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La ley del embudo español: causa y efecto

Amadeo Palliser Cifuentes
Amadeo Palliser Cifuentes    amadeopalliser@gmail.com

Enlazando con el último párrafo de mi escrito de ayer, sobre las manifestaciones por la detención del rapero Pablo Hasél, finalizadas con actos de violencia por ambas partes: algunos manifestantes y algunos policías autónomos que llegaron a disparar balas de foam, me parece preciso profundizar en el tema.

En primer lugar, es preciso puntualizar que no existen los accidentes, la suerte ni la casualidad, pero sí la causalidad, es decir, la ley de la causa – efecto, también conocida como la ley ‘boomerang’, ley de la acción – reacción.

Pablo de Tarso, (entre 7 y 10 -64 o 67), en Gálatas capítulo 6, versículo 7: ‘Todo lo que el hombre sembrare, eso mismo segará’.

Isaac Newton, (1643-1727): ‘Toda acción, recibe una reacción opuesta y de igual magnitud’

La ley de la causa y efecto, nos hace ver que en la vida nada es fruto del azar, y que siempre existe una relación entre lo que ha ocurrido y lo que viene después.

Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa, todo sucede de acuerdo con esa ley. La suerte no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida’.

(juevesfilosofico.com)

‘La ley de la causa y efecto establece que la causa siempre debe ser mayor que el efecto. Si tú empujas una pared y eres capaz de derrumbarla, entonces tu fuerza (la causa), debe ser mayor a la fuerza de resistencia que la pared te ofrece (el efecto)

‘Este mundo ha sufrido más dolores y crueldades porque hicimos lo que creíamos justo, que por hacer lo que sabíamos que era injusto’

(Jiddu Krisnamurti, 1895-1986)

‘El dolor infligido al mundo por los criminales y los bandidos es mucho menor que el que tiene su origen en los errores de los hombres de buena voluntad. Las guerras religiosas fueron bendecidas por la Iglesia. Las torturas infligidas por los que administran justicia se aplicaron no sólo a los criminales sino también a los testigos, como medio para hacerles confesar la verdad. Se consideraban justo el trabajo de los niños y la esclavitud. Los buenos ciudadanos también consideran que las guerras son instituciones naturales’.

(Casa Virupa)

‘Todo acto humano tiene significado, pues existen siempre palabras capaces de describirlo y, por esa vía, volverlo inteligible, significativo. Pero eso en nada garantiza que pueda alcanzar a tener sentido, es decir, que pueda ser vivido -sentido- por el sujeto que lo protagoniza -y lo padece- como necesario y, en esa misma medida, cargado de sentido’.

(Mito, causalidad y sentido, gonzalezrequena.com)

Todos sabemos que hay muchos tipos de violencia: violencia autoinflingida; violencia interpersonal, violencia colectiva.

Violencia según los medios: violencia psicológica, violencia verbal, violencia física, violencia sexual, violencia económica o patrimonial, violencia simbólica, violencia religiosa, violencia cultural.

Violencia según la modalidad: violencia política o institucional, violencia laboral, violencia doméstica, familiar o intrafamiliar, violencia de género, violencia racial, bullying y ciberbullying.

Negligencia: es un tipo de violencia que se da por omisión, ya que en ella la agresión consiste en no realizar unas acciones a las que se está obligado para garantizar el bienestar mínimo del resto.

Pues bien, volviendo al tema concreto de las manifestaciones en contra de la detención del rapero Pablo Hasél, me parece que es preciso analizar las causas, y no limitarse a publicitar y quejarse de los efectos (quema de contenedores, y demás destrozos).

Mayoritariamente todos somos pacíficos, pacifistas, y discrepamos de toda violencia, pero toda es toda.

Y si analizamos las causas de estas manifestaciones, vemos que hay una violencia extrema, por parte del sistema, que se viene ejerciendo sin pausas:

·       una violenta crisis económica que siempre pagamos los de abajo;

·       una violenta aplicación judicial contra los disidentes que no tenemos la ideología franco-borbónica, como vemos por la censura de cantantes, por ejemplo;

·       una violencia política contra todos los que discrepamos del actual sistema unionista;

·       una violencia mediática que sólo publicita los aspectos negativos de los efectos;

·       una violencia contra la juventud, que no tiene futuro, ni presente, ya que el 40% está en paro, la tasa mayor de Europa;

·       la violencia contra los trabajadores autónomos, que no reciben ayudas directas ante la pandemia;

·       la violencia policial, que aplica diferentes baremos ante manifestantes de ultra derecha y los independentistas y anarcos;

·       una violencia de género;

·       etc.

