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Lealtad, verdad, realidad y la ‘caja de zapatos’ española

Amadeo Palliser Cifuentes    amadeopalliser@gmail.com

En su reiterativo tour por los medios de comunicación, los principales dirigentes de los partidos independentistas explican su posición y sus ofertas, intentando quedar como los más puros y cristalinos.

Una primera apreciación de lo que ayer pudimos oír fue que el denominador común es la necesidad de la lealtad, pues es evidente que en esta última legislatura esa virtud fue olvidada, tal como han explicado los dos últimos presidentes de la Generalitat (Puigdemont y Torra) respecto a sus socios de gobierno (ERC) y también respecto a Pedro Sánchez y su gobierno central.

Es preciso señalar que la lealtad es una cualidad del leal, del que tiene fidelidad. Y siempre es hacia una persona o algo externo a sí mismo.

Seguidamente traslado algunas opiniones que me parecen ilustrativas al respecto:

‘Confucio sugirió en dos ocasiones sin explicarlo, que todos los detalles de su dao rector tenían un núcleo unificador. ‘Confucio dijo: ‘dao tiene una única hebra’. Zengzi contestó: ‘te oigo’. Confucio se marchó. Un discípulo preguntó ‘¿a qué se refería? Zengzi respondió: ‘el dao es la lealtad y la reciprocidad’ (Analectas 4:15)

Confucio formula una versión negativa de la Regla de Oro: ‘No hagas a los demás lo que no desees que a ti te hagan’

(Peter Singer, ‘Compendio de ética’, Alianza edit., Madrid 2000, 2ª edic., pág. 119)

‘La lealtad se basa en tres palabras: voluntaria, práctica y completa. La lealtad es voluntaria en cuanto que se ofrece en forma libre, sin coerción. Es elegida luego de un análisis personal, no es algo con lo que uno nace. La lealtad es práctica en el sentido de que es practicada. Es llevada a cabo en forma activa, no en forma pasiva como si fuera un sentimiento fuerte por algo. La lealtad es completa en el sentido de que no es un interés casual sino un compromiso pleno con una causa’.

(Richard P. Mullin)

‘La lealtad es una virtud, una virtud primaria, el centro de todas las virtudes, el deber central entre todos los deberes.

(…)

Consideró un marco moral basado en la lealtad, utilizando la idea de lealtad a la misma lealtad. Para ello distingue entre las causas buenas y las causas malas, define a las causas buenas como aquellas que promueven lealtad a la lealtad. (…) No es una buena causa, aquella que destruye el objeto de la lealtad legítima de otra persona’.

(Josiah Royce (1855-1916) ‘La filosofía de la lealtad’ 1908)

Y siguiendo con este pensamiento, parece evidente que las buenas causas deben sustentarse en la verdad. Pero todos sabemos que no es nada fácil poder cerciorarnos de lo que es la verdad, y menos en esta época en la que estamos invadidos de múltiples mensajes, muchos de ellos vía redes sociales, y no debidamente contrastados.

Un ejemplo claro, pero, en el fondo positivo, sin ninguna malicia lo tuve ayer:

En el corte diario de la avenida Meridiana de Barcelona se colocaron diferentes hojas, con el siguiente mensaje:

‘No sois fachas por sacar la bandera de España. Lo sois porque solo la sacáis para oprimir, nunca os vi en desahucios, mareas o en un comedor social con ella.

Lo sois porque vuestro país solo es la bandera y el himno.

Tu ‘gran nación’ cabe en una caja de zapatos’.

Varios compañeros comentamos que era un mensaje muy acertado. Yo lo fotografié, y lo envié a la familia y a algunos amigos.

Uno de ellos me comentó que era un mensaje de Julio Anguita González (1941-2020), exalcalde de Córdoba, y excoordinador general de Izquierda Unida.

Al contestarle que yo desconocía esa referencia, me reenvío el fragmento íntegro, que es el siguiente:

‘No, algunos no sois fachas por sacar la bandera de España. Lo sois porque sólo la sacáis para oprimir. Nunca os vi en desahucios, o en mareas o en un comedor social con ella.

Este país está pasando por una crisis bestial, pero algunos sólo la habéis sacado cuando el soberanismo catalán se ha hecho fuerte.

Yo soy de Cádiz, el sur del sur. Pobres como ratas. Nunca he visto a los supuestos ‘patriotas’ sacar las banderas para pedir pan, trabajo y dignidad.

Así que no, no eres facha por tener la bandera. Lo eres porque tu país sólo es la bandera y el himno. Tu ‘gran nación’ cabe en una caja de zapatos’.

