El estado español está manchado de sangre, ya que destaca por ser el séptimo exportador de armas del mundo, por lo que es cómplice necesario de asesinato, digan lo que digan los gobiernos, sus defensores o los que los han apoyado directa o indirectamente.
A los independentistas catalanes nos sobran motivos para alejarnos del pútrido estado español; y todos los ciudadanos españoles de bien deberían rechazar un estado manchado de sangre por pura usura.
España está en el ‘top ten’ en todo lo negativo, como paro, corrupción y un largo etc., y, como no, en la venta de armas. Y nunca cosas positivas con reconocimiento mundial como premios Nobel, ni en educación, ni sanidad, ni pensadores, ni…
Aún así, los hidalgos, militares, capellanes, etc., encabezados por el rey Borbón, siguen considerando que España juega en la ‘champions league’, y quieren hacerlo creer a sus súbditos, si bien a muchos no nos engañan.
‘A causa de la guerra del Yemen, plagada de atrocidades, Alemania e Italia han dejado de vender a Arabia Saudita, en cambio, España, no. (…) El genocidio turco contra los kurdos tampoco ha supuesto ningún freno a la venda de armas a Turquía, por parte de España. Igualmente, con los Emiratos Árabes, el octavo mejor cliente del estado español: las vulneraciones de derechos humanos han hecho que Alemania, Suecia o los Países Bajos le hayan negado la venta de armas. De nuevo, España la mantiene.
De hecho, a pesar de tener las herramientas legales para hacerlo, el estado español no controla el uso de las armas que vende: el decreto aprobado el abril pasado de verificación sobre el terreno (certificado del uso final ‘ex post’) no se ha hecho servir.
(…)
El sector armamentístico da trabajo en España, directamente a 21.000 personas (más 30.000 trabajos indirectos) y factura 6188 millones de € al año, un 0,5% del PIB. Está instalada sobretodo en Madrid (65% del sector) y Andalucía; poco en Catalunya (1746 puestos de trabajo directos). Es un sector muy dependiente del gobierno central que, según cálculos del Centre Delàs d’Estudis per la Pau (Paz), el 2021 dedicará 21.623 millones de los presupuestos al sector militar. La industria militar española tiene una salud de hierro, se ha consolidado en la última década (no ha sufrido la crisis) y se beneficia de la opacidad oficial. Gracias a la ley de secretos oficiales franquista del 1968, desde 1987, con el segundo gobierno de Felipe González, son secretos todos los actos de la junta interministerial encargada de otorgar licencias de exportación de armas. La batalla política y judicial para revertir esta falta de transparencia ha topado hasta ahora con un muro. La Moncloa se ha convertido en un búnker inmune a los discursos de los derechos humanos’
(Editorial Ara, 4 de abril 2021)
Independientemente de las cifras económicas, que nunca deberían ser un argumento, como tampoco lo puede ser la geopolítica, tengo claro que fabricar armas no tiene ningún perdón, y todos los responsables implicados, todos, ya sea directa o indirectamente, han demostrado y siguen demostrando que su ética y moral está a la altura del betún, y todos, todos, merecerían también el peor de los círculos del infierno dantesco, el noveno (que ya cité hace unos días)
Es vergonzoso que, en España, después de 40 años de la mal llamada democracia, sigan teniendo vigencia leyes franquistas, como la mencionada sobre secretos oficiales (BOE – A- 1968-444 Ley 9/1968, de 5 de abril); reformada el 6 de junio de 1978, para garantizar que ‘en un estado de derecho no caben zonas del actuar administrativo exentas del control jurisdiccional’
‘Aunque la vigente ley de secretos oficiales ha sido calificada de ‘preconstitucional’, sugiriendo que no se adapta a los principios democráticos, ello es cierto sólo en sentido cronológico: el rey la firmó el 7 de octubre de 1978, dos meses antes del referéndum constitucional. Fue aprobada, en consecuencia, por el mismo parlamento que elaboró la constitución y participó del mismo espíritu que inspira la carta magna’
(elpais.com, 21 setiembre 1996)
‘La ley de secretos oficiales, una norma preconstitucional en deuda con la transparencia:
Esta ley de 1968 no plantea mecanismos específicos de desclasificación de documentos ni existe un listado oficial que contenga todos los temas que pueden ser ‘secreto oficial’.
