La periodista Mónica Planas Callol, en su artículo titulado ‘¿Qué quiere decir ‘Mamihlapinatapai? La última palabra viva de un idioma desaparecido’, nos ilustra muy positivamente:
‘(…) en Ushuaia se explica una historia muy bonita sobre sus pobladores originales, los yahgan, los habitantes del sur de la Tierra del Fuego. Ya vivían 5000 años antes de que llegase el hombre blanco, que les llevó enfermedades y despreció y diluyó su cultura. Thomas Bridge, un misionero británico del siglo XIX, dedicó 20 años a recopilar en un diccionario 32.000 palabras del idioma yahgan.
En febrero del 2022 murió Cristina Calderón, la última persona viva que lo hablaba.
Planas explica que Mamihlapinatapai hace referencia a la mirada entre dos personas cuando las dos saben qué piensa en aquel momento el otro, pero no lo expresan; el término puede indicar voluntad, acción y deseo. Las dos personas esperan que la otra empiece una acción que desean, pero que ninguna se anima a empezar.
(…)
Que la lengua de los indígenas yahgan contemplase una palabra que señala un hecho tan fugar, intangible y de connotaciones tan subjetivas, demuestra la fuerza y la eficacia comunicativa de hablarse sólo con una mirada; y cómo, un instante tan efímero, que se sostiene sólo en una interpretación huidiza, es un hecho tan universal y cotidiano (…)
(Ara, 25 de diciembre 2023)
‘Mamihlapinatapai es una palabra de la lengua de los indígenas Yamana, de Tierra de Fuego, y está incluida en el libro Guinness de los Records, como la palabra más concisa del mundo, y es considerado como uno de los términos más difíciles de traducir.
Describe una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra empiece una acción que ambos desean, pero que ninguno de los dos se anima a empezar.
El misionero y lingüista británico Thomas Bridges pasó más de 20 años, desde 1860, recopilando palabras del idioma yagán, en Ushuaia, para formar un diccionario de traducción al inglés. No obstante, mamihlapinatapai no aparece, pero si ‘ihlapi’ (confuso, incómodo), del que se deduce ‘ihlapi-na’ (sentirse cómodo), ‘ihlapi-na-ta’ (hacerte sentir cómodo) y ‘i mam-ihlapi-na-ta-pai’ (hacer que los otros se sientan cómodos)
(fuente: Wikipedia)
Mónica Planas explica que esa mirada la hemos tenido todos, en un momento u otro; y que sabemos captarla, como hacen los niños; e, igualmente, los amos de perros saben captarla de sus mascotas.
Y es así, todos hemos sentido esa conexión, todos hemos sido conscientes de la magia de la Mamihlapinatapai, que, desgraciadamente, muchas veces ha quedado en la mirada, sin pasar a la acción.
Pues bien, la mirada de Felipe VI, en su discurso navideño del pasado 24, estaba en las antípodas de esa mirada. Una mirada fría, distante, pretendidamente superior y amenazante. Seguramente, los yahgan tenían también una palabra para expresar esa mirada de odio glacial, que no buscaba sintonía con los catalanes, si no, únicamente entre los españolistas.
Felipe VI, además, realizó un discurso en el cuál, el eje vertebrador fue la palabra constitución, basándose en expresiones casposas, como: la que nos dimos entre todos, que nos une, que nos hace grandes; que fuera de ella no hay ley, hay desorden, etc.
Ese término, usado como lo hizo, y con la mirada y la expresión facial que ponía, significaba las antípodas de la concordia, era expuesta como una prisión, el encadenado, fuera de las cuales, sólo caben las tinieblas infernales, según los españolistas y muy españolistas (como dijo Mariano Rajoy)
Pensar que las leyes están por encima de todo, y, especialmente, para garantizar su consagrada unidad, y, claro, el negocio familiar de los mezquinos borbones, no es más que un burdo montaje, un tinglado, con el que seguir manteniendo mudo e inmóvil al pueblo, que, de ese modo, deja su condición de soberano, para pasar a ser el de súbdito, que es lo que buscan y han conseguido en gran medida.
Por todo esto, los independentistas catalanes deberíamos ser capaces de superar las tontas e idiotas rencillas entre nuestros diferentes partidos independentistas, y recuperar, en las calles, la Mamihlapinatapai, la mirada alegre de entendimiento, que teníamos hasta el 2017, entre todos los que nos manifestábamos; pero, desgraciadamente, quedó en eso, en la simple mirada, sin pasar a la acción; error que ahora deberíamos subsanar, manifestándonos de forma más efectiva, pacífica, pero contundentemente.
Y a nivel personal, debemos aprovechar los momentos mágicos de Mamihlapinatapai, pero sin quedarnos pasivos, hemos de vivir el presente, el aquí y ahora, pues el ‘tempus fugit’.
Con esa magia, en esa mirada, nos sentimos cómodos, y hacemos que los otros también se sientan cómodos; y esa comunión, es la que nos falta, o, cuando la tenemos, no sabemos aprovechar; y ese podría ser un buen deseo de mejora para el 2024.
Hoy, en Catalunya, es un día festivo, con el que alargamos la celebración navideña y, por eso, hago extensiva a todos los lectores, una muestra de expresión familiar, deseándoles unes felices fiestas y que tengan muchos momentos de Mamihlapinatapai.