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Todos sabemos que engañamos y que nos engañan, y lo aceptamos dentro de ciertos límites, pero no deberíamos aceptar las mentiras de los políticos, pues no les pagamos para eso, como intento elucubrar a continuación.
Hoy, 20 de marzo, hemos oído a Pedro Sánchez comentando que no le gusta la expresión de ‘rearmamento’ que se está utilizando para referirse al proceso de incrementar el gasto en armamento que está siguiendo la UE, y ha dicho que le parece más adecuado decir que se trata de una ‘inversión en seguridad y defensa’; y, por su parte, Margarita Robles, la ministra de defensa, comentó ayer que ‘el del rearme es un debate socialmente muy delicado y por eso había pedido a los portavoces socialistas prudencia en este asunto, y sustituirlo por la oportunidad que representará para la industria española (…) y así, evitar uno de los grandes puntos de fricción’.
En esa línea, ayer, Víctor Alexandre, en su artículo titulado ‘Lo que Illa y Paneque no dicen de Rodalíes (trenes de cercanías)’, del que traslado algunos párrafos, que me parecen interesantes:
‘(…) Centrándonos en Salvador Illa y Silvia Paneque, la clave de vuelta no reside en lo que dicen, sino en aquello que no dicen. No dicen, por ejemplo, que mientras han invertido 56.000 millones de euros entre 1990 y 2018 en alta velocidad, sólo han destinado 3.700 a Rodalies. Tampoco dicen que mientras Rodalies Madrid se ha llevado el 48% de la inversión, es decir, prácticamente la mitad, Rodalies Catalunya ha recibido la miseria de un 17%. ¿Y qué decían José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy? De los 4000 millones prometidos por Zapatero, ni siquiera la quinta parte se llegó a ejecutar; y de los 2000 de Rajoy, no vimos ni un euro. Capítulo aparte son las mentiras de José Montilla y del consejero Joan Saura el año 2009, alardeando del ‘traspaso de Rodalies’ y del traspaso inminente de los Regionales.
Otra cosa que Illa i Paneque no dicen es que cuando su partido gobernó el Estado entre 1982 y 1996, el desprecio en inversiones en Catalunya fue exactamente el mismo (…) y a esta política, Illa y Paneque le llaman ‘el gobierno de todos’.
(…) el nuevo capítulo -no el último- de esta operación de desprecio a los catalanes, urdida por ERC y PSOE, consiste en crear una filial de Renfe que se haga cargo de sus activos y del personal en Catalunya. Fijémonos hasta qué extremos llega la estafa (…) es decir: renfe traspasa a Renfe.
(…) Con relación a las declaraciones de Sílvia Paneque, diciendo que no pueden hacer más de lo que hacen, querría decir algo, dado que no pueden ser más cínicos. Señora Paneque, su partido (el PSOE) ha gobernado el Estado español más de un cuarto de siglo. Han tenido 26 años para modernizar la red de Renfe en Catalunya de arriba abajo; han tenido 26 años para hacer en Catalunya las mismas inversiones que han hecho en Madrid; han tenido 26 años para cumplir, al menos, las inversiones que prometían y que no han cumplido; han tenido 26 años para diferenciarse del PP y no lo han hecho, han hecho exactamente lo mismo, es decir, nada. A esto se le llama robo, robo con todas las letras, porqué son dineros catalanes, son dinero que habían de invertir en Catalunya y que ustedes han destinado a Madrid y toda la red que le conecta.
Nada de lo que digan, tiene la menor credibilidad. Sólo en aeropuertos, el Estado invierte en Madrid el triple del que invierte en Catalunya. Y para comprender todo esto, sólo es precisa la lectura del artículo 145 de la Constitución española y ver a qué límites llega la catalanofobia de los diferentes gobiernos del PSOE y PP. Ese artículo dice: ‘En ningún caso se admitirá la federación de Comunidades Autónomas’. Es un artículo diseñado exclusivamente para impedir el más mínimo aproximamiento entre el Principat, el País Valencià y las Illes, y entre Euskadi y Navarra o entre Catalunya y el País Vasco, es absolutamente premeditada (…)’
(elmon.cat)
Ante esta situación, no entiendo y nunca entenderé, que pueda haber catalanes que defiendan el nacionalismo español; las explicaciones pueden ser varias: pura ignorancia (consciente o inconsciente) o puro masoquismo, como explica la famosa fábula popular que narra que: un vecino, al ser preguntado por un genio, ¿qué quería?, en el entendido que se lo concedería, y a su vecino el doble; el sujeto responde, que le quiten un ojo, y, así, a su vecino le quitarán los dos.
