En estas 24 últimas horas se han producido importantes noticias, merecedoras de llenar portadas y abrir telediarios: el fallecimiento, ayer martes, de Mikhaïl Gorbatxov, y hoy: el 25 aniversario de la muerte de Diana de Gales y la sentencia del comité de derechos humanos de la ONU, fallando que España violó los derechos políticos de nuestros representantes independentistas, al privarles de sus funciones.
Lógicamente, han pasado muchas más cosas relevantes, cada país tiene sus propios problemas y referentes, pues las guerras continúan, igual que los abusos de todo tipo: el hambre, la miseria, el machismo, etc., así como las inclemencias naturales: meteorológicas, geológicas, etc.
Pero en este escrito me quiero centrar en dos pequeñas noticias impactantes:
Primera:
El fallecimiento, esta madrugada, en el hospital, de una niña de 20 meses, herida ayer, por un granizo de bolas de 10 cms. que se produjo ayer en la Bisbal d’Empordà (Girona). Además de otras personas heridas en esa población y en zonas colindantes, entre ellas una mujer sigue en estado grave; asimismo, los daños materiales.
La niña, según las informaciones, estaba en la calle y su padre intentó protegerla, desgraciadamente, sin éxito.
En el mundo, hay 50 millones de niños que viven con desnutrición, y de ellos, cada día mueren 8.500 por hambre, y no son noticia. Y esos niños también mueren en brazos de sus padres, impotentes, como el padre de la niña en cuestión.
Segunda:
‘Encuentran muerto el hombre más solitario del mundo
Era el último superviviente de su tribu y el único habitante del territorio indígena de Tanaru, escenario de una masacre del año 1995. ‘El indio del agujero’ o ‘El hombre más solitario del mundo’, como se le conocía popularmente desde que la Funai, la agencia gubernamental de protección de los pueblos indígenas del Brasil difundiese por primera vez imágenes suyas ahora hace cuatro años, fue encontrado muerto la semana pasada en la cabaña donde vivía en esta pequeña isla de bosque en la Amazonía. Así lo reveló Altair Algayer, un funcionario indigenista que lo había seguido durante 26 años y encontró su cuerpo prácticamente descompuesto en su hamaca, cubierto con plumas de guacamai.
Este indígena, del cual no se sabe prácticamente nada, vivía voluntariamente apartado desde que el resto de su pueblo fue masacrado en una serie de ataques que se produjeron a partir de los años setenta, cuando terratenientes de la región pagaron a colonos para que exterminara toda su tribu. Sólo sobrevivió él, y comenzó una vida solitaria, apartada completamente de la civilización.
Su muerte, que según las autoridades brasileñas fue debida a causas naturales, supone también la desaparición total de esta tribu, de la cual apenas se tiene información. De hecho, las únicas imágenes de este indígena fueron registradas en vídeo y difundidas el año 2018 por la Funai. El hombre aparece desnudo mientras talaba un árbol. Todo y que, debido a la política de no contacto, no habló nunca con ninguno de sus cuidadores, sí que aceptó algunas semillas y herramientas que le dejaba la fundación para poder mejorar la calidad de su vida. (…) Ahora, con su muerte, se completa el genocidio. Es la aniquilación deliberada de todo un pueblo por parte de ganaderos ávidos de tierra y riqueza. (…) La Funal trasladó sus restos a Brasilia para someterlo a los análisis forenses. (…) Se cree que tenía 60 años (…) Ahora, la OPI ha pedido que la reserva sea protegida, como un memorial a los indígenas’
(Óscar Llena, Ara, 31 de agosto 2022)
La aniquilación de ese poblado, y de otros muchos más, es el genocidio humano y cultural, bajo el mal llamado nombre de ‘civilización’, fruto del etnocentrismo del hombre blanco caucásico, causante del exterminio de muchas poblaciones, especialmente en América y África.
También vemos que, en este caso, de acuerdo con las ‘normas’, su cuerpo fue trasladado, mancillado y enterrado, supongo, fuera de su hábitat; a no ser que lo coloquen, como un reclamo más, un aliciente más, de esa reserva / memorial. Siguiendo mismas ‘normas’ se contravinieron, también, las últimas voluntades de Lluís María Xirinacs, como expliqué ayer, pues quería integrarse en su paisaje elegido.
Los ‘civilizados’ nos sentimos más cómodos dentro de nuestras normas, castigando a los que las transgreden, salvo que sean poderosos, en ese caso… se acepta.
Estas dos pequeñas noticias, con un impacto mediático limitado, a mi modo de ver son un claro reflejo del lema ‘menos es más’ (atribuida al arquitecto Ludwig Mies Van del Rohe (1886-1969), si bien tiene un origen oriental), complementaria de la idea de que ‘más es menos’. Y no tomadas, únicamente, como base de la filosofía y práctica del decrecimiento, si no, también, consideradas psicosocialmente, en base al minimalismo, ya que los pequeños detalles, las vivencias personales, son las que realmente nos conforman.
