A lo largo de estos dos últimos años, en estos escritos me he referido en un par de ocasiones a Xirinacs, sacerdote (función que abandonó en 1990), político, filósofo, activista pacifista, etc., ya que fue un personaje poliédrico, imposible de clasificar, de encuadrar fácilmente.
En esta ocasión, el motivo ha sido el estreno, ayer 29, de la película, ‘Sis nits d’agost’ (Seis noches de agosto), por parte de TV3 (la televisión catalana, coproducida con Mallerich Films y Nanouk Films), dirigida por Ventura Durall, en la que se explica la muerte querida y buscada por Xirinacs. Esta película está basada en el libro homónimo, de Jordi Lara, publicado el año 2019 (ediciones de 1984).
TV3 estrenó esa película en el programa ‘Sense ficció’ (Sin ficción), en el marco de una noche temática, seguida por el documental ‘Xirinacs, a contracorrent’ (Xirinacs, a contracorriente). La película, según anunciaron los responsables, ‘no es un biopic (película biográfica) de Xirinacs, ni un altavoz de sus ideas políticas ni filosóficas, aunque estos elementos están en el telón de fondo de la historia’.
En esas obras, Lara y Durall, narran el periplo desde el lunes 6 de agosto, que Xirinacs cumplía 75 años, camino de la montaña, hasta ser encontrado muerto, seis días después, el 11 de ese mismo mes; siendo encontrado casualmente por un buscador de setas, estirado en un prado en las montañas de Sant Martí d’Ogassa (Girona). Oficialmente, la fecha de su muerte, por causas naturales, fue fijada el mismo 11. Se dejó morir, como testificó en una nota que dejó en su despacho, manifestando su deseo de ‘morir en su soledad y su silencio’.
En esa nota, titulada: ‘Acte de sobirania’ (Acto de soberanía), Xirinacs reconocía haber vivito 75 años en unos Països Catalans ocupados y recriminaba a los líderes políticos catalanes su cobardía en materia de nacionalismo:
‘He vivido esclavo setenta y cinco años en unos Països Catalans ocupados por España, por Francia (y por Italia) desde hace siglos. He vivido luchando contra esta esclavitud todos los años de mi vida adulta. Una nación esclava, como un individuo esclavo, es una vergüenza de la humanidad y del universo. Pero una nación nunca será libre si sus hijos no quieren arriesgar su vida en su liberación y defensa.
Amigos, aceptadme este final absoluto y victorioso de mi lucha, para contrapuntar la cobardía de nuestros líderes, masificadores del pueblo.
Hoy, mi nación es soberana absoluta en mí. Ellos han perdido un esclavo. Mi nación es un poco más libre, por que yo estoy con vosotros, amigos’.
Como dice textualmente la contraportada del mencionado libro de Jordi Lara:
‘El seis de agosto de 2007 un hombre salió de Barcelona y subió a la montaña para morir solo. Aquel mismo día cumplía setenta y cinco años; se llamaba Lluís María Xirinacs y tenía una larga trayectoria pública como luchador por las libertades y filósofo pacifista. ¿Por qué lo hizo? ¿era un suicidio o otra cosa?
‘Seis noches de agosto’ es la historia de aquella muerte querida, singular, misteriosa. La revelación de cómo fue preparada escrupulosamente y cómo afectó a tantas personas, y la aventura de un escritor para descubrir el sentido de una acción como aquella. Una novela apasionante que nos invita a una reflexión moral y universal sobre aquello que nos interroga a todos: la muerte, la libertad individual o el compromiso colectivo’
(Jordi Lara)
Es preciso señalar que, si bien la mayor parte de los medios de comunicación expresaron que Xirinacs se había suicidado, la autopsia reveló que se había dejado morir por inanición; según su médico personal y gran amigo, Joan Parés, fue ‘una muerte muy mística ya que creía que después de la muerte llegaría a lo que llamaba una conciencia universal’.
‘El filósofo visionó su propio fallecimiento como un acto de soberanía personal, pero también, con la secreta intención de que sirviera de ejemplo y guía de sus pensamientos filosóficos y políticos. Para él, un acto glorioso era siempre una acción transformadora que perturbaba la armonía de los sistemas. Pero una cosa es la teoría y otra la práctica.
Xirinacs, luchador antifranquista, el senador más votado de la historia de la democracia española, pacifista, luchador por la libertad de los pueblos oprimidos, el filósofo definidor del globalismo, intentó ser coherente hasta el final, decidiendo cuando morir y cómo: escogió dejar de vivir el día que cumplía setenta y cinco años, y lo hizo en medio de la naturaleza, en el plano de Cal Pegot, al pie del Taga (Tagamanent), en el Ripollès. Quería convertirse en abono, morir y fusionarse con la naturaleza, mediante la trans-substanciación’
(https://alella.cat)
Notas:
- No es cierto que fuera el senador más votado, pues Josep Benet, Francesc Candel y Alexandre Cirici, fueron, efectivamente, los más votados; Xirinacs, eso sí, fue el senador independiente más votado.
