Los caciques locales que el obradorismo endilga al país estarán aquí por mucho tiempo y eso plantea un lastre inconmensurable. Tanto se habla y critica al presidente en turno por las polémicas decisiones de gobierno, que muchos han ignorado el riesgo que representan los entenados del régimen que hoy están regados por toda la geografía nacional.
La mayoría de los hijos de MORENA son adoptados, vienen de todos los colores del arcoíris y muchos de ellos son hirientes expulsados de sus trincheras de origen. Ahí, en el mismo lugar, viven los desamparados del viejo régimen y los olvidados por las canonjías del poder. También, los que traicionaron pero, de igual forma, los traicionados, y los que ya no cabían por su mala fama, inoperancia o simple disputa interna.
El problema radica en la supremacía que les convida en líder moral del movimiento, gracias a la cual muchas y muchos siervos guindas, de los cuales varios brillan por su limitada capacidad, se han hecho de posiciones de decisión en las que los resultados apuntan al desastre.
Lo anterior se repite en todos los estados del país, por lo que no es necesario enlistar en esta columna los focos rojos para cada entidad. El ejercicio resulta tan transparente que cualquiera puede vislumbrar en su localidad quiénes son los entenados del obradorismo que pintan para volverse los caciques del pueblo.
Un día el presidente López Obrador tendrá que abandonar la silla, legalmente tendría que ser en el 2024; sin embargo, por aquellas mañas anti constitucionalista que ha dejado ver el Ejecutivo, es probable que todo pueda suceder. Lo cierto es que los “Mini López”, apelativo relativo al tamaño mas no a la efigie política, podrían ser los mandamases de las comunidades.
Sin filias partidistas, este que escribe podría plantearle a los lectores una sencilla alarma: imagine, usted, que su colonia, municipio, estado y/o país esté gobernado por el lastre, por la copia barata, por la política de apellido prestado, por aquello de fama ajena pero corrupción propia. ¡Qué desastre!
Los “Mini López”, viven en todos lados y se reproducen a montones. Se alimentan del discurso de odio prodigado desde el centro del país. Avanzan por las calles sacudiendo hojas con padrones ilegales y se auto inmolan con las banderas que han escuchado en las mañaneras. Los “Mini López” no comprenden, y tampoco necesitan hacerlo, porque saben gritar, patalear y despojar.
El problema no solo es la política actual, también la herencia que deje la polarización y la fractura social. Pensar en que esto finaliza con el cambio de sexenio es prueba de que no han prestado suficiente atención al moho que avanza por las paredes. Al tiempo.