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La némesis del estado español

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

En la mitología griega, Némesis es el nombre que identificaba a la diosa de la venganza, que perseguía la fortuna y la justicia equitativa; se ocupaba de aplicar el castigo a los que no obedecían sus órdenes.

Para Hesíodo (s. VVV – VII a.C.), esta diosa era hija de Érebo y de Nix (la oscuridad y la noche); y, como deidad primordial, Némesis no se encontraba sometida a los dictámenes de los dioses olímpicos.

Envidia es el nombre de la diosa romana equivalente a Némesis.

Némesis suele utilizarse como sinónimo de enemigo.

Desde el punto de vista catalán, es evidente que el reino español es nuestra Némesis, y, como hemos visto en estos últimos años, esa Némesis carpetovetónica, no hace caso a los dioses olímpicos, que, simbólicamente, podríamos asimilar a la UE y a los tribunales de justicia internacionales.

Siguiendo esta línea metafórica, en el pasado mes de agosto ya me referí a Pedro Sánchez relacionándolo con el término griego de hibris (hybris), que se traduce como desmesura, orgullo y arrogancia. Este término no hace referencia al impulso irracional y desequilibrado, sino a un intento de transgresión de los límites impuestos por los dioses. Es decir, el desprecio temerario del espacio personal ajeno, (…) siendo un sentimiento violento inspirado por las pasiones exageradas.

(fuente: Wikipedia)

Esas características, que Pedro Sánchez simboliza y personaliza, evidentemente, son una simple muestra del conjunto de los poderes del reino español y de la totalidad de la ciudadanía unionista (patriotas españoles); pero, también, podemos observarlas en muchos de los políticos catalanes independentistas, y, en grado extremo, en el actual Oriol Junqueras (ERC), pues, según un famoso proverbio griego, atribuido erróneamente a Eurípides (485 a.C. – 407 a.C.):

‘Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco’

Y por esa ‘locura’, vemos que la mayoría de los políticos profesionales, se caracterizan por su necedad, su descaro y su arrogancia excesiva, que se traducen en el insulto de la inteligencia de la ciudadanía. Pues, según el ‘hybris’ la enfermedad del poder conduce, inevitablemente, a los mortales, a cometer errores trascendentales, lo que, a su vez, provoca la némesis, el castigo.

‘El síndrome de hybris suele afectar a los que el poder ha cegado. La locura y desmesura guían su proceder. Se sienten llamados por un mandato superior que los mortales no son capaces de comprender y por eso su actuación es incomprendida por los ‘infraseres’. Una enfermedad que los lleva a actuar no por el bien común, sino con el único objetivo de glorificarse y mejorar su posición personal’

(https://www.diarioarmenia.org.ar)

Estos días, tras las elecciones municipales, vemos muestras de ese síndrome, en muchos políticos, por ejemplo, en Ada Colau (alcaldesa en funciones), que no cesa de querer imponer una coalición de ‘progreso’, con tal de evitar que Xavier Trías (el vencedor de las elecciones), sea alcalde.

A mi me parece claro que tanto Ada Colau, como Jaume Collboni (PSC/PSOE) utilizan erróneamente el término de ‘progreso’, queriendo imponer ese eje, en lugar del nacionalista, para evitar, precisamente, su único denominador común absoluto: su dependencia del estado español. Y claro, también, el egoísmo personal, para seguir ocupando poltronas, por su capacidad de poder económico e influencias. Si los Comunes / Podemos, de Colau, deciden votar a Collboni, está claro su deseo de mantener sus prebendas, nada más; pues, los demás argumentos ‘sociales’ son simples fuegos de artificio.

Siempre se pueden analizar las elecciones bajo el clásico eje de derechas / izquierdas, pero, en la actualidad ya ha perdido bastante sentido, por enmarcarse todos los partidos en el marco de la socialdemocracia.

El término político de ‘izquierda’, se asociaba al cambio social y político, mientras que el de ‘derecha’, quedó asociado al conservadurismo, opuesto a los cambios. Y, esa visión, en la complejidad actual, ya ha quedado superado. Por lo que, su mantenimiento no deja de ser una simplificación excesiva y, en consecuencia, erróneo y sin sentido.

