La parálisis por el análisis es un típico error propio de situaciones en las que se está estancado imaginando posibles opciones, pero sin decidirse a aplicar ninguna. Pero, en la situación política actual en Catalunya y España, la realidad es que estamos en un bucle, en un bloqueo que, en realidad, esconde la procrastinación (dejar para mañana, lo que se puede hacer hoy) y la aboulomanía (indecisión patológica), como intento explicar en este escrito.
Estos días post elecciones, hemos visto que Pere Aragonès anunció que renunciaría a su acta de diputado; Oriol Junqueras se ha autopostulado para seguir presidiendo el partido de ERC; Salvador Illa se considera el virtual presidente de la Generalitat; el gobierno español sacando pecho de la victoria en Catalunya avalando el entierro del independentismo; el PP con su doble cara, defendiendo el fin del procés y, a la vez, el mantenimiento del mismo, ya que, según ellos, beneficia a Pedro Sánchez; etc.
En realidad, un verdadero galimatías que se prolongará, ya que Salvador Illa pospondrá los acuerdos hasta después de las elecciones europeas (para no perjudicar a su jefe Pedro Sánchez), si bien las elecciones de la UE serán el próximo 9 de junio y el plazo para elegir al presidente del parlament acabará el día 10.
Es lógico que todos los partidos precisen un tiempo para redefinir sus proyectos y recomponer sus discursos.
Pero es ilógico que este período se utilice para mostrar su deporte favorito, que es el de ‘dejar para mañana lo que se puede hacer hoy’ (procrastinación, de ‘procrastinare’: diferir, aplazar), y en eso Pedro Sánchez es un verdadero especialista, ya que cualquier motivo (la pandemia, las guerras, la economía, las elecciones gallegas, las vascas, las catalanas, las europeas, etc.), le sirve de excusa para posponer las mesas de negociación entre el PSOE y Junts / ERC. Y así, vemos que la infrafinanciación de Catalunya se perpetúa, con la consiguiente incidencia en la vida de los catalanes. Y esta es una realidad incontestable.
En esa línea, tenemos un claro ejemplo con Jaume Collboni, alcalde de Barcelona (gracias al apoyo del PP), que, tras un año de la toma de posesión del cargo, es incapaz de decidir con qué socio quiere gobernar. En parte, es por el mismo defecto mencionado de la procrastinación, pero, en paralelo, muestra, también, una gran incidencia de la aboulomanía, que, etimológicamente, tiene su origen en ‘a’ (sin) ‘boulon’ (‘voulon’: voluntad) y ‘manía’ (locura). Y, claro, tras la debacle de ERC, ahora, la que volverá a tener puntos para entrar en el gobierno del ayuntamiento (y para nuestra desgracia), será Ada Colau, que, por fin, conseguirá una cuota de poder, que es su único objetivo.
En definitiva, que tenemos unos políticos incapaces de tomar decisiones por sí mismos, de mojarse, ya que no quieren correr ni asumir riesgos. Prefieren que sea la propia evolución de los hechos, la que le determine la decisión. Y la casi totalidad de ‘líderes’ son así, salvo honrosas excepciones, como Carles Puigdemont, que ha mostrado su valentía, expresando en todo momento su hoja de ruta. Pero, la mayoría son clónicos, copias infantiles del tahúr Pedro Sánchez, al que le copian hasta su forma de comunicación, pues ahora Salvador Illa y Oriol Junqueras también han enviado cartas abiertas a sus militantes y ciudadanía en general. Ese es el nivel de baja autoestima y valor de esos personajes, pues, a lo que temen más, es al fracaso, ya que esos personajes, consciente o inconscientemente, intentan compensar su escaso valor con una imagen de prepotencia y, claro, un fracaso, un error lo viven como una gran herida.
El caso de Oriol Junqueras es peculiar, ya que, durante todos estos años, y más durante la campaña, siempre ha estado en primera línea, chupando cámara, especialmente en los momentos de ponerse medallas. Pero, tras la derrota, se ha mantenido en segunda fila (físicamente, en los actos que ha convocado Pere Aragonès); y en la carta que envió, dice que tiene fuerzas y ánimos para seguir trabajando por el país. Pero, claro, sin efectuar un claro ejercicio de autocrítica, ya que él, como presidente del partido, debería asumir la máxima responsabilidad del fracaso, y dimitir. Pero su ambición y narcisismo son inmensos. Y, quizás tenga fuerzas y ánimos, pero, a mi modo de ver, ha demostrado que le falta lo principal: la idea y voluntad para trabajar para Catalunya, por encima de personalismos y partidos.
Así, la situación actual nos ha demostrado, nuevamente, que no hay partidos políticos, si no, partidos DE políticos.
Ante esta situación, me parece que los ciudadanos debemos mostrarnos un tanto escépticos y cabreados, claro. Por eso creo que es interesante tomar un poco de distancia, y reflexionar de forma serena y desinteresada, ya que los ciudadanos de base somos los únicos que podemos ser objetivos, puesto que sólo nos motiva el futuro del país.
Para esa reflexión, creo que puede ser útil la lectura de algunos micro-relatos de Pere Calders i Rossinyol (1912 – 1994); un escritor y dibujante que, al finalizar la guerra del sublevado asesino y dictador Franco, se exilió 23 años en México:
Historia castrense: Si les hubiera mandado saltar por la ventana, lo habrían hecho casi con alegría, por que confiaban ciegamente. Hasta que un día les ordené que saltasen por la ventana, y entonces desertaron todos, porque un hombre que dispone cosas así no es de fiar.
Discreción: Le invitaron a pensar y contestó que no quería molestar, que ya pensaría en casa.
El espejo del alma: No nos habíamos visto nunca, en ningún lugar, en ninguna ocasión, pero se parecía tanto a un vecino mío que me saludó cordialmente: el también se había confundido.
El exprés: Nadie le decía a qué hora pasaría el tren. Lo veían tan cargado de maletas, que les hacía pena explicarle que allí nunca había habido ni vías ni estación.
Espejismo: El otro día, mientras me afeitaba, me descubrí otra cara. Y no me era desconocida, se parecía a la de un vecino mío que no puedo ver, un hombre insoportable con el que discuto cada día. Desde entonces me tengo manía y me odio, ya no me puedo quedar sólo conmigo mismo.
No se sabe nunca: De las cuatro ruedas del coche, había una que giraba al revés. Pero era la buena, porque intentaba alejarse de una curva que nos destrozó a todos.
Vale más no tocarlo: Se realizó. Al final, después de grandes esfuerzos y sacrificios, lo consiguió. Y lo que son las cosas: se ve que no valía la pena, porque todos coincidían al decirle que estaba mucho mejor en su etapa de proyecto.
Cuestión de trámites: Le dijeron al reo que tenía el derecho de una última voluntad, pero él respondió que pasaba, porque no se entenderían nunca.