Y también es muy interesante e ilustrativo reproducir el siguiente texto:

‘Síndrome de Sherwood: concepto de estrategia policial.

Este síndrome es un concepto de estrategia policial creado por David Piqué (Barcelona, 1961-2016) cuando era comisario general de coordinación territorial de los Mossos d’Esquadra.

Este concepto se desarrolló en su tesina para el Máster en Políticas Públicas de Seguridad’ (UOC)

El nombre, dado por el mismo autor, se explica como la metáfora con la leyenda de Robin Hood, y el problema que el héroe y su grupo eran los que decidían quien era rico y merecía ser robado.

El estudio analiza el movimiento ocupa en Barcelona durante los años 90 y 2000, y más concretamente, los ocupas del barrio de Gràcia y las estrategias policiales aplicables, según una óptica bélica y de combate, con referencias a tácticas y teóricos militares clásicos.

El texto fue polémico cuando se hizo público, ya que parecía anticipar respuestas policiales de dudosa legalidad hechas por los mossos d’esquadra. Esta doctrina, bautizada como el ‘modelo Miyamoto Musashi’ en el te4xto, propone permitir excesos y provocaciones a los manifestantes para poder convertir la manifestación o protesta en más violenta. También propone hacer detenciones poco justificadas y batidas preventivas antes de las protestas, para violentar el estado de ánimo y conseguir lo que el texto llama ‘una batalla campal’.

El texto también propone que la policía no actúe en un primer momento para que ‘los daños producidos sean socialmente inaceptables’ y que la actuación policial se haga directamente contra los manifestantes sin dar tiempo a la huida y se provoque el enfrentamiento físico.

Así se provocan, según el texto, ‘víctimas inocentes’ y se hace que los manifestantes que hayan evitado el enfrentamiento acaben encontrándose agentes que los dispersaran con violencia exagerada y detenciones masivas.

Para acabar, la tesina hace una propuesta para poner fin al movimiento ocupa en el barrio de Gràcia, que se centra en la creación de una opinión pública desfavorable, un cambio normativo donde se criminalice la ocupación de la vivienda, al tiempo que se potencia la vivienda social y, finalmente, actuaciones policiales concretas contra los que define como ‘irreductibles’ y ‘líderes’ imputándoles delitos comunes’.

(Wikipedia)

‘Robin Hood, personaje arquetípico protagonista de una leyenda inglesa que podría tener una base real. Se trata de un proscrito de la Edad Media que se ocultaba en el bosque de Sherwood.

(…)

La primera referencia de Robin Hood se encuentra en ‘El agricultor Peter’, de William Langland (1377)’

(Wikipedia)

Es lamentable la concepción y dogmatismo que subyace en la tesina mencionada, pues si bien sabemos que en todos los países las policías tienen sus estrategias, a mi me parece que siempre deberían estar supeditadas a una política social, ética y moral. Y nunca, nunca, aplicar la fuerza de forma desproporcionada, como utilizar escopetas de foam, que anteayer provocaron la pérdida de un ojo a una joven de 19 años.

Y la política debería garantizar mejorar las causas citadas más arriba, en lugar de centrarse a ejercer la represión policial de los efectos.

Pero, cuando, en un momento como el que estamos, tras años de represión política de los independentistas, aplicando abusivamente las leyes, y tras casi un año de plena pandemia, con una grave crisis sanitaria y sus derivadas económicas, políticas, sociales y morales, que han mostrado las vergüenzas de los sinvergüenzas, (valga la redundancia), de los que se han aprovechado para enriquecerse, para retorcer las leyes, para apropiarse de vacunas, etc.; Y ante todo esto, no es extraño que la detención de Pablo Hasél sea la gota que haga derramar el vaso, pues no hay ninguna garantía ni ninguna seguridad ni confianza en ningún estamento institucional.

