Defender a las instituciones democráticas del Estado es una tarea diaria en la que no debemos claudicar. Podemos estar o no de acuerdo en la conducción que a veces se le da a este tipo de organismos, pero la salvaguarda de las libertades es una prioridad que nunca debiera estar a discusión.
El Instituto Nacional Electoral (INE) es prueba fehaciente del desarrollo cívico de México, con su simple existencia comprueba la importancia de aquellas luchas de antaño por construir un país en donde la democracia y la justicia fueran una realidad.
Sin llegar a idolatrarlas, porque ante todo queda claro que son entes perfectibles, resulta una conducta imprescindible estar siempre alerta ante las intentonas por desacreditar al árbitro electoral.
Morena y sus aliados apuestan por torpedear de todas las formas posibles al INE, principalmente a su presidente Lorenzo Córdova quien, es importante decirlo, no se ha distinguido por ser el personaje más ecuánime. Pero más allá de una evaluación sobre su conducta, ante todo está la defensa de lo que representa para el pueblo de México una institución como el INE.
Sin duda, hay intereses perversos que quisieran ver al Instituto Nacional Electoral de rodillas, es grande la tentación en regímenes autoritarios por aniquilar a instituciones autónomas y mediadoras que pudieran poner en duda la verdad que se quiere difundir como única.
El consejo general del INE ha cometido pifias y también revanchismos inútiles de los que las personas responsables serán juzgados por la historia. Es importante precisar que las mujeres y hombres encargados del funcionamiento del organismo no representan por sí solos a los ideales con los que se concibió al instituto.
En pocas palabras, el INE es más grande que todos y cada uno de los que laboran ahí, pasando por las altas jerarquías hasta el trabajador con la labor más humilde. Por ello, la responsabilidad ciudadana de proteger al guardián de la democracia se vuelve cada vez más apremiante.
Fuimos testigos de la salvaje cacería que intentaron las huestes oficialistas sobre el consejero presidente Córdova Vianello durante su comparecencia en la Cámara de Diputados. La actitud de algunos legisladores rayó en la majadería, exhibieron un nulo respeto por la investidura de quien representaba, en la máxima tribuna de San Lázaro, al organismo que tanto se soñó en años del partido único y que hoy corre peligro.
¿Quién tiene que cuidar al INE? Principalmente los ciudadanos, porque aunque muchos no alcancen a notar la importancia que tiene en el día a día de la gente, su ausencia o debilitamiento es una cortina que, créanme, nadie quisiera experimentar.
ENTRETELONES
A Emilio Lozoya poco a poco se le ha ido borrando la sonrisa y no es para menos, cuántos como él pueden presumir de haberse hecho en tan corto tiempo de muchos enemigos de gran nivel. No quedó bien con nadie y ahora que las fichas parecen acabársele, resulta complicado que vuelva a tener otra oportunidad de cenar en el Hunan.