- La educación suele presentarse como el determinante clave de la movilidad social, pues posibilita la inserción en el mercado laboral en mejores condiciones y una trayectoria de ingresos ascendente.
- Sin embargo, según investigaciones del CEEY muestran que en México una persona nacida en el estrato socioeconómico más alto tiene una probabilidad de ingresar a la educación media superior 5.8 veces mayor que alguien que proviene del escalón socioeconómico más bajo. Esta diferencia se amplía en la educación superior: una persona del estrato más alto tiene una oportunidad 18.4 veces mayor.
- Los logros educativos de una generación están determinados por los de la anterior y, como consecuencia, las características del primer empleo de los hijos se subordinan a la trayectoria laboral de los padres.
- Las circunstancias de origen, como la escolaridad de los padres, la naturaleza de su ocupación y la riqueza del hogar, determinan al menos 48% de la desigualdad de oportunidades que conduce a muy diferentes grados de movilidad social de los hijos.
- Para atender la desigualdad de oportunidades, es necesario cambiar las adversidades que están fuera del control de las personas y/o compensar por las desventajas que les representaron.
- En materia educativa esto significa impulsar a las nuevas generaciones a superar, en mayor medida, la escolaridad que lograron sus padres y/o compensar a las generaciones anteriores por la educación que no pudieron alcanzar.
- Antes de la pandemia, en México ya existía una brecha educativa muy importante —tanto en nivel de aprendizaje como en infraestructura escolar— que afectaba a los estudiantes con menos recursos.
- Por ejemplo, altos porcentajes de las escuelas públicas carecían de servicios básicos como agua potable (40% de las escuelas de Chiapas y Guerrero sin acceso a agua potable) o conexión a internet (solo el 12% de las escuelas en Michoacán y Tabasco cuentan con acceso a internet).
- Con la pandemia, los estudiantes con mayor desventaja socioeconómica tuvieron que dejar las aulas para estudiar en sus casas, cuya situación era muy similar a la de sus escuelas: condiciones de hacinamiento, falta de servicios y escasa conexión a internet.
- De acuerdo al Reporte sobre Movilidad Social Educativa 2020 del CEEY, la baja escolaridad de una generación explica el 58 % de los magros logros educativos de la siguiente. Por otra parte, el ingreso del hogar sólo explica el 11.5 % la asociación entre la escolaridad de los padres con la de los hijos.
- Estos resultados muestran que no es posible fundamentar una mayor movilidad social educativa exclusivamente en las transferencias monetarias.
- Una política pública de transferencias de ingreso podría mejorar —que no resolver— el desempeño de quienes se encuentran en el sistema educativo público, reduciendo la desigualdad de oportunidades, aunque de forma modesta, ¿significa esto que el papel central de las becas es más bien redistributivo? En pocas palabras, sí, aunque el asunto tiene claroscuros.
- Las Becas de Educación Básica para el Bienestar Benito Juárez son el instrumento con mayor impacto redistributivo en la presente administración, pues están concentradas en el 30% de la población con menores ingresos, según reporta la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. En contraste, las becas correspondientes a educación media superior son débilmente redistributivas, como la beca Jóvenes Escribiendo el Futuro, que favorece a los estratos de ingresos más altos.
- Si comparamos las Becas del Bienestar con PROSPERA (el programa de la administración anterior al que reemplazaron) las becas a la educación básica han perdido su capacidad redistributiva, según las propias cifras de la Secretaría de Hacienda.
- Para recuperar la capacidad redistributiva, el CONEVAL, para el periodo 2020-2021, generó varias recomendaciones para la mejora de las becas, con especial atención a los procesos de selección y criterios de elegibilidad —como lo relacionado a adolescentes embarazadas, migrantes o refugiados.
- Sin duda, las compensaciones son importantes para mejorar la movilidad social, sobre todo enfocándose en los hogares con mayores desventajas socioeconómicas. Sin embargo, estos apoyos no son suficientes: las becas deben de ir acompañadas de otros tipos de programas que reduzcan la brecha educativa existente, sobre todo, mejorar la infraestructura de las escuelas y la calidad de su enseñanza.
- Se debe dedicar un mayor presupuesto para atender a los estudiantes con mayores rezagos educativos, hoy agravados por la pandemia. Tanto mejorar la infraestructura y calidad escolar, como especial atención a alumnos rezagados tendrían mayor sentido que nunca en términos de movilidad social.
- Si este esfuerzo se sostuviera más allá de la coyuntura actual, no sólo tendríamos una redistribución de recursos compensatoria, sino bases más sólidas para reducir la desigualdad de oportunidades.