Visto el panorama político internacional y, en concreto, el español / catalán, muchos nos sentimos en una montaña rusa emocional, llena de riesgos e incertidumbres, vértigo y, puntualmente, alguna alegría, como hoy (16 oct.) con la reparación oficial de Salvador Puig i Antich, pero con muchos claroscuros, pues la no petición de perdón y la ‘utilización’, efectuada ayer por Illa (155) reivindicando el legado de Lluís Companys, me parecen el ‘summum’ del cinismo, como intento argumentar a continuación.
1 – Lluís Companys i Jover (1882 – 1940)
Ayer, 15 de octubre, se cumplieron 84 años del asesinato del president de la Generalitat Lluís Companys i Jover (1882 – 1940), y el represor Salvador Illa, en la ofrenda floral efectuada por su gobierno en el Fossar de la Pedrera, en el cementerio de Montjuïc, recordó:
‘(…) el compromiso del expresident Lluís Companys por la paz y la democracia, y que es preciso avanzar para mantener viva la viva memoria histórica y colectiva, concluyendo que la figura de Companys transciende las siglas de su partido (ERC) y que pertenece a todos, es símbolo del catalanismo y de todas las víctimas de la dictadura’.
Efectivamente, un gran paso fue el realizado por el gobierno español, obligado por la ley de la memoria democrática (2022), al reconocer que el president de la Generalitat fue condenado por tribunales ilegales e ilegítimos, y declaró la nulidad de las sentencias y resoluciones judiciales dictadas contra él durante la guerra.
Pero, sabemos por múltiples ejemplos, como la colonización americana, el estado español es reacio a pedir perdón, tiene alergia a ese acto, ya que es contrario a su ADN conquistador y a su afán imperialista castellanos.
En esa línea, me parece evidente que Illa (155), como todo el PSOE, sólo pretenden mostrar que son respetuosos con los valores democráticos, pero, en realidad, son simples gestos fruto de su estrategia de marketing político, como sabemos y nos han confirmado hoy en el Parlament, que el PSC/PSOE se ha abstenido para evitar la lectura de una declaración institucional de defensa de Lluís Companys, avalada por ERC, Junts, Comunes/Sumar y la Cup; pero como no ha tenido el soporte de dos tercios de la cámara, no se ha podido leer. Así, el PSC/PSOE, votando como el PP y Vox, han impedido ese homenaje.
El pretendido mensaje recordaba el paso adelante del gobierno español, al reconocer que Companys fue condenado por tribunales ilegales e ilegítimos; pero lo que no ha aceptado el represor Illa, es que se leyera que ese reconocimiento llega tarde y que es insuficiente, pues el estado sigue sin pedir perdón por el asesinato, y por haber tardado más de 8 décadas en reconocer esa ilegalidad.
Y el perdón es el reconocimiento sincero de los errores cometidos, y si no se asumen los errores, en realidad se muestra una indiferencia por ellos, o, peor todavía, una verdadera valoración y consideración de su corrección y de su oportunidad.
El término ‘perdón’, en su origen griego ‘aphiemi’ significa soltar, dejar ir, enviar lejos.
Pero los españoles castellanizados, en su soberbia, nunca reconocen ni reconocerán sus errores, pues, al contrario, los consideran aciertos, grandes logros.
Asimismo, el represor Illa, asumiendo ayer un legado parcial del president Lluís Companys (limitado a la paz y la democracia) y, para más colmo, apropiándose de su figura, comentando que ‘pertenece a todos, que es símbolo del catalanismo y de todas las víctimas de la dictadura’, no deja de ser una manipulación histórica, pues Companys fue un personaje político complejo, en circunstancias muy difíciles.
El catalanismo de Companys contemplaba un profundo autonomismo (ampliado unilateralmente tras los ‘Hechos de Mayo de 1937’, como expresó el presidente de la Segunda República, Manuel Azaña Díaz (1880 – 1940):
‘La Generalitat de Companys ha vivido en franca rebelión e insubordinación, aprovechándose del levantamiento de julio y la confusión posterior’.
Y el jefe de gobierno, Juan Negrín López (PSOE):
‘La traición de los separatistas de la Generalitat me reafirma que no estoy haciendo la guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino. De ninguna manera. Estoy haciendo la guerra por España y para España. Por su grandeza y para su grandeza. Se equivocan gravemente los que otra cosa supongan. No hay más que una nación: ¡España! No se puede consentir esta sorda y persistente campaña separatista, y tiene que ser cortada de raíz. Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones, que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco’.
