Tras el preacuerdo entre ERC y PSC/PSOE, vemos que los medios de comunicación expresan su propia visión excesivamente simplista, diferenciando entre buenos y malos, sin matices, y eso es puro maniqueísmo, está claro. Y esa visión, puede ser didáctica, si es sincera y justa, sin ocultar información relevante, pero no es el caso, como intento explicar a continuación.
Centrándonos en el preacuerdo en cuestión, objetivamente, contiene aspectos positivos, muy positivos, pero, a mi modo de ver, enmascara la realidad, es decir, el conflicto reflejado por el interés de conseguir la independencia, por parte de una buena parte de la sociedad catalana, como se demostró con el referéndum del 2017 (actualmente desmotivado, pero no desaparecido, ni reconvertido al unionismo) y la represión ejercida por el estado.
Y en ese sentido, el primer error lo encontramos tanto en el preámbulo como en el primer compromiso considerado, pues se especifica que:
‘Con esta voluntad, y reencontrándonos en los principios esenciales del catalanismo de raíz popular -nación, progreso y respeto a la voluntad popular-, el PSC y ERC suscriben un acuerdo para permitir una investidura encaminada a conseguir que Catalunya gane soberanía, a partir de cuatro compromisos:
‘Construir una solución al conflicto político basada en un amplio consenso de la sociedad catalana sobre el futuro de Catalunya. Este consenso nos ha de permitir avanzar en el diálogo y la negociación con el Estado para dar forma a un acuerdo que sea refrendado por la ciudadanía de Catalunya’
A mi modo de ver, basar la solución en un amplio consenso, es antidemocrático, ya que, las reglas por las que, con carácter general, se rigen las sociedades y organizaciones, es la mayoría (el 50% + 1 de los votos); y eso no tiene nada que ver con los principios esenciales, ni con el ‘reencuentro’, sino con la matemática democrática, pura y dura; por lo que no son necesarios comités como el que se propugna de la ‘Convención Nacional para la resolución del conflicto político’, integrada por un grupo de ‘impulsores’ representantes de los grupos parlamentarios.
Otro grave error, en ese mismo sentido, es dejar abiertos temas tan cruciales como los siguientes:
‘La aportación catalana a las finanzas del Estado integra la aportación por el coste de los servicios que el Estado presta en Catalunya y la aportación a la solidaridad.
La aportación de los costes del Estado se establecerá a través de un porcentaje de participación en los impuestos.
La aportación a la solidaridad ha de ser explícita y se ha de reflejar de manera transparente. La Generalitat ha de contribuir a la solidaridad con las otras comunidades autónomas a fin que los servicios prestados por los diferentes gobiernos autónomos a sus ciudadanos puedan conseguir niveles similares, siempre que lleven a cabo un esfuerzo fiscal también similar.
Esta solidaridad ha de estar limitada por el principio de ordinalidad’
Es evidente que no establecer calendarios para fijar ambos porcentajes, es un puro brindis al sol. Y vemos que, en lo que se denomina ‘transitoriedad’, todavía se es más opaco al respecto.
El acuerdo fija un calendario básico, para la recaudación de los impuestos, y esto es importante, pero está claro que no es suficiente.
Además, si el objetivo es salir del fondo común (Lofca), no tiene ningún sentido hablar de la ‘ordinalidad’, pues ésta requiere, precisamente, la comparación dentro de un mismo sistema, como el fondo común. Por eso, el País Vasco y Navarra, que están fuera, y se rigen por el cupo por el coste de los servicios del estado, no hablan de respetar la ordinalidad (recibir en función de las aportaciones). Y, claro, en el caso de estas dos comunidades, no es preciso ningún consorcio para las inversiones, ya que, efectivamente, son autónomos para autogestionar sus recursos.
Igualmente, en los restantes capítulos, como la lengua, las selecciones nacionales de deportes, la presencia internacional, etc., prima el voluntarismo, obviando las derivas judiciales. Así que, a mi modo de ver, hacer referencia a ‘impulsar’ / ‘promover’ tal o cual aspecto, es pura demagogia, por más que se establezcan comisiones de seguimiento de este acuerdo, integradas por tres representantes de cada una de las partes firmantes, con el fin de evaluar su ejecución.
Una comisión que estará formada por PSC / PSOE y ERC, es decir, con mayoría socialista (unionista española), deja mucho que desear, pues, para ser una comisión objetiva, debería ser neutra, formada por especialistas universitarios y profesionales de reconocido prestigio técnico y democrático.
Todos sabemos chistes sobre la efectividad de las comisiones para solucionar problemas, y me parece genial el siguiente: ¿Qué hace una vaca pensando?: leche concentrada. Y, otro, adaptándolo al efecto: ¿En qué se parecen los políticos y los plátanos?: en que no hay uno derecho.
Basándome en los aspectos mencionados, me parece que, realmente, este preacuerdo presenta aspectos positivos, pero es ambiguo en los aspectos esenciales; y, claro, eso es un triunfo del tahúr mesetario, como Pedro Sánchez, que no tiene palabra, ni respeto a los pactos y acuerdos, como nos ha demostrado desde que está en el gobierno. Y si encima se le da un dedo (como se hace con este preacuerdo), no sólo te tomará el brazo, te domará totalmente.
