Es de sobras conocida, y estos días ha quedado confirmada, la importancia que tiene el diseño de las leyes mal establecidas (por forma o fondo), o dejadas excesivamente abiertas (con lagunas), pues favorecen diferentes interpretaciones de los magistrados, incluidas las más próximas a la derecha y extrema derecha.
Lo hemos visto en la ley llamada del ‘solo sí es sí’ (ley orgánica de garantía integral de la libertad sexual), aprobada el pasado mes de agosto, que establece que todo acto que atente contra la libertad sexual de otra persona sin su consentimiento es una agresión sexual castigada con pena de prisión. Esta ley, respalda que únicamente el consentimiento expreso es la pieza clave para juzgar los delitos sexuales, y se define de la siguiente manera: ‘Sólo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente, mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona’.
Esta ley fija una nueva horquilla que baja los mínimos de las penas (de 4 a 12 años, en lugar de los 6 a 12 anteriores), pero amplia el abanico de los delitos, estableciendo que la agresión no necesita violencia o intimidación para serlo. Al unificarse abuso y agresión, se introducen nuevas circunstancias para agravar los castigos.
Y el principio general de retroactividad de las sanciones más favorables (art. 2 del código penal), está dando paso a una cascada de revisiones de sentencias, con la libertad de varios violadores, y que, en breve, serán muchos más, pues en una revisión no se pueden añadir circunstancias no contempladas en la condena inicial.
Pues bien, esta ley, establecida como bandera por parte de la ministra Irene Montero (de Podemos), y con grandes urgencias para ponerse la medalla, parece, según los expertos, que presenta un defecto de forma, al no contemplar, entre otros aspectos, un período de transitoriedad, que hubiera evitado el ‘beneficio’ del cual se han aprovechado ya algunos, como he comentado.
Todo ello, como vemos, está dando lugar a una lucha cainita entre todos los actores: la ministra acusando a los jueces, por su excesivo machismo y baja cultura de género; el poder judicial acusando a la ministra, por los errores que contempla esa ley; el ministerio fiscal y la abogacía del estado, también contra la ministra, por no haberse dejado aconsejar, debido a su prepotencia; el PP, acusando a Pedro Sánchez, por tener un ejecutivo de escasa calidad y experiencia; diputados del propio PSOE que están callados (es decir, no apoyan la ley en los medios de comunicación), y que en la tramitación de la ley no advirtieron de esos defectos de forma (esa fue su ‘colaboración’ con sus socios de gobierno).
Este ejemplo actual nos ha de enseñar, y especialmente a ERC, que el futuro delito de ‘desórdenes públicos agravados’, sustituto del delito de sedición, según está diseñado, criminaliza las protestas pacíficas, ya que presentará importantes lagunas, pues deja abiertos importantes conceptos, como el de la intimidación; el peligro para la vida o la salud o las cosas; contemplar que no haya violencia o intimidación para que se considere un delito, por ejemplo, la ocupación de un local o una calle; etc.
Así, dejar de forma ambigua la redacción de los desórdenes agravados, permitirá que los jueces apliquen su subjetiva interpretación. Y los independentistas catalanes ya conocemos, por experiencia, el gran nivel de imaginación e inventiva que tienen muchos jueces, especialmente los del tribunal supremo. Por eso, hubiera sido preferible especificar exactamente los delitos, con ejemplos ilustrativos, para acotar dicha imaginación e inventiva.
En el caso de la ley del ‘solo sí es sí’, las premuras explican, pero no justifican, los errores. Pero la ambigüedad de la futura ley de los ‘desórdenes públicos agravados’ muestra, exclusivamente, las pérfidas intenciones de Pedro Sánchez (que, saltándose todos los principios objetivos de un honesto legislador, no oculta, pues hasta en Bali ha expresado que su finalidad es encarcelar a Carles Puigdemont)
Como dice un viejo refrán, ‘más enseñan los desengaños que los años’. Y los independentistas catalanes llevamos muchos desengaños en nuestras espaldas.
Por su parte, los catalanes unionistas se excusan con el refrán que dice ‘mejor es no saber, que saber mal’, así, sus ‘razonamientos’ no superan el más bajo lindar crítico.
Por todo ello, y haciendo una particular lectura de la obra ‘Los renglones torcidos de Dios’ (1979), de Torcuato Luca de Tena y Brunet (1923-1999), me parece que en el corrupto reino español hay excesivos ‘renglones torcidos’, excesivas ‘faltas de ortografía’.
En esa obra, una novela sobre la antipsiquiatría, el autor utilizaba esas metáforas para referirse a los enfermos mentales, a esos posibles ‘errores’ de Dios en el momento de la creación, pero, en realidad, el autor intentó dignificar a ese colectivo.
Para estudiar el mundo de la psiquiatría, ya en su exilio, Luca de Tena vivió 18 días en un psiquiátrico mexicano, el Hospital Nuestra Señora de la Fuentecillas. En la novela, el autor eligió, como protagonista, a Alice Gould, una mujer que se interna en un psiquiátrico ‘acusada’ de haber intentado envenenar a su marido, para investigar un crimen.
En esa novela, el autor apunta que: ‘Las personalidades especialmente exquisitas son más vulnerables que las más zafias; del mismo modo que una taza es más frágil cuanto de mayor calidad sea la porcelana’.
