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Moisés y la receta de su suegro

En todas las sociedades, instituciones, asociaciones, familias, etc., hay personas que se creen libertadoras, salvadores físicos o espirituales; es decir, individuos que se creen, héroes, caudillos, superiores a los demás y deciden por los demás. Un ejemplo fue Moisés, que condujo a los hebreos desde Egipto, hacia la Tierra Prometida, la tierra de Canaán (Éxodo, entre 1358 y 1350 a. C.).

A ese sentimiento de superioridad vinculado a un orden o creencia superior, se le denomina, popularmente, el complejo de Moisés. Es preciso puntualizar que, si no existiera ese presunto vínculo, se trataría de un simple completo de superioridad.

Seguidamente traslado algunos fragmentos de ‘Moisés y la religión monoteísta: tres ensayos’ (Sigmund Freud, ‘Obras completas, CLXXXVI-CCIII):

‘Deben haber sido muchos los que abandonaron el país junto con Moisés, pues un grupo pequeño no habría merecido el esfuerzo a los ojos de este hombre (Moisés) ambicioso y animado a grandes proyectos.

(…)

Entre todos los acontecimientos de la prehistoria judía que los poetas, los sacerdotes y los historiadores trataron de elaborar se destaca uno que era necesario suprimir por los más obvios y poderosos motivos humanos. Se trata del asesinado de Moisés, el gran conductor y libertador, crimen que Sellin pudo colegir a través de alusiones contenidas en los libros de los profetas. No cabe calificar de fantástica la hipótesis de Sellin, pues tiene suficientes visos de probabilidad. Moisés, discípulo de Ikhnaton, tampoco empleó métodos distintos a los del rey: ordenó, impuso al pueblo su creencia. La doctrina de Moisés quizá fuera aún más rígida que la de su maestro, pues ya no necesitaba ajustarse al dios solar, dado que la escuela de On carecía de todo significado para el pueblo extranjero. Tanto Moisés como Ikhnaton sufrieron el destino de todos los déspotas ilustrados. El pueblo judío de Moisés era tan incapaz como los egipcios de la dinastía XVIII para soportar una religión tan espiritualizada, para hallar en su doctrina la satisfacción de sus anhelos. En ambos casos sucedió lo mismo: los tutelados y oprimidos se levantaron y arrojaron de sí la carga de la religión que se les había impuesto. Pero mientras los apacibles egipcios esperaban hasta que el destino hubo eliminado a la sagrada persona del faraón, los indómitos semitas tomaron el destino en sus propias manos y apartaron al tirano de su camino.

Tampoco se puede negar que el texto bíblico, tal como se ha conservado, induce a aceptar este fin de Moisés. La narración de la ‘peregrinación por el desierto’ -que bien puede corresponder a la época del dominio de Moisés- describe una serie de graves sublevaciones contra su autoridad, que ´de acuerdo con la ley de Jahve- son reprimidas con sangrientos castigos. Es fácil imaginarse que alguna de estas revueltas tuviese un desenlace distinto del que refiere el texto.

(…)

Llegó una época en la cual se lamentó el asesinato de Moisés y se trató de olvidarlo; sin duda, esto ocurrió en el tiempo del encuentro en Kadesh. Pero abreviando el intervalo entre el Éxodo y la institución religiosa en el oasis, haciendo que en ésta interviniera Moisés (…) no sólo quedaban satisfechas las exigencias de la gente de Moisés, sino que también se lograba negar el hecho penoso de su violenta eliminación. En realidad, es muy poco probable que Moisés hubiese podido tomar parte en los sucesos de Kadesh, aunque su vida no hubiese tenido un fin prematuro’.

(Sigmund Freud, ‘Obras completas’, Edic. Orbis, volumen 19, Barcelona, 1988)

Freud (1856-1939) estudió este ejemplo, para explicar su fundamento psicopatológico de las neurosis.

En el presente escrito no pretendo profundizar en las patologías de los caudillos o presuntos caudillos que nos rodean; además, me parece que, con estos apuntes citados, ya ha quedado suficientemente claro.

Seguidamente, para destacar otro aspecto que, a los fines de este escrito me parece interesante, reproduzco un fragmento de la Biblia, libro del Éxodo 18: 13-27 ‘Nombramiento de jueces’

‘Aconteció que, al día siguiente, Moisés se sentó a resolver los asuntos del pueblo, y todo el pueblo acudía a él, de la mañana a la noche.

