Buscar

La perenne patente de corso española

Amadeo Palliser Cifuentes    amadeopalliser@gmail.com

‘Francis Fukuyama publicó en 1992 su polémica obra ‘El fin de la historia y el último hombre’, exponiendo su idea de que la Historia, como lucha de ideologías, había terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal que se impuso tras el fin de la Guerra Fría.

(…)

Inspirándose en Hegel, afirmó que el motor de la historia, que es el deseo de reconocimiento, el thimos, se paralizó debido a la disolución del bloque conformado por gobiernos comunistas, acto que dejaba como única opción viable una democracia liberal, tanto en lo económico como en lo político. Se constituye así en el llamado pensamiento único: las ideologías ya no son necesarias y han sido sustituidas por la economía.

(…)

El fin de la historia significaría el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas, los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batalla.

(…)

Pero esto no significa que ya no sucederán más cosas a través de la historia, porque, argumentaba él, la historia generalmente va determinada por la ciencia y ésta no ha encontrado todavía sus límites. Por el contrario, Fukuyama cree que ahora es el turno de la biología; los descubrimientos que se hagan en esta ciencia orientarán el futuro’

(Wikipedia)

Todos sabemos que esa publicación fue muy contestada, siendo de interés destacar ‘La democracia inacabada. Una réplica alemana a las tesis de Francis Fukuyama’, de Ulrich Beck, si bien, en algunos aspectos me parece que no iba muy desencaminado; pero cometió importantes errores, como: no considerar el movimiento feminista, ni el ecologismo, ni el problema migratorio por causas políticas, económicas y religiosas, ni, en definitiva, el concepto ‘one health’ (una salud), que contempla la interdependencia de la salud humana, animal y medioambiental ante el gran reto del cambio climático, por citar unos ejemplos, que Fukuyama reducía a la biología.

Ahora bien, toda esta introducción me parece de interés para destacar que, en el estado español, hay formas de actuar y estrategias que siguen teniendo la misma validez histórica, pues vemos cómo se sigue perpetuando la ‘patente de corso’ contra todo lo que les huele a independentismo catalán. Y por esto, creo que es de interés hacer una breve reseña a modo de recordatorio:

‘Los corsarios (del latín ‘cursus’, carrera) eran marineros a los que un estado había concedido una patente de corso. Este documento les autorizaba a atacar navíos de países enemigos y apoderarse de la nave y de su carga. (…) De esta forma el propietario se convertía en parte de la marina del país o la ciudad expendedora’

‘El término pirata, etimológicamente tiene diferentes orígenes, entre ellos el del griego pyros (fuego), ya que después de saquear la nave asaltada, la quemaban. Según otros autores, por ejemplo el RAE, proviene del griego peiratés (peira = prueba) que deriva de peiraoo (esforzarse, tratar de, intentar la fortuna en las aventuras)’

‘Los piratas se dedicaban a saquear navíos (originariamente en las Antillas durante el siglo XVII), pero violando las leyes en beneficio propio, en paz o en guerra, contra cualquier enemigo, mientras que los corsarios lo hacían solo en tiempos de guerra y bajo el permiso de un gobierno incorporado a su pabellón naval, que se lo otorgaba para acabar con el tráfico marítimo y así debilitar la nación enemiga.

La piratería es una práctica de saqueo organizado o bandolerismo marítimo, probablemente tan antigua como la navegación misma (…) con el propósito de robar su carga, exigir rescate por los pasajeros, convertirlos en esclavos.

(…)

La distinción entre pirata y corsario es necesariamente parcial, pues corsarios como Francis Drake o la flota francesa en la Batalla de la Isla Terceira, fueron considerados vulgares piratas por las autoridades españolas, ya que no existía una guerra declarada con sus naciones. Sin embargo, el disponer de una patente de corso, sí ofrecía ciertas garantías de otro ejército, y al mismo tiempo acarreaba ciertas obligaciones’

‘Propiamente americanos fueron los bucaneros y los filibusteros. Los primeros aparecieron desde 1623 en partes deshabitadas de La Española, que poseía gran cantidad de ganado cimarrón. Estos personajes cazaban el ganado, que luego era asado y ahumado (bucan), labor que les valió el epíteto de bucaneros.

(…)

Los bucaneros eran colonos procedentes de varios países europeos, en su mayor parte franceses e ingleses (…) su principal actividad y sustento era la caza y el ahumado de la carne en una parrilla en la que quemaban maderas húmedas o verdes y conocida como ‘bucán’. Esa carne ahumada la vendían, ya que era más apta para la conservación en los navíos. (…) pasado un cierto tiempo, fueron expulsados por los españoles, viéndose obligados a huir a Isla Tortuga, donde cambiaron su actividad comercial directamente por la piratería, y, más adelante, formaron parte de los filibusteros’

(…)

Los filibusteros, asentados en la citada Isla Tortuga, tenían una actividad basada en el saqueo, aunque no utilizaban grandes naves, sino veleros de carga conocidos como flyboot o filibotes, de donde se deriva el nombre de ese colectivo’

(Wikipedia)

Históricamente, Íñigo de Artieta, comerciante, armador y militar de Lequeitio, tras varios años de pirateo, en 1493 inició sus ‘trabajos’ en servicio de los Reyes Católicos en el Atlántico, capitaneando la flota que trasladó al rey Boabdil a África. Pedro de Larraondo, Juan García, Amaro Pargo, Ángerl García Cabeza de Perro, José Gaspar Gasparilla, Benito Soto Aboal, Mansel Alcántara, etc., fueron piratas españoles muy temibles que, de forma puntual o más continuada, actuaron como corsarios. Cabe señalar que el borbón Felipe V nombró a Amaro Pargo: ‘señor de soga y cuchillo’.

En las Islas Baleares se hicieron muy populares los corsarios hermanos Barceló. Joan Barceló, al ser capitán en la fragata de la armada real, ya llevaba la insignia: ‘Vigilante, Catalán y Atrevido’. Posteriormente obtuvo la patente de corso para actuar contra los navíos argelinos.

Haciendo un simple juego, podemos buscar ciertas similitudes y paralelismos entre las citadas actividades piratas y la situación actual:

Es evidente que Felipe VI y los poderes del estado (ejecutivo, legislativo, judicial, militar, policial, etc.), actúan como una poderosa armada real, contra los ‘enemigos’ catalanes.

Las cloacas del estado, con sus armas alegales, ilegales y amorales, junto a los medios de comunicación estatales, las empresas del Ibex-35, etc., actúan como corsarios, pues, al considerar el estado español que están en guerra contra nosotros, les otorgan patente de corso para arrasar y aniquilar cualquier actividad catalana, cualquier acción que hagamos, sea la que sea. Esta es la carta de naturaleza que tienen otorgada y asumida desde hace 307 años, es decir, desde el nefasto 1714.

Esas mismas fuerzas, en tiempos menos ‘conflictivos’ respecto a reivindicaciones independentistas, actuaban a modo de meros piratas, obviamente; pero su finalidad era la misma, es decir, controlar y limitar el crecimiento catalán.

En este juego, los catalanes podríamos asimilarnos a los bucaneros, realizando actividades y comerciando con ellas, mientras fue posible, y, finalmente, viéndonos obligados a hacer de filibusteros, dada nuestra debilidad, relativa, respecto a la gran flota armada de la corona.

Evidentemente, no se puede generalizar ni simplificar, lo que he hecho es un mero ejercicio metafórico dialéctico; y sé que no es correcto ni idealizar ni idolatrar las situaciones, ya que son muy complejas, y todas presentan claroscuros.

Por eso, me ha parecido muy interesante una reflexión de Josep Ramoneda, en su artículo de hoy en el Ara, titulado ‘Instalados en el imaginario de la polarización’. Con este filósofo y periodista discrepo en muchas ocasiones, y hoy también, pero, como digo, la idea central de su artículo me ha parecido interesante (no sus derivadas), pues señala que:

‘En tiempos de desconcierto, la simplificación: polarización que ahorra muchas horas de pensar, por que sólo hace falta encontrar una oposición que marque la incompatibilidad radical con el adversario y repetirla hasta el infinito. En pocas horas, en la política española hemos oído: ‘socialismo o libertad’, ‘libertad o fascismo’, ‘comunismo o libertad’, según cada uno iba moviendo las piezas. En Catalunya hace tiempo que estamos instalados en el unionismo (constitucionalismo) o independentismo (soberanismo)’

(Ara, 17 marzo 2021)

Está claro que reducir la situación a meros clichés, es una simplificación y, como toda reducción, deja de contemplar muchos de los aspectos colaterales. Pero, efectivamente, también tiene sus ventajas, ya que etiquetar correctamente, es clarificar lo sustancial.

En Catalunya, como en todas las sociedades, hay muchos ejes: el derecha / izquierda; el unionista / independentista; el catalanista / españolista (este eje es más bien cultural); etc. Y lo importante es saber que cada una de estas etiquetas no se refieren a círculos cerrados excluyentes; son conjuntos que, como se expresaba con los diagramas de John Venn (1880), interseccionan o no, ya que, topológicamente, presentan relaciones de unión, inclusión y disyunción.

Un independentista puede ser de derechas o de izquierdas, igual que un unionista.

Un ejemplo clásico de la teoría de los conjuntos es el siguiente:

‘En una escuela hay 150 alumnos, 60 juegan con una pelota en el recreo, 25 juegan a la cuerda y solo 15 juegan ambas. ¿Cuántos alumnos juegan con una cuerda? ¿Cuántos alumnos no juegan con una pelota? ¿Cuántos alumnos no juegan a nada? (esto no es un ejemplo de un conjunto, es un problema de conteo)’

Pues bien, en nuestro caso, la situación es más compleja, y únicamente se solucionaría con un conteo, con un referéndum. No podemos ser excluyentes, buscando y diferenciando a los independentistas de izquierdas y los de derechas. Y lo importante, a mi modo de ver, es determinar qué eje priorizamos.

Pero sabemos que los conjuntos unionista / independentista, sí que son excluyentes, y su etiqueta es clara, no lleva a ninguna confusión. Y difícilmente confluirán, en su conjunto, evidentemente; si bien esperamos que, poco a poco, vaya habiendo un. trasvase del primero hacia el segundo.

Y no se trata únicamente de un deseo de futuro, por nuestro interés de soberanía, sino, por la historia, que no debemos olvidar ni olvidaremos.

Un ejemplo, lo tenemos en un artículo de Marc Pons, publicado hoy en elnacional.cat, señala que:

‘Un día como hoy, de hace 82 años, el general Fidel Dávila Arrondo, ministro de defensa de la junta de Burgos (el gobierno rebelde) hizo públicas las estadísticas de prisioneros republicanos internos en prisiones y campos de concentración, datos publicados en La Vanguardia del 18 de marzo de 1939. Los franquistas tenían 431.351 prisioneros, de los cuales, 177.905 capturados durante la campaña de ocupación de Catalunya (julio, 1938 – febrero, 1939).

Y tras explicar las nefastas condiciones de estos prisioneros, en diferentes cárceles catalanas, como El Castell de Pilats (Tarragona), la Model (Barcelona), la Seu Vella de Lleida, etc., acaba con una ‘proclama de Isidro Castrillón López, máximo responsable carcelario del régimen franquista en Catalunya: ‘tenéis que saber que un preso es la diezmillonésima parte de una mierda’

(fuente, elnacional.cat, 17 marzo, 2021)

Y no podemos olvidar que esa concepción punitiva y despectiva, si bien ‘actualizada’, la siguen teniendo, pues hoy mismo, el ministro de justicia, Juan Carlos Campo, en su comparecencia en el congreso de diputados, ha dicho que ‘el retorno de Serret demuestra que no hay presos políticos en el estado español. El estado español no es un estado represor, ni tiene presos políticos, Serret es una persona fugada que viene, se presenta delante del tribunal supremo, declara, marcha en libertad y recoge su acta de diputada.

(…)

Campo ha lamentado que la CUP ‘sólo tenga su tema’ (diálogo y amnistía), y ha añadido que ‘España es una democracia plena que es legítima por el respeto a los derechos fundamentales, y donde hay separación de poderes, no puede interceder delante de los tribunales de justicia’

(Vilaweb)

Pues bien, un ministro y su presidente, Pedro Sánchez, que han ido sacando y escondiendo las opciones del indulto, y el de la reforma del código penal, según sus conveniencias políticas de cada momento electoral, o por necesidades de apoyo a los presupuestos generales del estado; ahora, en plena pre campaña por la comunidad de Madrid, ya no les conviene ni acordarse. Esa es su moral, les importa un bledo, la privación de la libertad de los presos políticos, que ya llevan más de tres años encarcelados. Por eso, en el fondo, no se diferencian mucho del citado Isidro Castrillón, solo las formas, pero el fondo es el mismo.

Y eso no es más que una pequeña muestra, nos consideran lemmings, los pequeños roedores del Ártico, y querrían, asimismo, que fuera cierto el mito creado por Walt Disney en su documental ‘Wild Wilderness’, (1958), de que esa especie se suicida colectivamente, saltando por elevados acantilados.

Los unionistas, con su deseo de que pasemos página de esta última década, querrían tirarnos desde arriba de la roca Tarpeya (Monte Taigeto), como hacían los espartanos.

Por todo esto, y por muchos motivos más, debemos perseverar, insistir, persistir, y seguir reivindicando la amnistía y la independencia.