Pues bien, volviendo a nuestro conflicto entre Catalunya y España, que Pedro Sánchez oculta bajo su mantra de ‘conflicto de convivencia entre catalanes’ sabemos que no podemos esperar nada, pues Sánchez parte de una raíz equivocada del problema.
Todo el estado español está formado por ‘renglones torcidos’ y faltas de ortografía’.
Y nuestras malas experiencias nos han convertido en ‘gatos escaldados’, y es sabido el refrán castellano que dice que ‘el gato escaldado, del agua fría huye’.
Hemos vivido demasiados atropellos, y sabemos nuestra historia.
Recordamos que el 16 de enero de 1641, el president de la Generalitat Pau Claris proclamó la República Catalana; es decir, muchos años antes de las proclamas efectuadas por Napoleón Bonaparte (Pierre Augereau y Jacques MacDonald, en 1810 y Baldomer Lostau en 1873), por Francesc Macià (1931), por Lluís Companys (1934) y por Carles Puigdemont (2017). Y sabemos que todas ellas tuvieron una ‘brevísima vida’.
Pau Claris i Casademunt (1586-1641), político y eclesiástico, 94 president de la Generalitat de Catalunya (1638-1641), durante el ‘Corpus de Sangre’ (guerra del segadors; 1640-1652) se puso del lado del pueblo y mantuvo constantes pugnas con los representantes gubernamentales castellanos (con el conde duque de Olivares, Gaspar Guzmán Pimentel, y con Dalmau de Queralt i Codina, conde de Santa Coloma y virrey de Catalunya)
En su discurso llamando a la guerra contra los ejércitos del conde duque de Olivares, Pau Claris escribió:
‘Castilla, soberbia y miserable, no consigue un pequeño triunfo sin largas opresiones, preguntad a sus habitantes si viven envidiosos de la afección que tenemos a nuestra libertad y defensa (…) qué es lo que os falta, catalanes, si no es la voluntad’
El 16 de enero de 1641, Pau Claris proclamó la República Catalana bajo protección francesa. Y el 23 de enero de ese año 1641, ante la proximidad del ejército castellano, comandado por el marqués de los Vélez, hubo de reconocer, en nombre del Principado, al rey Luis XIII de Francia como conde de Barcelona.
El 20 de febrero de 1641 entró en Barcelona Philippe de La Mothe-Houdancourt, capitán general, y ese mismo día cayó gravemente enfermo Pau Claris, envenenado con ‘acqua di Napoli’ (un veneno a base de arsénico), según todos los indicios
El dominio francés continuó hasta la ‘paz de los Pirineos’ (1659), firmada por Castilla y Francia, comportando, para Catalunya, la pérdida del Rosellón, el Conflent, el Vallespir, el Capcir y una parte de la Cerdanya, que pasaron a Francia.
Es decir, pacta Castilla, y acabamos perdiendo los catalanes.
Por eso, los independentistas catalanes de base no podemos confiar con el torcido reino español, siempre nos ha engañado, así que, como dijo Pau Claris, sólo nos falta la voluntad para conseguir la independencia.
Estamos cansados de virreyes como el citado marqués de Santa Coloma, que hay que recordar que fue asesinado por la revuelta de los segadores, en la playa, al intentar huir en una barca, y enterrado en una fosa común.
Para finalizar este escrito, me parece interesante señalar que nuestra memoria está bien viva, como nos recuerda nuestro himno nacional, ‘Els Segadors’ que, precisamente, hace referencia a esa revuelta. Y este himno (más largo y detallado), en la letra antigua decía:
‘Ay dichosa Catalunya / quien te ha visto rica y plena!
Ahora el rey nuestro señor / declarada nos tiene la guerra.
El gran conde de Olivares / siempre le taladra la oreja:
‘Ahora es hora, nuestro rey / ahora es hora de que hagamos la guerra’.
Contra los catalanes / ya veis qué han hecho:
siguieron villas y lugares / hasta el lugar de Riudarenes,
han quemado una iglesia / que Santa Coloma se llamaba,
queman albas y casullas / loa cálices y las patenas.
Y el Santísimo Sacramento / alabado sea para siempre.
Mataron un sacerdote / mientras decía la misa.
Mataron un caballero / a la puerta de la iglesia,
don Lluís de Furrià / y los ángeles le hacen gran fiesta.
El pan que no era blanco / decían que era demasiado negro,
lo daban a los caballos / solo para arruinar la tierra.
El vino que no era bueno / abrían los grifos,
lo tiraban por las calles / solo para regar la tierra.
En presencia de sus padres / deshonraban a las doncellas.
Dieron parte al virrey / del mal que aquellos soldados hacían:
‘Licencia les he dado yo / mucha más se pueden tomar’
En vista de todo esto / se revolucionó la tierra.
Entraron en Barcelona / mil personas forasteras,
entran como segadores / pues era tiempo de siega.
De tres guardias que hay / ya han muerto a la primera.
Mataron al virrey / al entrar en una galera.
Mataron a los diputados / y a los jueces de la audiencia.
Fueron a la prisión / dieron libertad a los presos.
El obispo los bendijo / con la mano derecha y con la izquierda:
¿‘Dónde está vuestro capitán / dónde está vuestra bandera?
Sacaron al buen Jesús / cubierto con un velo negro:
‘Aquí está nuestro capitán / ésta es nuestra bandera.
A las armas catalanes / que nos han declarado la guerra’
(traducción propia del catalán)
En definitiva, estamos muy cansados de los reglones torcidos y faltas de ortografías de los unionistas españoles y de los catalanes rendidos.