La sencillez de los actos es más relevante que la complejidad, que todo lo dificulta, puesto que facilita el desorden y nos aleja de nuestra zona de confort. La gran avalancha de información y datos es un buen ejemplo, ya que, lo que consigue, es la desinformación.
Y esa sencillez radica en no abandonar la esencia. Pero, asimismo, siendo conscientes que reflejamos nuestro estado de ánimo, que incide, directamente, en nuestras acciones y al final, nos afecta nuevamente, es como el circulo vicioso, que nos retroalimenta.
Y la esencia fundamental es la libertad para poder elegir, en todo momento, lo que queremos ser, tener y parecer. Siendo conscientes que el tiempo es finito. Y respecto a la libertad, recuerdo nuevamente a Xirinacs y su constatación de sentirse esclavizado por el estado español, que muchos compartimos.
Por eso, es preciso priorizar nuestros deseos y necesidades, pues: ‘Una regla establece que el 20% de nuestros esfuerzos es responsable del 80% de lo que conseguimos. La clave está en identificar ese 20%’. (Raimón Samsó, El País, 18 de octubre del 2015)
Debemos saber lo que realmente queremos conseguir, ya que, como cita el mencionado Samsó:
‘En el libro Alicia en el país de las maravillas, la protagonista le pregunta al Gato: ‘¿Podrías decirme qué camino debo seguir para salir de aquí?’, y el Gato le contesta: ‘Eso depende en gran medida del sitio al que quieras llegar’. ‘No me importa mucho el sitio …’, replica Alicia. ‘Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes’, responde el gato. En un mundo en el que hay ilimitadas posibilidades, si no se tienen prioridades, lo fácil es perderse’.
Si todavía nos conmueven las desgracias ajenas, si somos capaces de priorizar nuestros deseos y necesidades, y si consideramos que la libertad es fundamental, deberíamos actuar en consecuencia; en el bien entendido que nada es absoluto, ya que ni la libertad absoluta existe: no podemos volar, la gravedad existe, respirar es necesario, etc., y, la vida familiar y social, también comporta unos deberes. Pero sí que debemos ser suficientemente inteligentes para discernir los elementos inevitables y ponderarlos adecuadamente.
Pero esa ponderación no es caer en el relativismo (todo lado derecho tiene un izquierdo) ni en el escepticismo, pues tenemos capacidad de influir, mucha más de la que pensamos (todo tiene su escala).
Y deprimirnos tampoco es una opción, no es una salida y no soluciona nada, ya que, como dice un refrán: ‘pase lo que pase, deprimirse no es una solución. Si te deprimes, tienes un problema más’.
Lo grave es arrepentirse de lo que no se ha hecho. Y eso en todos los ámbitos, también en nuestro interés independentista, obviamente.
‘Cuenta una fábula sufí que un joven llamado Nasrudin llegó a un pueblo después de muchas horas de travesía por caminos polvorientos. Estaba acalorado y sediento. Dio con el mercado y allí vio unas frutas rojas desconocidas, pero aparentemente exquisitas y jugosas. La boca se le hizo agua. Fue tanto su júbilo que se compró cinco kilos. Buscó la sombra de un buen árbol en una calle tranquilla y empezó a comérselas. A medida que comía, sentía un calor más y más intenso en la cara y en el resto del cuerpo. Empezó a sudar copiosamente, y su rostro y su piel se volvieron de un rojo encendido. Pero él siguió comiendo.
Un viandante pasó por su lado y, sorprendido, le preguntó: ¿Qué haces comiendo tantos pimientos picantes con este calor tan terrible?
Y Nasrudín contestó: No estoy comiendo pimientos, me estoy comiendo i inversión’
(https://m.faxcebook.com/joangarrigabacardi)
Pues bien, siguiendo con nuestro deseo de independencia de Catalunya, debemos dejar de ‘comernos nuestra inversión’ (seguir viviendo del pasado), lo que se hizo e hicimos en el 2017, ya está hecho, ahora debemos buscar soluciones que nos permitan implementar el referéndum que ganamos, sin confiar que el reino de España ceda; sus tentáculos son alargados, como hemos visto hoy en el comité de derechos humanos de la ONU, ya que, de los 18 miembros, dos de ellos han presentado sendos votos particulares, afirmando que la suspensión de la actividad de nuestros líderes independentistas como cargo público, fue ‘razonable, necesaria, proporcionada y, además, previsible ante las serias circunstancias en las que se encontraban los tribunales nacionales en ese momento’. Y, UNO DE ESOS VOTOS PARTICULARES, CORRESPONDE A UN MIEMBRO ESPAÑOL.