Me sorprendió la referencia a Cádiz, ya que sabía que Anguita no nació allí, y en Wikipedia confirmé que había nacido en Fuengirola (Málaga); y buscando la referencia de ese mensaje, parece que ‘el texto pertenece a Pablo MM, periodista del diario CTXT y El Salto. Fue publicada por el autor en sus redes sociales en octubre de 2017 (www.facebook.com/pabloememe). Pablo MM en su Facebook, incluye este comentario, que firmó, el pasado 6 de octubre del 2017, como colectivo de ‘Seguidores de Julio Anguita’.

Y por lo visto, no solo ese mensaje, hay muchos otros mensajes, que se han atribuido erróneamente al político citado.

A mi modo de ver, en este caso, el fondo del mensaje es muy acertado, y coincido totalmente con lo que dice.

Este ejemplo sin importancia lo he recogido como una simple muestra de que estamos invadidos por muchos mensajes, que debemos contrastar. Y lo he traído a colación, como ejemplo de que la información es fundamental, máxime si sobre ella se pretende construir una lealtad.

Y volviendo al tema de la lealtad, es evidente que debe basarse en una transparencia y una sinceridad total que, difícilmente, se puede dar entre partidos políticos diferentes, aunque estén en un mismo gobierno de coalición. Pues el ADN de los partidos es la competitividad, la rivalidad.

Y en el caso que nos ocupa, es evidente que los tres partidos independentistas (ERC, Junts y la Cup) tienen unos mismos objetivos, la amnistía, la independencia y la república catalana; pero las estrategias son muy diferentes.

Por ello me parece dificil que haya una verdadera lealtad, una verdadera sintonía en el gobierno, ya que, en caso contrario, no se llamarían ‘partidos’, serían ‘enteros’. Bromas aparte, y ese ha sido un chiste muy tonto; es cierto que dichos partidos se diferencian asimismo en políticas sociales, económicas, etc., por lo que no es fácil una verdadera coordinación.

Y eso lo vemos cada día en el gobierno de coalición PSOE / Unidas Podemos, pues Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, se soportan y toleran, por pura conveniencia y equilibrio de poderes.

Ahora bien, en un momento de crisis sanitario por la pandemia, parece que debería primar el objetivo de preservar al máximo la salud de la ciudadanía. Pero vemos que ni aún en un momento tan delicado se da la sintonía precisa, ya que el fiel de la balanza salud / economía, tiende hacia un polo u otro, según el que ostenta el poder definitivo.

Efectivamente, estoy de acuerdo que en el futuro gobierno catalán se exija lealtad, ya que las decisiones de gobierno deben ser asumidas de forma solidaria por los diferentes miembros. Y es obvio que la lealtad no presupone la sumisión, eso es lo que quieren muchos falsos líderes.

La lealtad se debe basar en la crítica constructiva, opción que, tras más de cuatro décadas de trabajo en una multinacional, he podido comprobar que nunca, y nunca es nunca, es aceptada; más bien siempre se ve con recelo.

Y la lealtad, además de tener una doble dirección, o triple, es decir, hacia el objetivo del superior, hacia el del inferior y hacia el de los compañeros; objetivos que pueden ser coincidentes, pero nunca lo son al 100%, obviamente, pues siempre hay matices diferenciales que deben ponderarse. Pero nunca, hacia una persona, si no hacia un objetivo, una idea.

Y también es preciso que esa lealtad no flaquee, como en el siguiente ejemplo:

‘La fábula de la polilla:

Iba la polilla revoloteando,

al encuentro de su amada.

En el camino se topó con una farola,

fue entonces que olvidó por quien suspiraba.

Tanto quiso acercarse a la luz que lo encandilaba,

que ni cuenta se dio, cuando cayó chamuscada…’  

(los independentistas aún nos reímos al recordar la farola con la que se topó el paracaidista del ejército español, en el desfile militar del 12 de octubre del 2019. Y buena prueba de ello es que se hizo popular la canción ‘la farola, la farola’ (de Miquel del Roig), que algún día aún cantamos en la Meridiana)

Disgregaciones aparte, y volviendo a la polilla, es cierto que la lealtad no es fácil, ya que hay muchas tentaciones. Y sabemos que todos nos dejamos deslumbrar, y los políticos y sus respectivos partidos, tienen ‘farolas’ bien diferentes.

Y no podemos exigir que ni nosotros, ni nuestros políticos, nos rijamos y se rijan por las reglas del ‘bushidö’, el camino del samurái: justicia o rectitud; coraje; compasión; respeto y cortesía; honestidad y sinceridad absoluta; honor; lealtad. Pues todos sabemos que somos imperfectos, y que la condición humana, afortunadamente, no es rígida ni estamos en una campana neumática.

