‘La paradoja y el drama de la risa: la mejor es aquella que tarde o temprano encuentra enemigos’
(Irene Vallejo, ‘El infinito en un junco’, Edic. Siruela, Madrid, 2020)
Desde hace años la imagen del estado español está quedando a la altura del betún, y últimamente lo vamos viendo con el fracaso de las euroórdenes, el papel de Felipe VI (‘el preparao y prepagao’), que está haciendo el papel de la triste figura, ahora con su silencio ante la proclama de muchos militares ‘jubilados’ solicitando un ‘golpe de estado’, las chapuzas del rey emérito, etc.
Yo quiero imaginar que en las cancillerías extranjeras, y en las instituciones europeas, deben reírse (entre bambalinas), aunque, diplomáticamente, disimulen. Por eso espero y confío que, a medio o largo plazo, encuentre sus enemigos en dichas instituciones; y que se materialicen en un claro repudio.
Pero sé que todo son intereses económicos, y que el estado español es demasiado grande como para dejarlo hundir más de lo que ya está. Y en el club de los estados, todo se tapa, hasta que interese destaparlo.
Estos días corre por las redes sociales la felicitación navideña de la casa real que, como en años anteriores, está escrita en castellano y en inglés; esto es una buena muestra de su nivel cultural, y encaja ‘perfectamente’ con la respuesta que dio Pedro Sánchez, a la pregunta sobre el silencio del rey: ‘es un jefe de estado moderno, habla el catalán y le gusta la cultura vasca’. Y ya se ve, por lo visto, los españoles hablamos el castellano y el inglés, y nadie habla el catalán, el euskera, el gallego, ni el asturiano (bable), etc.; esta es su muestra de integración y comprensión. Por eso, la felicitación no deja de ser un elemento más de su ridículo que, cuanto menos, provoca o debería provocar la risa, la carcajada de todos.
Igualmente, el ‘papelón’ que está haciendo Juan Carlos I, el rey emérito, conociéndose, de cada vez más, sus ‘andanzas y trapicheos’, propios de la Ínsula de Barataria (de la que Don Quijote nombró gobernador a Sancho Panza, como premio: ‘tal vez le podía suceder aventura que ganase, en quítame allá esas pajas, alguna ínsula y le dejase a Sancho por gobernador de ella’). Y el emérito quiere volver a la Zarzuela y poder seguir disponiendo de los aviones de las fuerzas armadas, para facilitar sus correrías.
Todos sabemos que la risa, es el mejor antídoto en muchos momentos, incluido los más delicados y graves.
‘En el Antiguo Testamento se establece una diferencia entre dos formas de risa, podemos suponer que existía una distinción en su uso habitual por aquellas épocas, en la lengua hebrea hay dos palabras distintas para marcar esta diferencia. La palabra ‘sakhaq’, que significa ‘risa feliz’, ‘desenfrenada’, e ‘iaag’ que hacía referencia a la ‘risa burlona’, ‘denigrante’.
El hecho que narra a concepción de Isaac es muy esclarecedor, recordémoslo. Abraham no había podido tener hijos con su mujer Sara, ambos eran muy mayores y no tenían descendencia legítima, entonces, en un encuentro con Dios, Éste le dice a Abraham en Génesis 17.16 ‘Y te bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella’.
En el 17.17 continúa así, ‘Entonces Abraham se postró sobre su rostro y rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara de noventa años ha de concebir? En 17.19 Dios le responde: ‘Ciertamente darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él’.
Es importante señalar que Isaac significa ‘risa’, ‘el que ríe’, es un nombre derivado de la palabra hebrea ‘iaag’.
Posteriormente se encontraba Abraham junto a Dios y a tres varones que estaban junto a él y en Génesis 18.9 y siguientes le dijeron ‘Dónde está Sara tu mujer? Y él le respondió: Aquí en la tienda’. Luego habló Dios: ‘Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él’. ‘Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres’ ‘Se rió, pues, Sara, entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? ‘Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja?’ ‘¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo’ ‘Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuve miedo. Y él dijo: No es así, sino que te has reído’.
En los pasajes citados de la Biblia se ven varias de las concepciones centrales que posteriormente heredará Occidente respecto de la risa. La risa, como se refleja en las citas bíblicas, tiene dos aspectos fundamentales que la tradición hebrea conservó, lo mismo que la griega, no solamente en su pensamiento, sino en sus palabras. Hay una risa buena, feliz, que se relaciona con la alegría y el placer, y por otro lado hay una risa burlona, desenfrenada, aquella mediante la cual el poderoso se ríe del débil, el triunfador del perdedor y el sano del enfermo, ambas significaciones tuvieron tanto en hebreo como en griego palabras diferenciadas’
(…)
La risa subvierte, devela, abre el cuerpo, permite mostrar la interioridad, por eso en la mayoría de las culturas las mujeres tienden a taparse más la boca al reírse que los varones; en todos los tiempos la risa fue de alguna manera prohibida, controlada, limitada, educada’
Yo espero que más pronto que tarde, en las instituciones internacionales pasen de la risa burlona con el estado español, y se pongan serios y actúen en consecuencia, poniendo firmes, de verdad, a los responsables de los poderes españoles y, por ejemplo, dejen de mirar hacia otro lado con los juicios farsa y los juegos malabares de las euroórdenes para permitir repatriar a Carles Puigdemont y sus compañeros de gobierno exiliados, así como al rapero Valtònyc (Josep Miquel Arenas Beltrán), etc.
