El absolutismo ideológico y político, propio del Antiguo Régimen (anterior a la Revolución Francesa de 1789–1799), se basa en el poder absoluto del gobernante, no sujeto a limitaciones institucionales ni sociales, como si sus ideas fueran derivadas de la ley divina.
En ese sentido es famosa la expresión de Luis XIV: ‘el estado soy yo’.
Etimológicamente, el término absolutista incluye el verbo ‘absolver’, y se basaba en el lema latino: ‘princeps legibus solutus est’ (el príncipe no está sujeto a la ley). Enrique IV de Francia (1553-1610), ‘el impotente’, firmaba los documentos con: ‘E yo de mi propio motu é ciencia cierta é poderío real absoluto …’
En la Edad Moderna, el absolutismo se transmutó en el totalitarismo: el poder se concentra en el estado, controlado por un partido político, que impone su ideología.
En el absolutismo no había estado, éste se identificaba con el monarca, que imponía su control basado en su autoridad absoluta. Cualquier abuso puede entenderse como una necesidad impuesta por razón de estado.
Por el contrario, otra corriente de pensamiento se basa en el sofista Protágoras de Abdera (486 a.C.-411 a.C.), que consideró que ‘el ser humano es la medida de todas las cosas, de las que son en la medida que lo son, y de las que no son, en la medida de que no son’. Es decir, no hay una verdad, sino tantas verdades como sujetos.
Esta tesis es opuesta a la del relativismo, que considera que todo es relativo. El relativismo considera que no hay fundamentos absolutos, al contrario, acepta juicios diversos sobre el mismo acto.
Si el enunciado ‘todo es relativo’ es verdad, este enunciado también lo es y, por lo tanto, si no me parece verdadero, no lo he de aceptar.
Efectivamente, en toda sociedad compleja hay disensiones. El relativismo no es contrario con la aceptación de valores comunes compartidos.
Y no hay que confundir el relativismo con el pluralismo. El pluralismo es el reconocimiento de diferentes concepciones; el relativismo es la fundamentación de este hecho.
Pues bien, el reciente ejemplo de la propuesta de modificación del código penal español, para derogar el capítulo I del título XXII de la sedición (de 1882), pero, modificando y ampliando el artículo 557, que queda redactado como sigue:
1 – ‘Serán castigados con la pena de prisión de seis meses a tres años los que, actuando en grupo y con la finalidad de atentar contra la paz pública, ejecuten actos de violencia o intimidación:
- (a) sobre las personas o las cosas; o
- (b) obstaculizando las vías públicas ocasionando un peligro para la vida o salud de las personas; o
- (c) invadiendo instalaciones o edificios
2 – Los hechos descritos en el apartado anterior serán castigados con la pena de prisión de tres a cinco años e inhabilitación especial para empleo o cargo público por el mismo tiempo cuando se cometan por una multitud cuyo número, organización y propósito sean idóneos para afectar gravemente el orden público. En caso de hallarse los autores constituidos en autoridad, la pena de inhabilitación será absoluta por tiempo de seis a ocho años’.
Que esta modificación ‘pactada’ indirectamente por los dos dirigentes del PSOE (Pedro Sánchez) y de ERC (Oriol Junqueras), nos la quieran ‘vender’ e ‘imponer’ como la gran panacea, es decir, como la mítica medicina capaz de curar todas o muchas enfermedades, e incluso alargar la vida; no deja de ser un engaño más.
Etimológicamente, el término ‘panacea’ deriva del griego panákeia, la ‘solución general’ para curar todos los males. Y Junqueras se considera poseedor de esa ‘solución general’, más aún, se considera ‘el solucionador general’, por eso ha renovado de nuevo su presidencia del partido, modificando los estatutos que limitaban los mandatos. ‘El se considera único e insustituible.
Ya sabemos que algunos personajes políticos, como los citados Sánchez y Junqueras, de forma totalmente acrítica, consideran que tienen el poder absoluto ideológica y objetivamente. Y por eso no atienden ni escuchan las críticas de los otros partidos ni asociaciones sociales; obviando que no estamos en un mundo de blancos y negros. Hay un sinfín de matices, de grises.
Pero hoy, oyendo una entrevista al ‘ideólogo’ Junqueras, considerándose ‘más papista que el papa’, es decir, más dogmático y rígido que nadie, nos considera a todos los que opinamos de forma diferente, como desinformados, como disminuidos o discapacitados mentales. Esa es su arrogancia.
Y, cuando se le dice que:
- la derogación del delito sedición es debida, básicamente, a las exigencias europeas;
- que el nuevo redactado del delito de desórdenes públicos, basado en conceptos tan abstractos como ‘la paz pública’, ‘la intimidación’, etc., no deja de ser una autopista para que los jueces y policías puedan reprimir cualquier tipo de manifestación, y que, en definitiva
- el conjunto de la modificación ‘beneficia’ a los reprimidos vips, como Marta Rovira (secretaria general de ERC), y se olvida, e incluso complica la existencia a los más de 4000 imputados, y a los futuros,
se enfada y dice que eso son interpretaciones mal interesadas de personas que no han leído con detalle el nuevo redactado.
