En el presente escrito hago referencia a unas declaraciones de la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que expresan, claramente, la mentalidad unionista.
‘Un ‘no-lugar’, según la definición del antropólogo Marc Augé (1935 – 2023), en su libro ‘Los no-lugares’ (1992), es un espacio intercambiable donde el ser humano permanece anónimo. Pueden considerarse ‘no-lugares’ los medios de transporte, grandes cadenas hoteleras, supermercados, áreas de descanso, pero, también, los campos de refugiados. La persona no vive y no se apropia de estos espacios, con los que hay, más bien, una relación de consumo.
(…)
Se trata, en cierta manera, de un concepto subjetivo, ya que cada persona con su subjetividad puede ver un lugar dado como un ‘no-lugar’ o como un cruce de relaciones humanas.
(…)
Los no lugares no son espacios de encuentro y construyen referencias comunes en un grupo. Los ‘no-lugares’ están producidos por la ‘hipermodernidad’, otro concepto desarrollado por Augé. Finalmente, un ‘no-lugar’ es un lugar en el que no se vive, y en el cual, el individuo habita de una manera anónima y solitaria’.
(Wikipedia)
Pues bien, en su réplica a Junts, la actual regidora del ayuntamiento de Barcelona, Ada Colau (Comuns/Sumar), dijo:
‘Nos hemos de plantar delante de la deriva de Junts, que con su discurso contra la gente migrada se parece a Vox. Estoy orgullosa de ser barcelonesa y catalana, por que somos tierra de acogida. No hay una identidad catalana separada de la diversidad que comporta Catalunya’
En primer lugar, me parece preciso señalar la demagogia que utiliza esa ‘señora’, para atacar a Junts, apuntándose al carro de toda la oposición: ERC, PSC/PSOE, etc., pues las declaraciones de Jordi Turull (Junts) me parecieron desafortunadas, pero, en absoluto xenófobas. Y ya estoy cansado de tanto ‘falso buenismo’ de estos partidos que han intentado sacar provecho de las declaraciones de Turull, pues creo que es preciso un análisis serio del tema de la inmigración, no meros eslóganes.
Pero me quiero centrar en el error garrafal de Colau, cuando dice que:
‘No hay una identidad catalana separada de la diversidad que comporta Catalunya’,
pues ese es su deseo ‘húmedo’, aniquilar y desconocer la existencia de una identidad catalana por sí misma; todas las personas tienen su identidad y, agregándolas, todos los pueblos tienen su propia identidad, formada por sus valores, actitudes, comportamiento, cultura e idioma, históricamente transmitidos, generación tras generación. Y, en el caso de la identidad catalana, el rasgo definitorio es la lengua, así como la convivencia, la tolerancia y la asimilación de las diversas influencias externas, por estar, geográficamente, abierta al Mediterráneo y a Europa.
Y decir que no hay una identidad separada de la diversidad, es, claramente, el reflejo de un pensamiento castellano, unionista español.
Los unionistas españoles quieren que Catalunya sea un ‘no-lugar’, como he citado anteriormente, quieren que Catalunya sea como un aeropuerto, el ‘no-lugar’ por excelencia, en el que no hay identidad, solo individualidad, pues los transeúntes no conforman una entidad culturalmente hablando. Así, quieren una Catalunya que sea una suma de individuos en tránsito, sin arraigo histórico.
Por eso, me parece muy interesante reproducir, parcialmente, un artículo de Pere Antoni Pons, que el político y periodista Albano Dante Fachín, director de ‘Octuvre’, ha incorporado en su diario digital mencionado:
‘Esta mañana Ada Colau ha dejado una frase que, bajo la apariencia de bondad multicultural y bajo su presunto elogio de laq diversidad de la sociedad catalana, contiene una carga de catalanofóbia brutal, digna del racismo anticatalán de Vox y de la extrema derecha españolista más agresiva y rancia, y, absolutamente impropia, en principio, de quien va por la visa defendiendo una España plurinacional.
(…) la frase ‘No hay una identidad catalana separada de la diversidad que comporta Catalunya’, en la práctica quiere decir que la catalanidad solo tiene derecho a existir en la dependencia y en la subalternidad, si es un apéndice, si se subordina a una entidad superior o si se diluye en un magma de identidades etnoculturales -de lenguas, de culturas, de imaginarios, de referentes- en que la identidad catalana sea simplemente una más, y aún. Sin pretensiones y sin molestar.
(…) la catalanidad, según Colau, no es el componente nuclear de Catalunya, que cualquier noción del catalán como la lengua propia, cualquier idea de Catalunya como una entidad politicosocial hecha a partir de una memoria y de una imaginación y autocentrada, de han de descartar. O sea, que la francesidad puede tener Francia, la castellanidad puede tener España, la italianidad puede tener Italia y la argentinidad puede tener Argentina, pero que la catalanidad pretenda tener Catalunya – ser en plenitud Catalunya – es malo, es criminal, es de extrema derecha. De eso se dice nacionalismo banal españolista. Y catalanofóbia. O, como mínimo, autonomismo folklorizador.
