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Las Mamuralia del estado profundo español

El vocablo ‘Mamurius’, de origen etrusco ‘mar’, significa: golpear, pegar, aplastar; y eso, precisamente es lo que está haciendo el conjunto de los poderes del estado español, cloacas incluidas, contra los independentistas catalanes.

Ahora bien, en este escrito me permito hacer un paréntesis respecto a la línea argumental habitual, para referirme a la edad. La idea me la ha dado Antonio Baños, en su artículo ‘Tu tienes la culpa de todo’ (Ara, 30/7), que cita diferentes rituales catárticos para expulsar a alguien y con él todas las culpas.

Sinceramente, yo no tenía ni idea de las fiestas Mamuralias del Idus de Marzo romano; pero me va como anillo al dedo la idea del viejo, ya que hoy (31/7), yo cumplo los 70 años de edad.

Quería hacer alguna referencia, sin caer en interpretaciones numerológicas ni nada por el estilo, si no que quería centrarme en la novela de “El viejo y el mar”, de Ernest Hemingway; pero, primero, me centro en dicha fiesta romana.

La Mamuralia o Sacrum Mamurio era una festividad de la religión en la antigua Roma, que se celebraba el 14 o 15 de marzo.

Según describe el historiador Joan Laurencio (s. VI) en su obra ‘De Mensibus’, el ritual consistía en golpear con palos blancos (ramas peladas) a un hombre de edad avanzada vestido con pieles de animal, hasta que es expulsado de la ciudad.

La palabra ‘Mamuralia’ deriva del nombre del forjador de escudos sagrados (ancilla), que se llamaba Mamurius Veturius.

Como el antiguo calendario de los romanos empezaba en marzo, se cree que el Sacrum Mamurio podía ser un ritual para marcar la transición entre el año que acababa y el año nuevo.

(…)

Según la leyenda, Mamurius Veturius fue un hombre al que el rey Numa Pompilio encargó hacer once escudos que fuesen una copia auténtica de un escudo (ancilia) que le había caído del cielo mientras hacía una plegaria a los dioses, pidiendo que Roma fuese la ciudad que dirigiese todas las otras.

La razón de estas copias era que, si alguien quisiera robar este objeto sagrado, no lo pudiese identificar, aún que estuviera en un lugar conocido por todos, el templo de Marte. Estos escudos idénticos eran la garantía sagrada del estado romano.

(…)

La dualidad entre Anna Perenna (deidad romana), equivalente femenino de Mamurius, representaba el inicio del año lunar, mientras que Mamurius lo era del año solar. (…) La Mamuralia debía coincidir con la primera luna llena del año nuevo. Ambas celebraciones se realizaban, conjuntamente, el 14 o 15 de marzo.

(…)

Algunos autores consideran que la palabra ‘Veturius’, más que un apellido, es preciso interpretarla como un ritual de finalización del año, por lo tanto, con el calificativo ‘vetus’ (viejo) y Mamurius sería un personaje inventado para personificar o simbolizar este traspaso; o también en el lenguaje de los oscos, podría referirse a Marte (Mamers en osco, Mavors, en latín).

Varrón hacía una interpretación del nombre Mamuri Veturi, tal como aparece en los versos utilizados por los Salii. Su análisis semántico lo relaciona con la memoria (el término meminisse, significa recordar)

(…)

Otra explicación es que Mamurius proviene del vocablo de origen etrusco mar, que quiere decir ‘golpear, pegar, aplastar’, lo que conduce a las actividades que realiza un herrero (…) oficio que tenía una gran importancia, casi religiosa”.

(Wikipedia)

Nota:

El Idus de Marzo:

En el calendario romano los Idus de marzo caían el 15 del mes Martius. Era un día festivo dedicado al dios Marte. Los idus eran días de buenos augurios, que tenían lugar los días 15 de marzo, mayo, julio y octubre; y los días 13 del resto de meses.

La fecha es famosa porque Julio César fue asesinado en los idus de marzo del año 44 a. C.

Según el escritor griego Plutarco, César había sido advertido del peligro por un augur etrusco, y por su mujer Calpúrnia, que había tenido un sueño premonitorio, Pero César desestimó la advertencia.

Plutarco dice: ‘lo que es más extraordinario aún, es que un vidente le había advertido del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y aquel día, cuando iba al senado, llamó al vidente, y riendo, le dijo ‘los idus de marzo ya han llegado’, y el augur contestó, compasivamente, ‘sí, pero aún no se ha acabado”.