Llegado a este momento, me parece interesante reproducir el siguiente texto de Vicente Rodríguez, en El Correo de Andalucía, el 28 de marzo del 2018:
‘Mi gran mentira
¿Sabes una cosa? Los hombres os tragáis todo tipo de mentiras, pero cuanto mayor sea, más os la creéis.
Yo he conseguido que toleréis la esencia de la filosofía del infierno: el relativismo absoluto. Yo me negué desde el principio a permitir que mi Enemigo determinara la realidad, la verdad o el bien, en vez de hacerlo yo mismo.
Yo, Satanás, soy quien soy, yo soy la medida de todas las cosas, yo decido lo que es real, lo que es verdad y lo que está bien. Yo soy la medida del origen, del significado y del fin; de la creación, del diseño del ser y del reconocimiento del ser.
Esto lo he ido introduciendo en la mente de muchas personas y estáis llegando a extremos impensables. Dais igual precio, legalidad y categoría a todas las opiniones morales o éticas que pueden cambiar de una persona a otra persona, todas son igualmente válidas y ninguna opinión de lo bueno y de lo malo es mejor que otra, o que en realidad no existe el bien o el mal moral. Por ejemplo, y hablando en plata, el hombre y la mujer tienen derecho a escoger el sexo que desee, a elegir si ser y actuar como hombre, como mujer o como hombre y mujer al mismo tiempo.
La mujer tiene derecho a su cuerpo, si le estorba el embarazo, pues muy sencillo: se deshace del apéndice que lleva en su seno y se acabó. Si quiere tener hijos y no está embarazada pues se alquilan vientres. Si quiere un hijo genéticamente perfecto, pues en ello están gastándose millones.
Mientras tanto yo me froto las manos viendo caer en mis garras a tantas almas que han sido dominadas por la gran mentira del relativismo, del todo vale, y demás.
Como te das cuenta, esto es muchísimo más complejo y tiene innumerables ramificaciones, pero no pretenderás que te lo revele todo.
Firmado: Satanás’
Pues, a mi modo de ver, Sánchez y Junqueras siguen esta teoría de criticar el relativismo, para imponernos su visión absolutista.
Por eso, me parece interesante recordar a Miguel de Unamuno (1864-1936), que cité en un escrito precedente, pues, salvando las infinitas distancias, muchos independentistas de base consideramos válida la expresión: ‘venceréis, pero no convenceréis’ (a Millán-Astray, el 12 de octubre de 1936).
Los golpistas franquistas vencieron gracias a su fuerza bruta, violenta, asesina y sanguinaria. Ahora, el PSOE y ERC nos vencerán por la fuerza sibilina, que comporta el control de los medios de comunicación subvencionados y comprados. Algo importante hemos ganado, está claro. Pero aún estamos muy lejos de una democracia moderna, transparente.
Y ahora, a mi modo de ver, podemos decir a Oriol Junqueras y a toda su corte celestial, que nos vencerán (las encuestas así lo pronostican), pero no nos convencerán, al menos a los que mantenemos la moral de seguir manifestándonos en la avenida Meridiana, como otros lo hacen en un sinfín de lugares y, que, cuando se apruebe el nuevo articulado del código penal, veremos que nos podrán imponer prisión si molestamos la paz ciudadana e intimidamos con nuestras canciones y con la ‘estelada’ (bandera independentista catalana).
Eso sí, los unionistas nos podrán seguir insultando impunemente; su nacionalismo español, al tener un estado, tiene todo el poder para hacer lo que les plazca. Por eso no me extraña nada el juego de ‘trilero’ que ha hecho, de nuevo, Pedro Sánchez. Ese es su estilo. Y Junqueras y Aragonès, siguen embobados intentando ver el destino de la bolita, sin éxito, claro.
Por todo ello, muchas gracias, Junqueras, Aragonès, etc.; seguid así, poniendo la alfombra roja a Pedro Sánchez. Seguid atemorizándonos de que todo lo que hacéis es por nuestro bien y que, si no actuaseis así, las cosas podrían ir peor (con el PP y Vox).
Estamos cansados de que vuestra política se base en el chiste de ‘susto o muerte’:
‘Están dos tontos hablando y le dice uno a otro:
¿Tú que prefieres: susto o muerte?
Susto, responde.
¡¡¡Uh!!!, le asusta el primero
¡¡¡Ay que susto!!!, se queja el segundo
Pues haber elegido muerte, sentencia el más listo’.
Tenemos verdaderos referentes morales, como Carles Puigdemont, Albano Dante Fachín, Lluís Llach, etc.; y nos fiamos de su criterio y opiniones sobre todo en general, y, en particular, sobre la modificación del código penal que nos ocupa y preocupa.
Por todo eso, seguiremos, persistiremos y, particularmente, os ‘animo’ a seguir emulando a Sísifo, es decir, condenado a subir por siempre una roca en el inframundo; la metáfora del esfuerzo inútil, absurdo e incesante. A Sísifo se le consideraba que tenía una notable astucia, pues puso los grilletes a Tánatos (la muerte), pero no fue suficiente para prever su propio destino. Y, en vuestro caso, ‘condenados’ a seguir disimulando un diálogo, por los siglos de los siglos. Amén.