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Madrid: la bolsa ante la vida

Ayer (8/5) el gobierno español aprobó los ámbitos geográficos que el próximo lunes podrán pasar a la fase 1 de desescalamiento que, finalmente, será asimétrico y no totalmente adaptado a las provincias, como inicialmente había definido y justificado contra viento y marea; pues, finalmente, por citar un ejemplo, en el caso de Catalunya ha aceptado la doble propuesta: adoptar el criterio de las regiones sanitarias básicas (RSB) y desescalar únicamente a 3 de ellas, por ser las que cumplen los criterios definidos por los científicos sanitarios.

El caso opuesto lo hemos visto en la Comunidad de Madrid que, aún reconociendo que no cumple con dichos requisitos, su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, del PP, había propuesto pasar a la fase 1, aligerando, de ese modo, las restricciones, con el argumento de que es prioritario salvar la economía, ya que, en caso contrario, podría llegarse a una situación límite, con posibles desórdenes públicos. Esa medida comportó la previa dimisión de la directora general de Salud Pública de dicha comunidad, Carmen Yolanda Fuentes, por no hacer prevalecer los criterios sanitarios. Finalmente, decidieron enviar la documentación solicitando el pase a la fase 1, sin firmar, y el ministro de sanidad, atendiendo a sus asesores médicos, obviamente, no aceptó su petición de desescalada.

Esta decisión del gobierno del estado ha disgustado a los responsables de la citada comunidad madrileña, así como también a los de otras comunidades autónomas, como la Andaluza, la Valenciana, etc., que no han visto atendidas sus propuestas de forma completa (en Andalucía, por ejemplo, de ocho provincias, Málaga y Granada, no han sido autorizadas a pasar a la primera fase de desescalamiento).

Es lógico que cada presidente autonómico pondere los índices de su ámbito geográfico, y establezca estrategias diferenciadas de cara a facilitar la movilidad y la apertura de los comercios; pero siempre, siempre, siempre, deben o deberían prevalecer los indicadores económicos sobre los económicos. Pero, en el caso de Madrid, no ha sido así, como explica con todo detalle el periodista Ernesto Ekaizer, que señala que ayer “Díaz Ayuso no tuvo tiempo de hablar con Yolanda Fuentes, pero, en cambio, sí que se reunió con los empresarios (…) y Díaz Ayuso sabía que el ministerio no aceptaría su petición, pero prefirió mantener la aparente unidad con el partido de Ciudadanos en su comunidad” (Ara, 9/5).

Este amoral ejercicio del poder por parte del PP y de sus socios Ciudadanos, muestra, asimismo, un uso partidista de la pandemia, para desgastar al gobierno del estado. Por desgracia, nada nuevo bajo el sol, basura sobre basura.

Esta situación crítica también ha sacado a relucir ejemplos contrarios, como, por ejemplo el del vicepresidente de la comunidad de Castilla – León, Francisco Igea, que ayer comentó “Nunca pensé que iba a decir esto, me asombra decir que Torra, el presidente de Catalunya, ha sido más sensato”, es decir, que un político de Ciudadanos acabe reconociendo que el presidente de la Generalitat de Catalunya, criticado inicialmente por el gobierno del estado y por todos los políticos, partidos y medios de comunicación unionistas, haya acabado realizando ese tipo de comentario, es de resaltar; máxime considerando que Igea es médico, por lo que su nivel de conocimiento de la pandemia y la forma de superarla, es superior a la de los simples políticos.

Asimismo, la manifestación de Igea nos muestra cómo están de infundados muchos estereotipos, ya que contra los catalanes todo ha valido siempre, cualquier insulto, cualquier ofensa, la han normalizado, y eso ha justificado su grito “a por ellos”, azuzando a la policía que vino a pegarnos, por votar 1 octubre 2017).