(…) Laura Vega (CUP), Gabriel Rufián (ERC), como Colau, presentan la catalanidad que ellos encarnan, como una víctima de una teórica catalanidad estricta o puramente catalana explotadora y excluyente, y lo que hacen es aceptar, naturalizar e incorporar aquel mantra del españolismo etnicista, según el cual, la catalanidad es una enfermedad que sólo se puede curar, es un error que solo se puede corregir, con su castellanización total o parcial (…)
(Octuvre, 14 de enero del 2024)
Como respuesta a esa mentalidad castellana y catalanófoba, me parece sumamente clarificador recurrir a un genial y contundente artículo que escribió el cantautor Albert Pla, hace casi 5 años:
‘Nacionalista catalán, nacionalista español
Me llaman nacionalista catalán me llaman nacionalista español, pero cuando voy a América, todos me llaman Gallego. Y como nacionalista catalán nacionalista gallego español errante que soy, me parece que el nacionalismo castellano arrasa en España.
Los castellanos ocultan su nacionalismo, y sacan a relucir las vergüenzas de los otros nacionalismos.
¿Os habéis fijado?
Si un catalán dice que se siente catalán es un nacionalista, pero si dice que se siente tan catalán como español, no es nacionalista. Pero yo creo que la lógica y la matemática indican que es el doble de nacionalista. ¿O sentirse catalán y a la vez español, no es ser el doble de nacionalista que sentirse solo catalán?
Porque si un catalán dice que ama Catalunya, es un nacionalista.
En cambio, si un español dice que es español, y que ama España, es lo normal.
Si un catalán dice que ama Catalunya, quiere decir que es una persona que odia a todo el mundo menos a los catalanes. Pero un español que ama España no es nacionalista, porque es una persona que ama a España y, cuando se ama a España, se ama a todo el mundo.
Si un catalán habla catalán, es por que odia a las demás lenguas. Si un español habla español, es lo normal.
Si un catalán lee en catalán, es un acto de nacionalismo. En cambio, que un español lea en castellano, es lo normal.
Si un catalán lee en catalán es porque está subvencionado por la totalidad de los españoles que no se explican porque un catalán lee en catalán pudiendo leer en castellano.
Si un español habla castellano es para entenderse con todo el mundo.
Pero si un catalán habla catalán, es para que nadie pueda entenderlo.
Que un español le diga a un catalán que hable en castellano es lógico.
Pero que un catalán le diga a un castellano que hable catalán, es intolerable.
Si un catalán se siente catalán es porque ha sido manipulado por una educación catalibán. Pero si un catalán se siente español, es porque funciona el sistema educativo plural español.
Si los españoles convencen a un catalán para que se sienta español no es un acto nacionalista, pero si un catalán convence a un catalán que sea catalán, es un complot nacionalista.
Sentirse español es normal, sentirse catalán, es el resultado de un lavado de cerebro y de una educación corrupta. Porque los nacionalistas catalanes manipulan la historia para glorificar Catalunya, en cambio ningún español jamás ha manipulado la historia para glorificar España.
La bandera catalana es producto del nacionalismo catalán, pero la bandera española no tiene nada que ver con el nacionalismo. La bandera española es un símbolo internacional de libertad en el mundo entero.
Si un catalán levanta una bandera catalana en Catalunya o en España, es una provocación nacionalista, pero que un español ondee una bandera en España o en Catalunya, es lo normal.
Si un catalán ondea según que bandera catalana puede ser ilegal, pero que ondee una bandera española en Afganistán, es lo normal. Nada que ver con el nacionalismo. Es otro mensaje profundamente español no nacionalista de paz y amor universal.
Si los catalanes son nacionalistas, es porque quieren levantar fronteras para quedarse encerrados dentro de ellas y aislarse del mundo, sin dejar entrar ni salir a nadie. En cambio, los españoles no son nacionalistas, pero no conozco ninguna fuerza política nacional que defienda el derribo de todas las fronteras.
Los españoles no quieren fronteras y, menos aún, las de Catalunya y Gibraltar.
Pero en cambio, las fronteras de Ceuta y Melilla no son fronteras, son el resultado del sentir mayoritario de los ciudadanos africanos que viven ahí.
Si el nacionalismo es catalán, en España se hablará del problema nacionalista. Si el nacionalismo es español, no es un problema, es una cosa muy hermosa.
Si un catalán dice que España es una mierda, es casi un delito. Pero si a diario miles de españoles dicen que Catalunya es una mierda, es porque es normal que los españoles se expresen libremente.
Si un catalán gana una medalla olímpica y enarbola la bandera catalana es un nacionalista radical racista. Si un español gana y enarbola la banderta española es normal. Es más, los españoles no aplauden a los atletas españoles porque sean españoles, sino porque son grandes atletas.