Así que, mi valoración, personal, particular, es claramente negativa; si bien, mi opinión es evidente que no tienen ningún valor, salvo para mí.
Así, vemos que este preacuerdo a Pedro Sánchez le volverá a salir a coste cero, si no, al tiempo. Y, claro, en el mientras-tanto, él sigue en la poltrona de la Moncloa, y su delegado estará en la de la Generalitat.
Y con esas ‘malas artes’ veremos que ocuparán, durante tiempo, todos los principales poderes, ya que, gracias a pactos con el PP, Jaume Collboni (PSC/PSOE) es el alcalde de Barcelona.
Es evidente que los beneficiados con este preacuerdo son Pedro Sánchez y Salvador Illa, y no España ni Catalunya.
Estos días están corriendo por las redes y los medios, declaraciones de ambos personajes, diciendo barbaridades contra el independentismo, contra los líderes, contra la amnistía, hasta que, por necesidad aritmética parlamentaria, Sánchez se ha ido viendo obligado a rectificar en esos aspectos (no por convicción, está claro); y, evidentemente, su acólito y gris Illa, como el perfecto monosabio, se doblega sumisamente a su dictado.
Pero no olvidamos su pasado, su historial político, sus zonas negras. Nada nuevo.
Así que Pedro Sánchez asume este preacuerdo, sabiendo que no lo cumplirá; y Salvador Illa, lo asume no solo por disciplina, sino por pura ambición de poder y para españolizar Catalunya.
Espero que más pronto que tarde salgan informes periodísticos e investigaciones serias y completas sobre la gestión de Illa; en este sentido Andreu Barnils, escribió un detallado artículo titulado ‘Salvador Illa, constructor de prisiones’, en el que señaló que:
Illa se define como cristiano, que recuerda de buen grado su paso por el ejército, del que sacó buenas enseñanzas ‘no me desagradó, es un mundo ordenado’, según él mismo; y un seguidor del Español F. C. (un perico)
Alcanzó la alcaldía en su pueblo natal La Roca del Vallès (1995 – 2005), por fallecimiento repentino de su titular; y su gestión fue convulsa y acabó saliendo por piernas, gracias a seis querellas que derivaron en una moción de censura, por recalificaciones sospechosas e irregulares. Illa, a pesar de estar suspendido de sueldo, se negó a convocar el pleno para su cese, hasta que el tribunal superior de justicia de Catalunya le obligó a convocarlo.
Como premio, su partido, PSC/PSOE, le nombró director general de gestión de infraestructuras del departamento de justicia de la Generalitat de Catalunya, cargo que desempeñó 4 años. En ese período se construyeron las prisiones de Lledoners, Puig de les Basses y Mas d’Enric. Barnils dice, cómicamente, ‘un perico construyendo jaulas’
Barnils señala que ‘su paso por infraestructuras se puede resumir en tres líneas, y una reflexión. Las tres líneas son este decreto del DOGC:
‘Artículo único: El señor Salvador Illa i Roca cesa, a petición propia, como director general de Gestión de Infraestructuras del Departamento de Justicia, con efectos del día 30 de abril de 2009, y se le agradecen los servicios prestados.
Barcelona, 28 de abril de 2009. José Montilla i Aguilera, President de la Generalitat de Catalunya. Montserrat Tura i Camafreita, Consellera de Justicia’
Y Barnils apostilla: ‘Illa se pasa cuatro años en el cargo, durante los cuales se construyen las cárceles, y ¿tres días antes, tres, que se inaugure uno de los grandes proyectos estrella de su mandato, la Ciudad de la Justicia (inaugurada el 2 de mayo de 2009) cesa a petición propia? ¿Años para un proyecto estrella y no te esperas a ponerte la medalla? ‘ni de coña’, me comenta un exconsejero del PSC. ‘Esto fue el gobierno, que le hizo cesar. Te lo digo yo. No me hagas decir por qué, porque no se si fue el sobrecoste que dicen que hubo, desavenencias políticas con Tura, o qué, pero a Illa le hicieron caer, te lo digo yo’.
(Vilaweb, 27 de abril de 2024)
Y más recientemente, fue nombrado ministro de sanidad, para cumplir la cuota catalana, asignándole un ministerio irrelevante, ya que sus funciones prácticamente están transferidas a las comunidades autónomas, pero que, por la pandemia del Covid, alcanzó gran relevancia, y su gestión centralizadora fue extrema, así como opaca, pero el gobierno vetó todo tipo de investigación y torpedeó la investigación de la fiscalía europea, argumentando que en momentos de crisis todo era justificable.
Un personaje así, españolista de pro, como demostró con sus múltiples declaraciones y manifestaciones (con Vox, PP y Ciudadanos), ¿es la persona adecuada para llevar a buen puerto el preacuerdo mencionado?, yo creo que no.
Todo es complejo, ya que, por parte de ERC, las cosas no son menos oscuras.
