yer (1/6), en el pleno extraordinario de la cámara de comercio de España, el rey Felipe VI, comentó: “sin duda, las medidas de confinamiento adoptadas bajo el estado de alarma han dejado consecuencias importantes en el ámbito económico y social. Por ello, ahora debemos poner todo nuestro empeño en hacer compatible la seguridad sanitaria con la necesaria actividad económica”.
Las reacciones no se han hecho esperar:
“Felipe, más cínico que nunca, aniquilado por la red por sus últimas palabras. En la burbuja en la que viven los Borbones se han especializado en el abyecto arte de decir una cosa con la boca grande mientras sus actos indican todo lo contrario. Juan Carlos era un especialista en simular preocuparse por sus súbditos, cuando lo único que le sacaba el sueño eran los millones que pudiera tener en cuentas suizas y a qué lugar iría a dormir cada noche.
Su hijo se muestra delante de los ciudadanos como uno que quiere renunciar a todo aquello miserable que representa su padre. Pero una vez más, la doble cara de la monarquía española ha salido a la superficie. En el fondo, de tal palo tal astilla. Y Felipe también se llena la boca con palabras que le comprarán los que son más monárquicos que la bandera, pero que, si se analizan, supuran un cinismo que tumba.
(…) Desde un primer momento de la pandemia, fueron muchas las voces las que se alzaron para reclamar y exigir a Felipe y compañía que hiciesen algún gesto real de cara a los ciudadanos, por ejemplo, destinar los millones del emérito conseguidos de forma fraudulenta para ayudar a reconducir la dificilísima situación financiera del país… Que sigan esperando. Evidentemente, ni rastro de una medida como esta. Pero el mínimo que se le puede exigir a Felipe es que después, no se haga el estupendo constatando lo que ya sabemos” (Elnacional.cat).
Este es nuestro rey, “el preparao”, hijo “del campechano”, vaya saga.
“Según la mitología griega, Sísifo, fundador y rey de Efira (la actual Corinto), fue promotor de la navegación y del comercio, pero también avaricioso y mentiroso. Recurrió a métodos ilícitos, entre los cuales el asesinato de viajeros y caminantes, para aumentar su riqueza.
(…) Antes de morir, dijo a su esposa que cuando él marchase, que no ofreciera el sacrificio habitual a los muertos. Así lo hizo y en el infierno se quejaba que su mujer no cumplía con los deberes habituales, y convenció a Hades para que le permitiera volver al mundo superior y disuadirla. Pero, cuando volvió a Efira, rehusó de cualquier manera regresar al infierno, hasta que Hermes le obligó a volver, por la fuerza.
En el infierno, fue obligado a empujar, ciego, una enorme piedra pendiente arriba hacia la cima de la montaña, la piedra, casi al llegar arriba, siempre caía rodando hacia abajo y Sísifo debía volver a empezar de nuevo desde el principio (La Odisea, xi, 593)
Hay muchas versiones de ese mito y muy diferentes, por ejemplo, que Sísifo había revelado al dios fluvial Asopo que el autor del rapto de su hija Egina, había sido Zeus. Pero todas simbolizan, como metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre (…) y por eso fue castigado” (fuente Wikipedia).
Pues bien, creo que es pedagógico utilizar este mito, como metáfora del problema España / Catalunya, como trataré de explicar con el siguiente paralelismo, tomando la última interpretación citada.
Los independentistas podríamos asimilarnos a Sísifo, castigados por haber informado a Asopo, el dios fluvial, que su hija Egina, había sido raptada por Zeus.
En este paralelismo, Asopo podría simbolizar a los catalanes no independentistas; y Egina, siguiendo ese hilo, podría simbolizar el déficit fiscal catalán, la pérdida de derechos y libertades, un estado profundo extractivo, una corona supuestamente nada ejemplar, etc., que sufrimos los catalanes, TODOS, tanto los independentistas como los que no lo son, ya que esas repercusiones, ese “castigo”, nos afecta a todos; así, pues, todos los catalanes somos Sísifos.
Y en esta traslación del mito, el papel de Zeus, obviamente, le correspondería al estado español, que nos quiere cegados, ‘entretenidos’ absurdamente, es decir, trabajando sin ningún resultado para nosotros, para ellos, si.
Pues bien, el castigo que nos infligen, el intento frustrado de subir la roca a la cima, repetido continuamente, es una muestra más del eterno retorno comentado en un escrito anterior.
Este castigo transversal, que no discrimina, no puede ser asumido por Sísifo como parte del nuevo sentido de su vida, ya que eso sería desmotivador. Únicamente los conformistas, lo pueden asumir, sin más. También hay que reconocer que, sin sentido de la vida, en su expresión amplia y plena, no vale la pena vivirla.
