Siguiendo con el escrito de ayer ‘la realidad irreal’, no puede faltar el análisis de hoy, confiando que no llegue el día de tener que escribir ‘la humanidad sin humanos’, si bien, vamos en ese camino.
Por desgracia, pocos nos acordamos de Julián Assange (refugiado en la embajada ecuatoriana en el Reino Unido, desde agosto del 2012; y detenido por la policía londinense desde el 11 de abril del 2019); de Pablo González Yagüe (detenido en Polonia desde el 6 de febrero del 2022); de las menores detenidas y sometidas a flagelación, descargas eléctricas y violencia sexual en Irán, desde la detención y asesinato de Mahsa Amini el 16 de setiembre del 2022); del asesinato de Aleksei Navalni, el 16 de febrero del 2024; y así podríamos hacer una lista infinita de víctimas, sin olvidar, claro, a Pablo Hasél (Pau Rivadulla i Duró) el rapero detenido desde el 16 de febrero del 2021; y la larga serie de independentistas catalanes reprimidos.
Con todos estos ejemplos, sólo los incautos pueden considerar que hay una justicia justa, pues siempre imperan los intereses del poder.
Ayer leí una excelente crítica de Xavi Serra (Ara) de la película ‘El caso Goldman’ (The Goldman Case) dirigida en 2023 por Cédric Kahn, que narra la historia de Pierre Goldman (1944 – 1979):
‘(…) Un intelectual de izquierdas francés, militante comunista y antifascista, hijo de padres judíos de origen polaco (Alter Mojze Goldman y Janine Sochaczeweska), comprometidos con la resistencia francesa contra la ocupación nazi. Su madre, conocida como ‘la Pasionaria judía’, era viuda de un brigadista que murió en la guerra incivil española, e hija de un resistente ejecutado por la Gestapo.
Pierre Goldman fue un icono de la izquierda revolucionaria francesa en los años posteriores al mayo del 1968 (…) un día fue rodeado y brutalmente agredido por diez fascistas. Participó en manifestaciones contra la guerra de Vietnam, no se presentó al reclutamiento militar obligatorio, desertó marchando a la casa de su madre en Polonia durante 8 meses, y después a Cuba y Sudamérica, como traductor del secretariado de la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAA) (…) participó en la guerrilla foquista organizada por el Che Guevara; etc.
En París, fue detenido por tres atracos cometidos en París, y que, ‘casualmente’ le acusaron de otro robo, en una farmacia, que acabó con la vida de dos mujeres y herir a gravemente a un policía (4 de diciembre de 1969). Goldman reconoció la autoría de los otros atracos, pero nunca su participación en el sangriento atraco de la farmacia, pues, en todo momento explicó que iba contra su moral matar a mujeres.
El juicio, plagado de irregularidades, empezó el 9 de diciembre de 1974, entre esas irregularidades, su foto en la comisaría, en la rueda de reconocimiento, sin afeitar, mal vestido y sin peinar, después de una noche de palizas, mientras que los policías que participaron como elementos de contraste, iban bien arreglados.
Los testimonios, que inicialmente dijeron que el atracador era de piel oscura (mulato, hombre de color, etc.), en el juicio cambiaron de opinión.
Las pruebas de balística demostraron que el arma de Goldman no fue la que mató a las dos farmacéuticas, y el juez desestimó el testimonio de diferentes amigos antillanos que afirmaron que Pierre, aquel día había estado en su casa, así como el de un dentista que afirmó que aquel mismo día le había atendido en su consulta, por un dolor de muelas.
A pesar de todo esto, el fiscal centró su argumentación sobre los aspectos de la personalidad y la militancia de Goldman, para concluir que era inteligente, contestatario y que podía ser violento.
El 14 de diciembre de 1974 se dictó sentencia y se le condenó a cadena perpetua, añadida a los 9 meses por la deserción. Entre el público se oyeron gritos de ‘jurado asesino’, ‘racistas’, y, sobre todo, ‘inocente, inocente’.
Dos de sus hermanastros promovieron el comité der soporte, en el que participaron artistas e intelectuales como Simone Signoret, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. El diario Le Monde fue condenado por haber publicado un comunicado de este comité, un semanario de izquierdas fue secuestrado. Políticos como François Mitterrand, Françoise Giroud, etc., se manifestaron pidiendo la libertad de Goldman. Leo Ferré compuso la canción ‘Le Conditionnel de variétés’ contra esas restricciones de la prensa.
Finalmente, la Corte francesa anuló la sentencia y se celebró un segundo juicio, que empezó el 26 de abril de 1976 en Amiens, en un ambiento muy crispado; el abogado de Goldman acusó al comisario Jobart de haber dicho, en el anterior juicio que ‘en la medida que Pierre Goldman es culpable, sería preferible tener alguna prueba material’, frase que encajaba en la mentalidad de criminalización de los movimientos de extrema izquierda de aquellos años.
El fiscal, por su parte, intentó presentar un Goldman con trastornos mentales.