Y es preciso resaltar que el gobierno de Torra, ya desde el inicio tomó una postura más prudente, confinando a la Conca d’Òdena, antes del estado de alarma y, ya implantado éste, reclamando a Sánchez el confinamiento de toda Catalunya, y aconsejando el de Madrid; decisión que Sánchez no aceptó hasta pasadas dos semanas largas, que decidió el confinamiento de toda España, por considerar que el virus no entendía de fronteras, argumento que ahora, en el momento del desescalamiento, vemos que el virus sí que entiende (prueba de ello es que el 51% de la población española pasará a la fase 1 el próximo lunes; mientras que en Catalunya, de acuerdo con la propuesta de Torra, sólo pasará el 10% de la población catalana).

Es una evidencia que todas las personas nos adaptamos a las nuevas situaciones, como hacen la mayoría de las especies, ya que, en caso contrario, mediante la selección natural, desapareceríamos (Jean-Baptiste Lamarck – Charles R. Darwin); y también en la función psíquica se produce un proceso similar, ya que mediante los mecanismos psicológicos de defensa (inconscientes) relativizamos determinadas evidencias o estímulos potencialmente perniciosos que pueden alterar nuestra ansiedad. Por ejemplo, en una situación pre-pandemia, la caída de un avión, de un autocar, un accidente ferroviario, etc., en cualquier punto del globo terrestre, nos afectaba, ahora, que en muchos países hemos sufrido, de media, tantas muertes como si cayera un avión diario, ya casi ni es noticia (excepto si afecta a nuestro círculo próximo), y sólo nos fijamos en la tendencia del ratio, para volver a nuestra “normalidad”. Esos mecanismos psicológicos pueden adoptar diferentes estrategias: represión, aislamiento, idealización, etc., según la personalidad de cada uno de nosotros.

Y también es otra evidencia, que la vida es lo que nos pasa ahora mismo, en este preciso momento, mientras recordamos el pasado o hacemos planes de futuro. Pero, en una situación de confinamiento en nuestros domicilios, con limitados momentos de libertad de movimiento: salidas ajustadas a franjas horarias, sin contacto social por el mantenimiento de la distancia de seguridad exigida, el uso de las mascarillas, la atención a todo tipo de contacto físico, etc., pero, eso sí, totalmente conectados a las redes sociales, videoconferencias, y demás virtualidades, no nos han de confundir, no debemos bajar los brazos y acomodarnos a esta normalidad anómala, ya que sólo es una normalidad matemática, no es una normalidad en ningún otro aspecto: sentimental, actitudinal, etc.

En definitiva, debemos ser pragmáticos, y adaptarnos del mejor modo posible a las limitaciones actuales, pero no por eso dejar de planificar nuestro futuro plenamente normalizado, con una normalidad que no sea la anterior, ya que en ese caso no habríamos aprendido nada, y repetiríamos los mismos errores con las mismas o peores consecuencias. Deberemos ser exigentes, empezando por nosotros mismos y acabando por nuestros políticos, para, de ese modo, poder tener un futuro más humanizado y ético.

Pero, oyendo a Sánchez en su discurso semanal, repitiendo las mismas frases como que deberemos “reconstruir una nueva normalidad”, me confirma la convicción de que, al menos él, no ha aprendido, y aún menos la citada Díaz Ayuso. En esta línea, Torra ha dicho varias veces que prefiere el verbo construir al de reconstruir, ya que el primero es ilusionante, mientras que el segundo es frustrante, especialmente para los que queremos un futuro en el que podamos replantearlo todo, y todo es todo, tanto a nivel personal como político, sin descartar nada, que podamos decidir, votar lo que queremos ser, cómo dirigir nuestras vidas, qué país queremos vivir.

Arundhati Roy, escritora activista india, publicó un artículo en el Financial Times, manifestando que “lo peor sería volver a la normalidad, nuestras mentes todavía corren de un lado a otro, anhelando un retorno a la normalidad, tratando de unir nuestro futuro a nuestro pasado y negándose a reconocer la ruptura, pero la ruptura existe” (Naciódigital). Y es evidente que debemos sacar algo positivo de esta dramática ruptura, si queremos tener un futuro mejor, y para eso debemos romper con los políticos como Díaz Ayuso, por su inmoralidad; como Sánchez, por su falta de sinceridad, capacidad y liderazgo; así como romper todas las cadenas.

Amadeo Palliser Cifuentes