*Alejandro Natal Martínez González, profesor-investigador de El Colegio Mexiquense, ofreció la conferencia «Representación política indígena en México y América Latina»
La representación política de los indígenas sigue siendo una asignatura pendiente en México, pues el tema no está en la agenda de los partidos políticos ni de los legisladores; en tanto, ese sector de la población sigue sumido mayoritariamente en la pobreza y la marginación, olvidado, con el pretexto de un falso culturalismo para no dar plenitud a los derechos políticos y humanos que los hagan actores efectivos en el cambio de su realidad.
En la conferencia de septiembre del ciclo «El entorno social contemporáneo. Reflexiones desde las ciencias sociales», Alejandro Natal Martínez González, profesor-investigador de El Colegio Mexiquense, expuso «Representación política indígena en México y América Latina».
Dio a conocer los resultados de un trabajo de investigación que será publicado en inglés por la prestigiada editorial Springer y que llevó a cabo con Adrian Abdala, investigador de la Universidad de Brasilia, con textos dedicados a 10 países, y a partir de la cual destacó que el movimiento indígena no alcanzó resultados exitosos en México -a diferencia de otros países, como Bolivia y Ecuador-, pese a contar con una amplia aceptación en la opinión pública y en diversos actores, e incluso con los cambios jurídicos alcanzados desde la década de los noventa.
Consideró que el país es conservador y que los indígenas no tienen representación efectiva en el Congreso de la Unión, los congresos de los estados y la administración pública, por lo que urgió a realizar cambios para asegurar su representación en esas esferas, al tiempo que cuestionó el «racismo rancio» de diversos sectores de la sociedad, entre los cuales se sigue viendo a los indígenas despectivamente.
En tanto, el Estado tiene en el abandono a los indígenas, cuyo porcentaje en relación con el total de la población va desde 3% hasta 12%, y si bien la mayoría de los mexicanos son mestizos, es imposible negar la importancia de quienes viven sin aun tener acceso a la justicia y mayoritariamente en comunidades de menos de 100 habitantes, en una dispersión territorial que es un obstáculo para su adecuada representación política nacional y local, la cual se complementa con la discriminación institucional.
Martínez González hizo un inventario de las causas de que el movimiento indígena no haya logrado el éxito en las tres últimas décadas, a pesar de toda una corriente de aparente orgullo que pasa por personajes de la talla de Benito Juárez.
Señaló que en términos políticos y culturales se enfrentan el sistema liberal, que otorga los derechos consagrados en la Constitución, y el tradicional, que mantiene ataduras tan importantes como la venta de niñas en el pueblo triqui, respecto de lo cual se pronunció por renunciar a justificaciones culturalistas para impedir situaciones como la mencionada, pues, aseguró, las culturas evolucionan y en este caso se trata de derechos humanos.
El investigador dijo que es que haya candidatos y cuotas en los congresos locales, con al menos un diputado por grupo étnico, a la par de programas de educación cívica, e hizo un reconocimiento a grupos solidarios y redes interétnicas que contribuyen a crear lazos entre las comunidades; se trata, en suma, de que los indígenas sean reconocidos efectivamente como ciudadanos, pues la cultura no debe ser una excusa para mantenerlos sin representación efectiva.
Sugirió que haya representación sustancial, no nominal, es decir, capacidad de agencia y de hacer una agenda indígena, que no existe en los partidos políticos, con las cuales se den las condiciones para que las comunidades puedan cambiar su realidad, aun cuando los grupos indígenas no tienen mayor interés político porque han aprendido que no vale la pena involucrarse en el mundo de la política.
En una sesión moderada por el historiador Sebastián Rivera Mir, el presidente de El Colegio Mexiquense, César Camacho, dijo en el mensaje de apertura que la cuestión indígena sigue siendo un tema en discusión, más aún porque si el siglo XX fue el de la igualdad, el XXI es el de la diferencia, y los indígenas tienen todavía una legislación insuficiente en la que faltan las propuestas de las comunidades para hacerlas mandatarias de los gobiernos.