(…)
El 16 de noviembre de 1938 – cuando la República se jugaba el ser o no ser en la batalla del Ebro – el diario La Vanguardia publicó en su portada, siguiendo las orientaciones del Gobierno de la República, una advertencia anónima muy clara a los manejos de Lluís Companys y diversos miembros de ERC: ‘Si hay algunos que no comprendiendo el entronque fatal del destino catalán al destino de la hispanidad sirven al espíritu de capitulación, noble es advertirles que están más cerca del piquete de ejecución que del éxito’.
(…)
Josep Recasens i Mercadé, uno de los fundadores de la Unió Socialista de Catalunya, escribió en su diario desde la prisión:
‘Lluís Companys estaba desacreditado completamente. Fuera de los pocos incondicionales y de los cómplices en su obra funestísima, todos le tenían conceptuado como el enemigo número uno de Catalunya, como el primer anarquista y como el primer gamberro de nuestra tierra, como uno de los principales culpables del hecho que España haya perdido la república y los catalanes lo hayan perdido todo: la autonomía, el Estatut, la libertad, la cultura y la vergüenza (…)’.
(https://search.app/zCPegHLswQsJaZB99)
‘El president de la Generalitat, Lluís Companys, el 25 de abril de 1938, envió una carta al que era presidente del consejo de Ministros, Juan Negrín, ‘lamentando los hechos que dañan la confianza y la moral de la retaguardia de Catalunya, como los fusilamientos y abusos que tropas de la república que bajo el mando de Negrín, cometieron en Catalunya.
El president pidió aclarar los abusos y rechazó ‘el procedimiento expeditivo de unas fuerzas del gobierno de la República, que entran con ametralladora por sí y ante sí, con atropello y menosprecio para la Generalitat, y sin previa gestión, comunicación o denuncia.
(…) se me denuncia que el comisario de policía de Cervera ha armado a un grupo de individuos de antecedentes poco recomendables, quienes practican detenciones, registros, atropellos y fusilamientos de supuestos sospechosos. Práctica, esta, la de armar individuos, que ya se había usado hace unas semanas en la ciudad de Barcelona y otras localidades.
(…) Companys también lamentó cómo el gobierno de la República ninguneó al de la Generalitat. ‘Los tribunales de guardia permanente que funcionan en Catalunya y dependen directamente del Gobierno Central (vulnerando el estatuto y las normas de traspaso que determinan los jueces con jurisdicción en nuestro territorio deben ser nombrados por la Generalitat) cumplen su misión mediante el rápido procedimiento establecido por el decreto del gobierno de la República. Y esta semana llegan casi al centenar las penas de muerte.
(…) La Generalitat ha quedado en una institución sin relieve y que los hombres de nuestro pueblo no tienen intervención no ya en los aspectos fundamentales del orden y política interior, ni de guerra, ni casi en las funciones propias administrativas enlazadas con sus servicios.
Reconoce Companys que hay un estatuto que debe amoldarse a las necesidades de la guerra, pero el estatuto fue reconocido, en virtud de una realidad, o sea de la existencia de Catalunya que forma la imponderable moral, la tradición, su historia nacional y su idioma, voluntad y espíritu.
(…) una conciencia colectiva, cuya manifestación política se traduce hasta el hecho de que no pueden arraigar en Catalunya los partidos políticos de jerarquía y organización en toda España (…) y no es por falta de amor ni mengua de los sentimientos que intensa e inquebrantable solidaridad, sino un mero y sintomático exponente del hecho político. La existencia de Catalunya como personalidad colectiva, definida y propia (…)’.
(https://search.app/Kxzo5JFCqdRRwTNU9)
Evidentemente, el asesinato del president le convirtió en un mito, que trasciende y oculta sus claroscuros, pero me parece que Salvador Illa (155) si tuviera un mínimo de ética, debería reconocer la amplitud del espectro político que Lluís Companys representó en su momento, y pedir perdón por los errores de Negrín y de la República, en general.
Y por eso, me parece indigno que Illa se limite a ciertos valores (paz y democracia), y se ‘olvide’ de la persecución que Negrín, de su propio partido del PSOE, representantes de un españolismo rancio y casposo, como el de ahora. Y no hay que olvidar las amenazas de fusilamiento, publicadas por el diario La Vanguardia (haciendo honor a su vasallismo ante el poder español) Y, claro, que encima se apropie de la figura de Companys, para generalizarla (y descafeinarla), me parece una más de su estrategia de españolización de todos nuestros símbolos.