Ante esta situación, ayer me acordé de la narración titulada ‘Papalagi’ (Der Papalagi – Die Reden des Südsseehäuptlings Tuiavii aus Tiavea’), publicado por Erich Scheurmann en 1920.
Hace muchas, muchas décadas, que leí esa novelita (sé que la conservo, pero ayer no supe encontrarla), y la he citado en un par de ocasiones en estos escritos; ignorando que, según parece, es una ‘copia’ de una obra similar titulada ‘Lukanga Mukara’ (Die Forschungsreise des Afrikaners Lukanga Mukara ins innerste Deutschland’), publicada por Hans Paasche en 1912. Obviando ese plagio o inspiración, el mensaje me parece muy adecuado para trasladarlo de nuevo aquí, esta vez, para hacer un paralelismo entre los hombres blancos y los políticos mentirosos (casi todos).
‘(…) En esa novela, Tuiavii de Tiavea, el jefe de una tribu de Samoa, unas islas del Pacífico disputadas en el siglo XIX por británicos, estadounidenses y alemanes, viajó a Europa de principios del siglo XX, donde vio cosas que no entendió, pero otras las entendió mejor que los propios europeos. A su regreso expresó a sus paisanos con palabras sencillas lo que había visto, y lo que interpretó como una cultura equivocada la de aquella Europa. Sus discursos, bajo el título ‘Los Papalagi’ (Los hombres blancos), es considerado el primer documento antiglobalización.
(…) Respecto al dinero, Tuiavii constató que el dinero es el dios de los europeos: casi todos ellos han dado su salud por dinero. Lo llevan consigo en sus taparrabos, y por el dinero dan su risa, su honor, su alma, su felicidad (…) en la tierra de los blancos es imposible estar sin dinero, no podrías satisfacer tu hambre, tu sed, serías incapaz de encontrar una estera para la noche (…) tienes que pagar, que significa dar dinero, por el suelo en el que permaneces de pie, por el punto donde quieres construir tu cabaña, por la estera para la noche, por la luz que brilla en el interior de tu cabaña (…) o por ir a un sitio en el que la gente se divierte, donde cantan y baila (debes pagar por todo (…) incluso para nacer tienes que pagar y, cuando mueres, tu familia debe pagar, puesto que tú estás muerto y debes pagar para obtener permiso para depositar tu cuerpo en tierra.
(…) en la tierra de los blancos un hombre no es respetado por su nobleza o su valor, sino por la cantidad de dinero que tiene (…) el conocimiento de que continuamente roban la fuerza de los otros para añadirla a la suya propia, no les preocupa o les roba el sueño por la noche. No entra en sus mentes compartir con los otros el dinero para aliviar su carga.
(…) Tuiavii calificó como una enfermedad de los europeos el estrés por no tener tiempo y se sorprendió de unas máquinas pequeñas con dos pequeños brazos, que todo el mundo lleva para medir el tiempo (…) aunque nunca habrá más tiempo entre el amanecer y el ocaso, esto no es suficiente para ellos.
(…) el europeo, malhumorado y farfullando, soporta un trabajo que no siente ganas de realizar, que no le da ningún placer (…) y cuando tiene tiempo, entonces descubre que no sabe qué hacer o que está demasiado cansado de su trabajo sin alegría.
(…) Y, finalmente, constató que el amor de los blancos no se inclina ante Dios, sino ante objetos y ante las máquinas (…) Nosotros no tenemos necesidad de todo eso: somos felices con los placeres agradables y nobles que Dios nos ha dado’.
