¿A qué juega el gobierno de México con atizar los ánimos al recibir al dictador cubano Miguel Díaz-Canel?, ¿qué le deja de benéfico al Presidente López Obrador el permitir que Nicolás Maduro se pavonee en el país como si estuviera en su casa?, ¿no será un riesgo desproporcionado querer armar una especie de liderazgo regional justo cuando, no sin complicaciones, el gobierno que encabeza el tabasqueño apenas si puede controlar la política interna?
Estas y muchas otras dudas surgieron en la previa debido a los flancos abiertos que ha dejado la diplomacia mexicana que otrora se caracterizaba por el oficio, tacto y manejo escrupuloso de las relaciones que nuestra nación sostiene con el mundo. La forma es fondo y en la imagen que México proyecta al exterior los escándalos se han convertido en pan de cada día.
No es sorpresa que el Ejecutivo mexicano quiera extender sus lazos, y de paso su influencia, en los países que están debajo del río Suchiate. Tampoco lo es que, dadas las condiciones geográficas, México tiene en el tablero una posición privilegiada que le permite ser algo así como el hermano mayor de muchos de ellos.
Lo cierto es que el tema migratorio se ha convertido en un ariete que ha servido de distintas formas a los países de la región para encauzar las negociaciones. Usted se preguntará, ¿acaso no le importa a Estados Unidos que en menos de una semana México recibiera a dos “enemigos del imperio”?
Claro que sí, el tío San levanta la ceja, aunque también es cierto que el coraje se le pasa al ver el grandioso despliegue, sin precedentes, de efectivos mexicanos en la frontera sur para detener a los migrantes en su paso hacia el norte. Aquello con lo que amenazó Trump, paradójicamente lo terminó por cumplir Biden.
Como nunca en la historia moderna del país, se han detenido y repatriado a migrantes de todas las nacionalidades. México se convirtió en un muro rocoso, áspero y violento para quienes salen huyendo de sus comunidades y tienen que intentar cruzar por el territorio nacional con la esperanza de llegar a los Estados Unidos.
Esa puede ser la razón que explique el porqué la Unión Americana se hizo de la vista gorda con temas que en otro momento hubieran derivado en sendos reclamos. Más allá de la visita de un cubano o un venezolano a tierras aztecas, hay temas que por el momento les resultan más importantes. La prioridad del gobierno de las barras y las estrellas es que, sea como sea, no avancen los indocumentados.
Detrás de todo este circo montado con motivo de la celebración de la Independencia de México y las críticas que hacen las autodenominadas izquierdas humanistas a los supuestos intereses neoliberales de la OEA, está también la búsqueda de un reacomodo geopolítico del continente.
México atestiguará dentro de poco la famosa Revocación de Mandato que será el ariete para ratificar o acabar con el proyecto obradorista; en ese contexto, sumar la mayor cantidad de voces amigas en la región resulta de gran importancia para el gobierno de México. Hoy por ti, mañana por mí, amigo, dicen por ahí.
ENTRETELONES
La pesca de pseudo opositores que inauguró el Presidente López Obrador con los gobernadores salientes de Nayarit y Sinaloa, tiene para largo. Y es que, digan lo que digan los partidos de la alianza Va Por México, las galletas que les están aventando desde el gobierno resultan, para muchos, bastante apetitosas. Aquí, por desgracia se puede afirmar que la moral resultó ser un árbol que no da moras, sino moronas.