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53 años de secretos oficiales: Esta norma preconstitucional de 1968 es una de las leyes franquistas que, aunque modificada parcialmente por la ley 48/1978 de 7 de octubre, sigue vigente en la actualidad. El texto declara, como materias clasificadas ‘los asuntos, actos y objetos cuyo conocimiento por personas no autorizadas pueda dañar o poner en riesgo la seguridad y defensa del estado.
Este concepto ‘difuso’, según señala Gustavo Días Matey, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Complutense, lleva años condicionando la información a la que podemos acceder.
(…)
Las materias clasificadas, a su vez, se pueden calificar como ‘secreto’ o ‘reservado’ según su nivel de protección. En España, el consejo de ministros y el consejo de jefes de estado mayor son los responsables de determinar esta clasificación’
(Por Mar Tomico, 19 de febrero de 2021, www.neutral.es)
Evidentemente, y a pesar del tecnicismo que he citado de El País (que no extraña a nadie), está claro que la ley de 1968 es puramente franquista, y la reforma parcial en 1978, antes de aprobar la constitución, sigue siéndolo, y argüir que el espíritu de esa reforma era el mismo que formuló la constitución, para muchos está claro que no es más que una confirmación del espíritu franquista, que nunca fue depurado, al revés, siguió imponiéndose, también en el momento de la redacción de la mencionada carta magna, ya que los militares tenían la pistola sobre la mesa en la sala de al lado, metafóricamente hablando, pero real como la vida misma, pues su peso y control fue rígido. Por eso siguen siendo los ‘garantes’ de la unidad de España…
‘Franco vive en nuestra legislación
A día de hoy siguen en vigor 265 normas preconstitucionales. 169 leyes y normas vigentes aprobadas durante el franquismo. 66 de ellas no han sido nunca modificadas y 43 están firmadas por el dictador.
(…)
El código civil actual es del siglo XIX, publicado por real decreto el 24 de julio de 1889, y regula las materias civiles que son de ámbito común en toda España y, aún con múltiples modificaciones, sigue vigente hasta nuestros días.
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La constitución española se publicó en el BOE el 29 de diciembre de 1978, un día después de lo previsto, para evitar que naciera el día de los inocentes.
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La constitución, en su artículo 117 dice que la justicia emana del pueblo. Pero aun existen leyes y normas que los ciudadanos nunca pudimos aprobar. Y no es broma. Hay 265 normas preconstitucionales vigentes y consolidadas. 169 son normas aprobadas durante el franquismo. Y 66 siguen vigentes sin haber sido modificadas -ni una veza- desde la muerte del dictador. 43 tiene la firma de Francisco Franco, vigentes, consolidadas, y sin haber sido modificadas en ningún artículo hasta la actualidad.
(…)
Un ejemplo es el estatuto de profesión periodística, firmado el 13 de abril de 1967 por Francisco franco y por el ministro de información y turismo Manuel Fraga Iribarne, ha sufrido alguna modificación, en este caso, hasta en tres ocasiones se hicieron cambios, aunque el último fue en 1977, es decir, el estatuto de los periodistas es preconstitucional.
Entre las normas firmadas por el dictador y que siguen vigentes, sin haber sufrido nunca ni una sola modificación, muchas tienen rango de ley. Son de temática variada, afectan a los aspectos más diversos y cotidianos. Como la ley sobre hospitales o la ley de agrupaciones de productores agrarios. También hay decretos, convenios e instrumentos de ratificación de convenios, como el establecido con la Santa Sede (…) la ley de creación del cuerpo de farmacéuticos de la sanidad nacional y la creación del archivo general de la administración civil, (…) la ley de condecoraciones policiales (…) Sorprende encontrar legislación franquista vigente, en todo tipo de cuestiones del cotidiano, como en el préstamo de libros de todas las bibliotecas públicas (…) la señal de televisión (…), la ley de los límites de aeropuertos o la de concesión de teleféricos datan de antes de la democracia.
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Fue en el tradicional discurso de Navidad, el 30 de diciembre de 1969, cuando Franco pronunció su célebre frase de ‘todo ha quedado atado y bien atado. Hace 50 años de aquel día, en que el dictador firmó en el palacio de El Pardo, un 22 de julio de 1969 la ley 62/1969, por la que se provee lo concerniente a la sucesión en la jefatura del estado. Y así, el sucesor del dictador sería el rey. Y aunque cambie el rey, la ley sigue vigente y sin cambios.
