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En realidad, ¿podemos ser optimistas, viendo el panorama que tenemos?; por lo visto, el Papa Francisco, si, a pesar de los pesares (y de sus pesares), pero me parece que debe ser el único, o de los pocos optimistas, como intento explicar a continuación.
El Papa Francisco, el pasado viernes (14/3), desde el hospital, aprobó el calendario de encuentros, durante el 2027, para preparar la evaluación de las diócesis, eparquías (territorio bajo la autoridad de un obispo en las iglesias orientales y ortodoxas) y conferencias episcopales; para realizar una asamblea de obispos y laicos en el Vaticano, en octubre del 2028, y dar continuidad y consolidar el ‘Sínodo de la Sinodalidad’ (una Iglesia sinodial: comunión, participación y misión), que se celebró en el 2024, para reformar a la Iglesia; confirmando, de ese modo, su voluntad de seguir y estar presente dentro de tres años.
Es destacable que el Papa Francisco (Jorge Mario Bergoglio, con 88 años), y un precario estado de salud, se vea con ánimos y fuerzas para seguir comandando la Iglesia Católica, y, en especial, la complicada curia vaticana.
Es ‘interesante’ (mejor dicho, atípico), que un Papa nombrado el 13 de marzo del 2013, es decir, que ya lleva 12 años en su puesto, crea poder hacer lo que no ha hecho, o no ha podido hacer hasta ahora. Es cierto, que todo lleva su tiempo, pero, en el mejor de los casos, llegado el 2028, con 91 años, y con nulo futuro, ¿los poderes de la curia le permitirán / aceptarán medidas correctoras significativas?
Es verdad que el actual Papa, el 266, y el primero no europeo desde la muerte del Papa Gregorio III, el año 741 (el primer castellanoparlante), ha representado un gran paso, pero estoy convencido de que, a esas edades, la conjunción del intelecto y la capacidad, dejan mucho que desear, por más voluntariedad que se tenga. Estoy seguro de que nadie es irreemplazable, y menos, en cargos relevantes y de la máxima exigencia.
Por eso, me pareció un buen ejemplo, el que dio su antecesor, Benedicto XVI (Joseph Aloisius Ratzinger, 1927 – 2022), renunciando al cargo, y quedando como emérito, hasta su fallecimiento; y yo estaba convencido de que Francisco seguiría ese ejemplo, pero, por lo visto, no será así.
De todos modos, y optimismos más o menos voluntaristas a parte, la realidad es la que es, y tras el inicio del ‘emperador’ Donald Trump, el 20 de enero pasado (otro ‘joven’, éste con 78 años; como Vladímir Putin, con 72, y Xi Jinping, con 71), la situación política y económica, ha cambiado totalmente. Y esos personajes, por su edad, hace tiempo que deberían haber dejado paso a nuevas generaciones, adecuadas a la actualidad y, especialmente, con futuro.
Pero la ambición por el poder, y su erótica (aunque en el caso del Papa, en teoría, ese calificativo no cuenta), son sintomáticos; y, asimismo, en especial, les importa el temor a dejar el poder, por su propia seguridad, pues desconfían que sus sucesores puedan actuar contra ellos (la preservación de su legado, les importa menos). En el caso del Papa, el temor a que le suceda un carca, como Benedicto, debe pesarle mucho, claro, pero con unos pocos años más, el horizonte no será mejor, tal como vemos.
Estos días esta corriendo, por diferentes medios, ‘La profecía de los Papas’, atribuida al arzobispo irlandés (*) Malaquías (Máel Máedóc Ua Morgais, en gaélico antiguo, y Maelmhaedhoc o Morgais, en gaélico moderno, 1094 – 1148). Este religioso tuvo una supuesta visión durante su visita a Roma en 1139, que le llevó a redactar el texto; documento que fue descubierto en 1595 por el monje benedictino Arnold Wion, entre los archivos secretos del Vaticano.
(*) Es curioso, hoy, 17 de marzo, se celebra el Saint Patrick’s Day o Feast of Saint Patrick (en irlandés Lá Fhéile Pádraig), festividad en honor a su patrón, fallecido el 17 de marzo del año 461. Y por eso, siguiendo la tradición, esta vez hemos ido al pub Michael Collins, para comer el ‘coddle’, el estofado típico, y beber la pinta de Guinness.
Este libro releva, supuestamente, los nombres y características de hasta 109 futuros Papas, avisando que el último será Pedro II, el Romano, y ‘la ciudad de las siete colinas (Roma) será destruida y el pueblo será juzgado: el fin, que, según las ‘previsiones’ de San Malaquías, será el año 2027.