Viendo el suegro de Moisés todo lo que hacía éste por el pueblo, le dijo: ‘¿Qué es lo que haces con el pueblo? ¿Por qué estás sentado tú sólo, mientras todo el pueblo acude a ti de la mañana a la noche?’.

Moisés respondió a su suegro: ‘El pueblo acude a mí para que consulte a Dios; cuando tienen un pleito, bien a mí a que se lo resuelva y a que les explique las leyes y mandatos de Dios’.

El suegro de Moisés le replicó: ‘No está bien lo que haces, os estáis matando tú y el pueblo que te acompaña; la tarea es demasiado gravosa y no puedes despacharla tú sólo. Acepta el consejo y que Dios esté contigo; tú representas al pueblo antes Dios, y le presentas tus asuntos; inculcas al pueblo los mandatos y preceptos, le enseñas el camino que debe seguir y las acciones que debe realizar. Busca entre todo el pueblo algunos hombres hábiles, que respeten a Dios, sinceros, enemigos del soborno, y nombra entre ellos jefes de mil, de cien, de cincuenta y de veinte; ellos administrarán justicia al pueblo regularmente; los asuntos graves que te los pasen a ti, los asuntos sencillos que los resuelvan ellos; así os repartiréis la carga y tú podrás con la tuya. Si haces lo que te digo y Dios te da las instrucciones, podrás resistir, y el pueblo se volverá a casa en paz’.

Moisés aceptó el consejo de su suegro e hizo lo que le decía. Escogió entre todos los israelitas gente hábil y los puso al frente del pueblo, como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de veinte. Ellos administraban justicia al pueblo regularmente; los asuntos complicados se los pasaban a Moisés, y los sencillos los resolvían ellos.

Moisés despidió a su suegro y éste se volvió a su tierra’

Pues bien, como el paciente lector puede ver, ambas ideas, es decir, la del liderazgo, y la de la organización burocrática, permiten muchas lecturas e interpretaciones, así como múltiples aplicaciones a nuestra cotidianidad.

Y a este respecto, ayer tuvimos en Barcelona, un claro ejemplo, que ya apunté brevemente en mi escrito también de ayer, y se refiere, en concreto, a la ceremonia que la Iglesia Católica efectuó en la basílica de la Sagrada Familia.

El ‘tema’ discutible, es la conveniencia de efectuarla en plena pandemia, y a este respecto, es preciso destacar que:

·       Respecto a la asistencia, nada que decir, ya que a pesar de ser multitudinaria (unas 600 personas), cumplían el requisito del tope del tercio de la capacidad, fijada por sanidad.

·       Igualmente, respecto a la distancia entre los asistentes, por las imágenes, parece que se cumplió el requisito de distancia de seguridad.

·       Ahora bien, dado el confinamiento perimetral de cada municipio, por la pandemia, es difícil asegurar que todos los asistentes fueran de Barcelona, máxime considerando que la beatificación de Joan Roig Diggle, obviamente, debía atraer a personas de El Masnou, donde vivió y, en esos casos, si se dieron, se debieron saltar los límites municipales.

·       Pero sí que saltaron ese confinamiento los 15 obispos que llegaron de toda Catalunya, y el nuncio del Papa, que acudió de Madrid; si bien, como ya señalé ayer, ‘justificaron sus desplazamientos por quedar excluidos de las restricciones de movilidad, por motivos laborales’. Y esto me parece un tema grave, como explico seguidamente.

Considerar que un acto religioso es un tema laboral, me parece que es rizar el rizo, para aprovecharse de las lagunas legales (fraude de ley), y eso no es un buen ejemplo, obviamente; como tampoco lo fue que todos ellos estuvieran en el altar, sin guardar las distancias de seguridad (aun que llevasen la mascarilla), pero la imagen que dieron y que hemos visto todos, es lamentosa, en la situación en la que todos nos encontramos.

Asimismo, la oportunidad de la celebración del X aniversario de la visita del Papa Benedicto XVI, me parece que está fuera de lugar. No era un acto vital, por lo que podría muy bien haberse pospuesto.