(…)
Así, todo quedó atado y bien atado, y no podemos saber nada de las etapas más ocultas de la dictadura o la transición, como el 23 F (golpe de estado de Tejero). Tampoco podemos conocer cuestiones de mayor actualidad, como a qué país han ido a parar las armas que se fabrican en España o cuantas veces ha usado el presidente Sánchez el helicóptero presidencial (…)’
(Christian Martínez, 28 marzo del 2019, www.elsaltodiario.com)
Tal como he comentado, a mi modo de ver, todos, todos los diputados que han formado las diferentes legislaturas son culpables de no haber dinamitado el entramado legal franquista. Y no hay excusa que les valga, ya que por mínimo que fuera su peso relativo en el congreso de diputados, con su silencio han dado por buena la arquitectura ‘legal’ que tenemos. Y si no podían hacer nada, que hubieran dimitido haciendo público su rechazo al sistema imperante.
Igualmente, todos los ministros, directores generales, secretarios, subsecretarios, etc., de todos los gobiernos, son igualmente culpables. Incluso hasta Pablo Iglesias y su partido de Unidas Podemos, que forma gobierno de coalición con Pedro Sánchez. Y en ningún momento se han cuestionado ni planteado dinamitar dicho sistema, y la lectura es clara, a mi modo de ver, y es que les va bien, pues ya tienen su poltrona, sus cuotas de poder, sus privilegios y prebendas. Y siempre tienen excusas, siempre hay elecciones, aunque sea en la Luna, para ‘recomendar’ no mover nada.
Y, evidentemente, a mi modo de ver, a estas alturas no debería quedar ninguna ley franquista. ¿No tenemos una ley que prohíbe exhibir estatuas del dictador, para evitar su ensalzamiento?, pues esa misma ley debería aplicarse a todas las leyes y normas citadas. Esa sería la mejor forma de restablecer adecuadamente la memoria histórica, con la que tanto se llenan la boca.
Está claro que siempre hay grados, ya que no es lo mismo una ley que regule el préstamo de libros, si la comparamos con la opacidad sobre la venta de armas, con sus dramáticas consecuencias.
Y todos, todos los que permiten mantener el actual sistema del estado español, todos son culpables, por acción o por omisión.
Como escribió Lluís Llach en su canción ‘Campanades a morts’ (campanadas a muertos) (1977), que ya reproduje íntegramente en un escrito bastante anterior:
‘Asesinos de razones, de vidas,
Que nunca tengáis reposo en ninguno de vuestros días
Y que en la muerte os persigan nuestras memorias’
Es evidente que los políticos tienen argumentos para dar y vender, según vaya la feria, y el poder escribe la historia, esto es sabido, pues son los que priman las ‘versiones oficiales’; por eso me parece muy didáctico un artículo que leí ayer, un interesante artículo de Ignasi Aragay, en el Ara, sobre Pere Calders i Rossinyol (1912-1994) y Avel.lí Artís i Gener (Tísner; por las sílabas finales de ambos apellidos), (1912-2000), dos catalanes republicanos, amigos y familiares exiliados durante muchos años en México, explicando la correspondencia entre ambos, recientemente publicada; y, colateralmente citaba una publicación de Tísner, titulada ‘Paraules d’Opòton el Vell’ (publicada en 1968, poco después de volver a España, en 1965), que desconocía, y que me parece muy interesante, por lo que seguidamente me refiero a esa narración.
‘El alfarero Opòton el Viejo formó parte de la expedición azteca que dejó la costa mexicana para atravesar el mar en dirección a oriente. Él y sus compañeros descubrieron Europa (exactamente, Galicia) antes de lo que la historia ha consignado como el descubrimiento de América por parte de Colón.
Palabras de Opòton el Viejo es la crónica de esta expedición, tal como el mismo Opòton lo escribió, en lengua náhuatl, cuando ya tiene ‘veinte veces cuatro años’ y casi sólo ve ‘con la yema de los dedos’.
Sobre la base de esta ‘conquista al revés’, y jugando con la ironía y la parodia, Tísner propone una reflexión inteligente sobre el centrismo de los universos culturales y la esterilidad de las conquistas armadas que es, a la vez, una novela divertidísima y plenamente vigente’.
‘En Palabras de Opòton el Viejo, Tísner propone una mirada más justa y ecuánime en la relación entre americanos e hispanos. El contraste entre los dos mundos divididos por el Océano Atlántico es tratado con ingenio, humor y una ternura que no oculta ni la parodia ni la crítica de la historia del ‘descubrimiento de América’.
