El proceso soberanista catalán ha hecho emerger entre las izquierdas el debate sobre la cuestión nacional y la revisión democrática de las fronteras. Este debate debe tener en cuenta el respeto de los derechos nacionales y culturales de los pueblos, un mayor empoderamiento ciudadano, el principio de subsidiariedad y la denuncia de los nacionalismos imperialistas.
Las luchas de carácter nacional (lengua, cultura, autogobierno, autodeterminación…) han sido asumidas por la izquierda cuando suponían situaciones claras de opresión o colonialismo en ultramar. Pero generan dudas cuando el conflicto se plantea en Europa. Se hace la vista gorda a la existencia misma de estas situaciones de opresión o persecución, para evitar un debate que probablemente llevaría a la conclusión de que estas naciones europeas minorizadas también tienen derecho al autogobierno y a la autodeterminación. En el caso de Cataluña, la actitud colonialista del Estado español es bastante evidente (legislación, economía, lengua…) hasta el punto de negar el reconocimiento de Cataluña como nación.
Más en general, entre los derechos de la ciudadanía europea nunca se ha incluido el de participar en la modificación de las fronteras, que se han determinado, en su mayoría, por conflictos bélicos o pactos entre las oligarquías. La reivindicación de este derecho tiene que permitir el empoderamiento ciudadano hacia la Europa de los pueblos en lugar de la Europa de los estados y los mercados.
Referente al principio de subsidiariedad, los estados de tamaño medio o pequeño, por proximidad entre los órganos decisorios y los afectados, a menudo se han demostrado líderes en dinamismo y desarrollo social y político. Las oligarquías buscan un modelo contrario con el poder político alejado de las unidades naturales de organización, porque saben que los movimientos sociales de base tienen dificultades para hacerse escuchar en estados muy grandes. Cataluña podría ser un buen ejemplo de ese elemento dinamizador.
A menudo se esgrimen recelos apriorísticos como una interpretación sesgada del internacionalismo, una demonización genérica de los nacionalismos o un pretendido antagonismo entre las reivindicaciones nacionales y las sociales. Por el contrario, el internacionalismo progresista proclama la fraternidad por encima de las fronteras. Además, la izquierda debe distinguir entre los nacionalismos imperialistas, que es necesario combatir, y los nacionalismos emancipadores, como el de Cataluña, a los que la izquierda debería apoyar.
Finalmente, los derechos nacionales y los derechos sociales son compatibles e incluso complementarios, ya que para lograr mejoras socioeconómicas satisfactorias es necesario el pleno autogobierno y la plena disposición de los recursos propios. De hecho, en estos momentos se puede afirmar que, en Cataluña, el independentismo es mayoritariamente de izquierdas y que la izquierda es mayoritariamente independentista.
Artículo escrito por:
Josep Ferrer (Acuerdo de Izquierdas por la República Catalana), Guillem Fuster (Pueblo Libre), Teresa Garcia (Movimiento de Izquierdas), Antoni Morral (Juntos por Cataluña), Joan Josep Nuet (Soberanistas), Alba Vergés (Izquierda Republicana de Cataluña).
Josep Ferrer Llop
https://es.wikipedia.org/wiki/Fichero:20Set_Barcelona_14.jpg