‘Lágrimas en la lluvia’ es el título del famoso monólogo final del replicante Roy Batty en la película Blade Runner, de Ridley Scott (1982); que dice:
‘Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos estos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.’
La expresión ‘lágrimas en la lluvia’ se interpreta como una metáfora de la insignificancia humana y de la fugacidad de la vida, de todo aquello que se desvanece rápidamente y se pierde en la memoria del tiempo y que nunca volverá a ser visto o vivido.
(fuente: Wikipedia)
Esta referencia me vino ayer a la memoria al leer las siguientes noticias:
‘El exministro de asuntos exteriores José Manuel García–Margallo ha admitido, hoy, que cuando formaba parte del gobierno de Mariano Rajoy, amenazó a Israel que si se producía cualquier declaración de simpatía o de compresión acerca del ‘procés’ catalán, la respuesta sería el reconocimiento del estado de Palestina; esto es rigurosamente cierto y volvería a hacer lo mismo (…) pues se trataría de una intromisión en el tema más delicado que España tenía sobre la mesa, que era el reconocimiento de Catalunya, o el reconocimiento del ‘procés’ catalán’.
(Vilaweb, 27 noviembre del 2023)
‘Y es este papel de sujeto propio, que en cualquier momento se puede convertir en moneda de cambio o de negociación, un papel que no se ve únicamente cuando Catalunya es una pieza del juego diplomático entre Israel y Palestina. Los esfuerzos de los gobiernos españoles para neutralizar gobiernos comprensivos con el ‘procés’ de independencia han sido constantes. Y, como dijo el propio Margallo, les costó una picotada y muchos dolores de cabeza. El mejor ejemplo es el de los aviones militares desplegados en el mar Báltico, pero no fue el único. El interés innegable, y no correspondido, del Kremlin para usar Catalunya, las maniobras de la China, la mirada especial del Reino Unido en su proyecto post-Brexit, o las maquinaciones de Marruecos, se explican únicamente en la perspectiva que Catalunya ya no es percibida fuera como una región autónoma de España y nada más. Por eso nadie ha hecho servir de manera similar Extremadura o la Rioja, ni tampoco, hace décadas, el País Vasco. Y, en cambio, Catalunya, sí’
(Vicent Partal, editorial Vilaweb, 27 de noviembre del 2023)
Pero, en estos casos, las lágrimas en la lluvia no son catárticas por la descarga de emociones, ni de purificación, son de puro cabreo.
Estas informaciones nos evidencian el ‘relativo’ valor que los gobiernos españoles dan al reconocimiento de los estados (excepto al suyo). Ya señalé, en mi escrito de ayer, que el no reconocimiento de Kosovo se sustenta, exclusivamente, para no reconocer una separación (en ese caso de Serbia) y que pudiera ser considerado como un precedente para Catalunya. Asimismo, la férrea defensa de Ucrania también es por eso, la defensa de un estado, contra vientos y mareas.
Así, vemos que, en realidad, el único valor de todos los gobiernos españoles es la ‘unidad’, la unidad de España como patrón sacrosanto. Como si fuera el patrón oro, sin saber que ese patrón también fue efímero (durante el siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial), como lo son las definiciones de las diferentes medidas físicas (tiempo, pero, espacio, etc.) que van siendo modificadas a medida que la ciencia progresa en la cuantificación.
Podemos encontrar patrones en todos los órdenes de la vida (biológicos, psíquicos, sociales, económicos, etc.), ya que en todos ellos hay actividades repetitivas, y todos ellos pueden ser funcionales o disfuncionales. Y, en el caso que nos ocupa, vemos que el reino español, con su unidad, no deja de ser más que un patrón disfuncional.
Y los patrones disfuncionales son difícilmente aceptados, por más consecuencias negativas que comporte. Por ello, se necesita una visión especialista exterior, objetiva, pues nuestro cerebro reconoce entre conocido y desconocido, nunca entre bueno y malo.
