de San Francisco.

“Masacre del 3 de marzo de 1976 en Vitoria (País Vasco)

En esta ciudad alavesa, durante la Transición española: en una jornada de huelga, la policía armada lanzó gases lacrimógenos para desalojar a los trabajadores reunidos en una asamblea en la Iglesia de San Francisco de Asíos, situada en el barrio obrero de Zaramaga, y disparó contra los que salían de la iglesia.

La actuación policial acabó con 5 trabajadores muertos y 150 heridos de bala. La misma policía calificó los hechos de ‘masacre’.

El origen inmediato de la huelga fue la obligada renovación del convenio colectivo de diversas empresas locales. Con la inflación desbocada, el gobierno había decretado la congelación salarial. Desde diciembre de 1975, representantes de diversas factorías, principalmente del sector del metal, habían formado una coordinadora para plantear una mesa reivindicativa común. De esa, salieron las peticiones posteriormente asumidas por la mayoría de las plantillas: aumento lineal del salario de 6000 pesetas, semana laboral de 40 horas, 30 días de vacaciones anuales, jubilación a los 60 años, y cobertura del 100% del salario en caso de accidentes o enfermedades.

Durante el mes de enero de 1976, unos 6000 trabajadores iniciaron una huelga en contra del decreto de los topes salariales y en defensa de mejores condiciones de trabajo. Dos meses después convocaron por tercera vez, una huelga general que fue seguida masivamente el día 3 de marzo.

Este mismo día, la policía armada entró en la iglesia de San Francisco de Asís, de Vitória, en la que estaba previsto realizar una asamblea de trabajadores y, sin hacer caso de la decisión del rector y del contenido del Concordato, conminó al desalojamiento. Unos segundos después dispararon gases lacrimógenos en un recinto cerrado y lleno de gente, creando indignación y sobre todo pánico. Los que salieron por delante, medio asfixiados y con pañuelos en la boca, fueron apaleados por los flancos y a los den frente les dispararon con ametralladoras y pistolas.

La policía resolvió la situación a tiros, asesinando a Pedro María Martínez Oci, trabajador de Forjas Alavesas, de 27 años; a Francisco Aznar Clemente, operario de panadería y estudiante, de 17 años; a Romualdo Barroso Chaparro, de Agrator, de 19 años; y a José Castillo, de Basa, una sociedad del Grupo Arregui, de 32 años. Dos meses después moriría Bienvenido Pereda, trabajador de Grupos Diferenciales, con 30 años. Dos obreros asesinados directamente en el lugar de los hechos, cuatro heridos muy graves, de los que tres murieron y más de sesenta heridos graves, la mitad con heridas de bala, y centenares de heridos leves.

El sábado, Manuel Fraga Iribarne, entonces ministro de gobernación, juntamente con Rodolfo Martín Villa, ministro de relaciones sindicales, y el general Campano, director de la guardia civil, intentaban, visitando a los heridos, reducir el impacto de su decisión (los familiares gritaron, ‘¿venís a rematarlos?’).

Aquel jueves, el secretario general del SPD de Alemania, canceló su entrevista con Fraga, que participaba en una campaña diplomática para vender internacionalmente una reforma avalada por la monarquía.

Todavía prohibidos los derechos de reunión, manifestación y de huelga, los sindicatos, ilegales también, en enero convocaron huelgas por todo el estado. Tuvieron especial importancia en el cinturón industrial madrileño y en Vitoria. La respuesta del gobierno fue la habitual represión policial, que en Vitoria comportó cuatro manifestantes muertos y diversos centenares de heridos el 9 de marzo, durante una carga antidisturbios.

En lugar de solucionar el conflicto, los altercados se multiplicaron y las huelgas generales de protesta se sucedieron durante diversos meses.

(…)

Se consideran responsables a Manuel Fraga Iribarne, hombre clave en los últimos años del franquismo, y a Rodolfo Martin Villa.

(…)

El texto del registro policial es sumamente ilustrativo, y copio un fragmento del final (las ‘negritas’ las he puesto yo, para resaltar lo más relevante):

“Charlie a J-1. ¿Ha llegado ya la orden de desalojamiento?

Si, la tiene J-3 y ya han procedido a desalojar porque tu no estabas allí.

Muy bien, enterado. Y lástima que yo no estuviera allá. Intento comunicar, pero nadie contesta. Han de estar en la iglesia peleándose como leones.

J-3 para J-1, J-3 para J-1: envíen fuerzas hacia aquí. Ya hemos disparado más de dos mil tiros¿Cómo está por aquí el asunto?

Te puedes figurar, después de tirar más de mil tiros y destrozar la iglesia de San francisco. Te puedes imaginar cómo está la calle y cómo está todo.

Muchas gracias, eh. ¡Buen servicio!

Dile a Salinas, que hemos contribuido a la paliza más grande de la historia. Aquí ha habido una masacre. Cambio.

De acuerdo, de acuerdo.

Pero, de verdad, una masacre

(Wikipedia)

Lluís Llach compuso la siguiente canción, ‘Campanadas a muerto’, 1977, en memoria de los hechos de Vitória:

I

Campanadas a muertos

lanzan un grito para la guerra

de los tres hijos que han perdido

las tres campanas negras.