Esta moraleja nos muestra que seguir soportando esos agravios, por los siglos de los siglos, sin solución, es desilusionante y difícil de asumir tanto sentimental como racionalmente; no podemos vivir sin un sentido, sin una meta, por eso, la única alternativa es intentar romper esa cadena de repeticiones y, democráticamente, forzar una ruptura, desobedecer a Zeus.
No podemos aceptar que la mal llamada nueva normalidad post-pandemia, tenga los mismos agravios de la ‘normalidad’ anterior, añadiéndole, además, todos los requisitos exigidos por los técnicos sanitarios: distancia de seguridad, mascarilla, geolocalización, etc.; pues esa nueva ‘anormalidad’ sería más atrofiante todavía.
Sin esperanza, sin ilusión, nos queda la rutina repetitiva que tenemos; y esa vida cuadriculada puede ser vivible con cierta calidad, si nos despreocupamos de los problemas de la dependencia, si los asumimos camaleónicamente. Ahora bien, en caso contrario la situación es deprimente, trágica. Ya que la tragedia empieza cuando se es consciente de la repetición / castigo.
Albert Camus (1913-1960) en su obra “El mito de Sísifo” (1942), se plantea el valor de la vida, presentando a Sísifo como metáfora del esfuerzo inútil del hombre, es decir, de una filosofía del absurdo, ya que desarrolla las ideas del hombre absurdo o con una sensibilidad absurda, que es aquél que se muestra perpetuamente consciente de la completa inutilidad de su vida.
Para Camus, el hombre rebelde es aquél que se encuentra en todo momento delante del mundo, cuestionándolo (…) por eso es necesaria una ética que acumule el mayor número de experiencias (…) Camus muestra cómo su existencialismo no promueve el quietismo y la pasividad delante del absurdo (fuente Wikipedia).
Estoy totalmente de acuerdo con ese planteamiento de Camus, deberíamos concienciarnos con la situación que tenemos, deberíamos superar el quietismo y la pasividad que desea el estado profundo español; que nos quiere ciegos para que no cuestionemos ninguna de sus acciones ni nuestra absurda repetitividad.
Otra ‘proeza’ de nuestro rey:
“La iniciativa del Rey Felipe VI para conseguir miles de litros de leche y aceite de oliva para la Cruz Roja:
Las Corporaciones Nobiliarias, las Órdenes Militares, las cinco Reales Maestranzas, las Órdenes Internacionales con actividades en España, y otras Corporaciones nobiliarias y caballerescas han respondido a un llamamiento del Rey Felipe y han comprado miles de litros de leche y de aceite de oliva virgen extra ‘de la mejor calidad’ para contribuir al plan ‘Cruz Roja responde frente al Covid-19’.
La iniciativa ha consistido en adquirir 38.604 litros de leche de larga duración (UHT) – que suponen más de 193.000 desayunos – y alrededor de 25.000 litros de aceite, para facilitar su distribución a familias necesitadas, ha informado el Palacio de la Zarzuela”. (La Nación Digital).
“Felipe VI convence a la nobleza española para que regalen leche y aceite a los necesitados” (infolibre).
Pero, siempre hay un pero, y nunca o casi nunca has meras casualidades:
“Grupos oleícolas trasladan al rey Felipe VI la situación del sector del aceite de oliva tras el estado de alarma” (Oleumxauen.es, Asensio López, 17/4)
Por eso, y volviendo a Albert Camus, deberíamos evitar nuestro quietismo, nuestro conformismo, la pasividad, y romper el absurdo ciclo rutinario al que estamos condenados.
Deberíamos dejar la ceguera que nos imponen, y dejar que la gran piedra vaya a parar donde la fuerza de la gravedad le lleve, es decir, olvidarnos de las miserias a las que estamos obligados (incluso a veces, con satisfacción, tristemente).
Y los que nos hemos dado cuenta de la tragedia, deberíamos utilizar todas nuestras potencialidades pedagógicas, para desvelar el secreto al resto de catalanes, haciéndoles ver que todos somos los Sísifos del Zeus profundo.
La alternativa, como vemos, es mantener el statu quo actual, y esperar que la nobleza se digne a repartir sus dádivas, eso sí: a petición del rey (motivado por intereses sectoriales), para que donen leche y aceite de oliva virgen de la mejor calidad. Que absurdidad, los necesitados prefieren menos lujo y más productos básicos.
El Banco de Alimentos y Cáritas siempre lo recuerdan, se han de donar productos de primera necesidad, ya que, por ejemplo, donar caviar sería dejar de dar otros muchos productos.
Amadeo Palliser Cifuentes