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En la manifestación de la Avenida Meridiana de Barcelona, dedicamos la jornada de los miércoles a realizar lecturas literarias, y ayer (09/04), un compañero leyó la letra de la canción ‘Cambalache’, argumentando que se adaptaba a su estado depresivo (políticamente hablando); y, al acabar, le comenté que me había parecido una buena idea para mi rollo de hoy, pues también me parece actual, y aquí está mi comentario.
El tango ‘Cambalache’, fue compuesto en 1934 por Enrique Santos Discépolo Deluchi (1901 – 1951), autor de la música y de la letra, para la película ‘El alma del bandoneón’ (dirigida por Mario Soffici, en 1935); en el minuto 57 de la película, se dio a conocer dicho tango.
La composición y estreno fue en plena década infame (período argentino de 1930 a 1943, caracterizado por la crisis económica, fraude, corrupción y desesperación), y posteriormente fue censurada por el gobierno militar en 1943 (contra el presidente radical Hipólito Yrigoren), pero volvió a sonar en 1949, popularizado por Carlos Gardel (1890 – 1935), y nunca ha perdido vigencia, pasando a ser, prácticamente, un popular himno argentino, si bien el autor sufrió hasta el final, por su adhesión al peronismo.
La letra es la siguiente:
Cambalache
Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé
en el quinientos seis, y en el dos mil también
que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos, valores dobles.
Pero que el siglo veinte es un despliegue
de maldá insolente, ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo, todos manoseados.
Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor
ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador.
Todo es igual, nada es mejor.
¡Lo mismo un burro que un gran profesor!
no hay aplazaos ni escalafón.
Los inmorales nos han igualao.
Si una vive en la impostura
y otro afana en su ambición
da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón.
Qué falta de respeto, qué atropello a la razón
cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón.
Mezclao con Stavisky van don Bosco y ‘la Mignón’,
don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín.
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches se ha mezclao la vida
y herida por un sable sin remache
ve llorar la Biblia contra un calefón.
Siglo veinte, cambalache, problemático y febril
el que no llora, no mama; y el que no afana, es un gil.
Dale nomás, dale que va
que allá en el horno nos vamo a encontrar
no pienses más, séntate a un lao
que a nadie importa si naciste honrao.
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey.
Que el que vive de los otros
que el que mata, o el que cura
o está fuera de la ley.
Notas:
Aplazos: calificación inferior a la mínima requerida para aprobar un examen o una materia.
Serge Alexander Stavisky había sido un famoso estafador, nacido en Ucrania y nacionalizado francés, que cobró fama tras defraudar más de 200 millones de francos en el municipio de Bayona, y que falleció en 1934.
Juan Melchor Bosco, fue un hombre criado en la fe por su madre, en su Italia natal, que creó la congregación salesiana, y que cuidó hasta su muerte, en 1888. En 1934 fue canonizado.
La Mignon, en el lunfardo porteño, hace referencia a la figura de la amante, la mujer mantenida.
Don Chicho es Juan Galiffi, un mafioso siciliano que llegó a Argentina en 1910, y que, en realidad se refería a Scarface o Escarfoso (apodo de Al Capone)
Un sable sin remache, simboliza el gancho que colgaba junto al retrete.
En realidad, la mayoría vemos que todo es un cambalache (una componenda, un chanchullo, un trapicheo), y por eso, la denuncia de la mediocridad y la corrupción, sigue plenamente vigente en la actualidad, que es idéntica, también, a la descrita en su canción ‘Qué Vachaché’ (¿qué va cha ché?), de 1926:
Lo que hace falta es empacar mucha moneda,
vender el alma, rifar el corazón,
tirar la poca decencia que te queda …
plata, plata, plata y plata otra vez …
Así es posible que morfés todos los días,
tengas amigos, casa, nombre … y lo que quieras vos.
El verdadero amor se ahogó en la sopa:
la panza es reina y el dinero es dios.
Ante los cambalaches de este siglo XXI, me parece interesante reproducir su canción, ‘Esta noche me emborracho’ (1928):
Sola, fané, descangayada, la vi esta madrugada
salir del cabaret, flaca, dos cuartos de cogote
y una percha en el escote bajo la nuez
chueca, vestida de pebeta, teñida y coqueteando
su desnudez, parecía un. gallo despluma’o
mostrando al compadrear el cuero picotea’o
yo que sé cuando no aguanto más
al verla así rajé, pa’ no llorar.
Y pensar que hace diez años fue mi locura
que llegué hasta la traición por su hermosura
que esto que hoy es un cascajo
fue la dulce metedura donde yo perdí el honor
que chifla’o por su belleza le quité el pan a la vieja
me hice ruin y pechador
que viví sin un amigo, que viví de mala fe
que me tuvo de rodillas
sin moral, hecho un mendigo cuando se fue.
Nunca pensé que la vería en un
resquiescat in pache
tan cruel como el de hoy
mire si in es pa’ suicidarse, que por este
cachivaches
sea lo que soy.
Fiera venganza la del tiempo
que le hace ver deshecho lo que uno amó
este encuentro me ha hecho tanto mal
que si lo pensó más, termino envenena’o
esta noche me emborracho bien
me mamo bien mama’o pa’ no pensar.
Los independentistas catalanes podríamos tomar esta canción, asimilando, metafóricamente, la chica que hace diez años fue su locura, y que ahora ve flaca y desnutrida, con nuestras ilusiones y nuestros pseudo líderes.
Pero sabemos que, aunque el sistema nos quiera adormecidos, rendidos (borrachos), debemos estar bien despiertos y lúcidos, para darnos cuenta de los cambalaches de su sistema, y así, poder mantener a salvo nuestras ilusiones, procurando que no se ahoguen en la sopa que nos dan. En caso contrario, seguiremos sentados en el retrete, agarrados al ‘sable sin remache’