(https://search.app/WaA57Mc4ZpJir3vs6)
Pues bien, me parece que podemos aplicar ese cuento, adaptando, metafóricamente, las críticas, sustituyendo a los ‘hombres blancos’ (los papalagi) por los políticos (en especial, a los mentirosos e ineptos, que son la mayoría, como he dicho), y así, deberíamos repudiarlos, quitárnoslos de nuestras vidas, dejándolos de votar, y seguir nuestros deseos, como hacía la tribu de Tuiavii de Tiavea en el cuento.
Pero es evidente que todo es muy complejo, ya que la mentira, como la energía oscura (*) del Universo, atraviesa todo el espacio y produce una presión negativa que origina una fuerza gravitacional repulsiva, que hace alejarse las galaxias, mediante la expansión acelerada del universo.
(*) término acuñado por el cosmólogo Michael Turner en 1998, para describir dos posibles formas de energía oscura: la ‘constante cosmológica’ (una densidad de energía constante que llena el espacio de manera homogénea) y la llamada ‘quinta esencia’ (un campo dinámico cuya densidad de energía puede variar en el tiempo y en el espacio)
Y siguiendo con las mentiras, vemos que, ya de pequeños, aprendimos la siguiente canción popular:
Vamos a contar mentiras
Ahora que vamos despacio
ahora que vamos despacio
vamos a contar mentiras, tralará
vamos a contar mentiras, tralará
vamos a contar mentiras.
Por el mar corren las liebres
por el mar corren las liebres,
por el monte las sardinas, tralará
por el monte las sardinas, tralará.
Salí de mi campamento
con hambre de seis semanas, tralará
con hambre de seis semanas, tralará
con hambre de seis semanas
Me encontré con un ciruelo
me encontré con un ciruelo
cargadito de manzanas, tralará
cargadito de manzanas, tralará
cargadito de manzanas
Empecé a tirarle piedras
empecé a tirarle piedras
y caían avellanas, tralará
y caían avellanas, tralará
y caían avellanas.
Con el ruido de las nueces
con el ruido de las nueces
salió el amo del peral, tralará
salió el amo del peral, tralará
salió el amo del peral.
Chiquillo, no tires piedras
chicuillo, no tires piedras
que no es mío el melonar, tralará
que no es mío el melonar, tralará
que no es mío el melonar.
Ahora que vamos deprisa
ahora que vamos deprisa
no contamos más mentiras, tralará
no contamos más mentiras, tralará
no contamos más mentiras
no contamos más mentirás, tralará
no contamos más mentiras, tralará
no contamos más mentiras.
Y así, hay otras canciones que, ‘inocentemente’ inculcan la cultura de las mentiras, como la de ‘Un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña’; etc.
Pero el presente escrito no va sobre la educación / pedagogía, sino sobre las mentiras de los políticos, por lo que dicen y por lo que ocultan, pues, por ejemplo, los diferentes gobiernos (del PSOE y del PP) siempre se han negado a publicar las balanzas fiscales de las diferentes comunidades autónomas, para, obviamente, no reflejar la dura realidad, especialmente contra Catalunya.
Por todo esto, debemos desconfiar de todos los pseudo-líderes, que mienten más que hablan; y eso es así desde tiempos inmemoriales, pues, por ejemplo, Moisés, dijo al faraón que: ‘el Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro; iremos, pues, ahora camino de tres días por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, para que no venga sobre nosotros con pestilencia o con espada’ (Éxodo 5:3), y la ‘realidad’ fueron 40 años de deambular por el desierto.
Y todavía debemos confiar menos, de los que intentan ocultar o manipular lo que son secretos a voces. Ni de los que no tienen la más mínima empatía. En definitiva, debemos desconfiar de la mayor parte de los políticos, pues con ellos nunca iremos bien, como vamos sufriendo.
Para acabar este denso escrito, me parece oportuno reproducir un chiste sobre la falta de empatía y los secretos, y así, animarnos un poco, ante el panorama que tenemos:
Están dos amigos en un bar y uno le dice a otro:
Te veo preocupado ¿te pasa algo?
Sí, tengo que contarte algo muy importante.
Pues dímelo, somos amigos.
No, aquí no, que es un secreto y podrían oírnos.
Salen fuera del bar y el amigo le dice:
Es que he tenido un problema con el juego y debo 6000 euros.
Pues no te preocupes hombre, no se lo contaré a nadie.