Pero sí que sería positivo que perdiésemos nuestra soberbia y el seguidismo de las reglas de toda la vida. Y, eso es lo que los dirigentes políticos deberían considerar, ya que una vez pasadas las elecciones, muchos se consideran dioses. Por eso me parece didáctica la siguiente fábula:

‘Estaba un puñado de nieve sobre la cumbre de una montaña, cuando se puso a pensar:

‘No me creerán altivo y soberbio por estar en tan alto lugar y que toda la nieve está más baja que yo? Soy tan pequeñita que no merezco esta altura, más aun, cuando ayer pude ver lo que el sol hizo a mis compañeras que, en pocas horas se derritieron. Debería bajar y encontrar un lugar conveniente a mi pequeño tamaño.

Y la bolita comenzó a descender por la ladera de la montaña, rodando sobre la nieve. Cuanto más bajaba, más grande se hacía y así, cuando terminó bajo la colina, vio que su tamaño había aumentado enormemente. Y así fue cómo la bolita fue la última nieve que el sol deshizo al terminar el invierno’.

(Fábula de Leonardo da Vinci; www.conmishijos.com)

Y precisamente, esa soberbia y prepotencia, la vemos y sufrimos cada día en el gobierno español, ya que ayer, en un solo día, vimos cómo el PSOE se alineó con el PP y Vox, para evitar que se debatiera en el congreso la ley de amnistía. Y asimismo rechazó derogar la sedición y la ley mordaza, a pesar de los avisos de las instancias judiciales europeas.

Nada nuevo, ya hemos visto en repetidas ocasiones que Pedro Sánchez es un tahúr tramposo y mentiroso, pues en la campaña electoral prometió eliminar la ley orgánica 4/2015, de protección de la seguridad ciudadana, aprobada por el PP y la oposición del todos los restantes partidos, incluido el PSOE. Esta ley, que otorga una gran discrecionalidad a las fuerzas y cuerpos de seguridad, ha sido criticada por muchos organismos internacionales y, en España es denominada ‘ley mordaza’. Y precisamente, en pleno estado de alarma, esas fuerzas de seguridad han usado y abusado de esa ley, sin el menor pudor.

Asimismo, otro ejemplo de soberbia lo vimos ayer con la ministra María Jesús Montero, al ‘justificar’ (en un lenguaje ‘cantinflanesco’ o ‘gonzalezco’) la posibilidad de que vengan turistas extranjeros a Baleares, Canarias, Catalunya, Madrid, etc.; pero nosotros estemos confinados en nuestras respectivas comunidades autónomas.

‘Y su argumento es que ‘España lo hace por reciprocidad con el resto de países que están haciendo lo mismo (…) puede parecer que no es coherente que puedan llegar ciudadanos de otros países mientras que los españoles no pueden viajar dentro de España, pero se han de respetar las reglas de juego (…) y si una comunidad entiende que no deben entrar a su territorio, aunque pueda aparentar que no es ‘coherente’ con las personas de otros países, es porque hay esa reciprocidad con la UE, pero también ‘coherencia’ con la delegación de competencias, fruto de la cogobernanza’.

(amp.heraldo.es)

Y otro ejemplo de esa prepotencia y de falta de sensibilidad hacia la ciudadanía, lo tuvimos también ayer con la rueda de prensa del gobierno de la Generalitat de Catalunya, presentando, por enésima vez, el plan ‘masivo’ de vacunación contra la covid, cuando todos sabemos que no tenemos apenas vacunas que administrar, y que, digan lo que digan, todo estará supeditado a la recepción y distribución que consiga y efectúe el gobierno español.

Como vemos, con esa forma de proceder, nada transparente ni honesta, por parte de los diferentes gobiernos, no es fácil que los respectivos socios de gobierno puedan verse reflejados. Y difícilmente puedan sentirse obligados a ejercer la lealtad precisa.

Por todo esto, me parece que hay mucho trabajo a hacer, mucho camino a andar. Y, como dice el refrán, ‘es mejor un buen acuerdo que un mal pleito’, así que es preferible llegar a un acuerdo para conformar el gobierno, aunque no sea esta semana, pero que sea sobre acuerdos firmes, con un plan, programa, estrategia y calendario aceptado por todos ellos, y que se hagan públicos. No debemos tragar con ruedas de molino y menos que éstas sean secretas.

Y los diferentes dirigentes deben recordar que ‘negociar no es vencer ni convencer’, como dice el refrán, se trata de buscar puntos comunes y puntos aceptables por todos.

Por todo ello, los dirigentes de los diferentes partidos independentistas deben ponerse de acuerdo, pues los independentistas queremos salir de la caja de zapatos española, con su bandera y demás.