Ayer, viernes 25, fue el último día de regidora de Ada Colau Ballano, una activista que fue alcaldesa de Barcelona desde junio del 2015 a junio del 2023; y me parece que la expresión de palindrómica, que se me ha ocurrido, responde, perfectamente a esos dos momentos, como explico a continuación.
Es preciso señalar que Colau, asimismo, es la presidenta de la coordinadora general de Barcelona en Comú y presidenta de la coordinadora general de Catalunya en Comú; cargos que, parece que seguirá ejerciendo.
Originariamente, la activista Ada Colau fue cofundadora y portavoz de la Plataforma de afectados por la hipoteca (PAH) entre 2008 y 2013; si bien desde el 2001 ya estaba vinculada a movimientos antiglobalización.
Y con estos mimbres, me parece totalmente coherente que ayer, en su discurso de despedida del ayuntamiento de Barcelona, criticase a las élites de la ciudad y del país, diciéndoles provincianos, mediocres y avariciosos.
Y por eso, la denominación que le he puesto de palindrómica, pues, palíndromos (del griego ‘palin’ y ‘dromos’, significa ‘que vuelve atrás, que va y viene) y ese término se aplica a las palabras y números que se repiten en el mismo orden, desde el inicio y desde el final; como ejemplos: Anna, Llull, ala, alá, ama, allá, etc.; o las palabras bifrontes como ‘amor / Roma’, ’arroz / zorra’, etc.
Ahora bien, lo que no me parece coherente, ni ético, ni moral, es anteponer el poder por encima de todo y de todos, pues durante sus ocho años de gestión, nos ha mostrado que decía una cosa, y hacía la contraria, y todo por una indisimulada ansia de poder.
Así, vimos que:
- En el año 2015, su partido ganó las elecciones (11 regidores, entre una lista formada por Guanyem, ICV-EUiA, Equo, Procés Constituent i Podem), mientras que Xavier Trias (CiU) obtuvo 10 regidores, y Trias fue coherente, ya que durante la campaña electoral había defendido que gobernase la lista más votada, por lo que renunció a buscar pactos de investidura (lo que fue un grave error)
- En el año 2019, Ada Colau fue elegida alcaldesa gracias a los votos del PSC/PSOE y de Manuel Valls (Barcelona pel canvi – Ciutadans), partido que tenía como objetivo sacarla del ayuntamiento,
- Y las elecciones del 2023, que ganó Ernest Maragall, de ERC, el partido de Colau quedó en tercer lugar, pero pactó el apoyo de Jaume Collboni (PSC/PSOE) y el PP, que se confabularon para evitar que Maragall fuese alcalde, pues todo les valía para evitar un alcalde independentista.
Y durante su mandato, Ada Colau buscó los máximos titulares y shows espectaculares, como retirar el busto del rey, rebajarse el sueldo, utilizar el transporte público, etc. Pero esos gestos fueron efímeros, pues el engranaje del poder enseguida la engulló y, ella, se dejó engullir gustosamente, pues de criticar el Mobile World Congress, inmediatamente pasó a ser la más ferviente defensora.
Otras gestiones controvertidas fue su negación a la instalación de una sede del museo Ermitage de San Petesburgo, e implantar súper-islas (beneficiando a unos vecinos y perjudicando a muchos otros, de forma directa o indirecta; pero la imagen de luchar contra los coches, le valía cualquier cosa, y al coste que fuera, cuando lo adecuado es empezar potenciando y ampliando el transporte público)
Y una característica de Colau y de su partido, fue la de ser un dique de contención del independentismo, pues siempre se caracterizó como estrictamente españolista; y eso le sirvió para congraciarse más afinidades con personajes unionistas, claro, incluso de la élite catalana.
En sus ocho años de mandato, la crisis de la vivienda (que fue su gran tema como presidenta de la PAH) se fue agudizando, hubo más desahucios que nunca, la ciudad de Barcelona sufrió un incremento derivado del problema de la gentrificación turística, etc.
En general, un balance muy mediocre, de una persona mediocre y vulgar, que además de criticar a las élites por su provincianismo y mediocridad, debería haber efectuado, asimismo, un ejercicio de autoanálisis, mirándose al espejo, pues ella, tiene sin acabar sus estudios universitarios; y eso no es óbice alguno para ocupar cargos de la mayor relevancia (ya lo vimos con José Montilla, Miquel Iceta, etc., que carecían de estudios universitarios), pero a muchos de ellos bien se les podría asignar el lema ‘menos lobos, caperucita’, es decir, que no pretendan mostrarse como modélicos.
Esa carencia debería comportar una cierta modestia, pero no; en su caso, lo revertieron como mecanismo de defensa, siempre yendo al ataque, y esa actitud no siempre es una buena estrategia, como titula Josep Antich en su editorial ‘Colau, cuando atacar no es la mejor defensa’ (elnacional.cat, 25 octubre)
Y no solo se trata de considerar la obra de gobierno, si no la gestión de su partido, ya que ayer, precisamente, Aida Nízar, rompió su silencio sobre los casos de abuso sexual de Iñigo Errejón, que ella, en su etapa de actriz en Barcelona, fue acosada y abusada por ese depredador sexual, con cara de niño bonito, y acusó a Ada Colau y a Pablo Iglesias de que lo supieron y callaron.
Y siempre sale perdiendo la víctima, pues como el caso de Nevenka Fernández, que he venido comentado, la víctima, tuvo que irse a vivir a Irlanda, para poder encontrar trabajo, ya que aquí, el acosador (del PP) le siguió haciendo la vida imposible, incluso después de que el depredador perdiese el juicio penal.
Y en el caso de Aida Nízar pasó lo mismo, ya que, ante la negativa a prestarse a ser abusada, Errejón la amenazó diciendo que nunca más trabajaría para TV3 (la televisión catalana), y así fue, tuvo que irse a otras televisiones, pues aquí le cerraron las puertas.
Como vemos, hay mucho trabajo para eliminar a esos depredadores, y, también, a los que, inmoral e irresponsablemente, taparon sus ‘gestas’; lo que les invalida para gestionar equipos humanos, de cualquier índole.
Así que Ada Colau debería quitarse de la cabeza el volver a presentarse a las elecciones municipales del 2027, como ha ido anunciando; está bien que quiera distanciarse para formarse más y mejor, pero que no sea para volver a ejercer un cargo de representatividad ciudadana, ya que, con sus ocho años, ya hemos cubierto la cuota de padecimiento, pues en este momento, muy pocos barceloneses están satisfechos con su gestión.
Ya conocemos su palindrómico ejercicio: ser Antisistema previa y posteriormente (como expresan las letras ‘A’ inicial y final), pero entremedio, (y atendiendo a la letra ‘D’), ser un Desastre.