Un buen ejemplo de esa disfuncionalidad española, la vimos con la crisis del peñón del Perejil, de julio del 2002; unos peñascos (de 0,15 km2) abandonados (a 250 m, de la costa de Marruecos y a 13,5 kms. de la costa peninsular) que fueron ocupados por seis gendarmes marroquís, el 11 de ese mes, y desalojados el siguiente 18 de julio (para mayor honra de la victoria franquista de 1939). El 18 de julio del 2002, el ejército español montó la operación Romeo-Sierra, formada por 28 unidades del grupo de operaciones especiales español, desplegados desde helicópteros y el soporte de la armada y del ejército de tierra. Al momento, los guarda marines marroquís fueron capturados y evacuados a la comisaría de la guardia civil de Ceuta; y, ese mismo día, tras la ‘reconquista’, los GEO fueron reemplazados por legionarios.
A los pocos días, EUA intervino, y se restableció el ‘statu quo ante bellum’, y la legión se volvió a sus cuarteles, quedando los peñones, nuevamente desiertos.
Esa fue la gran reconquista del gobierno de José María Aznar (PP), la última ‘batalla’ por el mantenimiento de la unidad territorial española. Una reconquista propia de Mortadelo y Filemón, organizada por la TIA, y al mando de Torrente,’apatrullando la ciudad’.
Ese espíritu españolista lo explica muy bien el catedrático de lingüista madrileño Moreno Cabrera, en una entrevista efectuada por Andreu Barnils, pues, entre otras cosas dice:
‘(…) en España hay un españolismo lingüístico, el supremacismo lingüístico, es decir, la gente considera que el castellano es superior a las otras lenguas.
A la pregunta de ¿Cómo valora las manifestaciones de la derecha y la ultraderecha de estos días en Madrid?, el profesor contestó: Son normales, porque el españolismo lingüístico es vivo, y es una consecuencia normal de una ideología extendida en España y, especialmente, en Madrid. En Madrid hay mucha gente con una ideología españolista. Que no necesariamente son fascistas. Por ejemplo, los socialistas y los partidos de izquierda también aceptan una de las consignas más famosas de estas manifestaciones, y que hace servir la extrema derecha: ’no nos engañan, Catalunya es España’. Muchos partidos, mucha gente que no es fascista, que no es de derechas, creen que Catalunya es España (…)
(…) El españolismo supremacista y etnocida es generalizado, es una ideología banal (…) es una ideología que no es vista como una ideología, sino como sentido común. Por ejemplo, que Catalunya es España es visto como de sentido común, una cosa normal. No se pueden plantear una negociación de esta idea.
(…) Hay gente que dice que vamos a una España que deja de ser la España de las autonomías. Hay dos opciones: ¿o vamos a una España plurinacional o a una España única, centralista?: Creo que la España plurinacional es imposible. Porque el concepto de España excluye el reconocimiento de otras naciones. Por lo tanto, la lucha debería estar dirigida hacia el reconocimiento del estado. No es España, del estado español como estado plurinacional. Por eso es necesario que las diversas naciones se autodeterminen y decidan autónomamente si quieren formar parte de una federación de naciones independientes, de una federación estatal, o no (…)
(Vilaweb, 26 de noviembre del 2023)
En numerosos escritos me he referido, metafóricamente’ al ADN castellano, como expresión de espíritu conquistador de ese pueblo, que Pedro Calderón de la Barca (1600 – 1681) describió: ‘España castellana, castiza, símbolo de raza, de la humanidad eterna de su casta, de su ingenio (…) el Ideal de nuestro propio Espíritu’ (…) ‘siempre el traidor es el vencido y el leal es el que vence’.
Ese espíritu castellano y castellanizador, desde el ‘tanto monta, monta tanto’ de los ‘Reyes Católicos’ hasta la actualidad, se ha expresado identificando Castilla con España; la castellanización de la cultura ha sido siempre impresionante, sólo hace falta ver los libros de texto, para ver que están repletos de autores castellanos y, en muchísima menos medida de periféricos.