La ciudadanía está muy deprimida, muy cansada, y sin ninguna ventana de mejora, pues sabemos que los políticos como Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, se han puesto de perfil y se han supeditado a los súper poderes del estado profundo.

Idílicamente, todos estamos de acuerdo con el ‘Ahimsâ’, o el principio de no violencia en el budismo, seguido por Mohandas Gandhi (1869-1948), pero también estamos de acuerdo con el alegato efectuado por Nelson Mandela (1918-2013), desde el banquillo de los acusados (20 de abril de 1964) y condenado a cadena perpetua.

En ese alegato, que reproduciré íntegro en otra ocasión, ya que es muy interesante (especialmente trasladándolo al movimiento independentista catalán), y este escrito ya se me ha hecho largo; por lo que aquí sólo cito un fragmento:

‘A la luz de nuestros antecedentes políticos, nuestra elección era lógica. El sabotaje excluía la pérdida de vidas humanas, y ofrecía la mejor esperanza para el futuro de las relaciones raciales. El rencor disminuiría y, si esa política daba sus frutos, algún día podría hacerse realidad un gobierno democrático.

(…) La experiencia nos mostraba que la rebelión proporcionaría al gobierno pretextos ilimitados para masacrar indiscriminadamente a nuestro pueblo’.

(www.naiz.eus)

Es decir, que estoy de acuerdo que hay diferentes formas de manifestación, como las acotadas a la libertad de expresión (manifestaciones de las Diadas, las de ‘Queremos acoger’, las de la Meridiana, etc.); y otras formas de manifestación que pretendan forzar la consecución de los fines buscados (huelgas generales, etc.), evitando, siempre, todo tipo de violencia, y todo tipo, incluye a todos, no me vale el método explicado en la tesina mencionada y menos que tenga como referencia a Miyamoto Musashi (1584-1645), pues es utilizar esa figura de forma parcial; ya que este personaje, fue un famoso guerrero, militar, escritor, pintor, calígrafo, rönin y filósofo, autor de ‘El libro de los cinco anillos’ (1642)

Y ante una situación tan compleja como la que estamos viviendo, y que vemos que los políticos no tienen la capacidad o la voluntad de afrontarlo, atendiendo directamente a las causas, no sólo reprimiendo los efectos; lo que no es comprensible es que haya muy buena parte de la ciudadanía resignada, dormida, con su pan y circo, pues si se dejan arrastrar por el discurso oficial, les pasará como a la muñeca del siguiente cuento:

‘La muñeca de sal

Una muñeca de sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme, hasta que, por fin llegó al mar.

Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de cuanto había visto hasta entonces…

¡Quién eres tu?, le preguntó al mar, la muñeca de sal.

Con una sonrisa, el mar le respondió: ‘Entra y compruébalo tu misma’

Y la muñeca se metió en el mar.

Pero, a medida que se adentraba en él, iba disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada…

¡Ahora ya sé quién soy!

(viveandovidas.es)

En definitiva, que, ante todo, y como he dicho, si los gobiernos aplicasen las medidas económicas y políticas para solucionar las causas mencionadas, seguidamente deberían revisar y democratizar las leyes y el código penal, afinándolo bien y detalladamente, para limitar la arbitrariedad interpretativa de los jueces ‘fantasiosos’ con ideologías franquistas.

Este paso, claro, requiere verdaderos políticos, pero los que tenemos son meros figurantes, como Pedro Sánchez, que en la campaña electoral prometió invalidar la ley mordaza de Rajoy, y que después de más de dos años de gobierno, sigue manteniéndola y utilizándola, sin el menor remordimiento de conciencia.

Acto seguido, con esas nuevas leyes, sería preciso definir unos protocolos policiales democráticos y públicos. Y que se depuraran las responsabilidades de los que las infrinjan, sin corporativismo alguno.

Y, como nadie se escapa a la ley de la causa efecto, ni a la de la gravedad, con esas medidas se reduciría, en cierto modo, el malestar ciudadano. Y, los minúsculos reductos de manifestantes violentos, que aún así persistiesen, quedarían más en evidencia y limitados.