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Hoy hemos visto la película ‘Bonhoeffer, el espía’ (2024), dirigida por Todd Komarnicki, que tenía ganas de ver, y me ha parecido interesante para profundizar en el personaje, pero, como película, me ha parecido regular. Y, en este escrito me centro en la historia de ese personaje (de alto calibre intelectual y personal, que decidió enfrentarse al régimen nazi, en pleno apogeo del dictador), pues siempre podemos y debemos aprender.
Dado que Bonhoeffer es un personaje bastante desconocido (para mi, totalmente desconocido, hasta leer una reseña de la película, hace unos días), a continuación, reproduzco una breve reseña biográfica:
‘Dietrich Bonhoeffer (1906 – 1945), de familia de clase media-alta (su padre era un psiquiatra reconocido) fue un pastor protestante y teólogo luterano alemán que participó en el movimiento de resistencia contra el nazismo. Es considerado como uno de los teólogos y personas más importantes del luteranismo del siglo XX. Las iglesias anglicanas lo consideran santo y conmemoran su memoria la fecha del 9 de abril, la fecha de su ejecución (a los 39 años).
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Bonhoeffer llegó a Barcelona a finales de febrero de 1928, para estar un año como vicario de la Deutschprachige Evangelische Gemeinde, la parroquia protestante alemana de Catalunya.
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En 1930 pasó un año en el Seminario de la Unión Teológica de New York, y aprovechó para frecuentar la Iglesia Episcopal Metodista Africana de Harlem, donde llegó a destacar en el coro.
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De vuelta a Berlín, el 1931 enseñó teología y escribió algunos libros. Se opuso firmemente al nazismo y a la actitud demasiado condescendiente de las iglesias alemanas delante de Hitler.
Con otros teólogos, entre ellos, Karl Barth o Martín Niemöller, fundó la Bekennende Kirche (Iglesia de la Confesión), de teología luterana no oficial, un movimiento dentro de la iglesia luterana, que se opuso a las políticas antisemitas de Hitler.
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Entre 1933 y 1935 estuvo en Londres haciendo de pastor en dos iglesias germanas y encabezó un seminario para pastores de la Iglesia de la Confesión, en Finkenwalde.
El 1936 fue expulsado de la universidad de Berlín; la Gestapo clausuró su seminario en 1937, y le prohibió predicar, enseñar y hablar en público. El seminario funcionó en el estudio von Blumenthal de Gross Schlönwitz, pero fue también clausurado.
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Bonhoeffer mantuvo muchos contactos con Carl Friedrich Goerdeler y trabajó con opositores al régimen del momento.
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Durante la Segunda Guerra Mundial, Bonhoeffer tuvo un papel clave encabezando la Bekennende Kirche, propugnando la resistencia abierta de la iglesia contra el trato que el nazismo daba a los judíos. (…) A pesar de que el movimiento no era grande, representaba un foco considerable de oposición cristiana a los nazis.
(…) En 1939 se unió a un grupo clandestino que incluía militares de alto rango, encabezados por el almirante Wilheim Canaris. Bonhoeffer fue arrestado en abril de 1943, después de transmitir dinero para ayudar a huir a un grupo de judíos a Suiza. Fue acusado de conspiración y encarcelado en Tegel (Berlín) durante un año y medio.
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Después del infructuoso complot del 20 de julio de 1944, Bonhoeffer fue acusado de complicidad, por sus conexiones con los conspiradores, algunos de los cuales eran familiares suyos, como su tío, el comandante de la ciudad de Berlín, Paul von Hase. (…) Bonhoeffer pasó por diferentes prisiones y campos de concentración, hasta acabar en Flossenbürg, donde fue ahorcado el 9 de abril de 1945, justo tres semanas antes de la liberación de la ciudad. También fueron ahorcados su hermano Klaus y sus cuñados Hans von Dohnanyi y Rüdiger Schleicher. Los cuatro fueron obligados a ir desnudos al patíbulo’.
(Wikipedia)
Unas frases de Bonhoeffer, que remarcan mucho en la película, son:
‘No decir nada es aceptarlo. No hacer nada es permitirlo’.
‘No se puede ser nacionalsocialista y cristiano al mismo tiempo’
Asimismo, en la película se cita el famoso pensamiento (que he reproducido en tres ocasiones, en estos años) de Friedrich Gustav Emil Martin Niemöller (1892 – 1984) compañero de Bonhoeffer, y cofundador de la mencionada Iglesia de la Confesión:
‘Cuando los nazis vinieron…
Cuando los nazis vinieron por los comunistas,
no levanté la voz.
Yo no era comunista.
Cuando encarcelaron socialdemócratas,
no levanté la voz.
Yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron por los sindicalistas,
no levanté la voz.
Yo no era sindicalista.
Cuando vinieron por los judíos,
no protesté.
Yo no era judío.
Cuando vinieron por mí.
No quedaba nadie,
que pudiera protestar.