2 – Salvador Puig i Antich (1948 – 1974)
Salvador Puig i Antich fue un anarquista y antifascista catalán, luchador en defensa de la liberación de la clase obrera; y fue ejecutado con el garrote vil, después de ser juzgado por un tribunal militar por el supuesto asesinato del subinspector de la policía nacional, Francisco Anguas Barragán; condena propiciada como venganza, tras el asesinado del jefe de gobierno, el almirante Carrero Blanco, por parte de ETA.
El sumario del juicio fue del todo irregular, ya que se hicieron desaparecer pruebas clave que podían haber evitado la pena de muerte. Todo fue un montaje y un juicio farsa.
Y hoy, 16 de octubre del 2024, el estado español ha hecho un acto de reconocimiento y reparación como víctima del franquismo, declarando la nulidad de la sentencia del consejo de guerra que le condenó. El estado reconoce que Salvador Puig fue condenado por un tribunal ilegal e ilegítimo, es decir, Pedro Sánchez hoy se ha limitado a aplicar la ley de la memoria democrática, con años de retraso.
Evidentemente, sus cuatro hermanas han estado agradecidas, como gran parte de los catalanistas; pero me parece que, como en el caso anterior, vuelve a ser un acto necesario, pero no suficiente, ya que el estado no pide perdón, ni, claro, hace propósito de enmienda, ni se excusa por los 50 años en efectuar ese reconocimiento.
3 – Común denominador
Me parece evidente que para reparar los errores, es un requisito indispensable reconocerlos y, después, pedir perdón.
Pero, como he dicho, el soberbio estado español, en su tradición de españolismo castellanizado y quijotesco, no reconoce errores, se considera infalible, y por eso no corrige su mentalidad, sus hábitos y hechos, por lo que seguimos en un estado de anomalía democrática, y tenemos a nuestro president Carles Puigdemont en el exilio, junto a Lluis Puig y Toni Comín, y muchos líderes y activistas juzgados, inhabilitados, encausados, etc., es decir, que el sistema represor sigue en pleno auge, sin haber modificado ni un ápice. Pero, eso sí, de cara a la galería, todo son gestos. Como lo son el seguir amnistiando a policías que actuaron de forma violenta; y eso no es más que limpiar su expediente vergonzante.
Igualmente, siguen habiendo miles de fosas comunes de victimas asesinadas por la insurgencia militar del dictador y asesino Francisco Franc; fosas pendientes de investigar para que las víctimas pueden conseguir el debido reconocimiento. Y mientras no haya un gobierno verdaderamente democrático y ético, que invierta el presupuesto preciso para efectuar cuanto antes esas inhumaciones, más familiares y descendientes directos habrán fallecido sin recibir la justicia debida.
Y seguimos con unos poderes (judicial, policial, mediático, económico-financiero, etc.) que continúan contaminados con la ideología neofranquista, o parafranquista, y, claro, con esos imponderables, y su cabecilla el infausto Felipe VI, es imposible tener una democracia plena.
Por eso, Pedro Sánchez podrá seguir con su política de pequeños pasos vendidos con grandilocuencia, pero, en realidad, no deja de ser el ‘minimum minimorum’.
Por todo ello, y como he dicho, muchos nos sentimos como si fuéramos en un tobogán, en el dragon khan, sin ver el final. Y claro, emocionalmente tiene consecuencias negativas; que, con toda seguridad, son buscadas y provocadas por el sádico estado español y por su discípulo aventajado Salvador Illa, más preocupado para hacer de telonero del rey y de Sánchez, que para solucionar realmente el problema que tenemos y que, únicamente votando, se puede solucionar.
Pero, como vemos, siguen engañándonos con el ‘gobierno para todos’, para todos los españolistas, claro, pues a los independentistas nos ningunea, como criticaba Companys a Negrín. Nada ha cambiado ni cambiará.
Y esto nos lleva a algunos a un cierto pesimismo, a un retraimiento y, en definitiva, a un aislamiento no deseado, pues tras el 2017, todo ha sido negativo, especialmente potenciado por la pandemia, y eso nos genera un gran malestar, pero eso es otro tema, que ya comentaré en mi escrito de mañana, si es que no ‘aparece’ otro aspecto más relevante.