En el escrito de ayer cité a Susan Sontag (Susan Rosenblatt, 1933 – 2004) que advirtió que ‘la saturación de imágenes a través de los medios de comunicación provoca una indolencia espeluznante’; y seguidamente traslado unas elucubraciones sobre este tema.
Me parece que es evidente que predomina el sujeto consumidor y escasea el sujeto espectador (capaz de interpretar y criticar), como apunté ayer.
Efectivamente, a diario podemos constatar que el exceso de imágenes y noticias, siempre intencionadas, como también lo son las ‘no noticias’, las que nos ocultan, provoca la ‘indolencia espeluznante’ señalada por Sontag.
Esto lo vemos con los temas estrella, como ahora es la guerra de Israel contra los palestinos y libaneses (no solo contra Hamás), mientras que otros temas, otras guerras, ni se mencionan (salvo la de Ucrania, que ha perdido el ‘glamour’ informativo), a pesar de que actualmente hay 56 conflictos armados, que son invisibilizados, como los de Etiopía, Yemen, Burkina Faso, etc.
A continuación, traslado un par de ejemplos sobre la desmemoria, si bien, ajenos a las guerras:
En primer lugar, una reflexión de Eduardo Hughes Galeano (1940 – 2015) sobre el Primero de Mayo:
‘Chicago está llena de fábricas.
Hay fábricas hasta en pleno centro de la ciudad, en torno al edificio más alto del mundo. Chicago está llena de fábricas, Chicago está llena de obreros.
Al llegar al barrio de Heymarket, pido a mis amigos que me muestren el lugar donde fueron ahorcados, en 1886, aquellos obreros que el mundo entero saluda cada primero de mayo.
Ha de ser por aquí, -me dicen-. Pero nadie sabe.
Ninguna estatua la he erigido en memoria de los mártires de Chicago en la ciudad de Chicago.
Ni estatua, ni monolito, ni placa de bronce, ni nada.
El primero de mayo es el único día verdaderamente universal de la humanidad entera, el único día donde coinciden todas las historias y todas las geografías, todas las lenguas y las religiones y las culturas del mundo; pero en los Estados Unidos, el primero de mayo es un día cualquiera.
Ese día, la gente trabaja normalmente, y nadie, o casi nadie, recuerda que los derechos de la clase obrera no han brotado de la oreja de una cabra, ni de la mano de Dios o del amo.
Tras la inútil exploración de Heymarket, mis amigos me llevan a conocer la mejor librería de la ciudad.
Y allí, por pura curiosidad, por pura casualidad, descubro un viejo cartel que está como esperándome, metido entre muchos otros carteles de cine y música rock.
El cartel reproduce un proverbio del África: Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador’.
(https://search.app/gv9uvJXojum9Lzw5A)
En segundo lugar, hoy, 3 de diciembre, se cumplen 40 años del desastre de Bhopal (India). A continuación, reproduzco unas breves notas, a modo de recordatorio:
Efectivamente, el 3 de diciembre de 1984, en la región de Bhopal ocurrió un desastre, un accidente medioambiental de origen industrial, debido a la fuga de 42 toneladas de isocianato de metilo (MIC), en una fábrica de pesticidas propiedad de la compañía norteamericana Union Carbide (parte de los activos, posteriormente, fueron adquiridos por Dow Chemical)
El accidente se produjo al no tomar las debidas precauciones durante las tareas de limpieza y mantenimiento de la planta, lo que provocó que el agua a presión utilizada y los cristales de cloruro sódico, restos metálicos y otras impurezas, entrasen en contacto con el gas almacenado, provocando una reacción exotérmica que forzó la apertura de las válvulas, por la sobrepresión, liberando a la atmósfera el gas tóxico.
(…)
Se estima que entre 6.000 y 8.000 personas fallecieron en la primera semana por la fuga tóxica, y, al menos, otros 12.000 murieron posteriormente. Los afectados directamente fueron unas 600.000 personas, 150.000 de ellas sufrieron graves secuelas.
Además, murieron miles de animales (ganado y doméstico) y todo el entorno quedó gravemente contaminado por sustancias tóxicas y metales pesados que tardarán muchos años para desaparecer.
La planta química fue abandonada después del accidente y Union Carbide no respondió por los daños causados.
El 7 de junio de 2010, el tribunal indio que juzgó el desastre, condenó a 8 directivos de la empresa a dos años de cárcel y a la delegación de la empresa en India, a abonar 500.000 rupias (10.600 $ / 8.900 €)
(…)
Es preciso señalar algunos de los aspectos más delictivos:
Como las pequeñas fugas se producían con regularidad, la alarma de seguridad fue des conectada para no molestar a los vecinos de las fábricas, y las luces de emergencia, no funcionaban.
(…)
Inicialmente, para ser un operador de la planta de producción del MIC, se había de ser graduado en ciencia o ingeniería. Más adelante, era suficiente con 8 semanas de entrenamiento. En el año 1982, la mayoría de los operarios originales habían renunciado, y trabajadores que habían pasado una formación de 14 días estaban al cargo de las operaciones regulares de la planta. El manual de las operaciones de la planta estaba disponible solo en inglés.
(…)
Los puestos de supervisores de mantenimiento también fueron disminuidos. La noche del accidente no había ningún ingeniero cualificado en la planta; y el único supervisor presente había sido transferido de otra planta, un mes antes.