Y el pueblo se recoge

cuando se acerca el lamento,

ya son tres penas más

que llevar en la memoria.

Campanadas a muertos

por las tres bocas cerradas,

¡ay de aquel trovador

que olvidara las tres notas!

¿Quién ha segado todo el aliento

de estos cuerpos tan jóvenes,

sin otro tesoro

que la razón de los que lloran?

Asesinos de razones, de vidas,

que nunca tengáis reposo

en ninguno de vuestros días

y que en la muerte os persigan

nuestras memorias.

II

Abridme el vientre

para su reposo,

de mis jardines

llevad las mejores flores.

Para estos hombres

cavadme hondo,

y en mi cuerpo

grabad sus nombres.

Que ningún viento

perturbe el sueño

de quienes han muerto

sin agachar la cabeza.

Abridme el vientre

para su reposo,

de mis jardines

llevad las mejores flores.

Asesinos de razones, de vidas,

que nunca tengáis reposo

en ninguno de vuestros días

y que en la muerte os persigan

nuestras memorias.

III

Diecisiete años sólo,

y tú tan viejo;

celoso de la luz de sus ojos,

has querido cerrar sus párpados,

pero no podrás, porque todos guardamos esta luz

y nuestros ojos serán relámpagos

para tus atardeceres.

Diecisiete años tan sólo,

y tú tan viejo;

envidioso de tan joven belleza,

has querido desgarrar sus miembros,

pero no podrás,

porque de su cuerpo tenemos recuerdo

y cada noche aprenderemos a amarlo.

Diecisiete años tan sólo,

y tú tan viejo;

impotente del amor que él tenía,

le has dado la muerte por compañera,

pero no podrás, porque por todo lo que él amó

nuestro cuerpo siempre estará en primavera.

Diecisiete años tan sólo,

y tú tan viejo;

envidioso de tan joven belleza,

has querido desgarrar sus miembros,

pero no podrás,

porque todos guardamos aquella luz

y nuestros ojos serán relámpagos

para tus atardeceres.

Asesinos de razones, de vidas,

que nunca tengáis reposo

en ninguno de vuestros días

y que en la muerte os persigan

nuestras memorias.

IV

La miseria se hizo poeta

y escribió en los campos

en forma de trincheras,

y los hombres fueron hacia ellas.

Cada uno fue una palabra

del victorioso poema.

Asesinos de razones, de vidas,

que nunca tengáis reposo

en ninguno de vuestros días

y que en la muerte os persigan

nuestras memorias.

Asesinos, asesinos, asesinos…

Y ante situaciones así, las fechorías del estado español, deberíamos recordarlas, enseñarlas y divulgarlas entre los más jóvenes, pues, en caso contrario, sería ‘el suicidio de la memoria, que es una carrera hacia la nada del olvido’, como consideraba Walter Benjamín (1892-1940), que defendió que:

‘Rehabilitar la voz muda de los excluidos de la historia, ya que existe un pasado con dos caras: un pasado reservado a los vencedores, que es celebrado y enseñado, y un pasado abandonado a los vencidos, que se niega y olvida’.

(Elcultural.com)

Para finalizar, seguidamente transcribo algunos aforismos interesantes sobre el olvido:

‘El olvido es señal de menosprecio, y por tanto, causa enojo’

(Aristóteles de Estagira, 384 a.C.-322 a.C.)

‘Pronto lo olvidarás todo, pronto serás olvidado’

(Marco Aurelio, 121-180)

‘El olvido es el verdadero sudario de los muertos’

(George Sand (Amandine Aurore Lucile Dupin), 1804-1876)

‘Del olvido sopla una tormenta: estudiar es sin duda cabalgar contra ella’

(Franz Kafka, 1883-1924)

‘La muerte no llega con la vejez, sino con el olvido’

(Gabriel García Márquez, 1927-2014)

Y ante un estado español que tiene tantos trapos sucios, es imposible e injustificable que podamos olvidar lo que es inolvidable, y debemos hacer que constantemente suenen todas las “campanadas a muerto”.

Y confiemos que los culpables no olviden nunca, por más que censuren todo tipo de informaciones, que les corroa hasta su muerte, pues:

‘Nada graba tan fijamente alguna cosa en nuestra memoria, como el deseo de olvidarla’

(Michel Eyquem de Montaigne,1533-1592)

Y para acabar este escrito, la moraleja que me parece importante destacar, es que no debemos ser pasivos, y menos ante hechos como los mencionados.

Es preferible ser activos, como recordaba Pepe Rubianes (1947-2009), fallecido, precisamente el 1 de marzo de hace 12 años, y así acabamos con un poco de humor:

‘Ver un partido de fútbol y decir ‘hemos ganado’, es como ver una peli porno y decir ‘hemos follado’, y defender el capitalismo siendo pobre es exactamente lo mismo’.

Y lo mismo podríamos decir de ser demócratas, limitándonos a votar cada cuatro años, pero no involucrarnos ante tantas injusticias.

Debemos tocar todas las campanas en memoria, de tantos muertos, torturados, encarcelados…

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