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Exactamente estas son las palabras con las que el consejero de Economía y Hacienda de la Generalitat de Catalunya, Jaume Giró, describió el déficit fiscal del estado español respecto a Catalunya, en el ejercicio 2019; un déficit de 20.196 millones de €, un 8,5 % del PIB (producto interior bruto catalán), es decir, el 53% de todo el presupuesto de la Generalitat. En el año 2016 el déficit fue de 17.049 millones de €, equivalente al 8% del PIB.
Siguiendo con las explicaciones de Giró, ‘en déficit fiscal, la media de los últimos 35 años, es decir, desde 1986, es del 8 %; pagamos un diezmo a España y no sabemos a cambio de qué’
Para Giró, ‘ese elevado déficit fiscal obedece a una estrategia de control político a un país que quiere hacer sentir su voz’, pues a ese déficit, suma la mínima ejecución de las inversiones aprobadas por el estado (apenas un 35 % en el 2020). Catalunya en el 2020 fue la segunda comunidad autónoma en aportación al estado, y la catorceava en la recepción de recursos. Y todavía tienen pendientes de abonarnos 200 millones de € correspondientes a la disposición adicional tercera del Estatut de Catalunya correspondientes al 2008: ‘el estado paga tarde, sin intereses y a plazos, y encima quieren decidir en qué hemos de invertir’, añadió Giró.
Estos datos corresponden a uno de los sistemas de cálculo de las balanzas fiscales, el flujo monetario, que calcula los ingresos del estado en Catalunya y los gastos que el estado revierte en nuestro país.
Otro sistema de cálculo es el de la carga de beneficio, que imputa los gastos en función del beneficio, y, en este sistema se incluyen, por ejemplo, las partidas del museo del Prado de Madrid, ya que, teóricamente, nos ‘beneficiamos’ todos los españoles, vivamos donde vivamos.
Según este segundo cálculo, el déficit del 2019 ascendió a 14.556 millones de €, un 6,1% del PIB; mientras que el 2016 había sido de 12.243 millones de €, un 5,7% del PIB catalán.
La información presentada, como señaló Giró, no es completa, ya que el ministerio español no ha facilitado toda la información precisa; esa es su transparencia.
Pero, aún así, cabe resaltar que los cálculos presentados por la Generalitat merecen el máximo respeto, ya que han sido efectuados con el asesoramiento de una comisión de expertos, dirigida por el catedrático y exconsejero del banco de España, Guillem López Casasnovas.
Lógicamente, en una sociedad democrática y moral, toda gestión pública debe ser diáfana y transparente; pero no es el caso, estamos en el reino de España, y aquí predomina la opacidad, para ocultar lo que no interesa que sea conocido.
En España nunca ha habido un interés en mostrar las balanzas fiscales territorializadas; José Luís Rodríguez Zapatero, en su discurso de investidura del 8 de marzo del 2008, se comprometió públicamente a publicar dichas balanzas, si bien, el instituto de estudios fiscales limitó el cálculo al ejercicio del 2005, publicados el 15 de julio del 2008. En esa misma línea, el ministro de hacienda, Cristóbal Montoro (PP), en octubre del 2013, se comprometió, en el senado, en publicar esas balanzas a finales de ese mismo año, y fueron publicadas en julio del 2014.
Pero, el gobierno más progresista de la galaxia, el de Pedro Sánchez (PSOE y Podemos), todavía es menos transparente, pues su ministra de hacienda, María Jesús Montero, el 24 de mayo de este 2022, en el senado, dijo que su gobierno ‘descarta publicar las balanzas fiscales por ser un instrumento que favorece reproches entre las comunidades autónomas’.
‘La senadora de Junts per Catalunya, María Teresa Rivero instó al ejecutivo para que publique las balanzas fiscales en aras de la transparencia, la visibilidad y el compromiso, afeando a la ministra que las publicaron una vez, y no más, por lo que igual no les gustó el resultado (…) Números que no sustentan algunos relatos interesados que no se basan en la transparencia respecto del reparto de esfuerzo para aportar soluciones a las personas (…). La publicación de estos instrumentos favorecería a todos los ciudadanos de España y no sólo a los catalanes (…) por lo que es precisa esa documentación como elemento de información territorial (…), pero, la realidad es que ocultan la práctica de unas políticas recentralizadoras más propias de un estado jacobino que de un estado presidido por un gobierno democrático y progresista.’
