- Es común encontrar en el supermercado productos elaborados a partir de ingredientes propios de la leche como caseína, grasa, lactosuero y agua para consumo humano.
- Lo recomendable es leer la etiqueta completa, no solo la parte frontal, comparar contenido nutrimental, siendo algunos puntos clave la cantidad de proteína e identificar si en los ingredientes incluyen aceite, jarabe de maíz de alta fructosa o almidones.

Ciudad de México a 26 de abril 2025.- En México el consumo de leche y sus derivados sigue siendo parte importante de la dieta de muchos mexicanos, es por ello que cuando vamos a cualquier supermercado y visitamos el área de lácteos encontramos gran variedad de estos productos. Existen lácteos con lactosa, sin lactosa, bajos en grasa, adicionados con proteína, etc. Y a veces esta variedad puede ser abrumadora e incluso confusa para quien los consume, al grado de que llega a elegir más por el producto o la marca que siempre ha adquirido por tradición o bien por alguna recomendación.
Sin embargo, en muchos de los casos también un factor importante para la elección del producto es el económico y evaluamos dentro de la misma línea cual es el de menor precio.
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Existen lácteos con lactosa, sin lactosa, bajos en grasa, adicionados con proteína, etc. Y a veces esta variedad puede ser abrumadora e incluso confusa para quien los consume.
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Unos de los productos que podemos encontrar son las fórmulas lácteas o los productos lácteos combinados, los primeros son definidos por la NOM247-SSA1-2008 como productos elaborados a partir de ingredientes propios de la leche como caseína, grasa, lactosuero y agua para consumo humano y las segundas son productos elaborados a partir de sólidos lácteos y otros ingredientes que no proceden de la leche, en ambos casos en la cantidad que la norma indica.
Estas dos denominaciones, si bien tienen ingredientes lácteos, algunos de ellos incorporan otros como maltodextrinas, gomas y grasas vegetales, que modifican la composición nutrimental de este producto.
En general, analizando las etiquetas, podemos observar que hay un contenido proteico y energético menor, y un contenido mayor de carbohidratos o azúcares añadidos.
Es importante que como consumidores leamos las etiquetas de los productos y que conozcamos este tipo de denominaciones, porque si bien está regulado el acuerdo con un estudio publicado en 2022 en la revista del consumidor, sí existen marcas que, aunque la etiqueta dice “leche”, se observa en la lista de ingredientes la inclusión de grasas vegetales (aceites).
Ante eso, lo recomendable es leer cuidadosamente la etiqueta completa, no solo la parte frontal, comparar el contenido nutrimental, siendo algunos puntos clave la cantidad de proteína (entre más, mejor), identificar si en los ingredientes se incluye aceite o jarabe de maíz de alta fructosa o almidones (que solo aumentan el aporte de energía) y no emplear el precio como único factor determinante de compra, particularmente cuando los adquirimos para la población infantil y para personas adultas mayores.
Texto de la Dra. Rosa María Mariscal Moreno, docente investigadora del Departamento de Salud IBERO.

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