A mi modo de ver, una de las características de nuestro tiempo, es la inmediatez, la velocidad de todo tipo de consumo (todo es consumible y consumido); y no solo por la diferente percepción del tiempo (en función del estímulo, de la edad, etc.), si no, también, por la invasión de informaciones de todo tipo (algunas interesantes, pero, la mayor parte, directamente basura). Y en esta situación, la acumulación de noticias de hoy entierra las de ayer, por más relevantes que parecieran. A continuación, traslado una constatación, a modo de ejemplo, y mis elucubraciones sobre el particular.
Todos sabemos que muchos ‘politicuchos’ aprovechan los meses de agosto para publicar decretos ley que no son populares, ya sean de temas económicos, como nombramientos, etc.; y aprovechan las vacaciones, la desconexión vacacional de la ciudadanía, y de los periodistas ‘titulares’. Y sus sustitutos llenan los periódicos con informaciones banales (serpientes de verano). Parece como si en esos meses estivales, las desgracias desaparecieran, las guerras se parasen, pero no es así, como todos sabemos.
Esa desconexión por parte de la ciudadanía, tiene efectos terapéuticos, obviamente, ya que, durante todo el ejercicio nos vamos saturando, por lo que, psicológicamente, necesitamos ese ‘merecido’ descanso, de todo tipo.
Pero es del todo incorrecto que esa desconexión la provoquen y aprovechen los poderes, para colarnos lo que les interesa, de la forma menos gravosa y costosa para ellos, claro.
También es cierto que la percepción del tiempo es muy diferente en las personas mayores, como ya expliqué en otro escrito, pues un año, para una persona de 75 años de edad, representa un 1,33% de su experiencia vital; mientras que ese mismo año, para un joven de 18 años, representa el 5,55% de su vida. Y eso explica, en parte, la percepción de mayor velocidad, a medida que nos vamos haciendo mayores. Otro aspecto son las experiencias acumuladas, que también inciden.
Pero en el presente escrito me voy a centrar en la caducidad de las noticias, tapadas, eclipsadas, al día siguiente, por otras aparentemente más ‘importantes’, cuando esa consideración únicamente corresponde a la inmediatez, y al valor que le damos a la ‘rabiosa actualidad’.
Otras veces, la importancia de la novedad es notoria, como, por ejemplo, la catástrofe sufrida esta semana por la DANA (gota fría) en la Comunidad Valenciana.
Pero, aún así, es inmoral ver que la relevancia se centra en vender relatos a modo de culebrones rosas y/o amarillentos; por ejemplo, éstos días parece que era más importante saber qué hizo, dónde y con quién , el president de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, (ahora se ha sabido que almorzó con la periodista Maribel Vilaplana, en un restaurante con reservados íntimos), cuando, lo verdaderamente importante es mostrar el descontrol, pues, el día del desastre, estuvo ausente hasta las 19.00 h., ‘ilocalizable’ (desconectado) y, en un caso así, sin tener una sustitución, ni tener claro un plan de contingencias.
Y, efectivamente, esta semana, en todos los medios ha dominado, incluso en exceso, la cobertura del drama en cuestión. Y es lógico que así sea, pero no, que lo ocupe todo.
No es lógico que eso eclipse otro tipo de noticias, como que el PSC/PSOE, en el parlament, de Catalunya, votó en contra de que el president de la Generalitat, es decir, el represor Salvador Illa, y los representantes de su gobierno, se expresen, siempre, en catalán, en sus discursos efectuados en Catalunya. Y Salvador Illa, votó con el PP y Vox, contra la posición de asegurar y potenciar el uso del catalán.
Ya vimos a Salvador Illa (155), durante la campaña electoral, alternando el catalán con el castellano, incluso traduciendo nombres propios de ciertas localidades. Después le vimos introduciendo la bandera española en su despacho y, finalmente, eliminar la ‘senyera’, en algunos actos.
Todo obedece a un programa de españolización de nuestras instituciones, y, a la vez, de influir, explícitamente (ni sibilina ni subliminalmente), en el imaginario colectivo, ya que el lenguaje y las actitudes determinan, en gran parte, el propio mensaje.
Es sabido que las lenguas minoritarias requieren un apoyo adicional, un esfuerzo suplementario, es decir, una discriminación positiva, para evitar su desaparición.
Muchos sabemos, incluso por experiencia familiar propia, que una decisión tomada por unos abuelos, en determinado contexto, condiciona el idioma materno de un par de generaciones, siendo optimistas. Y eso, reforzado por la represión del catalán, durante los cuarenta años del franquismo, explica que nos encontremos en la actual situación.