(Wikipedia)

Me parece interesante la referencia a la vejez, a la memoria, y a su consideración como ‘chivo expiatorio’, según el ritual romano explicado.

Efectivamente, una persona, a la edad de 70 años, ya está en sus ‘minutos de descuento’, el partido ya está casi acabado y, aunque los minutos adicionales, a veces pueden ser decisivos, lo habitual es que no lo sean.

Ejemplos de esa importancia decisiva, tenemos muchos:

Como fueron las declaraciones, premonitorias de Jordi Pujol (ex president de la Generalitat de Catalunya):

“A mediados de septiembre del 2012 se emitió el programa ‘el convidat’, en el que Albert Om pasaba un fin de semana en casa del expresident de la Generalitat, Jordi Pujol. Es una de las últimas entrevistas del ex líder de CDC y CiU (…) En la parte final del programa, Om y Pujol hablaban sobre el futuro y se preguntaban cómo sería recordado el expresident.

El exdirigente catalán admitía que: ‘sí que me preocupa que hablen mal de mí, y si lo hacen, tengo que preguntarme si tienen razón’ (…) ‘me gustaría que pudieran hablar bien de mí’ (…) ‘la gente no se lo cree, pero soy muy crítico conmigo mismo’ y admitía que ‘aún puedo estropear o mejorar mi biografía’, y añadía que se preguntaba si ‘quizás sería bueno que no dijera absolutamente nada’, en referencia a su papel, una vez apartado de la vida política”

(El Periódico)

Jordi Pujol y Soley (n. 1930), 23 años president de la Generalitat de Catalunya, hizo esos comentarios a los 82 años de edad.

En el año 2014 confesó que había mantenido, durante 34 años (incluidos los 23 de su presidencia), dinero en el extranjero, procedentes de un legado de su padre, y que no los había regularizado por no haber encontrado nunca el momento adecuado.

Es decir, Pujol, a los 84 años, dio un vuelco a su biografía.

Este caso está pendiente de juicio, y, en su momento fue como un terremoto en la política catalana, del que todavía no nos hemos recuperado del todo.

Otro ejemplo notorio lo tenemos en el rey emérito Juan Carlos I (n. 1938), que se vio ‘forzado’ a abdicar en el año 2014, debido a sus presuntamente irregulares negocios, cacerías, etc.

Por su parte, Juan Carlos I, a los 76 años, hizo el paso atrás (y aún hará más), dando también un vuelco a su historia oficial.

Es preciso resaltar que, en ambos casos, en esos momentos ‘negros’, ciertamente, se dio un giro a su ‘historia publicada’; pero, en realidad, ese momento puntual tiene menor importancia, ya que lo crucial es la presunta malversación efectuada durante muchos años.

La relevancia, en este escrito, es que, llegado a un momento que podríamos denominar de última fase, realmente sigamos teniendo la capacidad de estropear, mejorar, o de mantener la biografía ya efectiva, como dijo Jordi Pujol.

Y lo importante, a mi modo de ver, es tener esa capacidad, sin ningún tipo de valoración, si no en la potencialidad de modificación, en abstracto, ya que denota un notable nivel de conocimiento y autonomía de decisión. Otra cosa es si el cambio viene motivado por una información exterior, como en los ejemplos mencionados. Pero, a mi me interesa más la primera opción, el tener esa capacidad, esa potencialidad.

Un ejemplo diametralmente opuesto, que ya he señalado, es el descrito por Ernest Hemingway (1899-1961) en su novela ‘El viejo y el mar’ (escrita en 1951 en Cuba, y publicada en 1952).

“La obra se desarrolla en el Gulf Stream – Habana, cuyo protagonista es Santiago, aunque todo el mundo le llama ‘el viejo’.

Santiago es un pescador de avanzada edad, que lleva 84 días sin conseguir pesaca alguna.

Un buen día, por la mañana, decide salir solo al mar, donde, por fin, un enorme marlín (pez vela, similar al pez espada) pica el anzuelo no sin dar batalla antes de ser capturado definitivamente. La lucha con el pez dura tres días, en los que Santiago recuerda su vida pasada. En su mente resuenan los tiempos en que la suerte estaba de su lado, y era capaz de conseguir una gran pesca. También recuerda a Manolín, un joven que le había estado ayudando hasta hace poco a pescar.

Los padres de aquel muchacho le prohibieron salir de pesca con el viejo, debido a la mala racha que este había conseguido en su oficio. Sin embargo, el joven siempre estaba dispuesto a ayudarle cuando fuese necesario, puesto que, fue Santiago quien lo instruyó en la pesca desde que Manolín tenía cinco años.

