Por María Julia Castañeda |
Ciudad de México (EFE).- El mexicano Manuel Guerrero, encarcelado hace seis meses en Catar por ser homosexual, alertó a la comunidad internacional sobre los centros de detención en el país árabe porque son “inhumanos” y violan los derechos humanos, según expresó en una entrevista con EFE.
Tras su regreso a México, Guerrero denunció las condiciones “deplorables” y “totalmente insalubres” en las que estuvo arrestado, donde “no podía dar crédito a la realidad que estaba viviendo”.
Explicó que los primeros siete días estuvo en un espacio “lleno de cucarachas”, con poco acceso a agua y alimento, en una celda sobrepoblada, acondicionada para 12 personas, donde había más de 40, la mayoría hablaba en árabe y todos fumaban, excepto él.
“Ahora entiendo por qué lo hacen. Lo hacen para quebrarte(…) te ponen en esa situación, para que tú aceptes cosas que no hiciste, para que firmes todo, para que accedas a no tener abogados”, expuso.
La policía catarí arrestó al mexicano de 45 años el 4 de febrero en Doha, capital de Catar, tras concertar una cita en una aplicación con un perfil falso operado por las autoridades de ese país, que lo acusaron de “conducta homosexual” y “posesión de drogas”.
Guerrero, también ciudadano británico, afirmó que tras su detención no tuvo acceso a un abogado ni a un traductor y lo obligaron a firmar documentos en árabe con su huella digital.
No pudo contactar a su familia ni a las embajadas de México y Reino Unido, y estuvo incomunicado durante tres días mientras las autoridades “fabricaban el caso”, algo que ahora comprende en retrospectiva.
“Si yo hubiera tenido acceso inmediato, asesoría legal, al consulado, a mi familia, otra situación hubiera sido”, aseveró.
Discriminación por VIH
Describió como uno de los momentos más duros de su detención, cuando ingresó a una celda de castigo porque descubrieron que vive con VIH, por lo que estuvo aislado por 4 días, sin casi agua ni alimentos.
“Había una ignorancia completa. Porque ellos (los guardias) tenían supuestamente el miedo de que yo los contaminara con el VIH, porque ellos creían que con el tacto o con estornudar podía transferirse”, señaló Guerrero.
El mexicano urgió un cambio en la protección a los derechos humanos en Catar, país que está suscrito a tratados internacionales, como la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, de la ONU.
“Un país con tanto dinero no puede justificar cómo trata a la gente que tiene detenida. Entonces, yo esperaría que hubiera poco a poco un cambio en la forma de pensar, y en la forma de administrar la justicia en estos países”, comentó Guerrero.
Tortura y represión en centros de detención de Catar
Guerrero agregó que el condicionamiento a sus medicamentos antirretrovirales durante los 44 días de su arresto “se convirtió en una forma de tortura”, donde lo interrogaban por las noches para saber “con quién había tenido relaciones sexuales y que compartiera sus contactos telefónicos”.
También le suspendían el medicamento como “represión” por contarle a su familia lo que vivía, lo que luego difundía la prensa.
Pero más allá del daño físico, Guerrero comentó que lidia con las consecuencias psicológicas del desgaste emocional al que fue sometido.
En la última semana de su arresto, las autoridades le cortaron todo contacto.
No obstante, destacó que las visitas y cartas que recibía de su familia y amistades fueron su principal fuente de fortaleza.
Ahora que ya recuperó su libertad y regresó a México, Guerrero quiere reconstruir su vida y que su caso sea un ejemplo para apoyar a otros en circunstancias similares.
La aviación es su mayor pasión, y desea retomar la carrera que lo llevó a Catar hace siete años para trabajar en una de las mejores aerolíneas del mundo, aunque compartió su “desencanto” al no recibir apoyo de la compañía tras su detención.
“En el futuro tengo que balancear un poco más el trabajo con mi tiempo personal. Esa es una lección aprendida”, concluyó.