El pasado día 5 se celebró el día internacional de la lengua romaní (rromaní), hablada por 12 millones de rromanís, distribuidos por todo el mundo; y uno de los ejes de la comunidad rromanipe, es sensibilizar a las familias, a las comunidades y a las instituciones a defender la lengua materna rromaní. La recuperación del rromanó, que incluye 60 dialectos, y que el caló (*), como un pogodialecto (**), es el testimonio de una resistencia y supervivencia de la identidad, cultura y lengua Rromaní. (…) La recuperación del Rromanó es la deuda histórica del estado español con el pueblo gitano, después de siglos de persecución e intento de exterminio de la lengua propia, y, por lo tanto, de la cultura rromaní.
(fuente: Enerida Isuf (abogada albanesa hablante del rromaní) y Ricard Valentí, L’Independent de Gràcia, 31 octubre 2024)
(*) caló: zincaló, romaní ibérico o romaní español, es una lengua variante del romaní.
(**) algarabía, bullicio.
Y ese ejemplo del romaní, tan necesario de apoyo y soporte, me parece una muestra de demagogia, ya que las Bibliotecas de Barcelona (dependientes del ayuntamiento socialista de Jaume Collboni), apoyaron y colaboraron en la conmemoración de esa jornada, pero, ahí queda. Eso si que es actuar de forma falsa, pues, en ese día, ponerse medallas por la defensa de las lenguas minorizadas (que no, minoritarias) y, pasado el día, olvidarse de ellas, sí que es un ejercicio del wokismo (mal entendido) más rancio e inmoral.
Y, claro, la actitud del PSC/PSOE respecto al catalán, como he comentado, no deja de ser, también, la defensa del simbolismo del más duro nacionalismo español castellanizado y castellanizante.
Tener un represor español, y muy espaÑol, como dijo Mariano Rajoy, cederle la Generalitat (por la traición de ERC), en realidad, es poner la alfombra roja al colonizador estado español: multiplicar las visitas de sus ministros, eliminar nuestros símbolos más significativos y determinantes, e, incluso, recibir a miembros de SCC, el partido más anticatalán bajo la capa del sol, y, justificar (entender y comprender) la represión judicial sobre el catalán en la enseñanza, todo es más de lo mismo.
Y cualquier retroceso en la defensa de nuestra lengua, por mínimo que sea, tiene un efecto multiplicador, como he comentado. Y hablo con conocimiento de causa, ya que, mi abuelo materno (un militar republicano), casado con una menorquina (maonesa), impuso el castellano en su casa, por lo que mi abuela debió someterse y hablar en castellano a sus hijas (entre ellas mi madre), y, después 40 años de franquismo y prohibición del catalán, esa decisión / imposición de mi abuelo, no se corrige (y solo parcialmente) hasta después de un par de generaciones, en el mejor de los casos.
Por ello, me parece imperdonable que el españolizador Salvador Illa, votase en contra de la opción de hablar siempre en catalán.
Y, lo grave, es que esa votación se efectuó en plena crisis valenciana por la DANA, por lo que los medios de comunicación no le dieron el eco necesario. Y de eso se aprovecha el estado colonizador. Esas son sus ‘malas artes’, pues, la ciudadanía catalana, apenas recibió información al respecto.
En Catalunya tenemos una población de 1,4 millones de extranjeros residentes, es decir, un 16,3%, a los que debemos añadir los catalanes hijos de inmigrantes (que, lógicamente, ya no son inmigrantes, pues no existe la figura de inmigrante de segunda generación, son catalanes a todos los efectos y derechos), pero con la lengua materna y paterna propia de sus respectivos países. Pues bien, esos hijos difícilmente adoptarán como propia la lengua catalana, hasta la segunda generación, como mínimo (si es que la coerción, la presión, españolizante / castellanizante, no va en aumento, como me temo)
En definitiva, y volviendo al tema de la información, más bien convertida en desinformación, nos está llevando a lugares desconocidos, de los que, dentro de unos años, ya no habrá retorno posible.
Por eso, debemos aplicar el máximo esfuerzo, proactivamente, para defender el catalán, contra el estado español y su delegado en Catalunya. Y, para ello, los diferentes partidos políticos, teóricamente independentistas, deberían actuar en consecuencia. Y el primer paso debería ser romper el pacto de investidura, y provocar una moción de censura a Salvador Illa, y, en su momento, también a Pedro Sánchez.
En caso contrario, considerar esos retrocesos como ‘menores’ y sujetos a ‘grandes estrategias políticas estatales’, con el temor de que, de no hacerlo, vendrá el lobo, cuando, como vemos, ya tenemos el lobo en casa (con su táctica de ocultación, como hemos visto), es un grave e irreparable error.