Según la ministra, ‘no hay comunidades subsidiadas (…) no son los territorios los que pagan impuestos, son los ciudadanos (…) y el sistema tributario español es progresivo y las comunidades de Madrid o Barcelona no son más solidarias que Andalucía o Extremadura (…) Cuando hablan de balanzas fiscales y que aportan más, es porque son los ciudadanos los que disponen de más recursos y, por lo tanto, su contribución a la bolsa común dentro de un sistema tributario justo, tiene que ser, necesariamente superior (…) no son los ciudadanos de Catalunya más solidarios que los ciudadanos andaluces o extremeños’.
(europapress.es, Madrid, 24 de mayo 2022)
Está claro que todos podemos disfrazar las cosas, los datos, y ‘venderlos’ según convenga, y en eso, los políticos profesionales son verdaderos expertos, unos maestros del camuflaje.
En su editorial de ayer, Josep Antich puntualizó los calificativos de Giró, explicando que:
‘Es sistémico por que no sólo no se corrige con el paso de los años, sino que va en aumento; es endémico por que afecta habitualmente a los mismos, y, sobre todo, es desleal no sólo por parte de un gobierno, pues con el PP o con el PSOE en el gobierno, acostumbra a pasar lo mismo, ya que es una parte del estado que hace demasiados años que solo trabaja en la dirección de ahogar financieramente a Catalunya.
Esto es una evidencia que puede molestar a los que se les acusa de eso, pero que no tienen argumentos para defenderse en un debate académico. Las cifras son irrefutables y lo que es extraño es que no haya habido una revuelta que agrupe a toda la sociedad catalana. ¿O puede ser que los dirigentes del PP, PSC/PSOE, Vox o Ciudadanos, no quieren que sus hijos vayan a unas escuelas públicas mejores o a unos hospitales mejores, con listas de espera inferiores a las actuales?
(…) Lo que no puede ser, es que se continúen dando avales al gobierno de Madrid mientras este espolio no hace más que aumentar y aumentar.
(…) Un último dato, en estos dos minutos que usted a tardado en leer este artículo, 76.840 € que hemos pagado los catalanes, no volverán a Catalunya. ¿Y esto, hasta cuando?
(elnacional.cat)
Jaume Giró, se refirió ayer, a que ese déficit correspondía a un diezmo, y yo creo ese término se puede aplicar en toda su amplitud, es decir, de acuerdo con su etimología, del latín ‘decimus’, o décima parte de algo que se paga como contribución; pero también en función de sus consecuencias, es decir, en ‘diezmar’: mermar, dañar, perjudicar, aniquilar, exterminar, matar, eliminar, liquidar.
También podría entenderse como la ‘decimatio’, que era uno de los máximos castigos aplicados en el ejército romano.
‘La palabra proviene del diezmado de tropas. Se trataba de una medida excepcional que se solía aplicar en casos de extrema cobardía o amotinamiento.
El castigo consistía en aislar a la cohorte (una legión constaba de 10 cohortes) o cohortes seleccionadas de la legión amotinada y dividirla en grupos de diez soldados. Dentro de cada grupo se echaba a suertes quién debía ser castigado (independientemente de su rango dentro de la cohorte) y era elegido uno, el cual debía ser ejecutado por los nueve restantes, generalmente por lapidación o por golpes de vara.
(…) Supuestamente, el castigo debía aleccionar a los soldados supervivientes y a las demás cohortes, pues la muerte podía llegar aleatoriamente, a manos de los propios compañeros, sin tener en cuenta rangos ni méritos anteriores.
(…) La decimatio rompía el espíritu de cuerpo y la unión entre compañeros de armas (ejecutores por sorteo de sus propios hermanos de armas), minando la confianza hacia los comandantes de las legiones que ordenaban tal castigo’.
(Wikipedia)
Trasladando esos términos a la situación catalana, vemos que, efectivamente, el estado español quiere que paguemos el diezmo, para diezmarnos.
Y volviendo a la idea de Antich, respecto a que es inconcebible que el pueblo catalán, en su conjunto, asumamos esa situación sin rebelarnos, me parece que la explicación la podríamos tener recurriendo a la citada decimatio, pues el estado ha conseguido que acabemos divididos y criticando a los otros catalanes (de todos los partidos políticos); así, mientras discutimos entre nosotros, el estado sigue ganando, la banca siempre gana en un casino corrupto, como es el caso.
Por todo eso me parece que, aunque sólo fuera para salir del maltrato económico sistémico, endémico y desleal del estado español que nos oprime y diezma, y que, encima, se enfada si decimos que ‘España nos roba’, cuando es una evidencia objetiva: TODOS, deberíamos ser independentistas, ya que la economía determina: la sanidad, la cultura, la alimentación, la ocupación, las ayudas a los desvalidos, la seguridad, el transporte, etc., en definitiva, todo.