Al tercer día, el pez, ya cansado, comienza a rodear el bote. Santiago, desgastado y casi delirante, utiliza toda la fuerza que le quedaba para tirar el pez sobre su lado y apuñalarlo con un arpón.

Una vez capturado, Santiago ata el pescado al lado de su bote, y emprende el regreso a casa. Se encamina pensando en el alto precio que el pescado tendría en el mercado, y en la cantidad de gente que podría alimentar.

Sin embargo, en su camino hacia la orilla, los tiburones son atraídos por la sangre del marlín y poco a poco van apareciendo para devorar la captura.

Santiago logra matar a un gran tiburón mako con su arpón, pero pierde el arma, además de un cuarto del pescado que el tiburón logró devorar antes de morir.

Al rato, el pez espada del viejo es nuevamente atacado por un tiburón que logra quitarle un trozo más de carne.

El viejo construye un arpón atando el cuchillo al extremo de uno de los remos, y así proteger lo que le quedaba de su presa; cinco tiburones son asesinados en total, y muchos otros son expulsados. Pero los tiburones siguen llegando, y al caer la noche, ya han devorado casi toda la carne del pez espada, dejando un esqueleto consistente en su espina dorsal, la cola y la cabeza.

Santiago, derrotado, convencido ahora de su mala suerte, increpa a los tiburones por la forma en que han matado sus sueños.

Al llegar a puerto, deja en la orilla su bote con los restos del pescado.

Agotado, hambriento y herido se dirige inmediatamente a su pequeña cabaña a descansar, mientras carga en sus hombros el pesado mástil de su bote.

Al día siguiente, varios pescadores y turistas quedan asombrados al ver las colosales dimensiones del pez espada, a pesar de que haya llegado sólo en espinas.

Entristecido por el estado físico del viejo, Manolín le promete a Santiago volver a pescar con él, sin importar lo que digan sus padres”

(Wikipedia)

La lectura de esta novela permite analizar diferentes temas: la lucha contra la adversidad; la soledad; la constancia y la valentía; la amistad; la muerte; la lealtad; etc.

Evidentemente, al llegar a mi edad, las adversidades son mayores. Por eso es necesario mantener las ilusiones, objetivos y deseos, ya que es la única fórmula para no acabar como el viejo expulsado de la ciudad, en el rito de Mamuralia mencionado.

El personaje Santiago, a pesar de los contratiempos explicados y de sus limitaciones físicas, no se rinde, mantiene sus ilusiones realistas (no como las del cuento de la lechera, que todo eran sueños quiméricos); por eso, sabiendo, como sabemos, que en la sociedad actual también hay muchos tiburones acechando (togados y uniformados, entre otros), debemos mantenernos fuertes.

La imagen de Santiago me parece más potente que la del ‘Viejo guitarrista ciego’, pintado por Pablo Picasso en 1903, en su período azul. En esa obra, el viejo expresa su pesimismo y soledad; características, éstas, que son negativas.

Igualmente, en el tema político, por mucho que los togados, uniformados, ‘cloaqueros’, etc., quieran golpearnos y aplastarnos, los independentistas resistiremos, persistiremos, como el viejo Santiago, y siendo conscientes que el sueño, el futuro, será el presente que vivirá la juventud, y por eso, como hace Santiago con Manolín, debemos hacer un paso al lado, y estar disponibles para aconsejar, si nos lo piden.

Hemos de ser conscientes, también, que ahora, con la pandemia, somos personal de riesgo, pero, ni eso nos debe atemorizar, debemos tomar las medidas de seguridad recomendadas, y punto. Debemos intentar seguir haciendo la vida lo más ‘normalizada’ que sea posible.

No quería acabar este escrito sin agradecer la oportunidad que me ofrece este medio; una oportunidad que, para mí, es un reto intelectual y estimulante, intentar explicar los temas de la forma más pedagógica, amena y enriquecedora posible, para que el amable lector no se canse a la mitad de la lectura y, lo que es más importante, se sienta motivado para seguir con las elucubraciones que le sugiera cada texto.

YA QUE ESE ES EL NUDO GORDIANO: SEGUIR ILUSIONADO, EN CASO CONTRARIO, LA VEJEZ HABRÁ TRIUNFADO.

AHORA BIEN, UNO PUEDE ESTAR ILUSIONADO, PERO AL RECIBIR UNA DUCHA FRÍA, UN BAÑO DE REALIDAD…

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com