Tísner finge haber traducido el manuscrito de Opòton, un viejo azteca la crónica, escrita en náhuatl, y narra la aventura de los 3700 aztecas que, buscando al dios Quetzalcóalt, descubrieron la Península Ibérica.
Los indios encuentran escandalosas las costumbres de aquella gente, sus hábitos absurdos, su impudicia, de la misma manera que tiempo después pasó a los españoles en el viaje de Cristóbal Colón, el único citado por la historia oficial.
La novela, que aprovecha la verdadera historiografía del descubrimiento, juega hábilmente con los sobreentendidos de sus lectores. Opòton, además de ser una parodia de Coón, simboliza la posibilidad de aproximarse a la realidad de otras culturas, con un espíritu más tolerante y positivo.
La personalidad de Tísner se manifiesta a menudo a través del protagonista, que muestra un gran interés en as lenguas, en las etimologías, los topónimos y los nombres propios ‘d’Astaln’ es decir, de Galicia.
El azteca contempla este nuevo mundo e intenta explicarse y describir una civilización que se resiste a considerar como tal. Las observaciones y los juicios de Opòton son sorprendentes. La novela nace como una crónica de Indias invertida y, al mismo tiempo, aprovecha la tradición de las crónicas catalanas medievales. ‘¿Qué os diré?’, escribe a menudo el autor azteca, recordando a Ramón Muntaner, con la robusta prosa del cual mantiene una relación de admirada complicidad’.
(Wikipedia)
Es preciso señalar que tanto en la campaña española de Colón, como en la fantaseada por Tísner, no se produjo ningún descubrimiento, pues no había ningún continente cubierto, para ser descubierto. La utilización de ese término no deja de ser una mera expresión de una visión y mentalidad etnocéntrica, y de su consecuente prepotencia.
También es preciso señalar que no siempre al poder consigue abolir en su totalidad a los débiles, ya que, por citar un ejemplo cultural:
‘La influencia náhuatl en la lengua castellana ha sido significativa, especialmente en el nivel léxico, debido al contacto prolongado de ambas lenguas desde la conquista y colonización de Abya Yala a partir del año 1492. A pesar del genocidio de los nativos americanos, el náhuatl logró sobrevivir e influir la lengua castellana.
(…)
El náhuatl, por su parte, es una lengua americana hablada principalmente por los nahuas en México (…) algunos ejemplos son atole, pozole, otate, petate, tecomate, olote, tecolote, etc. Unas 4000 palabras de origen náhuatl se utilizan en el castellano americano, principalmente en México (…)’
(Wikipedia)
La mencionada narración de Tísner, que espero poder leer en breve, me recuerda la escrita por Erich Scheurmann, en 1920, titulada los ‘Papalagi, de Tuiavii de Tiavea’, el jefe samoano; obra, por lo visto plagiada de ‘Lukanga Mukara’ de Hans Paasche. En un escrito anterior me referí a los Papalagi comentando la diferencia de la perspectiva.
Pues bien, ni el jefe samoano de los Papalagi, ni Opòton de Tísner, podrían relativizar la venta de armas. Ambos coincidirían en que las armas matan y que se fabrican para eso.
No vale el argumento de políticos cínicos y nefastos como Josep Borrell que ‘justificó’ la venta, en 2015, de 400 bombas láser a Arabia Saudí, diciendo que se trata de un
‘armamento de precisión guiado por láser, que no produce efectos colaterales, sino que dan en el blanco con una precisión extraordinaria (…) mientras que las bombas menos sofisticadas pueden producir dramas humanitarios’
(13/09/2018, amp.elperiodico.com)
Y que todo un gobierno socialista siga ese pensamiento, demuestra que todos, todos, deberían estar condenados a picar piedra en el desierto del Sáhara.
En definitiva, que estamos gobernados por unos demagogos, por unos vividores sin escrúpulos, pues, formar, apoyar, apuntalar a gobiernos tan infames que venden armas y mantienen la arquitectura legal franquista mencionada, no es que merezcan la peor de las repulsas, deberían ser condenados al castigo de Tántalo que, según la mitología griega:
‘lo colgaron para siempre de un árbol en el Tártaro y fue condenado a sufrir sed y hambre angustiosas. Bajo él había un estanque de agua, pero, cuando se detenía a beber, el estanque quedaba fuera de su alcance’
O al de Sísifo:
‘empujar por siempre una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, para que antes de alcanzar la cima, la piedra rodara hacia la base en donde debía reiniciar su castigo, así por toda la eternidad’
(Wikipedia)