El filósofo francés Michel Foucault (1926 – 1984) dijo que ‘no hay espacio para las disidencias, y éstas se excluyen’, y esa premisa la han aplicado los castellanos, desde la usurpación del reino de León en 1230. Hasta nuestros días, pues:
- ‘Hay que fomentar la inmigración de gentes de habla castellana hacia Valencia y Catalunya, para así conservar su sentimiento de españolidad’ (José Calvo Sotelo, 1893 – 1936, político)
- ‘El catalán sólo es una lengua apta para que la hablen las mujeres en la cocina’ (Miguel Primo de Rivera, 1870 – 1930, presidente de gobierno, dictador)
- ‘Hay que llenar Catalunya de lo peor que tenga España’ (general Severiano Martínez Anido, 1862 – 1938, jefe de la policía de ocupación española en Barcelona, en una carta al dictador Miguel Primo de Rivera)
- ‘Una persona de mi conocimiento asegura que es una ley de la historia de España la necesidad de bombardear Barcelona cada cincuenta años. El sistema de Felipe V era injusto y duro, pero sólido y cómodo. Ha valido para dos siglos’ (Manuel Azaña, 1880 – 1940presidente de la República Española)
- ‘No estoy haciendo la guerra contra Franco para que nos retoñe en Barcelona un separatismo estúpido y pueblerino. No hay más que una nación: ¡España! Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco sin otra condición que la que se desprendiese de alemanes e italianos’ (Juan Negrín, 1892 – 1956, jefe de gobierno de la República Española)
- Etc.
En definitiva, es de ese espíritu castellano, mesetario, ejercitado sangrientamente en Sudamérica, y también en Catalunya, del que queremos librarnos. Pero, en nuestro caso, vemos que nuestras lágrimas en la lluvia no son una muestra de la fugacidad, de todo aquello que se desvanece rápidamente y se pierde en la memoria del tiempo y que nunca volverá a ser visto o vivido. Llevamos más de tres siglos llorando bajo la lluvia.
Nosotros, los independentistas catalanes, hemos visto cosas que vosotros, los verdaderos demócratas de otros estados, no creeríais. Hemos visto atacar a ciudadanos por querer votar. Hemos visto todos los poderes del estado y todas sus cloacas, rabiando y extralimitándose, prevaricando. Hemos visto al rey erigiéndose el líder de esa turba de malhechores. Y sabemos que todos estos momentos no se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia, pues tenemos claro que no merecen ‘ni olvido ni perdón’, aún en la hora de morir.
Y no queremos respuestas fáciles, populistas, como las de Pedro Sánchez, que nunca solucionarán el verdadero problema. Sánchez hace como la mujer del siguiente cuento sufí de Yalal Al-Din Rumi:
‘El gato y la carne:
Un hombre tenía una mujer de carácter desabrido, sucia y mentirosa, que derrochaba todo lo que su marido traía a la casa.
Un día, este hombre, que era muy pobre, compró carne para obsequiar a sus invitados. Pero la mujer se la comió a escondidas, rociándola con un poco de vino.
En el momento de la comida, el hombre dijo: Los invitados están aquí, ¿dónde está la carne y el pan?, sirve a mis invitados.
La mujer respondió: el gato se ha comido toda la carne, vuelve a comprar, si quieres.
El hombre tomó entonces al gato y lo pesó en una balanza. Encontró que el animal pesaba cinco kilos. Y dijo: Oh, mujer mentirosa, la carne que he comprado pesaba también cinco kilos, ¿dónde está la carne?
La mujer le contestó que eso que había pesado era la carne que se había comido el gato.
A lo que el marido respondió: entonces, ¿dónde está el gato?
(https://www.contarcuentos.com)
El tahúr Pedro Sánchez es una muestra más del poder banal que aplica el sentido común españolista, mencionado por Moreno Cabrera, ya que tiene, en su ADN, el espíritu castellano, conquistador. Por eso no podemos esperar, nunca, que solucione el problema entre España y Catalunya, pues, así como apoyó la aplicación del 155, sería capaz de montar otra operación Romeo-Sierra, como la de Perejil, pero contra nosotros, si lo considera oportuno.
En definitiva, solo nos queda hacer lo posible y lo imposible, para independizarnos.