El abogado defensor, Georges Kiejman, manifestó que el juicio inicial se había basado en que ‘Goldman era el culpable ideal, y que se hizo todo lo posible para hacer converger todos los testimonios en un mismo sentido’.
El 4 de mayo de 1976 fue absuelto de los muertos, pero condenado a 12 años de reclusión criminal por los otros tres atracos. En octubre de 1976 fue puesto en libertad por la pena ya cumplida y por su bien comportamiento.
Pero no se le acabaron los problemas judiciales, pues se le acusó por haber publicado, en 1975, el libro escrito en la cárcel, ‘Souvenirs obscurs dùn juif polonais né en France’ (Recuerdos oscuros de un judío polaco nacido en Francia), del que se vendieron 60.000 ejemplares, y ese problema, junto que en el juicio sobre el asesinato de las farmacéuticas, del que fue absuelto, fatalmente no se ‘pensó’ en absolverlo de la responsabilidad civil que le obligaba a importantes indemnizaciones a las víctimas, y, especialmente, al policía herido, de manera que en diciembre del 1976 le fue embargado su patrimonio y los derechos de autor.
El 20 de setiembre de 1979, en París, a pocos metros de su vivienda, dos jóvenes le dispararon por la espalda y lo mataron. El atentado fue reivindicado por el grupo ‘Honneur de la police’ (honor de la policía), argumentando que había sido absuelto por un laxismo de la justicia y que alguien debía actuar. (…) Este grupo ya había asesinado un responsable del sindicato comunista CGT.
Nunca se ha aclarado quiénes fueron los autores del asesinato, que la prensa atribuyó a delincuentes comunes. En 2010, un antiguo paracaidista y mercenario, militante de extrema derecha, con el nombre falso de Gustavo (René Resciniti de Says) reconoció su participación, pero el asesinato de Goldman ya había prescrito.
(…) Los GAL y el BVE españoles parece que habían sospechado que Goldman frecuentaba algunos militantes vascos, parece que también estuvieron involucrados en el asesinato.
Más de 15.000 personas asistieron a su entierro, así como muchos intelectuales de izquierdas, y pocos días después nació su hijo Manuel.
(…) Muchos de sus compañeros de extrema izquierda lo consideraban un ídolo, mientras que otros, si bien le respetaban, como Daniel Cohn-Bendit, consideraba que Goldman ‘era un hombre de izquierdas atípico y problemático’. Y muchos coincidieron que su muerte ‘marcó el fin de un ciclo: y el rio retornaba a su cauce’, es decir, que representaba ‘el entierro de una época, de sus ilusiones y de sus utopías revolucionarias’ (…)
(fuente Wikipedia)
He de reconocer que hasta ayer ni siquiera había oído hablar de Pierre Goldman, o lo tenía muy olvidado, pero, conocer su historia me ha parecido sumamente interesante y aleccionadora. Y me ha recordado, obviamente, el caso del capitán Alfred Dreyfus (1859 – 1935), reflejado en la obra de Émile Zola, ‘J’accuse’ (Yo acuso), de 1898, que desveló el violento nacionalismo francés y su antisemitismo. Y también me ha recordado, obviamente, el consejo de guerra fraudulento que acabó con la ejecución con el garrote vil, de Salvador Puig i Antich (1948 – 1974); es preciso señalar que ese año de la salvaje ejecución, fue el mismo en que se realizó el primer juicio contra Goldman, que lo condenó a cadena perpetua.
Y claro, me ha recordado todos los presos mencionados al principio del presente escrito, así como las irregularidades producidas por la INjusticia española, contra los independentistas catalanes.
También me parece instructivo ver el comportamiento de algunos de los compañeros de Pierre Goldman, como el citado Daniel Cohn-Bendit, que traicionaron su legado, vendiéndose al sistema, al aburguesarse, viviendo como eurodiputado desde 1994 al 2014.
Por todo esto, me parece muy interesante que mantengamos la memoria, debemos recordar y conmemorar a los héroes que nos han precedido, pues, sin ellos, el fascismo nadaría en pleno apogeo.
Y estoy convencido de que, conociendo estos antecedentes, veremos de forma mucha más clara, las malas artes que aplican los poderes españoles (justicia, policías, medios de comunicación, etc.); y todo ello nos ha de hacer reaccionar. No hay otra, si queremos mantener una conducta ética y moral. Y hemos de considerar un honor, que los frustrados traidores nos digan que cosas como las que dijeron contra Pierre Goldman, tras su muerte: que ‘era un hombre de izquierdas atípico y problemático’ (…) que su muerte ‘marcó el fin de un ciclo: y el rio retornaba a su cauce’, es decir, que representaba ‘el entierro de una época, de sus ilusiones y de sus utopías revolucionarias, pues, la verdad, es que los amorales zombis, los muertos vivientes, son ellos.
Y, siguiendo con las casualidades, coincidencias, sincronicidades, casualidad o serendipias, al salir del cine, inconscientemente, hemos pasado por el memorial que hay en las Ramblas de Barcelona en recuerdo de Navalni; y me ha parecido sumamente inspiradora para escribir este artículo.