Ahora, para complementar este artículo, me parece interesante hacer una amplia referencia a la novela ‘El nombre de la rosa’ (1980), de Umberto Eco (1932-2016), aunque sé que a un amigo le parecerá una digresión excesiva, pero realmente no me aparto del relato, del hilo conductor, que es la consideración de la risa; y esa ampliación me parece que puede ser enriquecedora para los lectores.
En dicha novela, ‘Guillermo de Baskerville, un monje franciscano, entra al ‘finis Africae’ (el cuarto secreto, el corazón de la trama de su novela) al sexto día. Lo hace acompañado de Adso de Melk, un novicio (…) La acción ocurre en una abadía italiana en 1327.
En dicha instancia secreta y encuentran a Jorge de Burgos, el bibliotecario ciego cuya moral draconiana espanta a todos los otros monjes (…) Eco no esconde la referencia de ese bibliotecario con Jorge Luis Borges (1899-1986).
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Finalmente, Baskerville descifra el gran secreto, el volumen por el cual Jorge de Burgos, faro intelectual, ético y humano de la abadía, ha estado dispuesto a matar, mentir y perder su alma inmortal, es el segundo libro de la Poética de Aristóteles.
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Pero ¿por qué en una biblioteca llena de textos heréticos, diccionarios de demonios, apocalipsis decorados con los dibujos más perturbadores y poemas importados del corazón del islam, alguien opina que Aristóteles representa el mayor peligro para la fe? Esa es la interrogante que obsesiona a Guillermo y es la que recibe la respuesta más sorprendente de todas, una digna del propio Borges porque, al ser obra de Aristóteles, ese libro le habría conferido a la risa un aurea de respeto intelectual de alcance insospechado. Le habría sacado de su lugar tradicional -la fiesta, la borrachera, la taberna, la mesa del campesino al final del día-, para convertirla en una herramienta contra aquello que Jorge de Burgos considera la piedra fundacional de la iglesia: el temor de Dios y el miedo al infierno. No puedes temer a aquello de lo que te puedes burlar, explica Jorge a Guillermo en esa habitación apenas iluminada por una lámpara que oscila entre los dos y que será el origen del incendio de la biblioteca.
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Guillermo al final tenía razón: todos los fastos y ceremonias del encuentro teológico no eran más que la versión aguachenta y adocenada del drama que ocurre en esa mesa, con ese libro y esa lámpara. El derecho a ridiculizar lo que nos parece ridículo versus la necesidad de castigar al burlón en aras del bienestar de la institución.
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Guillermo comprende por fin que la risa puede ser muy peligrosa, que la burla puede hacer que te maten y que la ironía retórica que le ha acompañado toda su vida -y que él propone como una suerte de higiene intelectual- es, para Jorge de Burgos, una herejía digna de castigo.
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El poder subversivo de ese mítico segundo libro de la Poética de Aristóteles ha sido evaluado por un solo par de ojos, los de Jorge de Burgos, antes de perder la vista en algún punto de su vejez. Y esa evaluación ha venido de la experiencia personal: para declarar un material peligroso al punto de confinarlo a la oscuridad de lo prohibido. El censor, en algún punto de su corazón, debe haber sentido el vértigo de la subversión, el cambio de idea. (…) Detesta el manuscrito porque le hizo dudar, no se atreve a destruirlo porque un libro capaz de hacerle dudar por cierto debe ser un gran libro, y prefiere empapar las páginas con veneno para que cualquier incauto que aspire a enterarse de esas ideas termine muriendo de un modo atroz. Eres el diablo, le dice Guillermo de Baskerville, un minuto antes de que la lámpara se apague, se vuelva a encender y termine iniciando la quema de lo que era ‘la biblioteca más grande de la cristiandad’ (…) y la única risa que se escuchó fue la del hombre empeñado en que nadie riera, nunca, jamás’.
Todos sabemos que en el estado español los jueces y las policías persiguen revistas satíricas (especialmente, El Jueves), raperos, titiriteros, etc.; tenemos a muchos artistas en prisión o imputados, en pleno siglo XXI, y en la UE. Y si esa burla va contra la sacrosanta unidad española, la venganza del estado es tremenda.
Y, desgraciadamente, la actuación de los políticos también es farisaica, pues, por ejemplo, tras el trágico atentado islamista contra los artistas de Charlie Hebdo (7 de enero del 2015), resultando 12 personas muertas y 11 heridas. Pero días después, todos los jefes de gobierno europeo se manifestaron para rechazar el atentado; entre ellos, Mariano Rajoy, uno de los grandes inquisidores españoles.
Para finalizar, repito la cita inicial:
‘La paradoja y el drama de la risa: la mejor es aquella que tarde o temprano encuentra enemigos’
Ojalá nos podamos reír, y que nuestra risa encuentre enemigos, los haga salir de sus madrigueras, de sus trincheras, y queden todavía más en evidencia, más si cabe. Quizás eso ayude a desvelar, quitar el velo, de los mandatarios europeos y, finalmente, se decidan a darnos la mano a los independentistas catalanes, que sufrimos la ira de los torquemadas españoles, dirigidos por muchos Jorge de Burgos (desde Lesmes, Marchena, etc., hasta Pedro Sánchez, Felipe VI, y todos los que regentan las cúpulas de los poderes), que nos reprimen hasta nuestras risas.
Pero llegará el día que muchos seamos Isaacs, y haremos que el estatus quo acabe; y podremos reírnos, burlarnos abiertamente y sin censuras ni miedos de represiones.
Amadeo Palliser Cifuentes