Que la libertad religiosa es un derecho fundamental constitucionalmente defendido, es cierto, ya que en el art. 16.1 se dice:

‘Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley’.

Sobre el particular me pregunto, ¿en un estado laico debe prevalecer este derecho sobre otros?, pues, unos artículos más abajo, en concreto, en el art. 19, se dice:

‘Los españoles tienen derecho a elegir libremente su residencia y a circular por el territorio nacional’.

Es decir, ambos artículos están incluidos en la sección 1ª, ‘De los derechos fundamentales y de as libertades públicas’, y, por o tanto, el derecho a la libertad religiosa está en el mismo nivel, civilmente, que el derecho a la circulación, ni más ni menos, aunque espiritualmente, se pueda considerar que no hay ni punto de comparación, pero ese es otro tema, ajeno a la legalidad. Pero, yo me pregunto, si el acto religioso fuese de otra creencia, por ejemplo, si se hubiese tratado de una ceremonia por el Ramadán islámico, ¿se hubiese podido realizar, como lo hicieron ayer en la Sagrada Familia?

Parece que la Generalitat de Catalunya abrirá un expediente de investigación, para estudiar esa celebración, pues no tenían constancia ni petición alguna; claro que no era preceptiva, ya que se respetaron las reglas sanitarias, para los asistentes, como he dicho. Y que asistiera algún regidor del Ayuntamiento de Barcelona, lo justifican como un acto personal, pero, es difícil separar lo privado de lo público. ¿Ese mismo regidor podría asistir a un acto okupa, sin tener que dar explicaciones por las acciones que se hubieran efectuado en el acto?

Siguiendo con los derechos fundamentales, ya sabemos que tanto el estado, como todos sus diferentes brazos, entre ellos la Iglesia Católica, como hemos visto, se los saltan discrecionalmente, según sus intereses; como también lo estamos viendo desde hace años, con el artículo 18.3, que dice:

‘Se garantiza el secreto de las comunicaciones y, en especial, de las postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial’.

Y, como todos sabemos, en el mundo independentista catalán, este derecho es pisoteado repetidamente y, sin ningún control, divulgado en las redes y medios de comunicación, sin ningún rubor ni defensa de la privacidad.

Esta ceremonia que nos ocupa ha levantado, asimismo, críticas del sector teatral, musical, etc., que, a pesar de reunir los requisitos sanitarios establecidos para prevenir la pandemia, están cerrados. Pero, claro, ya sabemos que la cultura siempre está minusvalorada, y, a lo sumo, se valora el folklore. Y esto es una muestra más de la incultura que tenemos. Pero, profundizar sobre este tema nos llevaría muy lejos, y la extensión de este escrito sería excesiva.

En definitiva, creo que, de ese acto, podemos destacar diferentes aspectos:

·       Que la Iglesia Católica sigue manteniendo unos privilegios excesivos en un estado laico.

·       Que el Cardenal-Arzobispo de Barcelona y, también, Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Joan Josep Omella Omella, como Moisés, se considera el caudillo, el guía espiritual que está por encima del bien y del mal.

·       Que los diferentes obispos y el nuncio episcopal se ajustan al papel que marca la receta del suegro de Moisés, es decir, subordinados para ‘solucionar’ los temas menores, sin más. Y dejar las decisiones importantes a Moisés.

Y todo eso, obviamente, se traduce en conductas irreflexivas, nada ejemplares (movilidad y proximidad).

Todas estas observaciones, podríamos aplicarlas, asimismo, al ámbito político, pues también vemos que en los partidos se efectúa una férrea aplicación de la receta del suegro de Moisés, hay muchos burócratas y ‘profesionales’ que están muy lejos del servicio público.

Y, a la vez, hay demasiados presuntos caudillos, y todos quieren ocupar el papel de Moisés (Artur Mas ya se presentó hace años, en un cartel electoral, como un ‘Moisés’, con los brazos abiertos – como Ch. Heston en un fotograma de ‘Los diez mandamientos’-, y así le fue en las elecciones del 25N del 2012).

No es que pretenda que todos ellos tengan un final como el citado de Moisés, pero sí, que fueran descabalgados al llevar determinados años, pues, como todo el mundo sabe, todo acaba corrompiéndose.

Amadeo Palliser Cifuentes

amadeopalliser@gmail.com