Ser español es una cosa normal, natural, obvia, mientras que ser catalán es el resultado de la constante tergiversación de la historia.
Españolizar Catalunya es lo normal, pero catalanizar España es un disparate.
Por mucho que pienso, llego a la conclusión de que ser español no es ser nacionalista, en cambio ser catalán es ser nacionalista. Ser catalán es una ideología de regímenes totalitarios del pasado. Ser español es mi naturaleza, un orgullo, un privilegio, incluso a veces creo que soy español por gracia divina.
Es raro, igual se trata, no de españolizar Catalunya, más bien se trata de castellanizar España.
De momento, no conozco ni un catalán que no sepa hablar castellano.
Pero conozco muchos catalanes que no hablan el catalán. Y nadie se espanta.
Aparte, y por último, una expresión muy española:
¿Puedes hablar en castellano para que te entienda todo el mundo?
¿Todo el mundo? A los catalanes nos hace mucha gracia.
Igual me equivoco, porque claro, pienso en catalán, pero pienso que la lengua catalana debería ser defendida por la totalidad de los españoles, porque también es una lengua española. Además, es una lengua minoritaria, muchas veces puesta en peligro, precisamente, por muchos gobiernos españoles a lo largo de la historia. El catalán es una lengua preciosa, un tesoro que debería ser mimado y no insultado y despreciado.
Pero, tristemente, seguro que muchos españoles leen este artículo y se piensan que odio España y el castellano’.
(Público, 19 de marzo del 2019)
Me parece que Albert Pla explicó, claramente, el problema que nos ocupa en este momento, es decir, la diferente concepción de los nacionalismos, el castellanoespañol, el bueno, y el catalán, el malo.
Por eso me parece que el pensamiento de Ada Colau es puramente falsario, ya que falsea la realidad de nuestra historia, de nuestro país, como espacio simbólico y efectivo de nuestra identidad. No somos meramente un ‘no-lugar’, como una autopista, como los españolistas querrían que fuéramos, un lugar castellanoespañol, una autopista radial española y, claro, todos nosotros, unos ciudadanos españoles de segunda, monolingües castellanos, a los que explotar económicamente.
Los modernos ‘no-lugares’, no integran lo antiguo y lo moderno, no son espacios de encuentro y no construyen referentes comunes como grupo. Y eso es lo que pretenden de Catalunya.
Sabemos que la sociedad líquida expuesta por Zygmunt Bauman (1925 – 2017), implica un proceso de individualización, libertad, inseguridad, soledad y riesgo; y, claro, comporta, negativamente, la ruptura de los vínculos históricos. Pero ese fenómeno no debemos aplicarlo exclusivamente a Catalunya, ya que es generalizable a todo el mundo, al menos el Occidental.
Y volviendo al ‘motivo’ del mensaje de Ada Colau, es decir, al tema de la inmigración, que, como he comentado, es sumamente importante, y que ética y moralmente debe ser tratado en toda su profundidad, es preciso señalar que la asimilación de los inmigrantes debe comportar la necesaria financiación para garantizar los adecuados niveles de los servicios públicos básicos: sanidad, educación, vivienda, trabajo, enseñanza de la lengua, etc.
Y dado el histórico nivel del déficit fiscal que tiene Catalunya, no es fácil poder afrontar esa problemática como debiera, sin olvidar los altos niveles pobreza, así como del excesivo número de conciudadanos que subsisten viviendo en las calles de todas las ciudades catalanas.
Problemática agravada ya que los diferentes gobiernos españoles han ido redistribuyendo a los inmigrantes sin papeles, sin ningún criterio objetivo, pero siempre, asignando a Catalunya un mayor número. Y ese es otro de los temas discutidos con el estado.
En definitiva, que es un tema muy complejo, que afecta a todos los países; pero que, si tuviéramos la independencia, evidentemente, tendríamos más recursos, para mejorarlo sustancialmente. Y por eso, deberíamos hacer la necesaria pedagogía (exenta de toda demagogia) entre todos los inmigrantes, para que vean y comprendan, exactamente, la situación.
Para finalizar, me parece que es interesante reproducir el siguiente pensamiento:
‘¿Tienes enemigos?, eso significa que alguna vez has luchado por algo en tu vida’ (Winston Leonard Spencer- Churchill, 1874 – 1965)
Y así nos ve Colau a los independentistas, como enemigos, ya que hemos luchado y seguiremos haciéndolo por nuestra identidad catalana, por tener nuestro lugar, no su ‘no-lugar’. Anteayer Colau comentó que descartaba presentarse a las próximas elecciones europeas, que se quedaba en Barcelona, por la conciliación familiar, pero, fundamentalmente ‘por Barcelona’, pues es donde es más útil ya sea en un gobierno de coalición en el ayuntamiento, o en la oposición. La verdad es que muchos no la encontraríamos a faltar si se fuera a Bruselas o, mejor, a la Conchinchina.