Vicent Partal, en su editorial de Vilaweb de hoy, apunta el ‘principio de autoconsistencia’, elaborado por los científicos Ígor Nóvikov, Kip Thorne y David Lewis, que argumenta que los humanos no podemos ser libres de hacer una cosa que es imposible, ya que estamos atrapados al presente por las acciones pasadas.
Partal analiza la historia reciente de ERC, y me parece muy relevante destacar los siguientes fragmentos:
‘ERC ha pasado en pocos años, de ser una organización popular con militantes de base abnegados y admirables que se han pasado décadas trabajando para la independencia y la justicia social, a ser un partido de cuadros que, con su crecimiento vertiginoso, ha necesitado llenarse de profesionales. En este momento, según diversos cálculos, al menos una tercera parte de los militantes del partido recibe alguna especie de compensación económica por su actividad política. Que, en el caso de los altos cargos de instituciones como la Generalitat y las diputaciones, puede llegar a equivaler a cuatro sueldos de una persona normal y corriente. Las antiguas juventudes del partido y los politólogos de formación diversa, especialmente, han cambiado el modelo y los intereses de la formación’.
(…)
‘En buena parte por el motivo anterior, pero no solamente, estos últimos años, ERC ha experimentado un gran cierre en sí misma que ha reforzado un bien podo disimulado proyecto autoritario que ya venía de antes. Autoritario respecto de la sociedad. Han creído que podían modelar el país desde el poder y por fuerza y, peor todavía, que valía todo para conseguirlo. Lo que, lamentablemente, ha estado demostrado con las aberrantes prácticas de desinformación y manipulación informativa que han salido a la luz estas últimas semanas.
Des del partido – y, más grave todavía, desde el gobierno y jugando con los dineros de todos -, ERC ha intentado presionar a la sociedad y condicionarla en favor suyo, y así ha generado los anticuerpos que eran de esperar entre mucha gente que les era muy próxima y que se ha ido alejando, espantada de lo que veía. En definitiva, han montado una visión del mundo en que o estás absolutamente de acuerdo con todo lo que hacen, por más inexplicable que sea, o pasas a ser un enemigo que se creen con derecho chafar haciendo servir las prácticas más abyectas y sin escrúpulos. Una dosis constante de victimización les ha servido a menudo para frenar las críticas – comentar que no son legítimas, que todos les atacan o refugiarse en el argumento tan infantil ‘y del otro, qué me dices’, pero ya no está claro que les funcione’.
(Vilaweb, 30/07/24)
En base a esta información, y considerando que una tercera parte de los 8500 afiliados de ERC están a sueldo del partido, y bastantes con muy buenos sueldos, me parece que el resultado de la consulta está claro. Aunque el preacuerdo consistiera en decir que la Tierra es plana, votarían fervientemente, como los más cualificados terraplanistas.
Así que sólo nos queda en confiar en los 2/3 restantes de afiliados. Y es penoso que el futuro de Catalunya dependa de tan pocas personas.
Por todo ello, ya no me extraña nada, que ERC haya llegado a ese preacuerdo.
En realidad, ese preacuerdo es un pacto con el diablo, un pacto fáustico.
Y en ese teatro metafórico, Marta Rovira (ERC) ha representado el papel de Fausto, de la obra de Johann Wolfgang von Goethe (1749 – 1832) (basada en historias precedentes), pues ha vendido el alma de su partido, que fundacionalmente era el independentismo, por meros platos de lentejas.
‘La terapia psicoanalítica utiliza la idea de una negociación fáustica para explicar los mecanismos de defensa (…) que sacrifican elementos del yo a favor de alguna forma de supervivencia psíquica. Para el neurótico, el abandono de su genuino yo sentimental en favor de un falso yo más susceptible de ser atendido puede ofrecer una forma de vida viable, pero a expensas de sus verdaderas emociones y afectos’
(Wikipedia)
Y siguiendo con esa obra fáustica, Mefistófeles (Mefostófiles, Mefisto, etc.), nombre que, según la etimología alemana, expresa ‘el que no ama la luz’, ‘enemigo de la luz’, y en la etimología hebrea ‘dispersor, disperso, enlucido de mentiras’; es decir, el Satanás. Un demonio colaborador y, a la vez, contrario a Lucifer (portador de la luz; el ángel caído, ejemplo de belleza e inteligencia a quien la soberbia le hizo perder su posición en el cielo, transformándose en un demonio), me parece idóneo hacer las siguientes semblanzas:
Pues bien, metafóricamente, el papel de Mefistófeles le encaja a la perfección a Salvador Illa, un demonio servil y segundón. Mientras que el Lucifer sería el propio Pedro Sánchez.
Ya nos queda poco para saber el final de la obra que están representando, jugándose nuestro futuro.
He empezado diciendo que no debemos ser maniqueos, y es así, pero, tampoco debemos caer en el relativismo, pues el mal es, entre otras cosas, actuar exclusivamente en beneficio propio, votando en contra de los sentimientos mayoritarios, e incluso no actuando, absteniéndose.
Y finalmente, espero que el recuento de los votos sea transparente, no efectuado en las tinieblas, pues ya tenemos suficiente con el dramático espectáculo que, entre unos y otros, se ha montado en Venezuela.