(…)
El día de la catástrofe era un 3 de diciembre, y muchas familias de Bhopal habían elegido esa noche por los buenos augurios para celebrar los matrimonios de sus hijos. Coincidía con la celebración de un importante concurso poético, por lo que había numeroso público procedente de toda la región, incluso de lugares más lejanos.
(…)
Fuera de las instalaciones, enganchadas a sus muros, dormían miles de personas en barracas, formando populosos barrios, peligrosamente próximos (…) que tenían las correspondientes escrituras de propiedad de los terrenos.
(Wikipedia)
Como vemos, los poderes (estados, empresas, etc.) procuran tapar las noticias, ocultar su trascendencia y sus culpas y, en la medida de lo posible, evitar la adopción de los debidos análisis, las auditorias objetivas y neutrales de los hechos y, en definitiva, evitar las medidas correctoras y, evidentemente, evitar las indemnizaciones.
Obviamente, las fábricas situadas en países del primer mundo tienen protocolos más adecuados, pero las grandes corporaciones buscan implantar fábricas en países del tercer mundo, por tener unas exigencias más laxas y, claro, mano de obra más barata y con menos formación profesional. Es evidente, esa es la forma de reducir costes y maximizar los beneficios de los accionistas.
Así, ese desastre previsible y evitable, fue un grave delito de Union Carbide Corporation, pero ya hemos visto que le salió prácticamente gratis, sólo 10.600 $ de multa, (una insultante burla) pues, con toda seguridad, su gabinete jurídico y su potencia económica debió comprar muchas voluntades políticas. Esa es la indecencia.
Otra catástrofe de similar índole, la vimos en el accidente nuclear de Chernóbil, del 26 de abril de 1986; en la central nuclear Vladímir Ilich Lenin, ubicada en el norte de Ucrania, que en ese momento pertenecía a la Unión Soviética. En ese accidente también se observó que el turno operativo en servicio, no estaba preparado, y los protocolos no eran los adecuados.
Pero, el poder lo intenta tapar todo, por eso, sigue la controversia sobre las causas reales del accidente, ya que no se hizo pública la cadena de errores cometidos; a pesar de que los efectos no se pudieron ocultar, ya que la radiación se estimó que fue 500 veces mayor que la liberada por la bomba lanzada sobre Hiroshima.
Pero, centrándome en el tema del presente escrito, ¿cuántas personas recuerdan esos accidentes?, ¿cuántas saben que el logro de la jornada de 8 horas de trabajo tuvo su inicio con las manifestaciones de los sindicalistas y anarquistas Mártires de Chicago?
Y no hace irse tan lejos, ni temporal ni geográficamente ¿qué sabe hoy la juventud, y gran parte de los que ya no son jóvenes, sobre el golpista, dictador y asesino Francisco Franco (1892 – 1975) y la consiguiente represión franquista?
Raimon (Ramón Pelegero i Sanchis, n. 1940), en su canción ‘Al meu país la pluja’ (en mi país la lluvia), del álbum ‘Entre la nota i el so, 1984) ya señaló que
(…)
en la escuela te robaban la memoria,
hacían mentira del presente.
La vida se quedaba en la puerta
mientras entraban cadáveres de pocos años.
Olvido del relámpago, olvido del trueno,
de la lluvia y del buen tiempo,
olvido del mundo del trabajo y del estudio.
‘Por el imperio hacia Dios’
desde la calle Blanc de Xàtiva.
¿Quién me resarcirá de mis años
de desinformación y desmemoria?
(…)
Y todo tipo de desmemoria tiene un claro objetivo, que no es otro que el de blanquear a los culpables: políticos, judiciales, económicos, mediáticos, etc.; y, en definitiva, buena parte de la población adopta ese olvido, esa falta de interés, ya que, mientras pueda seguir con el confort de su sofá, mirando series y películas en las diferentes plataformas, ya les va bien.
Igualmente, en esa línea de blanqueamiento, vemos que el represor Salvador Illa, tiene un claro objetivo, que no es otro que el de hacer olvidar la represión del estado contra el movimiento independentista, y asumir el papel de su reino español. Ayer se supo que el próximo viernes, 6 de diciembre, asistirá al congreso de los diputados, para celebrar el aniversario de su constitución de 1978. Todo ese comportamiento me parece asqueroso, repugnante. Y ridículo. Pues no pierde ocasión para ir de culo tras todo lo que sea español, ya se trate de Felipe VI, de Pedro Sánchez, del aceite de Jaén, etc. Por mi, que le pongan un piso y despacho en Madrid, y que no vuelva más.
Y contra esa desmemoria buscada: NI OLVIDO NI PERDÓN.
Y, para acabar con un poco de humor, como dice Mafalda en unas viñetas de Quino (Joaquín Salvador Lavado Tejón, 1932 – 2020):
‘Para mí, lo bueno de que esté por empezar un nuevo año, es que cada vez falta menos para llegar al futuro.
En otra viñeta, Mafalda, mirando el globo terráqueo, se pregunta:
‘Y Dios habrá patentado esta idea del manicomio redondo?
Pues en estas estamos, o nos conformamos con seguir en el manicomio, o ACTUAMOS, para escapar del manicomio español.