- En el lugar donde fue encontrado muerto (su punto omega), se tomó una roca para ser establecida como un monolito, con su firma (la X, con una especie de acento).
En el presente escrito no me interesa comentar esos seis días, recreados e imaginados por Jordi Lara, ni su extensa y rica biografía:
- fue uno de los impulsores de la Assemblea de Catalunya;
- defensor de la lengua catalana (en su detención de 1971, se negó a hablar en castellano, por lo que fue confinado en la prisión de Zamora, donde inició su tercera huelga de hambre; Igualmente, ya con 74 años, el 25 de octubre del 2005, fue detenido por la policía española en una comisaría de Ciutat Vella de Barcelona, donde había ido a renovarse el carnet de identidad, manteniendo la objeción lingüística, de no hablar castellano, al día siguiente fue llevado a la prisión de la Modelo, y después al centro penitenciario de Can Brians y a Sant Esteve Sesrovires, siendo finalmente puesto en libertad, por la presión popular.
- desde el 25 de diciembre del 1977 permaneció 12 horas diarias delante de la prisión Modelo, de Barcelona, en campaña por la amnistía, actividad que realizó hasta el 1977, que se aprobaron las medidas de la amnistía.
- por su idea de una España confederal, como mostró en su propuesta de constitución española, si bien, en el año 2000 volvió a protestar, plantándose cada día en la plaza Sant Jaume, delante de la Generalitat, pidiendo la independencia,
- etc.
me interesa más centrarme en su idea y práctica del activismo pacifista, así como las lecciones que podemos extraer de su enseñanza.
Sé que no es correcto hacer una traslación sin matices de hechos pasados a la actualidad, sería el habitual error del ‘presentismo’, ya que las situaciones son diferentes; pero está claro que la opresión española continúa tal cual, por lo que muchos seguimos sintiéndonos esclavos, y vemos que la cobardía de nuestros políticos, como veía Xirinacs, sigue imperando.
Por eso me limito a reproducir algunas de sus frases, y que cada lector saque sus propias conclusiones:
- Plantémonos, plantemos cara al disgusto diario de vernos vendidos, estafados, domesticados o silenciados. Los únicos protagonistas somos nosotros: el Pueblo.
- Es preciso luchar contra el fuerte para dejar de ser débiles, y contra nosotros mismos, cuando seamos fuertes.
- Pero una nación nunca será libre si sus hijos no quieren arriesgar su vida en su libertad y defensa.
- Hasta que no cortemos el último hilo que nos mantiene atados, no dejaremos de ser marionetas.
- La independencia no se pide, se toma.
- Contra el vicio de mandar mal, hay la virtud de desobedecer.
Personalmente, yo no conocí a Xirinacs, únicamente coincidí con él en el Metro de Barcelona (línea I), y se apeó en la parada de la Sagrera, pero entre los compañeros que nos manifestamos en la Meridiana, algunos sí que le conocieron y tuvieron una relación más o menos estrecha con él; y comentaron, en diferentes ocasiones, la claridad de sus ideas, su ética y su moral, así como su coherencia con su actividad práctica cotidiana.
Por todo ello me interesa resaltar que:
- la independencia, no se obtiene dialogando, y menos con un estado tramposo y corrupto, que nos quiere esclavos, como señaló Xirinacs,
- y que lo que cuenta, es la actividad, la manifestación pacífica del disidente, sin quedarse en el sofá de casa, pues eso es su rendición total.
Y, como vemos a diario en la Meridiana, esa manifestación, por minúscula e insignificante que sea, y aunque respetemos las normas establecidas, en realidad molesta a algunos que, al pasar los semáforos, nos gritan: ‘esto es España’, ‘que estamos haciendo el ridículo’, ‘Puigdemont a la prisión’, y otras lindezas por el estilo. Es muy ‘curioso’ ver lo que llega a molestar la visión de una simple ‘estelada’ (la bandera independentista catalana), pues saca de quicio, es decir, violenta, a algunos de los unionistas (mientras que pertenecer a un estado corrupto, antidemocrático y vengativo, hasta lo aprueban, pues lo consienten y defienden).
Por el contrario, constatamos que otros nos animan y felicitan.
Xirinacs se convirtió en un hombre molesto para los partidos políticos, pues no quiso resignarse a vivir en la mediocridad. Y nosotros, salvando las enormes distancias, con nuestro pequeño gesto diario, también queremos ser molestos y tampoco queremos ser mediocres al gusto de los partidos.
En su escrito de despedida, Xirinacs añadió: ‘si me queréis hacer feliz, no me busquéis; si alguien me encuentra, le ruego que, esté como esté, no quiera él perturbar mi soledad y mi silencio’, y, eso no se cumplió, pues tras su autopsia, fue trasladado para un funeral masivo en la iglesia de Santa María del Mar (Barcelona), homenajeado en el Fossar de les Moreres, y enterrado en Roques Blanques (El Papiol).
Pero sí que es un deber moral con él, buscar sus ideas y ponerlas en práctica, ya que siguen siendo totalmente válidas. Y sólo así ejerceremos nuestra soberanía.