Asimismo, intentar enmarcar los pactos bajo el paraguas del término de ‘progreso’ frente al de estancamiento o regreso, es un falso simplismo, pues, salvo la derecha y extrema derecha, todos los partidos podrían encuadrarse como ‘progresistas’, ya que todos buscan (teóricamente) mejorar el bienestar, la participación ciudadana y la redistribución de la riqueza; si bien, evidentemente, esas prácticas son relativas, con todo tipo de graduaciones y matices, pues, en realidad, prevalece el ‘Todo por la pasta’ (película del 1991, de Enrique Urbizu Jáuregui)

Colau no para de decir que Xavier Trías y todo el partido de Junts son de derechas. Pero, efectuando un análisis objetivo, neutro, apenas hay diferencias entre ese partido y el PSC/PSOE, por ejemplo, ya que ambos son socialdemócratas, como he dicho, y son opuestos al conservadurismo clásico; y, en la práctica, por desgracia, ambos son neoliberales económicamente, pues se basan en el endiosamiento de la libertad del mercado.

En general, los políticos profesionales, españolistas e independentistas, se guían por los dioses Dolos (que personificaba los ardides y las malas artes), Ápate (que personificaba el engaño, el dolor y el fraude), y claro, no olvidan a la diosa Ate (que personificaba la ruina, la insensatez y el engaño).

Vicent Partal, en su editorial de Vilaweb de ayer, 31/5) comenta que el estado español nos sigue imponiendo una ‘biblioteca colonial’, es decir, un catálogo de engaños que los colonizadores hacen servir para ahogar cualquier intento de pensamiento propio, y esos engaños son: ‘Votad al PSOE o vendrá la derecha’, ‘Ahora es preciso un frente democrático contra el fascismo’, ‘Hemos de aparcar las reivindicaciones propias por que ahora es el momento de ir todos juntos’, bla, bla, bla.

Y citando a Fanon, Partal apunta: ‘si nosotros mismos no somos capaces de imaginar que las cosas se pueden hacer de una manera diferente y si no obedecemos nuestra lógica independiente, entonces sólo podemos esperar que nos gobiernen los que nos oprimen’.

El politólogo Álvaro Dante Fachín, director de la web ‘Octuvre’ añade: ‘Perfecto, parar la derecha y la ultraderecha está muy bien. Pero chupando las botas del PSOE no parará nada. Y jugando la carta del ‘mal menor’ tampoco. Pues ya sabemos que, en Catalunya, el ‘mal menor’ es ‘mal’ y basta. De menor nada, pues: ‘El PSOE nos ha reprimido, espiado (con el Pegasus), engañado (con los presupuestos y con los fondos europeos, con la mesa de diálogo), nos ha acusado de terroristas, de racistas, de supremacistas y ha atacado la lengua catalana sin despeinarse’.

Y ante ese panorama, vemos que Pere Aragonès ha comprado ese disgusto, de forma acrítica, pidiendo un frente común ‘independentista’ (otro más), dando ya por segura la victoria del PP. Ese es el mínimo nivel intelectual y moral de nuestro President.

Por todo ello, para no volvernos a engañar, y evitar que nos engañen, debemos actuar de forma libre y consciente, olvidándonos de los mensajes de los líderes de los partidos / empresas. En las elecciones de este domingo pasado, la elevada abstención fue, exactamente, eso, una muestra de libertad e independencia intelectual y afectiva; como también lo fueron los votos en blanco y nulos.

Y esa forma de madurez, deberíamos mostrarla de nuevo, y todavía más, en las elecciones generales del 23 de julio.

En las municipales, muchos adoptamos el plus de echar a la Colau; pero, en las generales, no hay ningún plus: y no queremos males menores ni mayores. Por eso, si no queremos ser destruidos, dejemos de actuar de forma ‘alocada’, pues, como he dicho:

‘Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco’