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La realidad irreal

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Si aprendiésemos de la historia y de nuestra experiencia, deberíamos ser críticos con todas las ‘informaciones’ recibidas, pero, desgraciadamente, tenía razón un póster de la plataforma en defensa de los animales, que ya cité en un escrito hace meses, y que decía: ‘Creemos en lo que no vemos y negamos todo lo que no queremos ver’. A continuación, presento mis elucubraciones al respecto.

Ayer, el president de la Generalitat, Pere Aragonès (ERC), al ver que el Parlament no le aprobaba los presupuestos para este 2024, convocó elecciones para el próximo 12 de mayo.

La excusa para la no aprobación, ‘sine qua non’, por parte de Comunes/Sumar, fue la construcción de un macro casino de Hard Rock en Salou (Tarragona), impuesto, ‘sine qua non’, por Salvador Illa (PSC/PSOE).

Por parte de Junts, el argumento, también ‘sine qua non’, era la supresión del impuesto de sucesiones, un impuesto redundante, ya que los montantes en cuestión ya tributaron en su momento; y que es un impuesto que casi la totalidad de las comunidades autónomas españolas suprimieron o bonifican al 99%, por lo que es un agravio comparativo. Y mediante ese impuesto, en el año 2023 la Generalitat recaudó en torno de los 800 millones de euros, y el mantenimiento de ese impuesto es una línea roja, ‘sine qua non’, de ERC.  

Pero muchos desconfiamos de esas tontas excusas que, obviamente, responden:

  • a una visión especulativa basada en la construcción inmobiliaria, el turismo y el ocio, en su vertiente ludópata; y
  • a privilegiar a la población con más recursos.

pero que, aún así, no justifican poner en riesgo unos presupuestos de la Generalitat, que para este año 2024, hubieran rondado los 43.673 millones de euros (los del 2023 contemplaron un gasto total del 41.025)

En Catalunya, como en todos los países, los presupuestos generales dan cobertura a las políticas sociales y económicas del momento; y, en la actualidad, en nuestro país tenemos grandes e importantes carencias básicas: educativas; sanitarias; del sector primario (agricultura y ganadería); la falta agua, por la importante sequía que, de seguir así, pronto requerirá restricciones de agua de boca; etc.

Evidentemente, al no tener los presupuestos aprobados, automáticamente el gobierno prorrogará los del ejercicio anterior, pero, claro, los 2.648 millones adicionales, tenían unos destinos relevantes para los sectores críticos mencionados.

La automática decisión de Pere Aragonès de convocar elecciones, en principio, tiene su lógica democrática, pues un gobierno que ve que su proyecto de gestión es rechazado, debe someterse al escrutinio; pero hemos visto que en otras situaciones semejantes, las reacciones fueron la de prorrogar los presupuestos del año anterior o presentar una moción de confianza en el Parlament, y, en última instancia, la de convocar elecciones.

Pero, a mi modo de ver, la predeterminada y premeditada decisión de Pere Aragonès se debe a un simple cálculo electoral, es decir, que ha antepuesto sus intereses personales y partidistas, ya que, fijando las elecciones para dentro de dos meses, lo que busca es:

  • Que Carles Puigdemont tenga verdaderamente difícil poder regresar a Catalunya, pues los trámites de la ley de amnistía, con grandes posibilidades, no se materializarán hasta el verano (por más que su abogado Gonzalo Boye, esta mañana haya planteado un calendario muy optimista). Y, de paso, coger en mantillas a las nuevas candidaturas, como la de Alhora (Clara Ponsatí y Jordi Graupera); la de Aliança Catalana (Silvia Orriols) y la plataforma cívica de la ANC.
  • Y no asumir las responsabilidades que las crisis climática, sanitaria, etc., se agudizarán en los próximos meses; por lo que, con presupuestos o sin ellos, la gestión de la Generalitat tendría, a corto plazo, más penas que alegrías y serían un peor aval ante las elecciones, si se hubiesen realizado en febrero del 2025.

Y ante esta situación, las reacciones han sido variopintas:

Una, totalmente inesperada, al menos para mí, fue la rápida decisión de ayer mismo, de Pedro Sánchez, de suspender las negociaciones de los presupuestos generales del estado para este 2024, y señalar que su gobierno se pone a trabajar para los del 2025. Y el argumento para frenar la negociación de los presupuestos del 2024, fue que las elecciones vascas (que hace meses ya estaban previstas para el 21 de abril próximo) y ahora las catalanas (fijadas para el 12 de mayo), comportan un plus de dificultad, que le han inclinado a la decisión señalada, de prorrogar los presupuestos del 2023.

Pero, a mi modo de ver, la decisión de Pedro Sánchez refleja su debilidad ante las acusaciones de corrupción por el caso Koldo, que irá cogiendo cuerpo, consistencia e importancia, pues el PP, como los buenos sabuesos, una vez muerden, no sueltan la presa. Y a eso, hay que añadir la debilidad debida a las críticas por la aprobación de la ley de la amnistía, que ha levantado a todos los poderes del estado, incluidas sus cloacas.

En este caso, es triste ver que Pedro Sánchez ni siquiera ha intentado negociar los presupuestos, y ha primado su interés personal y partidista, sobre el interés general de la población, con sectores muy necesitados.

Efectivamente, que Pedro Sánchez haya asumido que una excusa como la construcción del Hard Rock, sea válida para tumbar los presupuestos de la Generalitat y los del reino español, en realidad, es incomprensible para el común de los mortales; como lo es, que Salvador Illa tenga tantísimo interés en ese macro casino.

Solo hace falta recurrir a la etimología, para saber diferenciar que el termino ‘realidad’ viene de realitas: cualidad relativa a la cosa verdadera o real; mientras que el de la mentira viene del latín mentiri: urdir un embuste con la mente.

Ante esta situación generalizada, hay dos opciones extremas:

  • creer en las casualidades, en las coincidencias, o,
  • caer en teorías conspiratorias o conspiranoicas.

pero, a mi modo de ver, es más razonable desconfiar de las casualidades, y más en la política ‘profesional’, formada por multitud de personas dedicadas, prioritariamente, a conseguir y/o mejorar sus condiciones económicas personales; y, claro, con todo el tiempo y recursos para definir las mejores estrategias personales y partidistas.

Carl Gustav Jung (1875 – 1961) estudió el concepto de la sincronicidad, considerando que es la coincidencia temporal de dos o más acontecimientos, no relacionados entre sí causalmente, cuyo contenido significativo es idéntico o semejante. Por su parte, Sigmund Freud (1856 – 1939) consideró que las coincidencias no existen.

Pero, aún así, la serendipia (serendypia) se basa en las coincidencias sorprendentes e incluso aparentemente mágicas, las casualidades inexplicables que suceden en nuestras vidas.

Y centrándome en la política, estoy convencido de que nunca, y nunca es nunca, existen las casualidades ni el azar.

Por eso, debemos perder la mayor o menor candidez, y no dejarnos embaucar por los políticos (salvo notables excepciones, que son transparentes, claro).

Aún así, siguiendo con las casualidades, la serendipia, o lo que sea, en el Ara de hoy, 15 de marzo, he encontrado las siguientes referencias, que me han parecido interesantes incluir dado el tema del presente escrito:

1 –

Sebastiá Alzamora, en su artículo titulado ‘Fins a la darrera decepció’ (‘Hasta la última decepción’), cita los primeros versos del poema ‘Esperando a los bárbaros’ de Konstandinos Petru Kavafis (1863 – 1933); y comenta que ‘refleja lo que sucede cuando los gobernantes de la cosa pública no hacen su trabajo, o la hacen mal, y sucede que facilitan la llegada de los bárbaros, la ascensión de los enemigos de los ciudadanos, mientras ellos pierden el tiempo en absurdas discusiones de poder’.

Seguidamente reproduzco el poema íntegro:

Esperando a los bárbaros

¿Qué esperamos congregados en el foro?

Es a los bárbaros que hoy llegan.

¿Por qué esta inacción en el Senado?

¿por qué están ahí sentados sin legislar los senadores?

Porque hoy llegarán los bárbaros.

¿qué leyes van a hacer los senadores?

ya legislarán los bárbaros, cuando lleguen.

¿Por qué nuestro emperador madrugó tanto

y en su trono, a la puerta mayor de la ciudad,

está sentado, solemne y ciñendo su corona?

Porque hoy llegarán los bárbaros.

Y el emperador espera para dar

a su jefe la acogida. Incluso preparó,

para entregárselo, un pergamino.

en él muchos títulos y dignidades hay escritos.

¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron hoy con rojas togas bordadas?

¿por qué llevan brazaletes con tantas amatistas y anillos engastados y esmeraldas rutilantes?

¿por qué empuñan hoy preciosos báculos en plata y oro magníficamente cincelados?

Porque hoy llegarán los bárbaros; y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.

¿Por qué no acuden, como siempre, los ilustres oradores a echar sus discursos y decir sus cosas?

Porque hoy llegarán los bárbaros y les fastidian la elocuencia y los discursos.

¿Por qué empieza de pronto este desconcierto y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)

¿por qué calles y plazas rápido se vacían y todos vuelven a casa compungidos?

Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.

Algunos han venido de las fronteras y contado que los bárbaros no existen.

¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?

Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.

2 –

Laura Serra, en su artículo titulado ‘Carles Santos, més enllà del músic que cremava pianos’ (‘Carles Santos, más allá del músico que quemaba pianos’)

La autora explica que Carles Santos (1940 – 2017) ‘siempre comentaba que sin Joan Brossa no habría llegado a ningún lugar. Dice la leyenda que, después de un concierto, el poeta se le acercó y le dijo: ‘ya sabes tocar el piano, y ahora qué? Aquella pregunta fue la chispa que le llevó a romper los límites de la música, como antes Brossa había hecho con los límites de la poesía’

3 –

Sílvia Marimon Molas, en su artículo titulado ‘El Born mostra la guerra més enllà del camp de batalla’ (‘El Born enseña la guerra más allá del campo de batalla), explica que ‘el artista chileno Alfredo Jaar, que expone una obra muy crítica con la política exterior de los Estados Unidos, y una de sus obras cuestiona la foto que se envió la noche del 1 de mayo del 2011 con la reacción del presidente Barack Obama y de Hillary Clinton, cuando se les informó que habían matado al líder de Al Qaeda, Ossama bin Laden; después se demostró que la fotografía se había hecho tiempo después, que no era una reacción espontanea. Es despreciable como toda la prensa aceptó esta imagen como verdadera y nadie se cuestionó cuantas familias había matado el ejército norteamericano en esa actuación’

4 –

Jorge Corrales, en su artículo titulado ‘L’efecte Middleton o l’evolució del sentit crític visual’ (‘El efecto Middleton o la evolución del sentido crítico visual’), comenta que la foto facilitada por el Palacio de Kensington difundió una fotografía con la princesa de Gales y sus tres hijos (…) Mientras las agencias de prensa dieron por buena una fotografía trucada, miles de usuarios de las redes no (…)

5 –

Natza Farré, en su artículo titulado ‘Mentidas de veritat’ (‘Mentiras de verdad’), trata asimismo el tema de la fotografía de la mencionada princesa Kate Middleton se cuestiona porqué se miente, y porqué, cuando se les pilla, dan versiones contrapuestas. Y Farré trata, también las mentiras de José María Aznar, 20 años después del atentado del 11 de marzo en Madrid, no reconociendo, ni ahora, las mentiras iniciales, sino, ratificándose en ellas.

Pues bien, como he dicho, ya sea sincronicidad, casualidad, coincidencia, serendipia, o como le llamemos, desde ayer que tengo la mosca tras la oreja, con tantas mentiras de unos y otros; y, quizás eso me ha hecho resaltar las citas mencionadas.

Pero me parece claro que debemos ser críticos y desconfiar de todo, hasta de nosotros mismos, pues nuestras percepciones muchas veces no se corresponden a la realidad.

En definitiva, que no debemos temer a los bárbaros, pues ya los tenemos aquí, pomposamente instalados en sus poltronas.

Y, siguiendo con el citado Brossa, ahora que sabemos que todos engañan, debemos rechazar esas reglas de juego, ya que, en caso contrario, también seremos bárbaros.