Por su parte, Michel de Nostredame (Nostradamus, 1503 – 1566), en sus ‘Profecías’, según sus estudiosos (interpretadores), predijo:
‘(…) la muerte del Papa Francisco antes de que terminase el pasado año 2024, señalando que ‘por la muerte de un pontífice muy anciano, será elegido un romano de buena edad, de él se dirá que debilita su sede, pero mucho tiempo estará sentado y en actividad mordaz’ (…) y ‘este nuevo líder de la Iglesia, sería el último antes del fin del mundo, ya que desencadenaría un conflicto religioso internacional (…) no será el romano pontífice elegido, ni cerca ni lejos se le prestará atención. Un joven de piel oscura con la ayuda del gran rey entregará la bolsa a otro de color rojo (…)’
Es verdad que todo esto son elucubraciones propias de las teorías milenaristas, que, originariamente, se basaban en la interpretación de un pasaje del Apocalipsis de San Juan (20, 1-3); y a lo largo de los siglos, ha habido gran cantidad de ‘teorías’ al respecto, y, claro, no se han cumplido.
Asimismo, y siguiendo con profecías, el filósofo, político e historiador, Alexandre Deulofeu i Torres (1903 – 1978), investigando las leyes matemáticas que rigen la evolución de los pueblos, señaló que:
‘(…) los EUA es el único imperio que no ha pasado, todavía, por una gran depresión imperial. Los imperios que le precedieron, como el inglés y el francés sufrieron esta crisis entre los años 1783-1800 y 1697-1793, respectivamente’.
En sus estudios (siguiendo las ideas de Oswald Arnold Gottfried Spengler (1880 – 1936) y Arnold Joseph Toynbee (1889 – 1975)), afirmó que las civilizaciones y los imperios pasan por unos ciclos equivalentes a los ciclos naturales de los seres vivos. Cada civilización puede llegar a vivir tres ciclos de 1700 años cada uno; y, comprendidos en esas civilizaciones, los imperios tienen una duración media de 550 años.
Y respecto a los EUA apuntó que:
‘(…) van hacia una centralización más grande y, como consecuencia de la catástrofe que se acerca, van hacia un régimen dictatorial con un pueblo sumiso y obediente a un dictador (…) desapareciendo la clase media y todos los ciudadanos han de ser de un idéntico color gris (…) los grandes capitalistas, los grandes trusts, no han de oponerse, todo lo contrario, a todo lo que tienda a aumentar la intervención del estado en sus industrias (…) El imperio habrá entrado en la fase de unificación, como en los otros imperios, habrán desaparecido los estados federados bajo un régimen absolutamente unitarista y el imperio llevará a término el segundo gran proceso agresivo, entrando en la fase de plenitud imperial, seguida de la fase conservadora y de la decadencia, para entrar, finalmente, en la fase de desintegración y desaparición del imperio, hecho que tendrá lugar en las proximidades del año 2400’.
Sabemos que los EUA declararon su independencia el 4 de julio de 1776, así que, en el año 2326 cumplirá el ciclo de 550; ahora casi están a la mitad de su ciclo (249 años), así que ese final está muy lejano, si bien está entrando en la mencionada fase de unificación, y eso me parece que se corresponde con la política de Trump, como estamos viendo.
Respecto al reino español, Deulofeu, partiendo del año 1479, con la unificación de los reinos de Castilla y de Aragón, por los llamados Reyes Católicos, al sumar 550 años a ese año, señala que la desintegración del reino será en el 2029, y, consecuentemente, la independencia de Catalunya.
Y vemos que ese 2029 es muy próximo al 2027 mencionado por Malaquías, para el papado.
Bueno, este escrito, en plan de divertimento, me parece que, a pesar de su ligereza, permite pensar y repensar en la evolución, en el proceso de cambio, que experimentamos tanto los organismos vivos como los sociales; y respecto a estos últimas, los antropólogos sociales y, en concreto, W. D. Hamilton, señalan diferentes fases:
- Mutualista o mutuamente beneficioso: incrementa la adaptación tanto del actor como del receptor.
- Egoísta: incrementa la adaptación del actor y disminuye la del receptor.
- Altruista: incrementa la adaptación del receptor y disminuye la del actor.
- Rencoroso o por despecho: disminuye la adaptación tanto del actor como del receptor.
Y todos coincidiremos que ya estamos, de pleno, en la última fase, sólo hace falta leer cualquier periódico. Y pensar que el contexto mundial puede estar más próximo a su final, de lo que nos podemos pensar, no es una falacia, (las falacias no son mentiras, son afirmaciones con argumentos que parecen correctos, aunque en realidad no lo sean), ni una quimera (imaginación de una posibilidad, sin serlo), pues, efectivamente, todo tiene su final.
Será lo que tenga que ser, pero, en todo caso, debemos ser conscientes, e intentar estar lo más informados que nos sea posible, para dejar de ser los hombres grises que apuntó Deulofeu, dejar de ser ‘l’uomo qualinque’ (el hombre cualquiera, común), des-gobernados por caricaturescos líderes, que son piedras y no esponjas, pues las primeras, acaban rompiéndose, mientras que las segundas lo absorben y soportasn todo tipo de presión.
Esta mañana, en un establecimiento, he visto el siguiente letrero, que he fotografiado:
‘Cuando todo parezca estar en tu contra, RECUERDA, que los aviones para levantarse van en contra del viento’
Y eso deberíamos tenerlo presente todos y, en concreto, los independentistas catalanes; pues no debemos rendirnos, por más contratiempos que nos planteen los unionistas y por más oposición que tengamos en contra.