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La unidad de España como bien superior

Amadeo Palliser Cifuentes
amadeopalliser@gmail.com

Si después de su ‘retiro espiritual’, fuera cierta la regeneración de la democracia apuntada por Pedro Sánchez (PSOE), no nos reprimirían nuestra libertad de expresión en la manifestación diaria y apartidista de ‘Meridiana Resisteix’, pero vemos que no es así, pues sigue predominando el pensamiento único, la monoreurona del neofranquismo, como explico a continuación.

El artículo primero de los principios fundamentales de la Falange Española, emitido el 7 de diciembre de 1933 se especifica que:

‘La Falange Española cree resueltamente en España. España no es un territorio. Ni un agregado de hombres y mujeres; España es, ante todo, una unidad de destino; una realidad histórica; una entidad, verdadera en sí misma -y aún tendrá que cumplir- misiones universales (…) Luego, España, que existe como realidad distinta y superior, ha de tener sus fines propios. Son esos sus fines: 1- La permanencia en su unidad. 2 – El resurgimiento de su vitalidad interna. 3 – La participación, con voz preeminente, en las empresas espirituales del mundo (…) El separatismo ignora u olvida la realidad de España. Desconoce que España es, sobre todo, una gran unidad de destino. Los separatistas se fijan en si hablan lengua propia, en si tienen características raciales propias, en si su comarca presenta clima propio o especial fisonomía topográfica. Pero -habrá que repetirlo siempre- una nación no es una lengua, ni una raza, ni un territorio. Es una unidad de destino en lo universal. Esa unidad de destino se llamó y se llama España. Bajo el signo de España cumplieron su destino -unidos en los universal- los pueblos que la integran. Nada puede justificar que esa magnífica unidad, creadora de un mundo, se rompa’.

Y en su artículo noveno, señala:

‘Para conseguirlo, Falange Española llama a una cruzada a cuantos españoles quieran el resurgimiento de una España grande, libre, justa y genuina. Los que lleguen a esta cruzada habrán de aprestar el espíritu para el servicio y para el sacrificio. Habrán de considerar la vida como milicia: disciplina y peligro, abnegación y renuncia a toda vanidad, a la envidia, a la pereza y a la maledicencia; Y al mismo tiempo servirán ese espíritu de una manera alegre y deportiva.

La violencia puede ser lícita cuando se emplea por un ideal que la justifique: La razón, la justicia y la Patria serán defendidas por la violencia cuando por la violencia -o por la insidia- se las ataque (…) Todo lo que es haz, o falange, es unión, cooperación animosa y fraterna, amor (…)’

Y, aunque la constitución española del 29 de diciembre de 1978, en su artículo 1.1, se especifique que:

‘España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político’,

en su artículo 2 señala que:

‘La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española patria común e indisoluble de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas’

Por lo que vemos que, efectivamente, el denominador común de ambos documentos es la unidad, ya sea ‘de destino en lo universal’ (que no deja de ser una expresión petulantemente vacía) o ‘un estado social y democrático’ que propugna la libertad; pero, siempre, indisoluble, es decir, que no se puede disolver (deshacer), que es sólida, firme, fuerte, perenne, perdurable, eterna, estable, duradera.

Así, la ‘libertad’ mencionada, está limitada y supeditada a esa indisolubilidad, pues, en caso contrario, la violencia puede ser lícita, contra los que consideramos las especificidades propias de Catalunya, por ejemplo, en base a nuestra historia, nuestra cultura, nuestra lengua, etc.

El estado ignora, por lo tanto, a las personas, a nuestra libertad, a nuestra voluntad; pues nos considera como elementos inferiores, meros engranages supeditados a la sacrosanta unidad española.

Y esta mañana hemos tenido una nueva muestra de ese pensamiento conquistador, imperialista, del estado español, pues el excomisario José Manuel Villarejo Pérez (uno de los responsables de la llamada ‘policía patriótica’), en un ‘cara a cara’ en RAC1, con Sandro Rosell i Feliu (expresidente del FC Barcelona, que, por las pesquisas de esa policía patriótica española, fue detenido el 22 de mayo del 2017 y pasó un año y nueve meses en prisión preventiva, junto a Joan Basolí i Lluelles), ha reconocido, abiertamente que:

‘El estado y la unidad de España son un bien superior, que se ha de garantizar, sea como sea’

‘Si no hay unidad de España, no hay democracia’

‘Si alguien quiere independizarse, demuestra que quiere comer más que los otros’

‘Durante la ‘Operación Catalunya’ había razones de fuerza mayor para conseguir información vinculante y aplicar la ley, para evitar la ruptura de España’.

Y todo eso no es nada nuevo, hemos visto repetidas manifestaciones de jueces, expresando que la unidad de España y sus leyes, están por encima de la democracia, de la voluntad popular. Llevamos desde 1714 sufriendo esa ignominiosa política, que, ni el ‘regenerador de la democracia’, como se presenta Pedro Sánchez, tras su dimisión fake, se replantea estos temas, ya que los comparte, forman su ADN castellano.

Parece claro que, en lugar de una democracia, estamos en una forma de gobierno aristocrático, en la que un grupo ‘selecto’, oligárquico, de personas, los jueces, se autoconsideran los más preparados y legales, para atender los intereses de su España.

Su argumento siempre ha sido que las leyes están por encima de todo, pero vemos que, incluso este principio fundamental decae, cuando el poder judicial ve que el parlamento establece leyes, como la amnistía. Por lo tanto, lo que defienden es una interpretación restrictiva e interesada de su pétrea constitución y de las diferentes leyes, sin permitir la más mínima apertura y actualización por intereses políticos, ya que no respetan ni la división de poderes.

Y, además de ese poder judicial oligárquico español, estamos supeditados a organismos como el tribunal de cuentas, las juntas electorales, en sus diferentes ámbitos geográficos, etc., que no forman parte del poder judicial, teóricamente son organismos independientes encargados de supervisar y garantizar la transparencia en sus respectivos asuntos.

Y, como sabemos, si en el poder judicial falta transparencia y regeneración, en esos organismos, no digamos, ya que reproducen las excrecencias del propio sistema.

Y así nos va, pues, extralimitándose de sus funciones, y reinterpretando las leyes según unos intereses españolistas y, por lo tanto, con una visión restrictiva, el colectivo de Meridiana Resisteix, como otros, vemos reprimido nuestro derecho de manifestación y de expresión, por la decisión de la junta electoral de Barcelona.

El argumento de que estamos en la campaña electoral, es una excusa más, ya que nuestro movimiento es apartidista, transversal, y no hacemos campaña por y para nadie, sólo por la Independencia de la República Catalana. Y eso no está expresamente incluido en ninguna de las excepciones legales ni paralegales.

Y, asimismo, vemos los diferentes parámetros con los que se mueve la junta electoral central, pues, debido a la entrevista a Pedro Sánchez, durante el telediario de TVE, tras su ‘reencarnación’, y por la reclamación de ERC y el PP, la junta electoral central decidió que ‘TVE debe otorgar al resto de formaciones que participan en los comicios catalanes un espacio similar al que tuvo Sánchez la semana pasada en TVE’

Pues bien, ese interés de homologación, no lo aplican con nuestra manifestación apartidista.

Nosotros, Meridiana Resisteix, no tendríamos ninguna objeción que se hiciesen otras manifestaciones apartidistas de tinte españolista, unionista.

Pero está claro que el sistema judicial y parajudicial prefieren la represión de los diferentes, de los que no compartimos su ‘unidad de destino en lo universal’.