De este pensamiento hay diferentes versiones, incluyendo a católicos, testigos de Jehová, personas con discapacidades física y mentales, etc.; y, como explicó su autor: ‘a través del silencio, la indiferencia y la inacción, los alemanes habían sido cómplices de los nazis en el encarcelamiento, la persecución y el asesinato de millones de personas. Sentía que había sido particularmente atroz que él y otros jerarcas de la iglesia protestante alemana, quienes estaban en posiciones de autoridad moral, hubieran preferido guardar silencio’.
Como se desprende, el núcleo duro del pensamiento de Bonhoeffer, es la defensa de la acción, frente a la apatía y la sumisión.
Pues bien, estoy convencido de que estas historias deberían ser conocidas popularmente, para honrar a sus autores y, también, para extraer lecciones de vida y extrapolarlas a nuestra vida cotidiana.
Y una primera lección, a mi modo de ver, debería ser la crítica y rechazo total del régimen español, que permaneció al lado del eje fascista, y colaboró con ese eje del mal, ya que compartió su forma de ser: unos 300 campos de concentración en España, por los que pasaron unas 700.000 personas (algunos historiadores elevan la cifra a un millón); ejecuciones y torturas masivas, trabajos forzados, enterramientos en cunetas (la mayor parte ‘olvidadas’), colaboración con la Gestapo, para delatar a exiliados republicanos en Francia; etc.
Y, pasadas las décadas, el reino español todavía no ha condenado el franquismo, ni ha pedido perdón por sus atrocidades. Por eso, obviamente, los representantes del reino español no fueron invitados a los actos de conmemoración del 80 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, y a la liberación de los encarcelados en los campos de concentración.
Y aún así, Felipe VI, heredero directo del franquismo, logró ‘colarse’ en las conmemoraciones en Mauthausen; y, como escribió Joan Rovira, en su artículo titulado ‘Franco en Mauthausen’:
‘(…) abrir la puerta de Mauthausen a Franco, es fuerte, muy fuerte. Los huesos y las cenizas de miles de víctimas se habrán removido a base de bien, allá donde sea que reposen, después de pasar por el infierno’
(elmon.cat, del pasado 11/05)
En Mauthausen-Gussen estuvieron recluidos más de 7.200 españoles, la mayoría republicanos, de los cuales, 4.700 fueron asesinados.
Los reyes españoles hicieron una ofrenda floral en la placa conmemorativa a las víctimas españolas, una visita al museo y un encuentro con el presidente austríaco. Y esa visita fue abucheada, con gritos de ‘Viva la República’, por parte de familiares las víctimas y asociaciones de defensa de la memoria histórica. En esa visita, el ministro español de derechos sociales, Pablo Bustinduy Amador, reconoció que ‘España tiene una deuda insalvable con los republicanos españoles que defendieron la libertad y después fueron deportados a los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, y pidió perdón en nombre del gobierno de España por haber tardado tanto en reconocer la lucha de los héroes y heroínas antifascistas, hombres y mujeres que lucharon por la libertad y fueron asesinadas aquí, por esto, así como muchos otros miles que siguen en ls cunetas, fosas comunes en cementerios, o desaparecidos’.
A mi modo de ver, es vergonzoso que Felipe VI se colase, en esa conmemoración. Y más vergonzoso e imperdonable, que el reino español no haya condenado el franquismo, de forma oficial y en una sesión conjunta del congreso y senado, con presencia de todos los responsables del estado. Así que no valen las mencionadas declaraciones del ministro, que estuvieron bien, pero no le correspondía a él hacerlas, en todo caso, en esa visita hubiera tenido que hacerlas el rey, acompañado de Pedro Sánchez.
El rey, el pasado domingo, en el libro de visitas del campo de concentración, escribió: ‘(…) de un modo especial, recordamos a los miles de españoles republicanos que lucharon contra el nazismo y por la libertad’. Y eso es hacer una lectura parcial y tergiversada de la historia, una manipulación más. Una vergüenza más. Una nueva humillación.
Y una segunda lección, es la necesaria conveniencia de tener una actitud crítica, basada en el mantenimiento de la memoria democrática, y el aprendizaje objetivo y permanente, pues, como dijo Sócrates (470 a. C. – 399 a. C.) ‘cuando el alumno está preparado, aparece el maestro’.
En esa línea, Lao Tse (Laozi, s. VI a. C.) dijo: ‘cuando el alumno está preparado, el maestro aparece. Pero cuando el alumno realmente está listo, el maestro desaparece’.
Mahatma Gandhi (1869 – 1948) añadió: ‘todo llega a su tiempo, todo llega en el momento adecuado, todo llega a su tiempo, ni antes ni después de su tiempo’.
Y como dice un refrán popular: ‘es mejor cruzar la línea y sufrir las consecuencias, que mirar fijamente la línea durante el resto de tu vida’.
Asimismo, Pablo Ruiz Picasso (1881 – 1973) dijo: ‘la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando’.
En definitiva, los independentistas catalanes deberíamos tener claro que es preciso continuar trabajando, aprendiendo y manifestándonos o realizando cualquier otra acción, pues, así, en el momento preciso, nos aparecerá el maestro y/o la inspiración.