La revista Vogue puso en su portada de febrero a la vicepresidenta electa, Kamala Harris y esto fue motivo de controversia, vamos no porque se haya dado el espacio a Harris sino por las fotos que escogió la editorial para engalanar sus portadas: impresa y digital. Y es que en una de ellas se ve a la vicepresidenta electa con un atuendo demasiado informal: un saco oscuro, pantalones ajustados en tubo, un collar de perlas y tenis Converse negros.
Las portadas de dicha revista han llevado la tradición desde hace 92 años de retratar a las primeras damas de Estados Unidos, la primera en aparecer fue la esposa del presidente Herber Hoover en 1929, y aunque la esposa del actual presidente Donald Trump, Melania no apareció por supuestas diferencias con la editora de la revista, Anna Wintour; para esta nueva administración la revista quería hacer notar su cercanía con la política actual poniendo al frente a la Vicepresidenta electa.
La elección de Vogue sobre la fotografía casual se justifica en el hecho de que esta capturaba “su naturaleza auténtica y accesible” misma que consideran es “uno de los distintivos de la administración Biden-Harris”. Si bien, queda claro que la forma de gobernar de la administración entrante en EEUU será muy diferente al estilo que imperó durante la administración de Trump, tal vez este no es el momento de proyectar esa imagen relajada que desean, por varios motivos: primero ella tiene que entender –si es que no lo ha hecho- que ya no se encuentra en campaña y que, aunque en su momento dichos tenis Converse le dieron esa “accesibilidad” que deseaba proyectar con su audiencia, hoy se convertirá en el segundo personaje más poderoso de su país y debe vestir acorde a las circunstancias; segundo, su país se encuentra inmerso en una fuerte crisis de choques ideológicos, algunos de los cuales ella estandarte –afroamericanos, mujeres, migrantes, entre otros- y por lo mismo tiene que proyectarse bajo la sensibilidad y con la autoridad que dichos temas requieren.
Las criticas sobre las fotografías no se limitaron exclusivamente a su vestimenta, los internautas también hicieron notar que le aclararon el tono de piel, hecho que molestó a muchos y es que debemos hacer hincapié en que, aunque quien ganó las elecciones como Presidente fue Bien, quien ha ganado un lugar en la historia de su país es ella pues es la primera vicepresidenta de color, de ascendencia sudasiática y mujer; y por lo mismo, la portada de esta edición de Vogue merece ser una pieza que pase la historia con todas las características que la hacen única.
Aquí hay ciertos aspectos clave que quedan claros: cuando se trata de una mujer en el poder –no importa el peldaño- el escrutinio social sobre cada aspecto de su vida pública y privada es absoluto y mucho mayor a aquel que se hace sobre el de los hombres; la elección de portada de Vogue es tan importante que creó una controversia tal que cambió, de momento, la conversación sobre, y en, EEUU; y finalmente, el contexto siempre será clave para la toma de decisiones sobre la imagen pública de un personaje, como lo es, el de Kamala Harris.